lunes, 20 de junio de 2011

XVI Medio Maratón Ciudad de Burgos

Autorretrato del "menda lerenda" al paso por la catedral burgalesa 

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1. Un medio maratón renovado

A tenor de lo leído en distintas publicaciones y foros digitales, el XVI Medio Maratón Ciudad de Burgos trataba de presentarse en 2011 como una carrera renovada que rompía con la tendencia negativa que la prueba había seguido en sus últimas ediciones. Para dar un nuevo empuje a la carrera en esta edición, la Asociación Burgalesa de Atletas Veteranos (ABAVE) organizadora de la carrera se había asociado con la empresa Leitsport, volvía a recibir el apoyo del Servicio Municipal de Deportes después de los problemas del año pasado y sumaba como sponsor del proyecto a la marca deportiva Kelme.

Uno de los objetivos que se pretendía en esta nueva andadura era vincular la imagen histórica y cultural de la ciudad al recorrido de la prueba. Para ello se ha diseñado un nuevo trazado homologado en su distancia, con salida y llegada junto al flamante Museo de la Evolución y que consiste en dar tres vueltas a un circuito que discurre paralelo al Arlanzón. Solo se separa del cauce del río para hacer una pequeña incursión en el centro histórico y transitar junto a la fachada de la esplendida catedral gótica.

Lo de dar tres giros para completar la distancia tiene sus ventajas y sus desventajas. Entre las primeras, permite hacerlo más céntrico y ayuda a que los acompañantes puedan seguir cómodamente el evento. El principal inconveniente para los participantes es que suele hacerse más monótono y aburrido. En lo referido al perfil, el circuito es bastante llano, aunque pica ligeramente hacia arriba cuando se corre en sentido contrario al de la corriente del río, y hacia abajo cuando se hace “a favor” de corriente.

El retomar el mes de junio como fecha de celebración de la carrera (en la pasada edición se retrasó a octubre) es un acierto. Burgos es de las pocas ciudades grandes de España en la que es posible correr en la segunda quincena del mes de junio con una temperatura muy agradable para la práctica del deporte. Ayer no se superaban los 13º cuando dio comienzo la carrera, circunstancia que además se vio favorecida por las zonas sombreadas que abundaron a lo largo del recorrido y lo cerca que en todo momento estuvimos del cauce del Arlanzón.

También se incluía como novedad la celebración de una pequeña feria del corredor en la que además de recoger el dorsal, el chip y la camiseta de regalo, existían un par de stands en los que poder adquirir ropa deportiva, geles y barritas energéticas.

A tenor del gran incremento en el número de participantes, se ha pasado de unos doscientos cincuenta a más de seiscientos, parece que los cambios y las novedades introducidas por los organizadores han comenzado a dar sus frutos.

Desde mi punto de vista de debutante en esta prueba, me parece un muy buen inicio para conseguir un medio maratón de calidad en Burgos. Las bases están puestas pero creo que hay que seguir trabajando ciertos aspectos. El principal y sin duda el más difícil es conseguir la implicación de la ciudad y de sus instituciones en este evento. Mucho ánimo.

Arlanzón pa'rriba, Arlanzón pa'bajo
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2. Un medio maratoniano en renovación

El burgales me sirvió para culminar el Hat Trick de medios maratones en lo que llevamos de junio. Para mi particular proyecto de “un país en mi mochila”, se trataba de la primera carrera en la que tomaba parte en la ciudad castellanoleonesa y el tercer fin de semana consecutivo que competía fuera de Madrid.

En realidad no era más que una perfecta excusa para escaparme con la familia y disfrutar de un fin de semana "gastroturístico", en el que la carrera no era más que la guinda del pastel. En consecuencia me lo tomé con calma, sin machacarme en absoluto, aunque me costó encontrar un ritmo cómodo. Al final me fui un poco por encima de los noventa y ocho minutos.

Ahora toca descansar un poco de carreras con dorsales y creo que también de blog. Tengo cierto empacho y creo que es bueno esperar a digerirlo. Total, que los próximos dos fines de semana toca disfrutar de la familia y ventilar un poco la mente. Ha sido un primer semestre de año muy fructífero con dos maratones y doce medios maratones. Espero que los siguientes meses sean al menos tan buenos como han sido estos. Si todo va bien volveré a ponerme un dorsal el segundo domingo de julio en Burgo de Osma. Ya os contaré.

Saludos

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jueves, 16 de junio de 2011

II Medio Maratón de Montaña "Montes de Toledo"


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1. Aspectos organizativos y carácter de la carrera

El Medio Maratón de Montaña “Montes de Toledo” es una carrera pequeña en tamaño (apenas alrededor de ciento veinticinco corredores), puesta en pie sin grandes recursos económicos pero con mucho esfuerzo e ilusión y en la que se presta una gran atención a los participantes, tanto por parte de los organizadores como de los lugareños. En esta segunda edición contó con una rústica feria del corredor ubicada en el “Almacén de Trigo”. Allí se retiraba el dorsal al tiempo que te obsequiaban con una bolsa que, además de productos autóctonos como una muestra de aceite, una botellita de vino y un embutido de venado, también contenía una camiseta de algodón (¡de las de antes!), un batido bifidus, un bolígrafo, un gel (alimenticio, no higiénico) y unos caramelitos de variados y muy ricos sabores.

Durante la carrera existieron avituallamientos aproximadamente cada cinco kilómetros, algunos voluntarios siguieron la carrera en quads o motos de trial para poder atender las posibles necesidades de los participantes, los puntos kilométricos estuvieron señalizados con pequeños carteles y el recorrido se presentó perfectamente balizado mediante tiras de plástico ubicadas en lugares visibles. En meta, hubo bastante animación, abundante oferta de líquidos para reponerse (cervezas, refrescos, bebida isotónica, frutas,…) y la posibilidad de darse un baño en la piscina del complejo turístico de Baños del Sagrario.

En cuanto al cronometraje no se utilizó el sistema chip. Simplemente al entrar en meta los amables voluntarios te quitaban el dorsal para dejarlo luego ensartado en un gran pincho por orden de llegada. La verdad es que viendo la clasificación que han elaborado y que me han hecho llegar por correo electrónico un par de días más tarde, el tiempo que me han asignado apenas se diferencia en dos segundos del que yo me tomé por mi reloj.

En resumen, carrera entrañable, artesanal, de ambiente “familiar” y con un gran cuidado al participante, de esas que por norma general hay que buscar en lugares alejados de las grandes ciudades. Esperemos que con el esfuerzo de los organizadores y el apoyo de los corredores se consolide y podamos seguir disfrutando de ella en ediciones futuras.



Extraida de "El blog de José Luís"

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2. Recorrido. ¡Jodo con las subiditas!

La carrera tuvo su salida en la localidad de San Pablo de los Montes a cuyo centro se daba una pequeña vuelta inicial consistente en subir de primeras una buena cuesta, rodear la iglesia y bajar una nueva rampa para salir del pueblo. Toda una declaración de intenciones. Desde allí se entraba en un camino estrecho, sinuoso, con continuos desniveles y que, como las discotecas de mi época, tenía diferentes “ambientes”. El primer tramo estaba lleno de piedras sueltas que a punto estuvieron de provocar más de una caída. En el segundo, el firme se componía en su mayor parte de piedras grandes, bien ancladas al suelo y con la superficie muy lisa, por lo que era conveniente tener precaución para evitar resbalones. El tercer “ambiente” correspondía a una zona sombría en la que había que estar pendiente del muy irregular y blando terreno (piedras, raíces y agua) y de no darte con la cabeza en alguna rama. Tras cruzar la carretera se llegaba al cuarto tramo, un camino abierto, con suelo de tierra en el que aprovechando las roderas se iba bastante cómodo.

Alrededor del kilómetro cuatro y medio se entraba una amplia vía forestal en bastante buen estado en casi todos sus tramos que ya no se abandonaría hasta casi el kilómetro dieciséis. Allí comenzaba una larga subida, llevadera hasta aproximadamente el punto kilométrico seis donde aquello se empinaba sobre manera durante unos tres mil metros hasta coronarse el Alto Marchés. Un pequeño respiro de un par de hectómetros para poder disfrutar del bello paisaje y vuelta a subir hasta alcanzar esta vez la cima del Alto del Robledillo donde se halla ubicado el Observatorio Geofísico. Habíamos recorrido once mil metros, estábamos en el punto más alto de la carrera (1.216m) y parecía que lo más difícil había pasado.

Desde la cumbre cuatro kilómetros de vertiginoso descenso nos esperaban. Imposible descansar. O elegías acortar la zancada minorando en lo posible tu velocidad con el consiguiente riesgo de que los cuádriceps reventaran, o dabas rienda suelta a tus piernas e intentabas que el resto de tu cuerpo las siguiera, siempre teniendo cuidado de no salirte en alguna de las cerradas curvas que encontrabas por el camino.

Tras el avituallamiento próximo al kilómetro dieciséis se tomaba un camino/senda que, si llegabas medianamente bien, era muy gozoso. Con espacio para una persona, era serpenteante, con continuos y cortos desniveles, flanqueado en muchos momentos por arbustos o árboles y en el que solo en alguna ocasión podías ver fugazmente al corredor que te precedía. Como digo, un tramo para disfrutarlo si a esas alturas de carrera tenías suficientes fuerzas (que no era mi caso).

Y por fin, cuando parecía que ya estaba todo hecho y que lo peor había pasado, llegaba la traca final: el interminable y durísimo último kilómetro y medio de subida hasta Baños de Sagrario. Esos puñeteros mil y pico metros (o más) en los que oías perfectamente la megafonía de la meta pero por más que avanzabas nunca aparecía ante tus ojos, en los que era difícil subir las cuestas incluso andando y en los que los lugareños te animaban y hacían chascarrillos para hacerte más llevadero el sufrimiento mientras tu tratabas inútilmente de dibujar una sonrisa de agradecimiento en tu cara. ¡Ay jodido último kilómetro cuanto tardaré en olvidarte!


Extraída de "El blog de José Luís"
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3. Pagar la novatada con intereses de demora

Los más mayores que os acerquéis a este rincón quizás recordéis aquel inicio de los capítulos de la serie televisiva ochentera “Fama”. Allí la profesora de danza decía a sus alumnos: “Buscáis la fama, pero la fama cuesta. Y aquí es donde vais a empezar a pagar con sudor” (hablo de memoria). Pues esa frase me vino a la cabeza una y otra vez mientras la mañana del domingo me machacaba el cuerpo por los Montes de Toledo.

El paso de ser puro asfaltero a debutar en montaña cuesta lo suyo, y más para alguien como yo que no solo es que me dedique a correr exclusivamente por carretera, sino que no piso la montaña ni para hacer una excursión dominguera. Para que el choque no fuera tan brusco, la semana anterior hice una especie de introducción tomando parte en el I Medio Maratón por la Naturaleza. Pero nada, ni por esas. Supongo que pagar la novatada es un peaje obligatorio que hay que satisfacer para disfrutar de esta modalidad atlética. Y en mi caso el pago conllevaba intereses de demora, pues había retrasado mi debut montañero desde hacía ya demasiado tiempo.

Empezando por el final decir que completé mi primer medio maratón de montaña en 1h 57min 58 seg, ocupando el puesto cuadragésimo tercero (o cuarenta y tres para los amigos) de los ciento once llegados a meta. ¿Es una marca buena? Ni idea, no tengo con que compararla. Solo puedo decir que me exprimí al máximo y que creo que nunca había sufrido como lo hice en esta carrera. Baste señalar que el esfuerzo realizado despertó mi asma y estuve con dificultades respiratorias la noche del domingo y todo el lunes.

Tras cruzar la meta, mi primera valoración mientras trataba de recuperar un mínimo de prestancia fue pensar que esto no era para mí. Había corrido mi primer y último medio maratón de montaña. Sin embargo, ya sentado en el salón de casa y con la cabeza más fría, las reflexiones sobre la carrera iban tornándose en más positivas. Había que aprender de los errores, fijarse en lo positivo y afrontar entonces nuevos retos.

Creo que los principales fallos que me llevaron a pasarlo peor de lo “estrictamente necesario” fueron no regular adecuadamente mis fuerzas (por inexperiencia en este tipo de terreno), no hidratarme lo suficiente en una mañana tan calurosa como fue la de la carrera (alrededor de 30º al sol) y correr constipado.

Sin embargo también hubo cosas positivas que, a medida que pasa el tiempo, voy saboreando más. La experiencia fue muy divertida y los paisajes que pudimos contemplar preciosos. Se me dieron bien los tramos que presentaban más dificultad en el firme. En estas partes me sorprendió moverme con la agilidad con la que lo hacía y adelantar varias posiciones. También aproveché mi mayor tamaño y amplitud de zancada en la larga bajada. Fui bastante atento en toda la carrera y aunque en la parte final el cansancio me hizo perder reflejos, no tuve ninguna torcedura ni tropezón: una vez pise mal con el pie izquierdo y me pegó un buen latigazo pero nada más.

A día de hoy, el cuerpo ha recuperado bastante bien y aunque en las piernas queda alguna pequeña molestia, la principal secuela y que más miedo me da es la vuelta de los dolores de espalda de los que no sabía casi nada desde marzo. Esperemos que remitan.



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4. Conclusión: la letra con sangre entra

Es posible que mi inexperiencia en estas lides me pueda conducir a equivoco en las conclusiones a las que pueda llegar. Así pues pido a todos aquellos que podáis leer estas líneas que no las deis mucha importancia. A los que tengáis mayor bagaje que yo en “echaros al monte” porque podéis pensar con toda la razón que no tengo ni puñetera idea de lo que hablo, lo cual es completamente cierto. A los que no habéis corrido nunca por montaña porque no pretendo dar una lección de cómo afrontar el debut en una prueba de estas características, sino simplemente aportar la visión de un asfaltero urbanita de pura cepa en su incursión en el habitat de las cabras.

La primera lección, la más importante y de la que, en mayor o menor medida, derivan las demás es que una carrera de montaña no se parece en nada a una de asfalto. ¿Una perogrullada? Seguramente, pero del todo cierta. Prácticamente ningún aspecto de los que confluyen en una competición sobre asfalto es extrapolable a una de montaña. Podría decirse que son casi deportes distintos. Teniendo clara de inicio esta idea, se puede ya profundizar en otras cuestiones.

No pasa nada por echar a andar si así lo pide el terreno o el cuerpo. A bote pronto creo que en ninguna carrera de asfalto en las que he participado he tenido que dejar que correr para ponerme a andar. Ni siquiera en el Medio Maratón de San Lorenzo del Escorial cuando subí el monte Abantos. Siempre, por muy duro que fuera el perfil, he ido corriendo aunque tuviera que aflojar mucho el ritmo. El domingo intenté aplicar esa máxima cuando llegaron las primeras rampas largas y de gran pendiente. Los participantes a mi alrededor echaron a andar y yo seguí corriendo, más despacio pero corriendo. Pensé inicialmente que así podría mantenerme toda la subida. Gran error. Lo único que conseguí fue reventarme y ponerme a caminar unos cien metros después que la mayoría. De hecho, algunos de los que adelanté pudieron reemprender la carrera antes que yo porque no apuraron tanto y, en consecuencia, recuperaron antes.

Todos los kilómetros no “miden” lo mismo. Según el tramo que afrontes pueden ser más cortos o mucho más largos. Os prometo que los kilómetros subiendo Alto Marchés a aproximadamente un diez por ciento de desnivel nada tienen que ver en longitud con aquellos de descenso vertiginoso del Alto del Robladillo. En esta lección tienen su origen las dos siguientes.

Olvidarse de llevar un ritmo constante. Los que estamos acostumbrados al asfalto sabemos que en carrera si somos conscientes de nuestras fuerzas y sabemos dosificarlas podemos llevar una velocidad más o menos constante. Es cierto que dependiendo del perfil habrá algún tramo en el que el tiempo empleado se vaya un poco por arriba o por debajo de lo previsto, pero en líneas generales no habrá mucha desviación. En montaña esto no vale. Evidentemente los desniveles son más frecuentes y más pronunciados que en las competiciones por carretera con lo que el ritmo es menos uniforme. Pero sobre todo, un tramo de alta exigencia aunque no sea de mucha longitud puede dar al traste con la media que llevaras hasta el momento.

Conviene portar avituallamiento líquido. Aunque en esta carrera había puestos con agua cada cinco mil metros (más o menos), hay que tener en cuenta que según el tramo que afrontes, lo que tardarás en llegar de un puesto de avituallamiento a otro y la necesidad que tendrás de hidratarte serán muy diferentes. Lo mejor es equiparte con un bidón a la espalda y echar mano de él cuando lo necesites.

Cualidades muy diferentes, tiempos muy similares. Cuando en una carrera por carretera adelantas a algún participante, si mantienes el ritmo lo normal es que lo vayas dejando cada vez más atrás y no vuelvas a verlo. En montaña esto no está tan claro. Las variables son muchas más, de forma que puedes sobrepasar a alguien en una subida y él te puede devolver el adelantamiento cuando venga la cuesta abajo. O puedes ser adelantado en un tramo en el que el firme sea irregular y recuperar posiciones a los mismos corredores cuando el terreno sea más fácilmente transitable. En definitiva, que es bastante frecuente que participantes con diferentes características y cualidades pueden intercambiar sus posiciones en diversas ocasiones a lo largo de la prueba y acabar en marcas muy parecidas.

El tiempo empleado en completar la prueba será mayor que en asfalto. En mi caso tardé prácticamente veinticinco más de los que suelo hacer en un medio maratón por carretra. Eso implica que hay que beber más líquido, que si normalmente no comes nada a lo mejor en este tipo de carreras sea aconsejable llevar algún gel o algo de glucosa y que, en definitiva, el esfuerzo físico sea más largo en el tiempo.

Y se acabó, que ya me estoy volviendo a alargar más de la cuenta. Resumiendo, que por fin debuté en montaña y que espero seguir visitándola de vez en cuando.

Saludos

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domingo, 12 de junio de 2011

Pagar la novatada (en los Montes de Toledo)

Imagen tomada con el móvil en el ascenso a Puerto Marchés

Define el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española la expresión pagar la novatada del siguiente modo: "sufrir algún perjuicio al hacer algo por primera vez".

Pues justamente eso es lo que me ha ocurrido esta mañana en el II Medio Maratón de Montaña “Montes de Toledo”. He pagado la novatada y con intereses ¡Cagoendiez que mal lo he pasado! Nadie me dijo que la mutación de asfaltero en aprendiz de montañero fuera tan dura.

En el tiempo que llevo corriendo he oído muchas veces a otros corredores que cuando acababan un maratón se decían así mismos que era el último y que, por el esfuerzo que conlleva, no correrían ninguno más. Esa idea siempre terminaba cambiando con el paso de los días. A mi eso nunca me ha ocurrido. Perdón, puntualizo, no me había ocurrido. Hoy, cuando he cruzado la línea de meta en Baños del Sagrario, lo primero que he pensado ha sido “una y no más Santo Tomás”. A estas horas, comido, "siesteado" y con la cabeza más fría, ya estoy pensando en aprender de los errores y repetir la experiencia. Me resisto a ser un asfaltero de por vida.

Hasta que logre ordenar mis ideas y redacte una crónica en condiciones, abro esta entrada con un foto tomada con mi móvil. La calidad que tiene no es muy buena (es un zapatófono de anteprimera generación con una cámara de dos megapixels), pero por lo menos sirve para ilustrar la pre-crónica. Creo que corresponde a la subida a Puerto Marchés, pero no estoy seguro ¡como en el campo no ponen carteles!

Nota: Si el de los Montes de Toledo es un medio maratón de montaña facilito, los que se hayan enfrentado hoy al Maratón Alpino Madrileño (MAM) tienen todo mi respeto y mi admiración.

Saludos

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miércoles, 8 de junio de 2011

I Medio Maratón por la Naturaleza (Hoyos del Espino)

Imagen tomada de http://www.forofosdelrunning.com/ ¡Unos cracks!

1. CORRIENDO POR LA NATURALEZA

El pasado domingo se disputó en plena Sierra de Gredos y con salida y llegada en la localidad abulense de Hoyos del Espino, el I Medio Maratón por la Naturaleza. Allí nos dimos cita doscientos y pico corredores para la puesta de largo de una nueva carrera que espero y deseo tenga continuidad en el futuro y se asiente en el calendario del atletismo popular.

A grosso modo la prueba puede definirse como una especie de híbrido a medio camino entre una carrera de montaña y una de asfalto. A pesar de que se desarrolla por parajes montañosos y tiene un perfil muy exigente, este medio maratón no tiene la dificultad técnica ni los desniveles que pueda presentar cualquier prueba catalogada como de montaña. Aproximadamente una quinta parte de los 21.097 metros son sobre asfalto, mientras que el resto se realiza sobre caminos y pistas forestales bastante amplias y con el firme en buenas condiciones. Es una carrera para “todos los públicos”, ideal para aquellos urbanitas (como es mi caso), que pretendemos iniciarnos en carreras de montaña y que lo más parecido que hacemos a correr por la naturaleza durante el resto del año es salir a rodar por los parques de nuestra ciudad.

Si hablamos de complejidad, el punto más difícil de negociar (¡y tampoco es para tanto!) es el descenso de la Bajada Rompecorazones. Ubicada justo antes del kilómetro quince, es una cuesta de unos cien metros con un gran desnivel, de firme descarnado e irregular y lleno de piedras de gran tamaño. Si nos referimos a la dureza, destacan dos puntos. El primero es la subida de Las Chorreras, un tramo de unos setecientos metros con una elevada pendiente y que se hace sobre cemento. Se afronta antes de llegar al kilómetro cinco de la prueba, por lo que las fuerzas están casi intactas y aunque se sufre, se supera con cierta solvencia. Todo lo contrario ocurre con la “subidita” incluida en el kilómetro veinte.

Si antes mencionaba la llamada Bajada Rompecorazones, esta ascensión final podría denominarse perfectamente la Subida Mandacojones (perdonad por lo grosero del apelativo). La Mandacojones, a la que se llega tras un ascenso continuado sobre asfalto de aproximadamente mil quinientos metros, se compone de una primera “subidita” sobre tierra que no creo que alcance el hectómetro de longitud y que presenta un desnivel cercano al 15%, un pequeño descanso de cincuenta metros que ayuda a recuperar el aire y un segundo tramo muy similar al primero aunque posiblemente un poco más corto. Eso estimados lectores, no es una cuesta, es una putada. En mi caso, el primer segmento lo conseguí acabar corriendo. Sin embargo los metros de llano no fueron suficientes para recuperar un mínimo de las fuerzas pérdidas y a mitad del segundo tuve que echar a andar. El corazón estaba a punto de salírseme por la boca y aunque seguía moviendo los brazos como si corriera me di cuenta que los pies estaban prácticamente clavados en el suelo. Llegué arriba como buenamente pude pagando la novatada.

Desde mi punto de vista, la Mandacojones no encaja en el conjunto de una prueba que como decía anteriormente es asequible para “todos los públicos”. En cualquier caso y por lo leído en los foros de atletismo, parece que fue todo un éxito entre los participantes e incluso es posible que se convierta en una de las señas de identidad del Medio Maratón por la Naturaleza. Pues nada, aceptaremos pulpo como animal de compañía. Sabiendo donde está y conociendo su dureza, habrá que guardar fuerzas para enfrentarse a ella en próximas ediciones.

Como contrapunto a su exigencia, la competición recorre bucólicos rincones donde pueden contemplarse paisajes de una gran belleza. Entre ellos cabe destacar los tramos en el que el río Tormes discurre junto al trazado de la carrera y concretamente el paso en dos ocasiones por las llamadas Chorreras del Tormes, pequeños saltos de agua de gran belleza. Pero sin lugar a dudas, la parte con más encanto desde mi punto de vista es el tránsito por el Pinar de Navarredonda. Son unos tres mil metros que recorren una zona de pinos espectacular y que hice prácticamente en solitario y bajo una fina y continua lluvia. ¡Un auténtico gustazo!


Imagen extraída de http://www.forofosdelrunning.com/
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2. SOBRE LOS QUE NOS HICIERON CORRER NATURALMENTE
 
El organizador del evento fue el Excelentísimo Ayuntamiento de Hoyos del Espino con la colaboración de los no menos excelentísimos Forofos del Running. La labor de estos últimos fue excepcional, creando un ambiente fantástico, con un trato amable y personal y un cuidado extremo tanto para los participantes como para el entorno, ingredientes todos ellos que solo confluyen cuando se trata de carreras organizadas por y para los corredores. Supongo que también contribuyeron a esta percepción el marco físico en el que se desarrolló el medio maratón y la ausencia en el patrocinio de las grandes marcas comerciales que, en algunos casos, obligan a ciertas servidumbres. El listón de la primera edición ha quedado tan alto que tienen un gran reto no ya en mejorarlo, sino simplemente en mantenerlo.

La buena labor y la dedicación de los organizadores se apreció tiempo antes de la celebración del evento. Se creo una página web ad hoc en la que, además de los apartados más o menos habituales (presentación, reglamento, inscripción, perfil…) se detallaba y describía el recorrido por tramos, se indicaban las distintas formas de llegar hasta el lugar de salida y se recomendaban lugares de alojamiento. También en el foro de su página (www.foforosdelrunning.com) fueron respondiendo las preguntas y aclarando las dudas que se les planteaban. Tuvieron la buena idea de limitar la participación, aunque finalmente no se llegó al número máximo permitido, y el precio de la inscripción fue bastante ajustado (10 eurillos).

El día de la carrera todo estaba preparado y funcionó a la perfección: zona de aparcamiento amplia junto a la salida, entrega rápida de dorsal y chip, servicio de guardarropa, recorrido bien señalizado, avituallamientos suficientes, clasificación con tiempo neto, buena bolsa del corredor, fotos de los sufridos participantes en varios puntos del trazado, voluntarios amables y entregados, la benemérita vigilando los dos cruces con la carretera y la Bajada Rompecorazones (¡no es coña!), servicio de fisioterapia y, como remate, una bocadillo de chorizo y panceta regado de una buena cerveza. ¿Se puede pedir más? Supongo que si, pero debería considerarse avaricia.

Por buscar algún pequeño “defecto de forma” y que no todo sean halagos, me dio la sensación de que algún kilómetro era un poco largo o corto. Teniendo en cuenta que los indicadores estaban ubicados en elementos naturales (árboles, piedras, etc,…) es posible que así fuera. En cualquier caso no lo sé a ciencia cierta y francamente no me importa si así fue.

Solo puedo dar las gracias a todos los que han hecho posible esta carrera y muchísimo ánimo para la próxima edición.


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3. MI NATURALEZA CORREDORA

Afrontaba mi nonagésimo medio maratón en mi peor momento correril del último año. Ya venía arrastrando cierto cansancio físico y mental desde hace algún tiempo y el esfuerzo en el Medio Maratón de Ávila de hace apenas tres semanas acabó de rematarme. A ello supongo que se han unido varias circunstancias más (la primavera, la operación de mi santa, el trabajo, el intentar mantener a toda costa el ritmo de entrenamientos…) que me han llevado a una especie de agotamiento que no recordaba haber padecido con anterioridad. Tanto es así que la semana pasada decidí parar unos días entrenar por el fuerte dolor de piernas y el mismo sábado noche me planteaba seriamente no acudir hasta Hoyos del Espino. Por suerte al final si lo hice.

Desde hace un par de años tengo el run-run en la cabeza de probar con alguna prueba de trail y de alternar aunque sea de forma esporádica y estacional el asfalto con la montaña. Sin embargo, por unas cosas o por otras al final nunca he dado el paso. El I Medio Maratón de la Naturaleza era para un urbanita asfaltero como yo una magnífica oportunidad para tomar contacto con la montaña de una forma muy suave. Y así lo afronté. Salí tranquilo con el único objetivo de llegar a meta lo mejor posible y disfrutar del entorno. A pesar de que el perfil era exigente, me fui encontrando cada vez mejor y acelerando paulatinamente el ritmo a medida que avanzaba la carrera. Es cierto que sufrí en el tramo final pero en líneas generales las sensaciones fueron buenas y cumplí mejor de lo que a priori esperaba. A mi paso por línea de meta paré el crono en 1h 41min 38seg y ocupe la posición cincuenta y tres de los doscientos treinta participantes que completaron el recorrido.

Ahora, con el primer paso dado, toca dar el segundo. Si todo va bien este próximo domingo tomaré la salida en el II Medio Maratón de Montaña Montes de Toledo, que tiene toda la pinta de ser bastante más “gracioso” que el celebrado en Hoyos del Espino. Para afrontar este reto por fin voy a desempolvar las Asics Trabuco que adquirí hace año y medio en las rebajas de enero y que hasta el momento han estado esperando el momento oportuno para ser estrenadas. Parece que por fin ha llegado su hora.

¡Mi mutación en cabra ha comenzado! ¡Atarsen los machos! ¡Beeeeeeeeeeeee!

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domingo, 5 de junio de 2011

My camera and me: Photohalfmarathoning in Hoyos del Espino


Tenía ganas de volver a disfrutar. Las últimas tres semanas han tenido de todo pero poco bueno. Y a punto estuve de echarlo todo por la borda anoche. No me apetecía nada el largo viaje desde Madrid, pegarme la paliza por los montes abulenses y volverme a la capital del reino desmoralizado y reventado. Sin embargo al final decidí ir y me lo he pasado "de lujo". La carrera ha sido divertidísima, exigente y con unos paisajes preciosos. Hasta que me "curre" una crónica medio decente, os dejo con la tira de fotos que pretenden ser un resumen de la I Media Maraton por la Naturaleza (Hoyos del Espino)  y que he tomado mientras la corría.

Saludos



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