Lo que queda del jueves, el viernes y el sábado. Ese es el tiempo que tengo para recuperarme del nuevo virus.
Desde la semana antes del Medio Maratón de Fuencarral El Pardo arrastro dolores en la espalda que se deben según el fisio a mis queridas protusiones discales y a la fatiga muscular. Se concentran sobre todo en la zona del piramidal e incluso me hacen cojear ligeramente. Este inconveniente ya lo había asumido de cara al Maratón de Barcelona del próximo domingo. Con el único objetivo de acabarlo, la idea era que una vez conseguido comenzara un periodo de recuperación, a poder ser activo.
Sin embargo desde ayer un nuevo ingrediente se ha añadido al cocktail. El virus que desde hace más o menos cinco días ha anidado en el frágil cuerpecillo de mi hijo, se ha mudado al mío (algo común como ya dije aquí). El resultado es un estado febril, acompañado de mocos, toses y un dolor de cuerpo que no me tengo. Poco más puedo hacer que ingerir antitérmicos y beber líquidos para intentar estar lo más entero posible.
Los billetes del AVE, la reserva del hotel y la inscripción del maratón hechas con suficiente antelación y previsión, esperan ahora impacientes. La lucha contrarreloj que no tenía intención de librar por las calles barcelonesas la tendré que mantener contra el jodido virus.
¡La batalla ha comenzado! Veremos.
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