Segunda entrega de la trilogía que constituye la crónica cuasi interminable de la I Cow Parade Race. Si en el capítulo anterior se recogía el tramo de pseudocarrera entre la salida en Manuel Becerra y la llegada a la C/ Alfonso XII, en este se tratan las peripecias acaecidas al que escribe desde la Plaza de la Independencia hasta la visita a Friends, la vaca con residencia temporal en la estación de metro de Gregorio Marañón. ¡Prepararsen que ahí va!
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El día gana a la noche y ya hay más luz. Camino de la Puerta de Alcalá mírala, mírala, en un despiste piso un charco con el pie izquierdo salpicando y calándome el derecho. ¡Mierda! Hasta el momento había conseguido que sólo se mojasen con la lluvia que caía, pero ahora ya lo tengo bien empapado. Un poco más tarde, el pie derecho le devolverá la jugada al izquierdo gracias a una baldosa hueca.
Después de la corta entrevista que las vacas Reportera y Vacámara de Telecinco me hacen en la Plaza de la Independencia y la foto con Paz y Puerta al fondo, tomo la calle Alcalá con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera. A la altura de Cibeles y tras unos malabares para evitar los cada vez mayores y más abundantes charcos, abrazo a Circense y comienzo el ascenso con doble mortal que me llevará hasta la Puerta del Sol. La lluvia no cesa, pero me lo estoy pasando como el Quico (¿se escribe así? ¡Tengo toda la ciudad casi para mi solito!
En el tendido de Sol hay algo más de animación, fundamentalmente de taxistas que esperan impacientemente algún cliente y de turistas guiris que visitan los madriles monumentales. Seis vacas seis de distintas ganaderías se reparten el albero adoquinado de la plaza. Con las mallas como taleguilla y la gorra como montera, me marco dos buenas aunque cortas lidias a Urna (Ganadería Parlamento Europeo) y a Sandwich (Ganadería Rodilla) que culmino con un beso hasta la bola en tó lo alto. La afición taxística agita en el aire sus carteles de LIBRE pidiendo los trofeos con vehemencia. Mientras los guiris inmortalizan con sus cámaras la típica estampa de la España de ayer, hoy y siempre. Me veo obligado a salir a saludar a los medios antes de seguir la carrera.
La corta y suave subida de la C/ Postas que aprovecho para reponer líquidos isotónicos, desemboca en la Plaza Mayor. En sus soportales, señores grises con apariencia añeja y rancia montan sus puestos de monedas, sellos, tarjetas telefónicas y de todo aquello similar y susceptible de ser coleccionado. Vislumbro unos metros más allá al rebañúsculo (de grupo, grupúsculo; de rebaño, rebañusculo ¿Algún problema?) de cuatro reses que se encuentra perfectamente alineado justo bajo la fachada opuesta a la Casa de la Panadería. Destaca entre ellas el hibrido vaca-cerdo de nombre Sabe a Mixta. Con piel rosada, viste cazadora, gorro y gafas de aviador y ha visto amputadas en un acto cruel y rastrero las alas que inicialmente adornaban su lomo.
Después de la corta entrevista que las vacas Reportera y Vacámara de Telecinco me hacen en la Plaza de la Independencia y la foto con Paz y Puerta al fondo, tomo la calle Alcalá con la falda almidoná y los nardos apoyaos en la cadera. A la altura de Cibeles y tras unos malabares para evitar los cada vez mayores y más abundantes charcos, abrazo a Circense y comienzo el ascenso con doble mortal que me llevará hasta la Puerta del Sol. La lluvia no cesa, pero me lo estoy pasando como el Quico (¿se escribe así? ¡Tengo toda la ciudad casi para mi solito!
En el tendido de Sol hay algo más de animación, fundamentalmente de taxistas que esperan impacientemente algún cliente y de turistas guiris que visitan los madriles monumentales. Seis vacas seis de distintas ganaderías se reparten el albero adoquinado de la plaza. Con las mallas como taleguilla y la gorra como montera, me marco dos buenas aunque cortas lidias a Urna (Ganadería Parlamento Europeo) y a Sandwich (Ganadería Rodilla) que culmino con un beso hasta la bola en tó lo alto. La afición taxística agita en el aire sus carteles de LIBRE pidiendo los trofeos con vehemencia. Mientras los guiris inmortalizan con sus cámaras la típica estampa de la España de ayer, hoy y siempre. Me veo obligado a salir a saludar a los medios antes de seguir la carrera.
La corta y suave subida de la C/ Postas que aprovecho para reponer líquidos isotónicos, desemboca en la Plaza Mayor. En sus soportales, señores grises con apariencia añeja y rancia montan sus puestos de monedas, sellos, tarjetas telefónicas y de todo aquello similar y susceptible de ser coleccionado. Vislumbro unos metros más allá al rebañúsculo (de grupo, grupúsculo; de rebaño, rebañusculo ¿Algún problema?) de cuatro reses que se encuentra perfectamente alineado justo bajo la fachada opuesta a la Casa de la Panadería. Destaca entre ellas el hibrido vaca-cerdo de nombre Sabe a Mixta. Con piel rosada, viste cazadora, gorro y gafas de aviador y ha visto amputadas en un acto cruel y rastrero las alas que inicialmente adornaban su lomo.
De vuelta a la C/ Mayor, bajada pronunciada hasta Bailén. Primero la catedral y luego el custodiado Palacio Real quedan en el margen izquierdo del recorrido. En la Plaza de Oriente camino del Teatro Real, me encuentro ante la King Parade. Son veinte esculturas de reyes “españoles” (godos y de los primeros reinos de la reconquista) que formaban parte de una colección ideada para adornar la cornisa superior del Palacio Real pero que finalmente fueron distribuidos por distintos lugares de la ciudad (Plaza de Oriente, Parque de El Retiro, Jardines de Sabatini…) Presentados mis respetos vuelvo a la otra Parade, la de las vacas, y me hago una foto con Pensamiento Vacuno, imagen perdida debido a un error en la tarjeta de memoria de la cámara fotográfica.
Con una decena de zancadas más me planto a los pies de la Cuesta de Santo Domingo, segunda rampa más dura de todo el recorrido que tiene su continuación, aunque más suave, en la C/ Silva. Cruzo la Gran Vía en la que comienza a notarse un tráfico más concurrido y alcanzo la Plaza de Maria Soledad Torres Acosta. Un grupo curioso me llama la atención: un punky con cresta, vaqueros y botas Dr Martens está integrado entre cinco o seis góticos de largas prendas negras y pálidas caras blancas. En contraste con la falta de color de los jóvenes oscuros, justo en mitad de la plaza, El pueblo de la vaca y Carpe Diem Tempus Fugit son una explosión de color, una nota de alegría en la mañana grisácea madrileña.
En Desengaño, a pesar de la lluvia y de la temprana hora, la prostitución no cesa. Dos jóvenes seguramente africanas hablan entre ellas en idioma extranjero. Metros más allá otra mujer entrada en la cincuentena apura un cigarro mientras espera la llegada de clientes. Casi al final de la calle y en la acera opuesta, un travesti alto, de nariz aguileña y rasgos faciales masculinos se dirige con semblante triste a cobijarse en la entrada de un portal. Su pelo largo y mojado cae lacio sobre los hombros y su maquillaje facial no ha resistido el agua de la lluvia. De vuelta a la Gran Vía a la altura del edificio de Telefónica, Cowteína y Muuuy Informada faltan a la cita. Ningún mensaje, ninguna nota, ninguna explicación. En el sitio que debían ocupar sólo quedan las bases de cemento con sus nombres que hacen las veces de peanas. Otra vez será.
La bajada gana en inclinación y rápidamente alcanzo la confluencia con C/ Alcalá. Allí osea está la vaca más pija osea de las que he visto y veré osea. La cursi, presumida y superestupenda Vaca Princesa con calcetines osea, a la que unos ladrones facinerosos han robado su corona, disfruta de una ubicación supermegaguay donde exhibir su moderno diseño osea. Sólo unos metros más abajo en dirección a la Plaza de Cibeles me topo con Tetra Pack, a la que desde lejos había confundido con una vaca hecha a basa de piezas de Tente (para los más jóvenes, juego de construcción muy común en los seventies). Allí guardo un surrealista turno fotográfico: he de esperar a que dos japoneses vestidos de traje oscuro, camisa blanca y corbata, ambos con maletín y paraguas, se hagan una foto con la res, primero el uno al otro y luego el otro al uno. Supongo que para ellos la situación no es menos surrealista: ven llegar corriendo a un tío vestido con mallas que se para, se agacha un poco junto al bovino, se autotira una foto y sigue corriendo. En fin, que todo depende del cristal por el que se mire.
Paso de vuelta por los dominios de la diosa Cibeles que esta temporada tienen muy difícil acoger alguna celebración del club merengue y me interno en el Paseo de Recoletos. En su pasillo central ajardinado, las vacas pacen más sueltas, más a su aire. Primero me inmortalizo con el cuarteto formado por la original y simpática Café Olé Vaca Paca (a la que han sustraído su peineta) y las bellas Frágil, Helena y Mi Sueño. Un pelín más adelante Springarden y en la otra acera, frente a la Biblioteca Nacional, De la Mancha, también posan conmigo. En la Plaza de Colón, a la sombra (hoy no) del monumento a Don Cristobal, dos vacas erguidas. En primer lugar Verónica, la primera vaca torero de la historia de la que tengo constancia (La vicalvareña será la segunda) y que hace bueno el lema de los antitaurinos ¿Quien mejor que una vaca para disfrutar de una corrida de toros? La segunda ha ocupado el lugar del oso en el símbolo más madrileño. La vaca y el madroño quizá refleje mejor la realidad actual en la que los ciudadanos de la Villa y Corte somos ordeñados de forma continua por instituciones tanto locales como nacionales.
En el Paseo de la Castellana están las dos vacas que mejor viven de todas que veré a lo largo del recorrido. Están a resguardo, siempre calentitas y protegidas de la lluvia y de los gamberros. A World Champion sólo puedo medio verla desde la acera a través de las cristaleras de la sede de la Mutua Madrileña. Sus colores son los mismos que ha lucido Renault en el último campeonato del mundo de F1 y en su decoración participó el mismísimo Fernando Alonso. Friends, pintada con rostros en blanco y negro en los que resaltan los labios rojos, reside en el vestíbulo de la estación de metro de Gregorio Marañon. Sobre una moqueta también roja, está colocada más allá de los tornos de entrada a la estación lo que le permite gozar de una mayor tranquilidad.
Continuará...
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Enlaces de interes:
Cow Parade Race: La idea primigenia
Cow Parade Race: El reglamento
Cow Parade Race: Recorrido recomendado
http://www.cowparade.com/
http://www.cowparademadrid.com/
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