lunes, 28 de mayo de 2012

Fotos XVI Medio Maratón de Jadraque


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Nota: Si alguien que aparezca que en alguna de las imagenes quiere que ésta sea retirada, por favor que se ponga en contacto conmigo en arganzboy@hotmail.com y procederé a eliminarla.

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sábado, 26 de mayo de 2012

XI Medio Maratón Senda del Oso

Foto by Tano González
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Voy a ver si soy capaz de ir devolviendo el blog a aquella estructura ordenada que tuvo antaño. Para ello esta vez os voy a contar mi experiencia en el XI Medio Maratón Senda del Oso disputado hace dos semanas en un bello rinconcito del provincia de Oviedo.

Como introducción os diré que esta carrera con encanto transita por la conocida Senda del Oso (de donde los más sagaces habréis intuido que toma el nombre), una pista para caminantes y ciclistas construida sobre la antigua vía de un ferrocarril minero. ¿Qué? ¿No os parece curioso? ¿No os resulta atractivo? Si queréis conocer más sobre ella no tenéis más que zamparos el tocho que he preparado acompañándolo de unas sidrinas bien escanciadas.

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1. Historia y orígenes de la Senda del Oso

La construcción de la primitiva línea de ferrocarril sobre la que actualmente se asienta la conocida como Senda del Oso, fue promovida por la Compañía de Minas y Fundiciones de Santander y Quirós en el último tercio del s.XIX. Su idea era aprovechar la existencia en la zona de hierro y carbón para establecer un complejo siderúrgico que tendría los altos hornos en Quirós y una fabrica de laminación en Trubia. El ferrocarril era un elemento clave en este proyecto pues, dados los inexistentes medios de comunicación y la dificultad para ponerlos en marcha debido a la orografía del terreno, era la única opción para transportar la producción desde el quirosano pueblo de Santa María hasta su destino en la localidad de Trubia.

Tras unos lustros desde su puesta en funcionamiento (1884) en los que la producción y los resultados se alejaban mucho de las previsiones iniciales, la empresa impulsora subastó sus propiedades que pasaron entonces a manos de Fábrica de Miéres.

Si se tomaba Trubia como punto de partida, el trazado de la línea férrea remontaba el cauce del río del mismo nombre pasando por Villanueva, Proaza, Caranga y Bárzana hasta llegar a su final en Santa Marina. Posteriormente, a principios del s.XX y para dar también salida a la producción de las minas ubicadas en Teverga, se construyó un ramal que tenía inicio en el paraje de Peñas Juntas (Caranga) y final en Entrago (Teverga). Contaba en su trazado con varios puentes que fueron construidos inicialmente en madera y más tarde se “metalizaron” y con no pocos túneles excavados en la roca sin ningún revestimiento interno.

Este ferrocarril en forma de “Y” con base en Trubia y finales en Santa Marina (Quirós) y Entrago (Teverga), fue usado para el transporte del carbón y el mineral de hierro extraído de las minas de Teverga y Quirós, tanto por su propietaria (Fábrica de Miéres) como por otras empresas mineras que accedían al servicio mediante el pago de peajes. Llama la atención que, a pesar de las múltiples solicitudes de las poblaciones atravesadas, esta línea nunca fuera utilizada para el transporte de viajeros. Finalmente, a principios de los setenta de la pasada centuria, el declive de la minería en la zona y la obsolescencia de las instalaciones condujeron al cierre definitivo de la vía que había permitido un cierto desarrollo de la comarca.

Años después un grupo de cicloturistas gijoneses tuvieron la idea de transformar aquella vieja línea de ferrocarril en una senda turística. Expuesta ante el Gobierno del Principado de Asturias, el proyecto salió adelante con el apoyo de éste y de la Mancomunidad de los Valles del Trubia.

En la Senda del Oso se diferencian tres tramos. El primero, con una longitud aproximada de seis mil metros, une el área recreativa de Tuñón (Santo Adriano) con Proaza y fue inaugurado en 1995. El segundo, de Caranga (Proaza) a Entrago (Teverga), entró en funcionamiento un año después y medía aproximadamente catorce kilómetros. Este segmento fue ampliado el año pasado hasta Cueva Huerta (Teverga), alcanzando una distancia total de veintitrés kilómetros. El último tramo fue creado en 1999 y con una longitud de alrededor de cuatro mil quinientos metros une Caranga (Proaza) y el embalse de Valdemurio (Quirós).

Al paso por el puente de Villanueva (Photo by Mendalerenda)
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2. La salida en Tuñón, concejo de Santo Adriano.

El XI Medio Maratón Senda del Oso estuvo organizado por la Concejalía de Educación, Cultura y Deportes del Excelentísimo Ayuntamiento de Teverga. Sobre una distancia de veintiún mil noventa y siete metros, el recorrido seguía la conocida ruta verde desde el área recreativa de Tuñon (Santo Adriano) hasta la población de Entrago (Teverga). Allí se abandonaba la senda y se completaba el último kilómetro por carretera hasta llegar a la localidad de Teverga.

Inicialmente el límite de inscripciones estaba fijado en trescientas, pero creo que no éramos más de doscientos los que nos dimos cita en el Centro BTT Valle del Oso de Tuñón. Llegar hasta esta parroquia perteneciente al concejo de Santo Adriano es complicado si no se cuenta con un vehículo particular. Había una parada de autobús justo al lado, pero en los cerca de sesenta minutillos que estuvimos rondando por la salida no vimos pasar ninguno. Para facilitar el transporte de los corredores, la organización puso a nuestro servicio un autocar que partía de Teverga a Tuñón, volvía de Tuñon a Teverga (con las pertenencias de los atletas) una vez iniciada la prueba y, por último, regresaba a Tuñon a las 15:00 h para devolver a sus coches a aquellos que lo necesitaran.

En el área recreativa tuñonense además del parking para dejar los vehículos, también existía una cafetería en la que poder tomar un último tentenpié antes de comenzar la aventura. Dado que el número de corredores no era elevado, el dorsal “chipeado” se recogió sin esperas junto con una bolsa que incluía una pieza de fruta, una bebida energética y un “digestivo y liviano” bollu preñau que perfumó el coche hasta que dí buena cuenta de él una vez completada la carrera.

Como llegamos con tiempo, dimos un paseo por las cortas y escasas calles de Tuñón, donde pudimos contemplar la iglesia de Santo Adriano, principal construcción de esta parroquia de menos de treinta habitantes (según datos 2009). El vetusto templo fue levantado por orden del rey asturiano Alfonso III a finales del s.IX y da nombre al concejo. A una altitud de doscientos metros, Tuñón está ubicado en pleno Valle del Trubia, justo a orillas del río, rodeado de verdes montañas en un paraje precioso y bucólico.

Unos minutos antes de las 11:00 h, nos dirigimos a unos doscientos metros del área recreativa, donde una pancarta colgada de una especie de hórreo marcaba el lugar de salida. Tras un aviso mediante un toque de silbato, el disparo del juez árbitro marcó el comienzo de la prueba.

Más allá de Teverga y antes de Peñas Juntas (Photo by Arganzboy)
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3. De Tuñón a Proaza

Ya desde el principio se apuntaron dos aspectos que caracterizarían el medio maratón. El primero es que la salida estaba ubicada justo al inició de un puente que cruzaba el río Trubia. Los pasos elevados, junto con los túneles más adelante, son quizás dos elementos claves a la hora de describir la carrera. El trazado de la Senda del Oso discurre siempre junto al cauce del río y en numerosas ocasiones se pasa de un margen a otro utilizando los diversos puentes construidos.

El segundo aspecto era la superficie del camino. La vía verde se formó echando hormigón y grava sobre la caja de línea férrea, por lo que en todo el trayecto se corre sobre esta superficie. En algún tramo el paso del tiempo la ha deteriorado, pero en general es muy uniforme y cómoda para transitar por ella.

Puestos en marcha, los hectómetros iniciales sirvieron para que cada uno encontrara su sitio en la carrera. Éramos pocos pero al ser la senda tan estrecha (alrededor de dos metros y medio), en estos primeros compases no era fácil encontrar un hueco para adelantar. Ya cogido el ritmo y bien desperdigados para no estorbarnos, se alcanzaba la población de Villanueva cerca del kilómetro dos. Capital del concejo de Santo Adriano, destaca la belleza de su puente romano, sobre el que transitamos para cruzar sobre el Trubia.

Tras atravesar Villanueva, a sus afueras se cruza el puente de El Sabil sobre la carretera comarcal AS-228 y el río, alejándose el trazado de la carrera del cauce de éste y discurriendo a partir de entonces por la falda de la montaña. A esas alturas yo ya iba empapado de sudor. A pesar de la agradable temperatura (alrededor de unos 15ºC), el cielo estaba encapotado y la humedad era elevada. Había que hidratarse bien durante la carrera bien si no se quería tener algún sustito.

Alrededor del kilómetro cuatro y pico, junto al conocido como monte Fernanchín, en el límite de los concejos de Santo Adriano y Proaza, alcanzamos la zona cercada donde viven las dos osas asturianas Paca y Tola. Hubo suerte y desde nuestro camino pudimos contemplar a ambos plantígrados “descansando” en una parte acotada dentro de sus dominios. Su historia de película comienza en 1989 cuando en una cacería furtiva se abatió a su madre en Tineo (Asturias). El cazador no quiso que las crías siguieran la misma suerte progenitora y mediante una llamada avisó de que habían sido depositadas en el monasterio de Obona. El SEPRONA las recogió y comenzó entonces su cría en cautividad. Las osas fueron primero custodiadas por el Principado de Asturias y luego por FAPAS en sus instalaciones de Llanes. Como en Asturias no existía un lugar cercado adecuado para ellas, fueron trasladas a Vic (Barcelona) y posteriormente a El Hosquillo (Cuenca). Finalmente en el 1996, una vez acondicionado y delimitado un territorio mediante una doble valla electrificada, Paca y Tola regresaron a su tierra natal.

Volviendo a la carrera, a la altura de Proaza, el Trubia vuelve a juntarse con la Senda del Oso. Sin embargo, el núcleo urbano de la población queda relativamente lejos de nuestro recorrido, a unos doscientos metros a nuestra derecha. Solo al final, una curva de la senda la acerca hasta tocar al extremo suroeste de la localidad, transitándose entonces junto a la llamativa (y discordante con el entorno) central eléctrica.

Saliendo de un tunel (Foto de Tano González)
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4. De Proaza a Caranga

Llevábamos recorridos alrededor de seis mil metros. A partir de aquí el paisaje cambió. Hasta el momento habíamos transitado por un valle amplio, junto a grandes prados y entre montañas de laderas más bien tendidas, muy verdes y sin apenas árboles. Ahora el valle se cerraba encajonando poco a poco el curso del río, la piedra caliza y cuarcítica se hacía más presente en la montaña y los árboles cada vez eran más numerosos, tanto que se convertían en un “techo natural” de la senda.

Unos mil metros más adelante nos encontramos con el primero del que sería una numerosa serie de túneles que nos acompañarían desde allí al final de la carrera. De diferentes longitudes, posiblemente fueran uno de los elementos más llamativos de todo el itinerario y un aliciente adicional para hacer la carrera más divertida y emocionante. Sin duda eran el recuerdo más patente de aquel antiguo ferrocarril minero que, a través de ellos, salvaba las zonas más angostas de los valles del Trubia y el Teverga.

Entre los kilómetros siete y ocho se encontraban dos de los túneles más largos, de alrededor de cien metros de longitud cada uno, que hacían posible atravesar el impresionante desfiladero de Peñas Juntas. Estas galerías estaban iluminadas con una luz muy tenue que no permitía ver el suelo salvo justo debajo las bombillas y que mostraban entre tinieblas unas paredes de piedras con aristas, sin pulir y sin ningún recubrimiento que las suavizara. Para evitar sufrir algún traspié que me llevara a dar con mi grácil figura en el suelo, opté por correr levantando más las rodillas y pisando como si tuviera pies planos, algo parecido a marcar el paso. Supongo que el que en esos momentos iba justo detrás de mí debió pensar que me había transformado en un pato mareado, pero ya se sabe que “ande yo caliente…”

El desfiladero de Peñas Juntas fue posiblemente el paraje más espectacular que atravesó el medio maratón. Allí las dos laderas del valle se convertían en dos paredes verticales de piedra caliza que prácticamente llegaban a tocarse y que solo dejaban espacio para el paso del río y de la carretera comarcal.

Un poco después de haber dejado atrás Peñas Juntas, alrededor del kilómetro nueve, se alcanzaba Caranga de Abajo, todavía en el municipio de Proaza. Aquí la prueba daba un nuevo giro de tuerca. Hasta entonces el terreno siempre había picado hacia arriba (se habían ascendido unos cien metros desde Tuñón), aunque habían existido zonas de bajada que permitían recuperar el aliento y las piernas. A partir de entonces la pendiente, aunque seguiría siendo bastante suave, se haría un poco más inclinada y, sobre todo, permanente: en los siguientes once mil metros todo sería subida, sin ningún respiro, sin ningún descanso.

En el tramo final de la senda (Photo by Yomismo)
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5. Subiendo hasta la meta

Esta nueva fase de la carrera me llevó a una especie de estado que no sé muy bien como definir sin que parezca que me he fumao algo ilegal. Pareciera que después de descubrir el paisaje y sorprenderme por el entorno durante la primera mitad de la carrera, en esta segunda lo interiorizara (¡os prometo que no me drogo!). La zona que atravesábamos ahora era de lo más bucólico. La senda ascendía remontando el cauce del río Teverga, afluente del Trubia, entre un denso pasillo de árboles ribereños (castaños entre ellos), pequeños pero muy cucos túneles y sin atravesar ya ningún núcleo de población. Los espacios entre los participantes se habían hecho bastante amplios y no era raro pasar largos ratos en soledad, escuchando solo el rumor del agua del río, tus pisadas y tu respiración. Solo algún cicloturista o senderista rompía la magnífica monotonía con sus ánimos y aplausos.

Yo llevaba muy buen ritmo. Había salido quizás un pelín rápido pero estaba manteniendo e incluso incrementando paulatinamente la marcha. La referencia de los puntos kilométricos pintados en el suelo no parecía muy fiable, pues cada uno de ellos estaba pintado varias veces en el suelo, supongo que de anteriores ediciones, con lo cual no sabía exactamente de que marca fiarme. En cualquier caso y para ser sincero, me daba exactamente lo mismo: las sensaciones eran buenas, claramente iba recuperando posiciones y, sobre todo, estaba disfrutando como un enano. El único punto un poco negativo era la excesiva humedad reinante que me provocaba una ligera sensación de agobio.

Cálculo que unos dos mil y pico metros antes de llegar a Entrago, fue cuando alcanzamos el túnel más largo de todo el recorrido. Según un cartel que estaba clavado en un poste delante de la entrada, su longitud superaba los trescientos metros. Este si estaba bien iluminado tanto por las pequeñas lamparitas como por la luz natural que penetraba por una amplia abertura en forma de terracita natural sobre el Teverga, situada hacia la mitad de la galería.

A la salida de la gruta, el número de árboles comenzaba a descender y su lugar era ocupado por grande masas pétreas, hasta llegar al estrecho paso marcado por las imponentes Peña Gradura a la derecha y Peña Sobia a la izquierda. Unos setecientos metros una vez superado este punto se alcanzaba el pueblo de Entrago, donde se localizaba el punto kilométrico número veinte.

Aquí se abandonaba la Senda del Oso para recorrer el último kilómetro hasta Teverga. Estos últimos mil metros fueron sin lugar a dudas lo peor de la carrera pues, además de ser los de mayor pendiente, se realizaban por la cuneta derecha de la estrecha carretera comarcal AS-228. Aunque el tráfico no era muy abundante, los vehículos te pasaban muy cerca y a esas alturas los reflejos de los corredores no estaban ya para muchas florituras.

Tras un último giro a la derecha apareció la larga recta final, abarrotada a ambos lados por los familiares y amigos de los participantes y por los animosos teverganos. Como un último sorbo de un buen vino, aminoré la marcha para degustar los metros finales y cruzar la meta en un tiempo de 1:36:50 (puesto 57 de los 187 llegados a meta).

Saliendo de uno de los tuneles (http://www.gabiramos.com/)
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6. Conclusiones

El Medio Maratón Senda del Oso es una carrera encantadora, que discurre por un entorno de una gran belleza natural y que aporta muchos más alicientes que una prueba convencional sobre esa distancia.

A pesar de que el nombre pudiera en un principio llevar a pensar en un medio maratón de montaña, no hay que asustarse pues no es así ni de lejos. Es cierto que recorre un valle y una zona montañosa, pero siempre por una superficie de hormigón y sin los desniveles y dificultades propias de una carrera de ese tipo. No hay que olvidar sin embargo que si presenta cierta exigencia. Aunque de forma tendida, su perfil es sierpe ascendente, pasándose de una altura de unos 145 metros en la salida a unos 450 metros en la llegada. Conviene tener en cuenta que de los 305 metros de desnivel unos 200 se superan en la segunda parte de la carrera, claramente más dura que la primera.

En definitiva, una carrera muy, muy, muy recomendable que os ánimo a que conozcáis en próximas ediciones. Y si no lo hacéis, allá ustedesvusotros

Sed felices.


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miércoles, 23 de mayo de 2012

VIII Medio Maratón Ciudad de Almagro

Un, dos, un, dos... (Foto cortesía de la organización)
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Con lo ordenado que soy yo para mis cositas, este blog se está convirtiendo en un despiporre ajeno a mi voluntad. O casi. Esta vez voy a contribuir un poco más al desorden narrando mi experiencia en el VIII Medio Maratón Ciudad de Almagro en el que participé el pasado domingo. La historia no tiene nada de particular, salvo que su inclusión ahora descojona completamente la relación temporal que hasta hace unas fechas existía entre las pruebas que un servidor corría y los tochos posteriores con los que martirizaba a la audiencia (¿o debería decir "leencia"?). Tengo pendiente en un documento word por ahí perdido el esbozo de la crónica del Rock’n’Roll Madrid Maratón celebrado ya hace más de un mes. Estoy escribiendo a ratos mis impresiones del encantador XI Medio Maratón Senda del Oso del que disfruté hace dos fines de semana (este pasado no, el anterior). Y resulta que publico mi visión de la última carrera en la que he participado hace poco más de cuarenta y ocho horas. Pues nada. ¡Viva la madre superiora! Es lo que hay y lo que me piden cuerpo y mente, así es que ahí va.

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Visto desde la perspectiva del proyecto “Un país en mi mochila”, estos primeros cinco meses del año en curso tienen acento castellanomanchego y, sobre todo y concretamente, ciudadrealeño. No en vano con el de Almagro del pasado domingo son ya tres los medios maratones en los que he participado en esta provincia en lo que llevamos de 2012. Y la verdad es que, como posiblemente no podría ser de otra manera, los tres presentan grandes similitudes entre ellos. Por esta razón si avanzáis en la lectura de las siguientes líneas podréis comprobar que muchos aspectos de los narrados coinciden con lo relatado en las anteriores crónicas de las pruebas de Valdepeñas y Bolaños de Calatrava.

El VIII Medio Maratón Ciudad de Almagro estuvo organizado por la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento en colaboración con el club de atletismo Almagro Trotón Club y se incluyó en el Circuito Provincial de Carreras de Ciudad Real 2012. Como en los otros dos medios maratones previamente referidos, la prueba tenía ubicada su salida y su llegada junto al Pabellón de Deportes de la localidad. En el interior de las instalaciones se pudieron recoger el dorsal y el chip, se habilitó el ropero para el que lo necesitara y se pusieron los vestuarios y duchas a disposición de los participantes. Allí al lado también se pudo aparcar sin problemas en una zona destinada a tal menester.

La mañana era bastante desapacible. Alrededor de 9ºC marcaba el termómetro del coche a mi llegada, pero la sensación térmica era bastante menor debido a unas desagradables rachas de frío viento que por allí soplaban. Además unos nubarrones grises oscuros casi negros que, aunque numerosos, no eran muy compactos, amenazaban con pegarnos un remojoncillo de vez en cuando. Así las cosas, elegí correr con un ligero chaleco cortavientos que me he agenciado con vistas a futuras participaciones en pruebas de montaña y que me vino muy bien durante buena parte de la carrera, aunque me sobró en los ratos en que Lorenzo consiguió brillar entre la masa de nubes.

La salida estaba prevista para las 9:30h. Unos minutos antes pude saludar y tener una corta charla con Yonhey y Crusti con los que coincido en no pocas carreras (aunque a Crusti era la primera vez que lo saludaba en persona) y cuyos blogs os recomiendo. Además de nosotros tres, aproximadamente otros quinientos ochenta corredores más que también se habían citado para dar un rulo mañanero por las calles almagreñas, calentaban y estiraban sus músculos por la cercanías. Todos juntos en buena armonía comenzamos a correr sin apelotonamientos ni apreturas tras el disparo un tanto “light” (apenas sonó o yo al menos casi no lo oí) realizado a tal efecto.

Con Crusti y Yonhey antes de la salida (Photo by Organization)
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La estructura del recorrido era muy similar a la de los medios maratones bolañego y valdepeñero: una pequeña vuelta inicial por las proximidades del polideportivo y dos vueltas más amplias a lo largo de toda la localidad. En el caso de Almagro, el primer giro tenía una longitud aproximada de tres mil metros por los nueve mil de cada una de las vueltas del circuito largo. El perfil era prácticamente llano en su totalidad, solo salpicado por alguna pendiente de muy ligera inclinación y no muy larga. La superficie por la que se transitaba era mixta, no de jamón y queso (¡festival del humor!) sino una combinación de asfalto puro y duro, de adoquinado en su versión canto rodado (o rolling stone para los angloparlantes) y de camino de tierra monda y lironda.

La parte más bonita y atractiva era sin duda la que atravesaba el centro histórico. Destacaba el paso por su curiosa Plaza Mayor, de planta rectangular irregular y de dos pisos, en cuyo número dieciocho se emplaza el famoso Corral de Comedias, declarado monumento nacional en 1955. También eran dignas de interés las imponentes fachadas de las casas solariegas hidalgas. Esta zona se cruzaba aproximadamente en el segundo tercio de cada una de las vueltas largas y buena parte de su firme era de empedrado. De éste último guardo un muy buen recuerdo dos días y medio después en forma de molestias en las plantas de los pinrrelillos.

La zona de tierra se encontraba cerca del final de cada una de las vueltas. Aproximadamente alrededor de los kilómetros ocho y diecisiete se abandonaba el casco urbano para internarse en una carretera en pleno campo que posteriormente se transformaba en camino de tierra antes de volver a la “civilización”. Según las señales, la última parte de este segmento formaba parte de la conocida como Ruta del Quijote.

En lo que se refiere a la organización, se puede decir que cumplió perfectamente. Avituallamientos con agua cada cinco mil metros, alguno adicional con frutas partidas (no sé si espontáneo), puntos kilométricos señalados, tráfico perfectamente regulado y los de la Peña Ciclista Lolo Sanroma y Recorrecaminos Almagro MTB intercalados con sus bicis entres los participantes repartiendo agua y glucosa a quien lo solicitara. En meta una camiseta y una bolsa con un montón de “chuches”: botella de vino, bollito relleno de chocolate, barrita también de chocolate, un zumo, una botella grande de bebida isotónica y tres piezas de fruta. Cuando llegué a casa, mi contraria dudaba de si me había ido a correr o había bajado al super a hacer la compra.

Pero más allá del contenido de la bolsa, hay que destacar el avituallamiento recibido al final de la carrera. Junto a la meta se había habilitado una pequeña carpa donde poder degustar una cervecita (no me la bebí porque había que conducir de vuelta a Madrid), unas típicas berenjenas de Almagro y unas rebanadas de pan con aceite, chorizo y salami. Todavía al escribirlo se me hace la boca agua.

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En cuanto a mi participación, la cosa acabó sobre lo previsto aunque empezó un poco torcida. Como ya ocurriera en Azuqueca de Henares hace quince días, me costó encontrar el ritmo al principio. Las piernas no iban y volví a tener esa sensación de hambre que ya me asaltó en el medio maratón azudense. A partir del kilómetro siete el cuerpo se regularizó, encontré un ritmo cómodo y de ahí en adelante todo fue según el guión previsto. Al final entré en meta bajo las primeras gotas de un chaparrón en un tiempo neto de 1:37:29 y ocupando el puesto 265 de los 574 llegados a meta. En mi línea.

Resumiendo, que el VIII Medio Maratón Ciudad de Almagro resultó ser una carrera con muchas similitudes a las otras dos que este año he disputado en tierras ciudarealeñas. Bien organizada, buen ambiente, número de participantes adecuado para no correr ni solo ni agobiado, con relativo apoyo de los vecinos, de circuito cómodo en su perfil y variado en su superficie, ….vamos, que sabiendo a lo que se va es bastante recomendable.

Y el próximo domingo toca volver a Castilla la Mancha, esta vez a Jadraque. Espero no obstante contaros antes algunos apuntes del XI Medio Maratón Senda del Oso.

Hasta entonces sed felices…o al menos intentadlo.

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jueves, 10 de mayo de 2012

VI Medio Maratón Villa de Azuqueca

Imagen cortesía de la organización
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No doy para más. Me gustaría, pero no doy para más. Los días se me quedan cortos y cuando por la noche me pongo delante del teclado del ordenador para escribir alguna entrada con la que dar de comer a este blog, las ideas no salen de forma natural sino que tengo que sacarlas con fórceps. Y así no es plan. Total que no sé cuando contaré, si alguna vez llego a hacerlo, la crónica del Rock’n’Roll Madrid Maratón que tengo pendiente.

Así las cosas, paso por aquí solo para decir que el pasado domingo volví a correr con dorsal. Fue en el VI Medio Maratón Villa de Azuqueca, prueba en la que he participado con esta en cinco ocasiones. Respecto al año anterior solo ha habido unos pequeños cambios en el recorrido que no afectan al perfil (totalmente llano) ni a la zona por la que discurre, y que han permitido eliminar una de las tres “U” por vuelta que se hacían en la carrera. Buena noticia, pues siempre joroba mentalmente tener que hacer un ida y venida para volver al mismo punto de partida. Por lo demás todo ha continuado igual, así es que si queréis saber más de la prueba azudense os leéis la crónica del año pasado y arreglao.

En lo que a mi fina (últimamente menos) estampa se refiere, este vez me costó un poco entrar en la carrera. No sé si fue lo raro que amaneció el día, nublado y fresquete, pero en los primeros kilómetros no era capaz de coger mi ritmo habitual. Alrededor de los veinte minutos de carrera, con unos cuatro mil metros recorridos, me dio una especie de “pájara” consistente en una sensación de hambre atroz que no sabía si pararme en algún sitio a comprar algo que echarme al buche o darle un bocado al primer participante que se pusiera a tiro. Felizmente la gusa repentina fue desapareciendo con el paso del tiempo y me fui encontrando mejor a medida que avanzaba la carrera. Tanto es así que acabe picándome y esforzándome más de la cuenta para cruzar la meta en 1:36:35 por mi reloj (120 de 301).

Y ya está. Mientras encuentro algún lugar donde vendan días de treinta horas, intentaré que esto no se vaya a pique. No prometo nada.

Sed felices, aun con la que está cayendo.

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En capítulos anteriores...

martes, 1 de mayo de 2012

Rock'n'Roll Madrid Maratón Greatest Hits (Vol I)

Salida de la carrera (www.tqmadrid.com)
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Ya sé que no son horas (o días), pero no ha podido ser antes. Lo siento. Han tenido que pasar nueve jornadas desde que se celebró el Rock’n’Roll Madrid Maratón para que esta primera parte de mi crónica vea la luz. Si, habéis leído bien, la primera parte. Porque para esta ocasión he decidido seguir la misma estructura que ya use el año pasado. En esta entrega inicial centraré mi sesudo análisis en los efectos de la entrada de Competitor Group, alias Mr Marshall, en la organización de la prueba y recorreré los distintos aspectos relacionados con la estructura del maratón. El segundo volumen, que espero no se demore en llegar a vuestras pantallas, versará sobre mis vivencias acaecidas a lo largo de los cuarenta y dos mil y pico metros de esta nueva aventura maratoniana.

Que, a que estáis impacientes por empezar a leer el texto, a que no veis el momento de sumergiros en la lectura de este profuso tocho fruto de mi verborrea literaria. Pues venga, todo vuestro.

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1. Americanos, os recibimos con alegría…

Como todos a estas alturas ya conoceréis, desde este año varios maratones europeos como el madrileño o el "edimburgues" están incluidos en las denominadas Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh). El embrión de este proyecto parece que se gestó allá por 1998 cuando a un iluminado le vino la idea a la cabeza de incluir música en vivo en una carrera de larga distancia celebrada en San Diego (California). La ocurrencia tuvo buena acogida y el ambiente festivo generado por las actuaciones musicales hizo que los maratones y los medios maratones fueran a partir de entonces accesibles a un número más elevado de personas.

La cosa fue tomando cuerpo con el paso del tiempo, y unos espabilaos vieron en esta idea una buena oportunidad para lanzar un proyecto empresarial basado en la promoción y organización de este tipo de eventos. Fue entonces cuando se crearon las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh), que inicialmente tuvieron su hábitat natural a lo largo y ancho del territorio estadounidense (veintitrés ciudades en el último año) y que ahora han dado un salto al viejo continente.

La noticia de que el maratón madrileño era adquirido por los norteamericanos de Competitor Group  se supo ya de forma previa a la celebración del XXIV Maratón de Madrid (2011). Desde entonces muchos comenzamos a tratar de avanzar que debería suponer la entrada del socio norteamericano en el maratón de nuestra ciudad. A este respecto, yo escribí las siguientes reflexiones en este mismo blog: “(…) la principal función que Mr Marshall deberá llevar a cabo para convertir al maratón madrileño en unos de los grandes de Europa va a ser la de conseguir el apoyo de la ciudad y de su autoridades. (…) La primera acción debería ir dirigida a vender el producto a las autoridades madrileñas. A este respecto, el conseguir atraer un elevado número de corredores/turistas que ayudaran a reforzar el nombre de Madrid internacionalmente y que dejaran una buena cantidad de dinero se me antoja una herramienta clave para el éxito de la operación. (…) El segundo foco estaría centrado en la población madrileña. Un vez se contara con el apoyo de los organismos públicos, habría que cambiar la visión que los habitantes de la capital tienen del maratón. Para ello que mejor que hacerles participes de la fiesta y conseguir que se diviertan.”

Bailada en primera persona la versión rockanrolera del en tiempos conocido como Mapoma, si bien no puedo afirmar de forma concluyente que los dos objetivos a los que hacia referencia en el extracto anterior hayan sido conseguidos, si considero que existen indicios de que se han puesto las bases para alcanzarlos.

Al paso por la C/ Mayor (Foto Runners)
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2. Americanos, vienen a España gordos y sanos…

Según se ha publicado estos días, el número de atletas de nacionalidad no española en el Rock’n’Roll Madrid Maratón superó los cuatro millares. No sé, no tengo los datos para asegurarlo, pero entiendo que cuando hablan de esa cifra se deben referir a la participación conjunta en el maratón y en la prueba de los diez kilómetros. Si efectivamente es así, esto significa que aproximadamente uno de cada cuatro corredores que se pusieron en la línea de salida el pasado domingo era extranjero.

Independientemente de la exactitud de los números aportados, la sensación que todo el que estuviera allí pudo sacar a simple vista fue que la representación internacional era sensiblemente superior a la de cualquier edición anterior. Hubo corredores de muchos países, destacando la presencia de italianos, franceses y, sobre todo, estadounidenses. ¡Había yankis para montar tres o cuatro bases de la OTAN! Sin lugar a dudas la difusión internacional que el maratón madrileño ha obtenido con su inclusión en las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh) ha sido la principal causa de la globalización del otrora Mapoma.

La llegada de muchos deportistas foráneos no pasó desapercibida para las autoridades madrileñas. Según han recogido distintos medios de comunicación, el viceconsejero de Cultura y Deportes, Javier Hernández, auguró tras la entrega de premios que “la prueba seguirá creciendo en los próximos años tanto en corredores nacionales como en internacionales, lo cual es muy bueno pues el turismo deportivo se consolidará como un sector que pueda mejorar la economía de la región”. ¡Bien por Mr. Marshall! Parece que el primer objetivo al que el menda lerenda hacia referencia hace trescientos sesenta y tantos días está en camino de conseguirse.

En cuanto a la implicación de los madrileños en el evento, creo que también se ha logrado una ligera mejoría. Para ello ha bastado aplicar al maratón madrileño la idea que el iluminado al que me refería con anterioridad tuvo hace una década y media. La colocación de veintiuna bandas de rock a lo largo del recorrido, además de servir de aliciente y empuje para los que corrimos, atrajo a sus cercanías a un buen número de espectadores que de otra forma seguramente no se hubieran asomado a la carrera.

Si no recuerdo mal, hace algunos años se intentó ya algo parecido situando grupos de animación a lo largo del trazado: que si danzantes de capoira por aquí, que si una banda de esas de trombón, tambores y bombo por allá… Nada que ver con este año donde las actuaciones eran mucho más numerosas y, desde mi punto de vista, más acordes, más homogéneas y más en línea con la idea que se quiere implantar y transmitir. Añadir además que las diferentes bandas parecían dar lo mejor de sí aunque ni las horas ni posiblemente el entorno ni los espectadores fueran los idóneos para marcarse un pequeño concierto. Buena parte de culpa de esta actitud fue el concurso promovido por los organizadores. Las tres bandas más votadas han pasado a una final en forma de concierto que se celebrará en el Hard Rock de Madrid dentro de unos días. La ganadora tendrá la oportunidad de viajer a EEUU para darse a conocer en el Maratón de Las Vegas.

Creo que Mr Marshall, aún partiendo del alto nivel de las últimas ediciones, ha logrado una mejoría en cuanto a la animación y ambiente que rodean al evento, arrastrando a la calle a un número más elevado de espectadores que en ediciones pretéritas. Sin embargo para intentar conseguir un mayor apoyo ciudadano me temo que no le valdrá con unas cuantas actuaciones musicales sino que deberá generar aun más espectáculo y contar además con el apoyo de las instituciones.

En definitiva, que la entrada del amigo americano parece que ha sido positiva y que ha puesto los cimientos para que el maratón madrileño crezca (no necesariamente en número de participantes, que también) y se consolide a nivel internacional. No obstante hay que ser conscientes de que esto no ha hecho más que empezar y que queda mucho camino por recorrer. Como bien decía Jules (Samuel L. Jackson) en “Pulp Fiction”, la aclamada película del gran Quentin: “Caballeros, no empecemos a chuparnos las pollas todavía”. Pues eso.

Superman y Batman en versión femenina (www.as.com)
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3. Olé Virginia y Michigan, y viva Texas que no está mal…

En lo que se refiere al resto de los aspectos organizativos, el Rock’n’Roll Madrid Maratón puede calificarse como una muy buena carrera, aunque hay ciertas carencias que empiezan a cansar por repetirse de forma continuada y otros errores que desesperan por lo incomprensible.

Entre las primeras esta el tema de la salida. Ya que todo parece apuntar que los inicios de las pruebas de maratón y de diez kilómetros han de coincidir temporal y físicamente si o si… ¡Carajo, que al menos se trate de ordenarlas correctamente mediante cajones cerrados y controlados! Este año, en función de la hora de finalización estimada que cada corredor proporcionaba en el formulario de inscripción, se la asignaba un dorsal y un número de cajón (había cinco creo) que en teoría debería compartir con otros participantes de ritmo similar. En principio y pensado de forma lógica, la idea no era mala. Pero siempre que estas cosas se dejan a la buena voluntad de los corredores, ya sabemos lo que ocurre. Y mira que había muchos extranjeros de los que se tiende a pensar que tienen una educación cívica más avanzada que la nuestra. Pues ni por esas. La salida volvió a ser un despiporre y cada uno se colocó donde le salió de los cataplines (o de los ovarios, en su defecto).

Si lo de la organización de la salida ya harta por repetido, lo del guardarropa desquició por lo incomprensible. Este año alguien debió considerar que, en vez de que los corredores tuviéramos la opción de poder depositar la ropa en la zona de salida para que la organización la trasladara a la llegada ubicada en el Parque del Retiro como se ha hecho tradicionalmente, era mucho más fácil (y seguramente más barato) que fuéramos los participantes quienes la dejáramos directamente en zona de meta. ¡Manda huevos el cabeza pensante de esta iniciativa!

En el mejor de los casos esto supuso tener que salir de casa con más tiempo de margen, ir con más nervios de los debidos, que nos tuviéramos que desplazar a más de dos kilómetros de la salida a dejar nuestras pertenencias y que permanecieramos vestidos de romanos durante un tiempo demasiado largo antes de comenzar la carrera (con una temperatura algo fresquita). Y digo en el mejor de los casos, porque en el peor, aquellos que por inercia hicieron lo mismo que otros años o aquellos que no se detuvieron a leer el reglamento, se encontraron con la desagradable sorpresa de la ubicación del guardarropa minutos antes de la salida. No fueron pocos los corredores que me crucé a última hora subiendo a la carrera y con gesto desencajado camino del Retiro. Incluso hubo alguno que visto en el aprieto de no disponer de tiempo suficiente para alcanzar el guardarropa decidió tomar la salida bolsa en mano ¿Que? ¿Que no dáis crédito? Los bancos tampoco, pero aquí tenéis una prueba gráfica al paso por el kilómetro once ¡Increíble pero cierto! Lo dicho, cagada mayúscula de los organizadores.

¿Es por aquí el ropero? (by Klass)

Aunque de menor importancia, creo que también es mejorable la entrega del avituallamiento final tras cruzar la meta. Cuando uno llega después de chuparse más de cuarenta y dos kilómetros, quieras que no se encuentra un pelín cansado y le resulta poco gratificante tener que guardar una larga cola que avanza lentamente para poder obtener una botella de agua, otra de bebida isotónica, unos plátanos, una naranja, una bolsa de frutos secos y un vaso de refresco o zumo. Además de la espera, uno tiene que hacer malabares para mantener tanto presente en equilibrio entre las manos sin que acabe rodando por los suelos. ¿No es posible preparar una bolsa para cada corredor que contenga todo el avituallamiento y dársela junto con la medalla? Es una idea.

Un último factor cuanto menos “curioso” y que estimo debería aclararse más por cuestiones de imagen que por lo que pueda afectar a los corredores, es el tema de las cifras de inscritos y llegados. No es la primera vez que ni a mí ni a muchos otros nos parece cuanto menos extraño que se hable de trece mil inscritos en la distancia de maratón y de siete mil en la de diez kilómetros y que, de acuerdo a las clasificaciones provisionales, la primera la completen 9.959 atletas y la segunda 5.405. Señores organizadores tengo la impresión de que en esos números hay algo que no cuadra. No obstante le hago saber que a mí con la cifra de corredores actual (o unos poquitos más si ustedes quieren) me es más que suficiente. No me hace falta tener en mi ciudad el maratón con más participación de los que en nuestro país se celebren.

Señalados los aspectos mejorables, que si bien no son vitales no dejan de ser importantes, repito como mencionaba al principio de este apartado que la organización pudo calificarse de muy buena en casi todos los aspectos esenciales que deben exigírsele a un evento de este tipo.

Después de mucho tiempo buscando de forma infructuosa un recorrido lo más llano posible (incluso Gallardón colaboró a base de horadar tuneles), después de las modificaciones debidas a las interminables y mastodónticas obras que durante años ha sufrido nuestra ciudad (precisamente las de los túneles de Tito Gallar a los que hacíamos referencia), después de innumerables cambios acaaecido por las más diversas razones, parece que el trazado del maratón madrileño se ha consolidado. Exigente si, pero muy céntrico, de un gran atractivo monumental y arquitectónico, fácil de seguir en distintos puntos a través del transporte público y con un ambiente y un número de espectadores cada vez mayor. Un muy buen circuito en mi opinión, posiblemente uno de los mejores que se podría elegir.

Los avituallamiento fueron numerosos (cada cinco kilómetros al principio y luego cada dos mil quinientos metros) y se ubicaron a ambos márgenes de la carretera para evitar tumultos innecesarios y cruces de corredores. En ellos podían encontrarse botellitas de agua y vasos con bebida isotónica. Lo que no recuerdo es haber visto que se ofreciera fruta troceada, aunque teniendo en cuenta que me salte la mitad de los puestos y que iba más pendiente de no tropezarme y pegarme una galleta que de otra cosa, es posible que la hubiera y yo no me percatara. Como novedad se instaló un puesto de geles alimenticios unos metros más allá del paso frente al Parque de Atracciones (km 30), aunque tengo la sensación de que la oferta no cubrió demanda (cuando transité por allí ya quedaban pocas unidades).

Adicionalmente existieron controles de paso y cronometraje cada cinco mil metros (además de en el medio maratón y meta), el tráfico estuvo perfectamente controlado y los vehículos no invadieron en ningún momento el circuito (salvo la puñetera moto que iba tomando imágenes de la carrera), la asistencia sanitaria estuvo presente y visible a lo largo de la carrera bien en puestos fijos bien a través de patinadores y biciclistas y hubo "liebres" para conseguir distintas marcas. También se celebraron las tradicionales Expodepor y comida de la pasta, pero no os puedo decir nada sobre ellas porque no “use” ni la una ni la otra.

La Botella con un arma ¡Como para no salir corriendo! (www.as.com)
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3. The End

Conclusión y cierre. Aunque sea un poco prematuro valorarlo, creo que la llegada de Mr Marshall al maratón madrileño y su inclusión en las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh) ha sido positiva para la carrera. No obstante habrá que esperar algunos años más para ver si se sigue progresando en la internacionalización del evento y en al apoyo de las instituciones y de los habitantes del foro. A pesar de lo mencionado, la organización haría bien en no olvidar y cuidar pequeños aspectos que si bien no son fundamentales para el desarrollo de la prueba, si que pueden afectar muy negativamente a la impresión que se llevan los participantes de ella.

Y hasta aquí el primer volumen de los dos inicialmente previstos. Si algún masoquista se ha quedado con ganas de más, en los próximos días espero poder publicar la segunda entrega: mi crónica de la carrera.

Hasta entonces y si os dejan, sed felices.

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