lunes, 23 de abril de 2012

Blue Suede Asics GT-2150


Mientras las sensaciones van asentándose y a la espera de que tenga tiempo y ganas de currarme una crónica como Dios manda (Rajoy dixit) del Rock’n’Roll Madrid Maratón, voy a contaros una historia breve y colateral de esta carrera.

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Esta pequeña chorrada tiene su origen el pasado sábado cerca del mediodía, cuando estaba poniendo los cordones a las blancas y relucientes zapatillas (las había lavado días antes) que debían calzar mis "pieses" en una nueva aventura maratoniana por las calles de Madrid, esta vez a ritmo de Rock’n’Roll estadounidense. No sé exactamente por qué, aunque supongo que sería por una asociación inconsciente de las palabras “zapatilla” y “rock”, el caso es que a mi pensamiento vino de pronto el título de aquella famosa canción compuesta e interpretada por Carl Perkins, aunque quizá más recordada por el publico en general por la versión que Elvis Presley hizo de ella: Blue Suede Shoes.

“¡Ondia! -pensé automáticamente- “¿Te has dado cuenta tío? Blue Suede Shoes. Eso tiene que ser una señal ¿Por qué no te haces tus propias zapatillas de gamuza azul y corres el maratón de mañana con ellas?”. A mí con estas gilipolleces se me convence pronto, así es que no hizo falta que me insistiera. Y si yo me autoconvencí rápido, no os cuento nada cuando verbalice la idea y se la expuse a The New Arganzboy ¡Le faltó tiempo para salir corriendo en dirección a los rotuladores y volver con el de color azul claro!

El resultado lo tenéis en las imágenes que ilustran esta entrada: las fabulosas, únicas e inimitables Blue Suede Asics GT-2150 tuneadas por el heredero con la dirección artística de su progenitor. Unas zapatillas idóneas para bailarse de principio a fin los cuarenta y dos mil y pico metros de un maratón rocanrolero.

Espero que sean de vuestro agrado. Saludetes.




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Nota: Las zapas aparecen un poco guarrillas pues las fotos fueron tomadas al término del maratón.

viernes, 20 de abril de 2012

XXIX Medio Maratón de Toledo

Imagen extraida del album del C.A. San Idelfonso (https://picasaweb.google.com/100685902082169307870)

La racha de medios maratones que mantenía desde hacía casi dos meses y que me había hecho sumar siete pruebas sobre la distancia en las últimos siete domingos, se truncó hace dos fines semana. Inscrito al III Medio Maratón Canal de Castilla Ciudad de Dueñas, finalmente no asistí. El tener que viajar en el día (más de quinientos kilómetros entre ida y vuelta) y las previsiones meteorológicas que anunciaban una temperatura de alrededor de dos grados centígrados y posibilidad de precipitaciones en forma de lluvia e incluso de nieve, me hicieron entrar en razón y dejarlo para una mejor y más acogedora ocasión.

Así las cosas, estar sin competir hasta el maratón rocanrolero madrileño se me hacía muy largo, así es que decidí en contra de mi comportamiento usual participar en un nuevo medio maratón siete días antes de la gran cita. El elegido fue el XXIX Medio Maratón de Toledo.

Comenzaré aclarando que aunque se denomine Medio Maratón de Toledo, su trazado no discurre por el centro urbano de esta bella localidad, sino que la prueba tiene lugar en el conocido como Polígono Residencial / Industrial de Santa María de Benquerencia. Este es un “barrio” de la ciudad de Toledo que dista alrededor de nueve kilómetros del casco urbano y en el que se entremezclan viviendas y edificios de empresas. Resumiendo y para entendernos: esto es como si el medio maratón que todos los años se celebra en la madrileña Fuenlabrada, en vez de llamarse de Medio Maratón de Fuenlabrada se llamara Medio Maratón de Madrid. Explicado este punto, que creo de importancia, continuamos con otros aspectos.

La prueba estuvo organizada por Tolegesport, S.L., empresa concesionaria de las actividades deportivas del Patronato Deportivo Municipal de Toledo (¡ahí es ná!), en colaboración con la Concejalía de Deportes del Ayuntamiento de Toledo y asociaciones y clubs de la ciudad.

Para completar la distancia mediomaratoniana era necesario dar una vuelta a un circuito A (de 1.929,5 metros) y cuatro vueltas a otro circuito B (de 4.792 metros). Para los que no tuvieran ganas de correr tanto también se daba la opción de, una vez completado el trazado A, pararse al finalizar cada una de las vueltas al circuito B, o lo que es lo mismo, además de los 21.097 metros se podía competir sobre las distancias de 6.721,5 metros, 11.513,5 metros y 16.305,5 metros. Sé que leído de carrerilla es un poco confuso y suena a aquello de los hermanos Marx de “la parte contratante de la primera parte”, pero si lo repasáis un poco más despacio os quedará completamente claro ¡Jodo, si hasta yo lo entendí no debe ser tan difícil!

El trazado y el perfil del circuito son también de fácil descripción. Dos largas calles rectas paralelas situadas a distintos niveles. Por una se iba y por otra se volvía. Prácticamente llanas, los únicos desniveles relevantes se correspondían con las transiciones necesarias para llegar de la una a la otra y de la otra a la una. En número de cuatro por vuelta, había dos de subida y dos de bajada, dos en los extremos del circuito y dos en el centro.

Leídos los dos párrafos anteriores es posible que saquéis la conclusión de que el recorrido no era muy atractivo. Pues estáis en lo cierto. Feo de pelotas, aburrido y sin apenas gente animando (salvo en los pasos por meta y por el avituallamiento muy próximo a ella). Lo bueno es que como había que dar cuatro vueltas era más difícil perderse que marearse. Adicionalmente, comentar que los kilómetros no estaban señalizados y que más de un tramo lo compartí con algún vehículo que abandonaba su lugar de aparcamiento y circulaba junto a nosotros durante un rato.

En lo que a los demás aspectos organizativos se refiere, pues desde mi punto de vista pueden considerarse correctos: cronometraje por chip de esos que se cuelgan en la camiseta o en el dorsal (“por antena” se le denominaba en el reglamento), un avituallamiento líquido en carrera por el que se pasaba dos veces en cada vuelta, avituallamiento final con agua, bebida isotónica, frutos secos y fruta, y bolsa del corredor con camiseta técnica bastante mala, revista atrasada y barrita de cereales.

De agradecer las carreras para las distintas categorías que tuvieron lugar antes de la absoluta. El número de participantes “menudos” casi alcanzó los cien, mientras que en los mayores, de cuatrocientos inscritos, doscientos cuarenta y nueve completamos la distancia del medio maratón.

Por último hacer mención al día tan desagradable que amaneció. Amenazando lluvia que al final no cayó, la mañana estuvo fría y con un viento molestísimo que se sufría sobre todo en la recta de “abajo” donde pegaba de cara.

Por mi parte, me tomé la carrera con tranquilidad porque el maratón estaba a siete días vista y porque arrastraba molestias en la zona del aquiles izquierdo desde el miércoles anterior. A un ritmo cómodo y constante, sin mirar el reloj en los veintiún mil y pico metros, completé la prueba en 1:42:13 y ocupé el puesto 141 de los 249 llegados a meta. El aquiles dio una guerra relativa, y aunque tuve molestias que fueron aumentando a medida que avanzó la competición, al enfriarse el dolor no fue a más. Solo me deja la duda de cómo aguantará (porque por mis santos c...... que aguantará) todos los kilómetros del próximo domingo. Para intentar que lo haga lo mejor posible, esta última semana solo he salido dos días sumando unos ochenta minutos en total.

Conclusión: Evento sin grandes pretensiones. Si vives cerca de Toledo, no tienes nada mejor que hacer y no quieres hacer la tirada larga de la semana en solitario, te puede ser de utilidad. La organización cumple con lo justo, el circuito es monótono y el ambiente escaso.

Nada más. Ahora toca enfrentarse otra vez al maratón. Espero contároslo lo antes posible. Hasta entonces, sed felices que es lo que les jode.

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viernes, 6 de abril de 2012

XII Medio Maratón de Madrid

Foto de Sebas Navarrete (http://www.fotorunners.blogspot.com/)
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Los que de vez en cuando deis un garbeo por las entradas de este blog ya seréis conocedores de mi aversión a las carreras multitudinarias, clase de competiciones en la que hace bastantes años está englobado el Medio Maratón de Madrid. Sin embargo, a pesar de ello, cada cierto tiempo no puedo reprimirme y, aun a sabiendas de lo que hay, vuelvo a picar. Y es que, quieras que no, la cabra tira al monte y el cabrón al Madrid Half Marathon.

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1. EL CONSEGUIDOR

Mi idea inicial era no correrla, romper la racha mediomaratonil de las últimas semanas (seis medios marotenes en los últimos seis findes) y descansar un poco de tanta competición para encarar con ganas el maratón rocanrolero de dentro de veinte días. Por ello dejé pasar alegremente el plazo de inscripción sin la más mínima intención de apuntarme.

Sin embargo hete aquí que de buenas a primeras la madre de mi hijo y el retoño de mi compañera sentimental decidieron aprovechar sus días de vacaciones y mis jornadas de curro para irse a la playa antes de que comenzara el núcleo duro de la semana santa (jueves, viernes, sábado y domingo). Viéndome “home alone” en plan Macaulay Culkin pero con pelos en los…., mi materia gris entró en funcionamiento y encajó las piezas ¿Qué hacer una mañana dominical mejor que echarse una carrera por importantes arterias de Madrid en compañía de tropecientos mil compañeros y compañeras (sindicatos dixit)? Pues quitando ir a misa, nada. Y teniendo en cuenta que mi religión me prohíbe asistir a la celebración de la eucaristía, la solución era fácil.

Tomada la decisión, el viernes por la noche me puse a buscar por internet y… ¡zasca!, unas horas después ya encontré a alguien que por lesión finalmente no podría participar y me cedía su dorsal. Como ya ocurrió hace tres años, la última vez que completé esta carrera, participaría en el XII Medio Maratón de Madrid usurpando la identidad de otro corredor. A mí la verdad es que esto me crea cierto nerviosismo pues por cerca de dos horas dejo de existir y me convierto en una persona a la que no conozco de nada. Imaginaos que por cuestiones de la vida, acabada la carrera no pudiera volver a mi antigua identidad y quedara atrapado en la de esa otra persona que me facilitó el dorsal ¿no os da un poquito de canguelo? En fin, pajas mentales mías. Volveré sobre ello en otra ocasión.

A lo que íbamos, que una vez cerrado el trato en un foro de atletismo, el conseguidor y yo acordamos que la entrega de la mercancía se haría a las 8:40AM junto a la iglesia ubicada en la esquina de C/ Alcalde Sainz de Baranda con C/ Lope de Rueda, muy cerca del Parque del Buen Retiro.

El domingo alcancé a pie el lugar del intercambio con puntualidad británica. Allí había tres personas ¿Cómo saber cual de ellas era el conseguidor? En nuestro contacto en la red, demostrando nuestra profesionalidad, no nos dimos pistas en cuanto a nuestra apariencia ni, por supuesto, intercambiamos números de móvil. Quizás hubiera sido buena idea decir que yo iba a llevar un clavel en le ojal, pero mi sudadera no tiene ojal y a mí me dan alergia las flores (concretamente su polen). Total que debía recurrir a mis conocimientos detectivescos aprendidos en los libros de los Jóvenes Castores para solventar la situación.

La primera persona que descarté fue la mujer ubicada junto a la puerta de la iglesia. De rasgos gitanos y edad avanzada, se afanaba en coger pequeñas ramas de olivo de un gran montón que tenía frente a ella y en atarlas con un cordón formando ramilletes. No me dirigió ni una mirada. O era un as del disfraz o aquella señora no era mi contacto.

Los otros dos eran hombres. El más cercano a mí adornaba su cara con un poblado bigote y estaba comiendo un plátano apoyado en un coche. Me miró cuando llegué y me detuve no muy lejos de él, pero no hizo ademán de dirigirse a mí. Lo observé durante unos largos segundos y llegue a la conclusión de que él tampoco era el vendedor del dorsal: su uniforme verde en varios tonos y el carro a su lado con dos cubos de basura, un cepillo y un recogedor me dieron la pista definitiva. Por descarte, el conseguidor debía ser la tercera persona, aquel joven que portaba una bolsa de plástico con la palabra Asics impresa en ella en una de sus manos y un dorsal con el número 12.129 en la otra.

Me acerque hasta él silbando la canción de “Caramelos” de Los Amaya para no levantar sospechas. Cuando llegue a su lado le dije como si hablara al cuello de mi sudadera (no tiene ojal, pero si cuello):
- “Ese tipo con bigote…”
- “…tiene cara de hotentote” - respondió él al instante.
Mi intuición no había fallado ¡estaba ante el conseguidor! En un gesto rápido le entregué la cantidad dineraria pactada mientras él me daba el dorsal y la bolsa de Asics.
-¡Suerte! –Me dijo
-Gracias – respondí con sonrisa nerviosa.
Tras un apretón de manos que selló la transacción, cada uno tomamos una dirección diferente. Enseguida me confundí entre los muchos corredores que se encaminaban al Retiro.

Collage narcisista
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2. EL FUERASITIO

No voy a engañar a nadie, ni siquiera a mí mismo. Ya he corrido otras veces el Medio Maratón de Madrid y, aunque no llegaba al número de participantes de esta edición, ya sabía a lo que me exponía y seguramente lo que encontraría. También es cierto que eso no quita que a lo largo de la mañana me sintiera en un habitat correril extraño al mío, que tuviera la impresión en numerosas ocasiones a lo largo de la mañana de ser un fuerasitio.

No recordaba el Retiro tan lleno de gente desde las pasadas JMJ (o como se llamaran). Las únicas diferencias con aquel entonces era que esta vez la peña no llevaba guitarras sino pulsómetros, que los confesionarios de diseño habían sido sustituidos por modernos urinarios y por casetas para “ir a gestionar marrones” y que en vez de monjas, curas y demás especies religiosas había corredores y fitnesseros de variada condición.

La zona de meta se asemejaba mucho a la que normalmente se dispone cuando del Maratón de Madrid se trata. La larga recta con gradas que culmina en la pancarta de llegada, la zona de avituallamiento, la de fisios y allá al fondo las tiendas de campaña tipo militar que hacen las veces de guardarropa. Dieciocho tiendas, una por cada mil dorsales ¡la leche!

Dejé con tiempo la bolsa en el guardarropa (que funcionó muy bien dicho sea de paso) y me fui a calentar al otro lado del parque para tener algo de intimidad y "regar las plantas". A falta de poco menos de cuarto de hora y en vista del elevado número de participantes, decidí volver al Paseo de Coches para colocarme en la salida. Ya había bastante gente esperando, pero no me fue difícil llegar hasta el cartelito que señalaba el comienzo de la zona reservada (o más bien recomendada) para aquellos que teníamos previsto un ritmo de carrera que nos aproximara a 1h 40min. Sobre la colocación de la people en los “cajones de salida” no voy a hablar porque es un tema muy manido y no quiero aburrir más de lo necesario. Solo decir que hasta que no se coja a unos cuantos de esos que se plantan donde por tiempos no les corresponde y se les castigue escuchando el acústico de Bisbal en el Teatro Real de Madrid durante veinticuatro horas seguidas, no aprenderemos. ¡Mano dura es lo que hace falta!

Esperando allí de pie me comencé a sentir como los que personajes que solía interpretar Paco Martínez Soria, aquellos hombres poco pulidos que venían del pueblo a la gran ciudad con una maleta atada por unas cuerdas y que, tras salir a la calle desde la estación de Atocha, quedaban entre impresionados y estupefactos. Me gustaría haber visto mi expresión allí metido entre más de dieciséis mil corredores que abarrotaban el Paseo de Coches desde la altura de Florida Park hasta más allá de los jardines de Cecilio Rodríguez. Era un fuerasitio en toda regla con la identidad de un desconocido ¡Vaya tela!

Pasados por mi reloj unos minutos de la hora prevista de inicio, me pareció oír a lo lejos un disparo. Mi primer pensamiento es que los organizadores habían empezado a ejecutar a los que habían elegido un cajón de salida más adelantado del que les correspondería (“Jodo, con lo de Bisbal hubiera sido suficiente” pensé para mis adentros). Pero que va. Al ver desde mi privilegiada altura que los primeros empezaban a moverse deduje con acierto que aquel no había sido más que un disparo de fogueo para indicar el comienzo de la prueba.
En mí caso, después de seguir clavado en el sitio durante un ratito más y tras un paseíto hasta alcanzar la línea de salida, la carrera se inició cerca de dos minutos después del ¡pum! inicial. Paciencia. Si mis pesimistas presagios se cumplían, al menos lo tres mil o cuatro mil primeros metros iban a ser una masiva peregrinación en que no iba a haber forma humana de poder coger mi ritmo.

Pero no. Felizmente para mí me equivoqué de cabo a rabo. Recién abandonado el pulmón verde madrileño, me pegué al bordillo izquierdo (resultó ser una estrategia acertada) y muy pronto pude correr más o menos a la velocidad que quería. Esto no quiere decir que fuera cómodo ni mucho menos. En todo momento estaba rodeado de un gran número de corredores de movimientos imprevisibles, lo que unido a que ya no estoy acostumbrado a desenvolverme en competiciones con un número elevado de contrincantes, hizo que fuera en tensión y con los cincos sentido alerta hasta el comienzo de la subida de la C/ Santa Engracia, alrededor del punto kilométrico número cuatro. A partir de allí la amplitud de las vías y que el grueso del pelotón se fuera estirando permitieron un poco de relajación que volvía a perderse periódicamente cada cinco kilómetros con la llegada de los ajetreados y peligrosos avituallamientos. Especial atención para el ubicado en el kilómetro diez donde, para darle mayor emoción y poner a prueba la capacidad esquivatoria y los reflejos de los sufridos mediomaratonianos, en vez de entregarse las botellitas de agua por ambos lados de la calle, se hizo solo por uno de ellos.

Dicho todo esto, lo mejor de participar en el XII Medio Maratón de Madrid es que se convirtió en un ensayo perfecto para el muy cercano ya Rock’n Roll Madrid Marathon. Además de hacerme recordar lo que es correr rodeado de un sin fin de participantes, hecho que se repetirá en el maratón, también me sirvió para refrescar lo puñetera que es la orografía de la capital del reino español: la subida inicial por C/ Principe de Vergara desde El Retiro hasta C/ Diego de León (mil quinientos metros aproximadamente), el tramo interminable que va desde C/ Alonso Martínez a la Plaza de Castilla (¡cinco mil metros!) , el repecho de C/ Serrano y C/ Diego de León allá por las proximidades del punto kilométrico número catorce y el nuevo final, copiado exactamente del maratón, con la estocada de la pequeña subidita de C/ Alfonso XII desde Atocha y el descabelló de la C/ Alcalá (desde la Puerta de Alcalá mírala, hasta la entrada en el Retiro por el Paseo de Coches), fueron las principales dificultades que salpicaron el trazado y que ayudaron sin duda a minar las reservas físicas de los que completamos la distancia mediomaratonil.

Dentro de este ensayo general del maratón también estuvo incluido el factor “publico/ambiente”. En general no faltó gente animando en casi todo el recorrido, destacando el tránsito por la Plaza de Castilla, el pasillo humano formado en la esquina de C/ O’Donell con C/ Menéndez Pelayo (km 16) que, aunque entorpeció el flujo normal de los corredores, nos puso la piel de punta y los pelos de gallina, y la abarrotada larga recta de llegada. El ambiente, siendo bueno, era bastante diferente al del maratón. El domingo podía verse a simple vista a bastantes participantes novatos y otros de trazas fitnesseras que seguramente serán sustituidos por otros mas curtidos y rodados en el próximo maratón.

En resumen, que teniendo claro inicialmente lo que uno se podía encontrar, el XII Medio Maratón de Madrid fue una carrera bien organizada, con un gran ambiente, con un recorrido exigente y atractivo, con buena animación y ambiente y que sirvió como un muy buen ensayo para los que tengamos planeado enfrentarnos al renovado maratón de Madrid. Vamos, que al final fui un satisfecho fuerasitio de identidad usurpada. 

Recorrido del XII Medio Maratón de Madrid
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3. EL NUMERÓLOGO

Novena competición del año de las que ocho han sido medio maratones, los últimos siete consecutivos en los últimos siete fines de semana. Alcanzo en total los ciento diez medios maratones, incluidos siete de Madrid de las doce ediciones celebradas hasta el momento. Según la clasificación final ocupé el puesto 2.683 de los 13.744 llegados a meta empleando un tiempo bruto de 1:40:19 y neto de 1:38:16 (4:39 min/km). A partir de todos estos datos infiero que la próxima carrera será exactamente la siguiente.

Sed felices.
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El perfil
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