domingo, 30 de agosto de 2009

Valdilecha en la mochila


De nuevo equipado con el disfraz de Labordeta y siguiendo con el plan “Un país en la mochila” desplegado este verano, me he acercado a darme una carrerita dominical agosteña al madrileño pueblo de Valdilecha. Situado en el sureste de la Comunidad madrileña, a unos cuarenta kilómetros de la capital, esta localidad ha sido tradicionalmente una importante productora de aceites y vinos. Se asienta en un bonito valle, circunstancia que por un lado queda reflejado en la etimología de su nombre (Valle Escogido) y por otro condiciona el perfil de la carrera, como indicaré más adelante.

En Valdilecha se celebraba esta mañana la XXIV Carrera Popular Vuelta al Monte. A pesar de su elevado número de ediciones disputadas, yo no había oído nunca de su existencia hasta que hace apenas diez días me la encontré navegando por internet. En cualquier caso la información era escasa y únicamente mencionaba la distancia a recorrer, la hora de comienzo y su carácter gratuito. Quizá esta falta de datos y publicidad sirva para mantener el carácter del evento.

Se trata de una carrera de las que clasifico como "artesanales". Os cuento. Unos minutos más tarde de las 9:00 a.m. han sacado dos mesas, unas cuantas sillas y un equipo de megafonía del interior de un edificio marcado en su fachada como Escuela de Música. Allí se han sentado cuatro voluntarios y han esperado pacientemente a que llegara una quinta persona que traía con cierto retraso un taco de dorsales. Nos han inscrito gratuitamente a todos los que nos habíamos dado cita (poco más de cien personas calculo) y, con el dorsal ya colocado, nos hemos dirigido a la inexistente línea de salida. Al intentar dar la señal de comienzo, la pistola se ha encasquillado y, tras varios intentos, se ha desistido de este “avance tecnológico” recurriéndose al ancestral “preparados, listos ¡ya!”. Lo que os decía, artesanal…

El perfil de la prueba es exigente. La carrera comienza con una subida continuada de alrededor de tres kilómetros que sólo se suaviza en los últimos quinientos y que conduce desde el valle a una gran planicie de tierras de cultivo. Tras el primer avituallamiento líquido (hay un segundo allá por el kilómetro siete), siguen unos cinco mil metros de falsos llanos, con largas y tendidas subidas y bajadas, y donde el sol pega de lleno. Aproximadamente los últimos tres mil metros son de un descenso vertiginoso en el que lo mejor es alargar todo lo posible la zancada y no tratar de retener la marcha bajo la amenaza de sobrecargar los cuádriceps. En este último tramo, si se busca la cuneta, es posible realizar muchos metros a la sombra de la vegetación que se asoma a la carretera. Los once kilometros recorrido finalian al cruzar la inexistente línea de meta que coincide exactamente con la invisible línea de salida.


¿La bolsa del corredor? Una botella de agua y tres piezas de fruta. ¡Quien quiera camisetas y otros objetos inservibles que se vaya a las rebajas! Por mi perfecto. Yo soy de la idea de que si el quitar la bolsa del corredor implica que la carrera sea más barata o incluso que sea gratuita (como es el caso), pues mejor que mejor. ¿La clasificación de la carrera? Pues no lo sé. No me he fijado mucho pero no recuerdo haber visto a nadie apuntar los dorsales de los que llegábamos. Y chip no llevábamos… Algún sistema tendrían por lo menos para los primeros de cada categoría pues al parecer existían premios económicos para ellos.

Se me olvidaba apuntar que, a pesar de que el nombre de la carrera pueda llevar a otra conclusión, la prueba se disputa íntegramente por asfalto, más concretamente por carreteras comarcales no cortadas al tráfico. Como todo hay que decirlo, los escasos conductores con los que nos hemos cruzado han tenido un comportamiento muy cívico y comprensivo, bien parando sus coches en la cuneta bien ralentizando considerablemente su marcha.

En resumen, carrera exigente, con escaso número de participantes, gratuita y muy recomendable para las fechas en las que estamos. Desde mi punto de vista sería recomendable poder obtener una mayor información previa de la prueba (en internet no la había y contactar con el Ayuntamiento era, a tenor de los comentarios leídos en algún foro de atletismo, prácticamente imposible), así como que la salida y la meta se marcaran con una pancarta o que se publicara la clasificación completa de los participantes con sus tiempos.

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Acaba aquí un mes y medio de carreras diferentes, alejadas de las grandes ciudades, con un número de participantes muy reducido, pero con sus organizadores y con las poblaciones donde se celebran volcadas en que todo salga bien y en que el corredor quede contento y satisfecho. Ha sido un periodo ideal para descansar del tipo de pruebas que me temo volveré a encontrar a partir de septiembre. Después de la Vuelta al Monte viene la vuelta al cole, pero en cualquier caso ya tengo a Valdilecha en la mochila.

Saludos

domingo, 23 de agosto de 2009

IV Carrera del Esquileo o de como ir a por lana y salir trasquilado


Ayer se celebró en la segoviana localidad de Torrecaballeros la IV Carrera del Esquileo. Esta prueba es la primera de las cuatro que forman la edición 2009 del Circuito de Carreras Pedestres Provincia de Segovia. Dada la ausencia de pruebas atléticas por los madriles y la posibilidad de aprovechar la jornada para hacer un poco de turismo en familia, allí me planté vestido de romano. Estas fueron mis impresiones.

Apuntes socioculturales. Como no sólo de correr vive el hombre, comenzaré con una pequeña introducción sociocultural que sirva para conocer un poco más el marco de la prueba.

Torrecaballeros está situado a apenas diez kilómetros de Segovia y está formado por cuatro núcleos de población: El propio Torrecaballeros, Aldehuela de Torrecaballeros (unida físicamente y dependiente de la anterior), Cabanillas del Monte y Caserío de la Torre. Gracias a su cercanía a la capital de provincia y al desarrollo del sector inmobiliario, entre los años 2000 y 2007 su población se duplicó alcanzando los 1.151 habitantes.

Históricamente fue paso de la trashumancia a través de la Cañada Real Soriana y zona de esquileos (acción o efecto de esquilar, según la R.A.E.), actividad de la que se conserva la Casa del Esquileo. Ubicada en Cabanillas del Monte, esta construcción data del siglo XVIII, es una de las más antiguas y mejor conservadas de toda la provincia y es la que (supongo) da nombre a la carrera. También destacó Torrecaballeros por el trabajo de sus herradores, conservándose aún tres potros de herrar en la población.


Los prolegómenos. Después de sufrir en el Maratón de Valtiendas hace dos semanas y en el Medio Maratón de El Burgo de Osma allá por mediados de Julio, volvía yo a territorio castellano-leonés muy confiado para disfrutar de una “carrerita” de poco más de doce kilómetros. Tanto es así que decidimos salir a media mañana y patearnos Segovia y Pedraza, lugar este último donde de manera irresponsable, me metí para el cuerpo un pedazo plato de Judías de la Granja del que todavía me relamo.

Llegamos a Torrecaballeros con tiempo para recoger el dorsal y disfrutar con las carreras de los más pequeños. El sol, como todo el día, era de justicia y la temperatura rozaba los cuarenta grados. A las 19:00 tomamos la salida los aproximadamente ciento cincuenta participantes (calculados a ojímetro) en la categoría absoluta. Yo salí tranquilo, con mi cámara de fotos en la mano, dispuesto a disfrutar de una carrera tranquila y sin sufrimiento. ¡Qué equivocado estaba!

Ir a por lana y salir trasquilado. Apenas abandonamos del casco urbano, empecé a darme cuenta de que no iba a ser tan cómodo como preveía. La carrera discurre por ramales y por la Cañada Real Soriana, por lo que el terreno es muy irregular, lleno de piedras sueltas y “agarradas”, tierra, polvo y continuos desniveles. Hay que estar muy atento para no acabar besando el suelo o con alguna torcedura de tobillo. Baste decir que los caminos por los que se disputa el Maratón de Valtiendas son auténticas autopistas comparados con los senderos de Torrecaballeros.

El entorno es un auténtico secarral. La vegetación de la zona esá compuesta mayoritariamente por pastizales, arbustos espinosos y alguna especie aromática como el tomillo que dejaba escapar su esencia al ser golpeada por los pies de los corredores. Los únicos árboles que recuerdo haber visto (encinas creo) estaban en los alrededores de Cabanillas del Monte, a unos dos kilómetros de la llegada.

Si a la sequedad del terreno, a la dureza del perfil y a la falta de sombras unimos el sol que caía a plomo y los treinta y muchos grados de temperatura que marcaban los termómetros, os podéis hacer una idea de lo que era aquello: una especie de pequeño Maratón des Sables en versión castellana. Alrededor del kilómetro tres yo ya estaba asfixiado, me faltaba el aire, la garganta estaba tan seca que me costaba tragar y las Judías de la Granja que había tomado en la comida amenazaban con salir de mi organismo por donde habían entrado. Dadas las circunstancias decidí buscar un ritmo más lento y esperar al primer avituallamiento líquido de los dos anunciados. El agua fresca me permitió recuperar ligeramente y acelerar la marcha, adelantando incluso algunas posiciones.

Con aproximadamente tres cuartos de la carrera disputados, parecía que me había hecho con el terreno y con el ritmo adecuado. Entonces, al coronar un pequeño repecho, apareció a lo lejos una cuesta de unos trescientos metros, con un desnivel de caballo y en la que, o ya no veía bien o todo el mundo subía andando y doblado hacia adelante. Recorrido el trecho que me separaba de ella y consumido el tiempo para hacerme a la idea, alcance la base de la “Cuesta de los Cojones” (desconozco si tiene otro nombre más políticamente correcto, pero así la recordaré) y tras un intento vano de superarla corriendo que apenas duró unos metros, decidí “echar pie a tierra” y atacarla andando.

A pesar de llevar ya una buena estocada, el ligero descenso posterior a la gran subida, el segundo avituallamiento y los poco cientos de metros sombreados al paso por Cabanillas del Monte, me sirvieron para volver a recuperar el aliento y encarar con el ánimo suficiente los alrededor de dos kilómetros restantes. Sin embargo aun quedaba la traca final en forma de cuesta, más tendida aunque también bastante más larga que la anterior y que desembocaba muy cerca de la plaza donde estaba la meta. Allí un bollo preñao, una camiseta, un zumo y tres botellitas de agua que me metí del tirón para recuperar el liquido perdido. Después había sorteos y entrega de trofeos, pero nosotros ya estábamos camino de casa.

Conclusión. Carrera rural-campestre, de perfil exigente, muy dura para quien no esté acostumbrado a correr por caminos irregulares (como es mi caso) y más dura aun si el calor aprieta, circunstancia bastante probable dadas las fechas de celebración. En cualquier caso muy recomendable como contrapunto a las carreras urbanas por asfalto que son aplastante mayoría durante el resto del año.

Nota final de palo para la organización. En el primer avituallamiento cogí una de las últimas botellas de agua. Supongo que dada la cantidad de personas que venían detrás de mí, hubo bastantes que se quedaron sin agua. Con el calor reinante creo que es un error de bulto que emborrona una por lo demás correcta organización.

Otras imagenes


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sábado, 22 de agosto de 2009

De marcha por Berlín


Pues ese de la foto, el de la gorra, el de cara afilada y barba de tres días, el de gesto mezcla de felicidad, asombro e incredulidad, ese del que mi madre diría que le hace falta una “lluvia de filetes”, ese es Jesús Ángel García Bragado. Muchos han oído su nombre alguna vez, pero seguramente son muy pocos los que puedan ponerle cara. Más fácil sin duda, es reconocer en un segundo plano la Puerta de Brandeburgo coronada por la diosa Victoria dirigiendo una cuadriga de bronce.

De bronce es también la medalla conseguida ayer por este atleta español en la prueba de los 50 km marcha. García Bragado, nacido en Madrid hace casi cuarenta años, sumó así un nuevo hito a una carrera llena de éxitos: Campeón del mundo en Stuttgart (1993), subcampeón del mundo en Atenas (1991) y Edmonton (2001), subcampeón de Europa en Gotemburgo (2006) y medalla de bronce en los europeos de Munich (2002). Dieciséis años en la élite del atletismo mundial en los que, además de las seis preseas, ha participado en cinco JJOO y nueve mundiales.

Posiblemente, el cuarentón marchoso ponga punto final a su carrera tras los europeos de Barcelona de 2010. Esperemos que Paquillo recoja entonces el testigo.

¡Enhorabuena y muchas gracias!

Foto EFE

viernes, 21 de agosto de 2009

El gen Domínguez


Un equipo de investigadores españoles ha descubierto el bautizado como gen Domínguez. Según parece quien lo posee se caracteriza por un envidiable tesón, por una gran capacidad sufrimiento, por un afán de superación sin límites, por no poner excusas ante los errores y por no fallar en las grandes ocasiones. Además, también tiene una incidencia sobre los músculos faciales, provocando en sus portadores una sonrisa continua.

Este descubrimiento desmonta la teoría poco creíble pero hasta hoy vigente de que esos rasgos tenían su origen en el simple hecho de portar de manera continuada una cinta rosa en la cabeza.

Ahora el gran reto de los científicos es conseguir aislarlo y poder implantarlo en la clase atlética (y la no atlética) española.

¡Felicidades MARTA!

Foto: AFP. Tomada durante la final de los 3.000 metros obstáculos de los mundiales de atletismo Berlín 2009.

domingo, 16 de agosto de 2009

Ya "semos" pareja de hecho


Sábado ocho de Agosto. Son las 19:40 horas aproximadamente. Desde el escenario situado junto a la fachada de la iglesia, una persona de la organización se dirige a los que vamos a participar en el acto dándonos algunas “instrucciones de uso”: hemos de circular en lo posible por la derecha de la carretera, debemos arrojar los vasos y resto de desperdicios al camino para que puedan ser recogidos al día siguiente, los integrantes de la pareja no han de separarse más diez metros,…

Entre las personas que casi llenan la plaza y que escuchan con atención las directrices, allí de pie, en primera fila, estamos Bruce y yo. Nuestros cuerpos esculturales están vestidos por unas ajustadas camisetas naranjas sin mangas y unos escasos pantalones de deporte negros que permiten apreciar todo nuestro depilado muslamen. El pelo canoso, más el suyo que el mío, los dorsales 30 en nuestro pecho, las bandas reflectantes de color verde fosforito y el frontal luminoso enrollado en el antebrazo completan un cuadro que bien podría considerarse una actualización de los Village People versión deportista. Si a todo esto le añadimos que casi cinco horas más tarde, después de ver la puesta de sol y de pasar juntos momentos únicos en lugares oscuros y solitarios buena parte de la noche, volveremos al mismo lugar con nuestras ropas pegadas al cuerpo, chorreando a partes iguales sudor y agua de lluvia, emocionados y cogidos de la mano, no serán poco los que pongan en duda nuestra masculinidad.

Pero ¿Qué ocurrió? ¿Participamos en un acto para reivindicar la homosexualidad? ¿Encabezamos la I Marcha por una República Independiente de Chueca? ¿Fuimos integrantes del cuerpo de baile que animó una de las carrozas de la Gay Parade del Día del Orgullo? Pues no señores, simplemente fuimos una de las treinta parejas de corredores que completaron con éxito la VI Maratón Nocturna de Valtiendas.

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Para alguien que esté acostumbrado a pruebas de montaña o a largas marchas por el campo, supongo que lo que cuente a continuación no le parecerá algo reseñable o fuera de lo común. Sin embargo para mí, un urbanita consumado que rara vez corre fuera de la gran ciudad, esta carrera ha sido algo diferente, algo especial, el contrapunto a los maratones que hasta ahora adornaban mis patas. La de Valtiendas es una maratón rural, nocturna, artesana, por parejas y con un grado épico que en esta edición aportaron el viento y sobre todo la fuerte lluvia que cayó a partir de los ochenta minutos de carrera.

RURAL

La carrera transita por la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, una de las áreas históricas en las que se organizaron las tierras castellanas al sur del Duero al repoblarse tras la expulsión de los musulmanes. Concretamente recorre el término municipal de Valtiendas, incluyendo los lugares de Pecharroman y Caserío de San José.

El trazado del maratón puede dividirse en dos partes. La primera, con una longitud aproximada de ocho kilómetros, une Valtiendas con la vecina localidad de Pecharroman. En cuanto a lo que el perfil se refiere es sin duda el tramo más duro de toda la carrera. Tras los primeros cuatrocientos metros llanos, se sube una larga y empinada pendiente que finaliza a las afueras de Valtiendas y desemboca en el primer tramo no asfaltado. Unos centenares de metros más adelante y aun por caminos de tierra y piedras, comienza un largo descenso, que termina al llegar a Pecharroman, desde donde, de nuevo por asfalto, se asciende hasta el lugar de la salida.

Otra dura cuesta de alrededor de setecientos metros sirve como enlace con la segunda parte carrera, un circuito de 16.400 metros en el que se visita el Caserío de San José y al que hay que dar dos vueltas. Sin cultivos y con apenas arboles, se trata de una llanura que se extiende más allá de donde la vista alcanza, totalmente desprotegida del viento y en el que los tramos de carreteras estrechas y secundarias (más bien terciarias) se alternan a partes casi iguales con caminos de tierra, irregulares, pedregosos y encharcados en la segunda vuelta. Por último, tras completar los dos giros, la dura subida que servía de transición entre las dos partes del recorrido se convierte ahora en un vertiginoso descenso hacia la línea de meta situada en la plaza de Valtiendas.

El correr por los caminos tiene su encanto, pero lo irregular del piso, las piedras sueltas, los charcos, la falta de luz y mi inexperiencia en este tipo de terreno, me hicieron ir con mucha tensión y no pisar con soltura. El resultado fue un machaque excesivo de las piernas que sobre todo he notado los días posteriores a la prueba.

NOCTURNO

Realmente más que nocturno es vespertino-nocturno, pero supongo que Maratón de Valtiendas Vespertino Nocturno por Parejas quedaba un poco largo.

La carrera comenzó a las 20:00 h, con lo que en las fechas en las que estamos tuvimos luz suficiente hasta aproximadamente una hora y media después. A partir de ahí el disco solar anaranjado, ya medio oculto por las nubes, fue desapareciendo por el horizonte. Se preveía que la luna llena diera cierta claridad a la noche, pero el cielo nublado nos sumió en la mayor de las oscuridades. Sólo el pequeño haz de luz que desprendía el frontal iluminaba escasamente el camino. Bueno, el frontal y los relámpagos que precedían en la mayoría de los casos a los ruidosos truenos.

Fue la primera vez que utilizaba una linterna sujeta a mi cabeza y colocada sobre mi frente (frontal es su nombre técnico) para correr. La experiencia fue muy divertida. Aunque al principio se hacía un poco extraño llevar ese añadido, enseguida me acostmbre a él y no me molesto en el tiempo que lo use. Lo peor fue que al tener que mirar continuamente hacia abajo para evitar tropezar y dar con mis huesos en el suelo, acabó por cargarme un poco las cervicales y los hombros.

Pero además de la visibilidad, o mejor dicho a la falta de visibilidad, el correr un maratón nocturno también influyó en mi disposición psicológica. En los maratones mañaneros, normalmente la noche anterior no suelo dormir muy bien y me despierto con muchos nervios. En este no ocurrió nada de eso. Salimos de Madrid a media mañana, comimos en Aranda de Duero, visitamos algunos pueblos de la región, llegamos a Valtiendas apenas una hora antes del comienzo de la carrera y… ¡no estuve nervioso en todo el día! De hecho me preocupó un poco la falta de tensión: no me hacía a la idea de que aquella tarde fuera a correr un maratón. Sólo cuando dieron la salida y oí los aplausos y los gritos de ánimo de la gente que allí se congregaba, sentí ese cosquilleo de las grandes ocasiones.


ARTESANO

Como dije ya en las recientes crónicas de los medios maratones de Jadraque y Burgo de Osma, estas carreras de reducido número de corredores y que se celebran en localidades pequeñas cada vez me gustan más. Sus habitantes se implican en la carrera ayudando en la organización, animando con entusiasmo y haciendo sentir a los corredores como en casa ¡Y encima lo consiguen con unos medios muy limitados!

La prueba está puesta en pie por el Ayuntamiento de Valtiendas con la colaboración del Club de Atletismo Ñ Ultrafondo y la Asociación Cultural de Valtiendas. Al objeto de atraer más gente a la localidad, se habilita un parque dentro del casco urbano para que quien quiera instale allí su tienda de campaña y se celebran actividades paralelas al maratón tales como un curso de pasadoble, un bingo, una paella gigante y carrera para niños.

La recogida del dorsal se hace en el edificio consistorial. Junto con él, te hacen entrega de la bolsa del corredor, que en esta edición se componía de una camiseta (a elegir entre tres modelos y cuatro tallas), un gofre y dos botellas de vino de la tierra. El último trámite antes del comienzo de la carrera es una charla ilustrativa en la plaza del pueblo en la que se instruye a los participantes sobre las normas a cumplir, la señalización del trazado, etc…

Existieron siete avituallamientos durante la prueba, separados por un intervalo de alrededor de cinco kilómetros. Salvo en el primero en el que sólo se daba agua, en el resto se ofrecía un amplío repertorio de vituallas: agua, Aquarius naranja y limón, chocolate, sandia, naranja, membrillo y alguna otra cosa que no recuerdo. Ante esta amplia oferta, Bruce y yo hacíamos unas paradas cada vez más largas, aprovechando para intercambiar unas palabras y recibir los ánimos de los voluntarios de cada puesto que, dicho sea de paso, aguantaron estoicamente la lluvia que cayó durante gran parte de la carrera. El único “pero” para los que como yo prefieren ir bebiendo continuamente en carrera, es que los líquidos se ofrecían en vasos pequeños que hacían imposible su transporte.

Los tramos de asfalto no están cortados al tráfico pero al tratarse de carreteras comarcales, el número de coches que nos cruzamos fue mínimo (muchos de ellos hacían sonar sus claxons o bajaban la ventanilla para animar). En cada desvío o cruce siempre había personal de la organización. En cuanto a los puntos kilométricos, únicamente estaban señalizados cada cinco kilómetros.

Y al cruzar la línea de meta, reconocimiento por megafonía, entrega de medalla conmemorativa y… ¡chocolate calentito con bizcochos! Una delicia.



POR PAREJAS

Pues aunque se permite participar de forma individual (no se entra en competición), una de las gracias de esta carrera es correr en la modalidad por parejas. Mi acompañante en esta aventura fue Bruce. Ya habíamos corrido juntos algún maratón (y otras muchas carreras), pero por unas cosas u otras siempre acabamos cada uno por nuestro lado. En este caso teníamos la obligación de ir todo el trayecto juntos y no separarnos nunca más de diez metros. Así lo hicimos. ¡Ya semos pareja de hecho!

A posteriori y viendo como se desarrolló la carrera, creo que el disputarla por parejas es una excelente idea. El de Valtiendas no es un maratón urbano de alta participación en el que aunque vayas sólo siempre estas acompañado de muchos corredores y de gente en las calles. Aquí no. En esta carrera sino vas en pareja la cosa se puede hacer muy dura. De noche, por caminos solitarios y oscuros y sin ninguna animación, se agradece sobremanera la compañía del par, sobre todo si encima las condiciones meteorológicas incluyen fuerte lluvia y un fastidioso viento.

El tener la obligación de hacer la carrera juntos tien dos consecuencias. Por un lado has de estar pendiente de cómo va tu compañero, animándole o ayudándole si es el caso. Por el otro te sirve de acicate para no decaer y lastrar a tu pareja. Dado que en nuestro caso el estado de forma era muy parejo, nos fue muy sencilla la “convivencia”. Sólo alrededor del kilómetro 35 pasé un momento de debilidad rápidamente solventado por los ánimos de Bruce y el posterior avituallamiento.

Como última observación de este apartado me gustaría reconocer el mérito de uno de los dúos con la que coincidimos durante unos kilómetros y que estaba formado por dos atletas del Club Tragaleguas, uno de ellos ciego. Si ya me parecía un logro que ambos se manejaran durante el tiempo que hubo luz, creo que fue un éxito extraordinario el que completaran la segunda media maratón en la oscuridad de la noche, bajo el aguacero que estaba cayendo y con el estado que presentaban los caminos. ¡OLE SUS HUEVOS!


ÉPICA

Vaya añito que llevo. Comencé el 2009 corriendo sobre hielo y nieve en el Trofeo Paris, A finales de enero, en el Medio Maratón de Getafe casi tengo que salir en barca de la lluvia que cayó. El MAPOMA también nos regaló un buen chaparrón durante los primeros kilómetros, dejándonos mojados y fríos para gran parte de la carrera. Después de todo esto, uno esperaba que en pleno mes de agosto la cosa estuviera más tranquilita. Pues no.

Alrededor del kilometro quince, con unos ochenta o noventa minutos de carrera, una tormenta de verano comenzó a descargar sobre nuestras cabezas (y sobre el resto del cuerpo) con toda su rabia. En pocos minutos estábamos literalmente chorreando y nuestros pies chapoteaban dentro de las zapatillas. Durante media hora cayó agua a espuertas y, aunque luego aflojó, prácticamente y con excepción de algunos ratillos siguió lloviendo hasta el final de la prueba. Para hacer más duro el martirio, se unió un viento que inexplicablemente casi siempre soplaba de frente.

Sólo el giro para entrar en el último tramo sin asfaltar permitió que el viento se sintiera un poco menos, pero surgieron entonces nuevas dificultades. Los charcos habían tomado el camino y se confundían con las sombras. Fue imposible esquivar todos, así es que unas cuantas veces acabé zambulléndome en ellos. Las irregularidades del terreno y las zonas de barro apenas se percibían bajo la tenue luz de los frontales, de forma que en algunas ocasiones la tarea principal ya no era correr sino mantenerse en pie. ¡Qué alegría cuando por fin volvimos a la carretera para completar los aproximadamente cinco kilómetros finales y poder cruzar la línea de meta habiendo salido victoriosos de la lucha contra los elementos!


EPÍLOGO

Ha pasado ya una semana y sigo de subidón. Los efectos secundarios son “serios” y creo que todavía me llevará un tiempo el superarlos. Sirva como ejemplo el que cada vez que me levanto a orinar por las noches me coloco el frontal y voy iluminando el pasillo, o que cuando acompaño a mi mujer a algún sitio no me separo de ella más de diez metros por temor a que me descalifiquen.

Siento que nunca olvidaré esta carrera.

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Nota 1: La última foto la he tomado prestada de http://angelgranizoponce.spaces.live.com/ donde también podéis encontrar una crónica de la carrera. Muchas gracias

Nota 2: Más fotos aquí

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sábado, 1 de agosto de 2009

Asies Moises Kitch +

(Haga click sobre la imagen para observar los detalles)

Ha llegado a las tiendas de deporte la nueva Asies Moises Kitch+, última versión de este archiconocido modelo de la marca turolense.

UN POCO DE HISTORIA

Como muchos conoceréis, esta zapatilla tuvo su primera versión allá por siglo XIII antes de Cristo. Cuenta la leyenda que Moisés era un corredor popular del montón, talludito ya, sin planes de entrenamiento pero más o menos constante. Corría un medio maratón aquí y una carrera de diez kilómetros allá, siempre a su ritmo, sin machacarse más de lo necesario. Un día entrenando por el monte Horeb vio una zarza que ardía sin consumirse. Al acercarse un poco más a ella, además de quemarse los pelillos de las piernas, encontró a los pies de la planta un magnifico par de zapatillas. Al agacharse a cogerlas oyó una voz que provenía de la zarza:

“Moisés, soy el Dios Asies. Estas zapatillas que ahora tienes en tus manos son mi ofrecimiento por tantos años de esfuerzo y entrenamiento. Con ellas conseguirás una mejora significativa en los valores del consumo máximo de oxigeno, retrasarás la aparición del agotamiento durante el ejercicio a intensidad máxima y mejoraras tus condiciones cardiocirculares. Te convertirás en un corredor invencible y todo ello sin dar positivo en los controles. Si las quieres son tuyas por quinientos eurazos. Acepto tarjetas”

La primera reacción de Moisés fue la de pensar que debería dejar de entrenar a la hora de comer pues entre el estomago vacio y el sol que cascaba (45º a la sombra), la cabeza estaba empezando a jugarle malas pasadas. Sin embargo la tentación de verse en el podio de una carrera levantando el trofeo de vencedor fue más grande, tanto que Moisés tiró de tarjeta y se acabo llevando las zapatillas (más un cuchillo jamonero inoxidable y un CD con los grandes éxitos de DJ Matusalén de regalo).

Desde entonces Moisés se convirtió en un asiduo de los primeros puestos, en un ganador nato, sobre todo en pruebas de trail. Su palmarés pasó a ser envidiado por los corredores de la época y su nombre quedó inscrito para siempre en el listado de ganadores de pruebas tales como la Subida al Sinaí, el Ultramaratón del Mar Rojo, el Trofeo de las Diez Plagas, el Maratón del Éxodo (ríete tú del de Des Sables) y el Ironman de la Tierra Prometida.

LA NUEVA VERSIÓN

La Asies Moisés Kitch+ es la nueva versión del mítico modelo Moisés, una de las zapatillas más vendidas en todo el mundo y que tan buenos resultados ha dado a multitud de corredores. A lo largo de todos estos años no se ha apreciado ninguna revolución en este modelo, sólo simples lavados de cara y pequeños avances para adaptarla a los nuevos tiempos, pero en la esencia sigue siendo la misma zapatilla lo que sus usuarios agradecerán ya que saben que la nueva versión les funcionará tan bien como la que utilizaban hasta ahora.

Quizá un poco justa de amortiguación, la estabilidad del modelo 2009 es bastante correcta gracias al Doumax (doble densidad) y al IGS (Impact Guidance System), si bien se echa en falta la presencia de ABS y de dirección asistida.

La eliminación de la lengüeta, gran novedad de esta nueva versión respecto a otras anteriores, confiere a la zapatilla una (si cabe) mayor ventilación, una pequeña reducción en su peso y una mayor flexibilidad. Sin embargo ha influido para peor en el ajuste de las zapatillas, defecto fácilmente solucionable mediante el apretamiento de los cordones hasta conseguir una presión aguantable en la parte superior del pie (ojo, no conviene llegar al amoratamiento).

Llamar la atención sobre el "+" incluido en la nueva versión. Se trata de un receptor que se coloca debajo de la uña del dedo gordo del pie y que sirve para medir la aceleración, la velocidad, el nivel de flatulencia y el alcohol en sangre, transmitiendo esta información al Ipod del corredor (ojo, no vale el tradicional Walkman, tiene que ser un Ipod) y al coche patrulla más cercano. Además permite descargar los datos registrados al PC para que cada cual los utilice como mejor crea conveniente.

En resumen se trata de una buena zapatilla, con una buena relación calidad-precio y que responde bastante bien a la expectativas, aunque es cierto que le falta refinamiento y elegancia, cualidades sacrificadas a favor de una extraordinaria ventilación y de un extremo horterismo. Recomendadas para usuarios con pisada neutra, pies sudorosos, peso medio y, sobre todo, que no tengan vergüenza ni la hayan conocido.

Saludos