domingo, 31 de octubre de 2010

II Bilbao Night Marathon

Jon Ander Rabadan (2009)

Segundo maratón del año y si no me entra un apretón de no te menees, también el último. En apenas dos meses he participado en un par de ellos poco convencionales. Primero el del Rio Boedo, de lo más rural y familiar ¡y en pleno mes de agosto! Ahora el Bilbao Night Marathon, una prueba que, como su propio nombre indica, tiene la peculiaridad de celebrarse por la noche. Esta es la historia.

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1. Vaya semanita: La previa

La semana antes de la carrera fue “tipical arganzniana”. Comenzó con un buen constipado fruto de la meteorología de estas fechas y seguramente de mi hipocondría. Y es que el hecho de que en la mayoría de los maratones que llevo corridos me resfríe los días previos, no puede ser siempre debido a la mala suerte o a las temperaturas. Estoy convencido de que mi mente tiene mucho que ver.

Total que de los siete días previos a la carrera, entre el constipado y el miedo a empeorar, únicamente entrené uno. Cierto es que no creo que por ello perdiera estado de forma. Es más, incluso creo que mis piernas y mis últimamente doloridas lumbares lo agradecieron. Eso si, yo estaba que me subía por las paredes.

Llegó el sábado y afortunadamente del resfriado sólo quedaba un ligero dolor de garganta. Tocó madrugar y meterse cuatrocientos kilometros en coche hasta Bilbao. Una vez allí, paseíto hasta la feria del corredor para recoger el dorsal, paseíto por los alrededores del Guggenheim, comida, paseíto por la ría y el Casco Viejo, visita al Corte Inglés para comprar la cena y el desayuno del día siguiente y, por fin, vuelta al hotel. Las 18:15. ¡Fenomenal! ¡Lo que recomiendan antes de una carrera como esta: descanso!

Tres cuartos de hora tumbado en la cama dormitando y a las 19:00 de nuevo en pie para vestirme de torero. Dudé bastante entre los distintos modelos de trajes de luces, pero al final y con el visto bueno de la moza de espadas, me decidí por uno de manga larga (en colores azul y blanco roto) en previsión de que la temperatura fuera cayendo a medida que avanzaba la noche.

Ya en la calle, comencé a sentir esa sensación mezcla de nervios, ansiedad, ilusión, esperanza, e incertidumbre, que siempre me ha acompañado en todas las ocasiones en que me he enfrentado a un maratón. Estaba listo para mi debut en esta plaza.


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2. La ría: columna vertebral

"Vamos camino del Guggenheim andando por la margen izquierda de la ria. Frontera natural entre la zona histórica y la parte renovada convertida en centro económico, la ría ha sido el eje del desarrollo urbanístico y turístico de la ciudad. Su transformación en los últimos lustros ha sido espectacular, y ahora es un placer pasear por sus embellecidos y ajardinados márgenes. Eso es lo que hacen a estas horas numerosos bilbaínos, entre los que si te fijas bien puedes distinguir algunos tíos delgados, con rostros que denotan concentración, vestidos con ropas deportivas y que, curiosamente, caminan todos en la misma dirección."

La ría fue la columna vertebral del recorrido del II Bilbao Night Marathon. Para completar los 42.195 metros era necesario dar dos vueltas a un circuito con inicio y fin junto al edificio del Museo Guggenheim y que discurría casi en su totalidad por ambas márgenes de la ría formada por la desembocadura del Nervión y del Ibaizábal.

Los primeros seis kilómetros se adentraban en el centro de la ciudad: se subía de inicio la Avda Abandoibarra, principal desnivel de la prueba, hasta llegar a la larga recta de la Gran Vía López de Haro que se recorría en toda su extensión en sentido de ida primero y de vuelta después. La Avda Abandoibarra, ahora convertida en agradable bajada, devolvía a los participantes al punto de salida. Desde allí se alcanzaba la margen de la ría que ya no se abandonaría en el resto del circuito.

El Paseo Uribitarte conducía hasta el Puente del Arenal donde se cruzaba a la otra orilla de la ría. Se rodeaba parcialmente el Casco Viejo hasta el Puente de la Merced y vuelta a la Plaza Arriaga. Siempre llaneando y con la ría ahora a la izquierda, se sucedían las calles Muelle del Arenal, Paseo Campo Volantín, Avenida de las Universidades y Ribera Botica Vieja, hasta alcanzar el Puente Euskalduna a la altura del kilómetro once aproximadamente.

Comenzaban entonces los cinco mil metros más desangelados y tristes del circuito. Dejando Zorrozaurre a la siniestra se ponía dirección a Elorrieta. Se trataba de un tramo de ida y vuelta en el que se alternaban zonas sin construir, tramos con edificios residenciales y algunas naves industriales.

Otra vez a los pies del Puente Euskalduna (kilómetro dieciséis) ya solo quedaba desandar el camino hasta llegar al punto de partida e iniciar entonces la segunda y última vuelta.

Teniendo en cuenta la orografía de Bilbao, creo que se ha conseguido el mejor de los circuitos posibles en lo que a perfil se refiere. Apenas un par de cuestas o tres se jalonan en el trazado y ninguna puede considerarse como dura. Además se trata de un recorrido bastante céntrico que permite admirar iluminados en la noche las principales señas de identidad del nuevo Bilbao y algunas del histórico. El Guggenheim, el Palacio Euskalduna, el Teatro Arriaga, la Iglesia de San Nicolás, el Ayuntamiento o la Universidad de Deusto fueron algunos de los lugares representativos que los esforzados de la ruta pudimos disfrutar.


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3. De los paseantes a los "botellonistas" pasando por los familiares y amigos

"Quedan apenas diez minutos para las 21:00, hora prevista de salida. El ambiente en la explanada que rodea al Guggenheim en la que está ubica la salida es espectacular. Las mesas pertenecientes a la terraza del quiosco allí ubicado llevan mucho tiempo llenas, y los familiares y amigos de los participantes que abarrotan la zona ajardinada les desean suerte antes de irse a buscar un lugar desde el que poder obtener unas buenas fotografías de la salida. Por la megafonía se siguen lanzando canciones “moviditas” que contribuyen a mantener la “Saturday Night Fever” en todo lo alto. ¡Esto es una fiesta!"

A La hora de tratar el tema de la animación o ambiente que rodeó a la carrera, conviene distinguir dos periodos. El primero comprendería la salida y la vuelta inicial, y el segundo el giro final y la llegada.

El ambiente en la zona de salida fue formidable. A ello contribuyeron la ubicación, la organización y el tiempo. Sin duda alguna la elección del lugar fue muy acertada. El Guggenheim es una belleza arquitectónica, un emblema de la ciudad y posiblemente el principal reclamo turístico bilbaíno. Además en la explanada que lo rodea hay un parque con zonas ajardinadas y un bar con terraza que sirvió para que las personas que se acercaron hasta allí pudieran estar cómodamente esperando hasta el inicio de la prueba. Más aun cuando, aunque empezaba a refrescar, la temperatura era bastante agradable.

La organización había montado una gran parafernalia que incluía, luces, “pincha” (o DJ como se dice ahora), speaker, una pantalla gigante y una especie de escenario/podium. Para que os hagáis una idea, aquello parecía más una llegada de la “Vuelta Ciclista a España” que la salida de un maratón popular. El punto culminante llegó con el disparo de salida. En ese momento comenzaron a lanzarse desde el Puente Pedro Arrupe una serie de fuegos artificiales que duraron aproximadamente un par de minutos. Visto desde el punto de vista del corredor, a mi me pareció un exceso evitable (para más inri no me gustan), pero entiendo que para los espectadores fue un reclamo y un buen entretenimiento.

La primera vuelta fue un gustazo. En prácticamente todo el recorrido hubo mucha gente animando. Los paseantes de la tarde sabatina, los que salían de los centros comerciales o acababan su tarde de compras, los familiares y amigos de los participantes, los niños que ofrecían sus manos para que las chocarlas y los curiosos se agolparon en los laterales del recorrido para animar y aplaudir el paso de los corredores. Fuimos impulsados por gritos de “aupa” (¡que recuerdos del Maratón de san Sebastian!) y en algunas ocasiones por voces que personalizaban su ánimo con nuestro nombre (es lo que tiene que éste fuera impreso en el dorsal).


Imagen obtenida de Festak.com

La segunda vuelta no tuvo nada que ver con la inicial. Más de la mitad de los participantes optaron por la distancia de medio maratón con lo que la compañía en carrera se redujo considerablemente. Por otro lado y dadas las horas (yo comencé la segunda vuelta alrededor de las 23:15h), las personas que nos habían arropado en el primer giro habían desparecido casi por completo. Las palabras de ánimo provinieron entonces de algunos irreductibles, de aquellos que volvían de algún restaurante o que iban a tomar alguna copa y del grupo de acompañantes que, con “base” en el Guggenheim, cruzaban a uno u otro lado de la ría para animar a lo suyos.

Mención especial requiere el contraste que se producía al paso por debajo del Puente del Ayuntamiento a escasos metros de la llegada. Resguardados de la ya fresca temperatura y con una magnifica iluminación, grupos de jóvenes practicaban el noble arte del botellón mientras algunos pasábamos entre ellos dejándonos los higadillos camino de conseguir un reto personal. He de destacar su respeto hacia nuestro esfuerzo. Si esta situación hubiera ocurrido en la ciudad en la que vivo es prácticamente seguro que hubiéramos sido objeto de chanzas y burlas.

La meta estaba a mi llegada un tanto desangelada. Toda la fiesta de casi cuatro horas antes había desaparecido y sólo quedaban a los lados de las vallas los que supongo serían los familiares de aquellos que quedábamos por entrar. Normal si tenemos en cuenta que el reloj marcaba algunos minutos más allá de la 1:00 A.M.

En definitiva, tengo la impresión de que la gente acogió bastante bien la parte de la carrera que se desarrolló en un horario “decente”. Posiblemente adelantando la hora salida y estableciendo alguna animación adicional (grupos musicales durante el recorrido, concurso de fotografía relacionado con el maratón,…) se conseguiría un mayor ambiente y animación.

Esta la hizo la madre de mi hijo

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4. Mejor que ayer; ¿peor que mañana?

"Son las 21:12h por mi reloj y esto no empieza. Más de un cuarto de hora esperando aquí como reses apiñadas entre vallas y nadie da una explicación. ¿Por qué se ha callado el de la megafonía desde hace un rato? ¿Qué coño pasa? ¿Por qué no empezamos? Al final va a ser verdad que los organizadores no han aprendido de la experiencia del año pasado y esto va a ser aún peor de lo que leído en algunos foros atléticos fue la primera edición…"

En las líneas anteriores se resume mi pensamiento mientras esperábamos impacientemente el disparo de salida. Después de las duras críticas que la organización había recibido el año anterior, yo ya me estaba poniendo en lo peor. Sin embargo finalmente mis temores resultaron infundados y aunque con detalles que mejorar, la organización fue muy correcta en los temas esenciales y básicos.

La primera incidencia surgió días antes de la prueba. En la página web se anunciaba que las inscripciones se aceptaban hasta el día 17.10.2010. Sin embargo, aquellos que fueron a inscribirse en esa fecha se encontraron con que no podían. La explicación de la organización fue que con el “hasta” se referían que el periodo se acababa a las 00:00 del 17.10.2010, es decir que el día 17 no estaba incluido. No digo que la organización no tuviera razón, pero también la podrían tener aquellos que reclamaban poder inscribirse en esa fecha. Era una cuestión de interpretación. Creo que siendo un poco más claros se hubieran ahorrado esta situación no deseada.

Siguiendo con el orden cronológico, lo siguiente a tratar fue lo que ahora suelen llamar “feria del corredor”. Sinceramente, yo no creo que poner tres o cuatro mostradores (generalmente uno de zapatillas, uno de ropa deportiva, otro de medicina o fisioterapia y otro de revistas) pueda denominarse “feria del corredor”, pero eso es lo que últimamente hacen no sólo esta sino otras muchas carreras. Dejando a un lado esta observación, la zona de recogida del dorsal y del chip estaba muy bien ordenada e indicada y el trámite se hacía de manera rápida. Además, la carpa hinchable que acogió la “feria” cumplió a la perfección horas más tarde la función de guardarropa durante la celebración de la prueba.

Llegamos al tema de la salida, posiblemente uno de los aspectos que más análisis requiere. En lo positivo y como he dicho en párrafos anteriores, la organización eligió una ubicación muy buena y generó un ambiente festivo agradabilísimo para corredores y sobre todo para acompañantes. Entre los puntos a mejorar mencionar la hora, el retraso y los primeros trescientos metros. La hora de salida se me antoja muy tardía. Desde mi punto de vista debería comenzarse sesenta o noventa minutos antes. La prueba seguiría teniendo el carácter nocturno y posiblemente fuera seguida por un gran número de espectadores hasta el final. Lo que no sé es hasta que punto esta decisión depende de los organizadores o de las autoridades que tengan que dar el permiso. Cortar algunas de las principales arterias de la ciudad un sábado por la tarde-noche no debe ser fácil.

El retraso de unos trece minutos en la salida ha sido uno de lo temas más comentados en los foros de atletismo, más cuando al parecer el año pasado también se produjo. Es cierto que es una circunstancia que perjudica la imagen de la organización y que sienta muy mal en esos momentos, cuando estas encerrado entre vallas, rodeado de corredores y con una ganas locas de comenzar a soltar la adrenalina contenida. Sin embargo a mi modo de ver, no tiene excesiva importancia.

Si que la tiene y mucha, el tema de los primeros hectómetros de la prueba, convertidos en una auténtica trampa que podía haber costado un disgusto a más de uno. La zona por la que discurrían era demasiado estrecha, los espectadores la habían invadido parcialmente y, lo peor, estaba minada con mobiliario urbano (bancos, fuentes, ….) que era muy difícil de ver debido a la falta de luz y a la concentración de corredores. Un golpe, un tropezón, una torcedura y meses de preparación pueden irse al traste en unos segundos.


En lo que se refiere al recorrido, creo que es de lo mejorcito que se puede conseguir. Es prácticamente llano y muy céntrico. Quizás si el tramo que va desde el Puente Euskalduna hasta Elorrieta fuera sustituido por unas vías más próximas al centro urbano, el circuito sería casi perfecto. Aunque algún coche que “desaparcaba” invadió el asfalto durante algunos metros, el trazado estuvo cerrado al tráfico y controlado por policías y voluntarios. Todos los puntos kilométricos estuvieron marcados y eran fácilmente visibles.

Los avituallamientos fueron suficientes y estuvieron bien surtidos y atendidos. En los primeros había agua y bebida isotónica (un poco apetecible Powerade azul), y según avanzaban los kilómetros se incluyeron esponjas y alimentos sólidos (trozos de naranja y plátano fundamentalmente).

Un último tema sobre el que debe reflexionarse es la celebración conjunta del medio maratón, el maratón y la carrera popular (unos ocho kilómetros con salida diez minutos después que las otras dos). Desde mi punto de vista la prueba corta no aporta nada y debería ser eliminada. Yo no sé cuantos minutos más tarde se dio finalmente su salida, pero lo que es cierto es que los primeros alcanzaron la zona del pelotón donde yo estaba ubicado adelantando en zig zag a una velocidad muy superior a la nuestra, con la incomodidad y el riesgo de caída que ello suponía tanto para nosotros como para ellos.

Lo de hacer coincidir el medio maratón y el entero es una cosa que también debe valorar la organización en función del futuro que quiera para esta prueba. Yo pienso que al tratarse de un maratón recién nacido y todavía sin consolidar, el juntar ambas pruebas puede hacer que el medio maratón acabé teniendo más importancia que el propio maratón. En este sentido si analizamos las cifras de llegados a meta, se puede observar que 720 participantes completaron los 21.097 metros mientras que fuimos 646 los que acabamos el maratón. Es decir, hubo más mediomaratonianos que maratonianos. Si echamos la vista atrás y comparamos la cifra con la de los que terminaron en la primera edición (sólo había maratón), podremos constatar que el descenso de participantes en el maratón fue notorio: 1.022 llegados en 2009 por los 646 del 2010.

Por dar alternativas, yo creo que una opción podría ser celebrar el maratón la noche del sábado y el medio en la mañana del domingo. Sé de buena tinta que esta opción incluso podría atraer a “locos” de las carreras que participarían en las dos. Lo que desconozco es si por logística y autorizaciones esto podría ser factible. Una segunda alternativa podría pasar por eliminar el medio maratón e incluir una prueba sobre diez kilómetros. Ésta podría tener comienzo dos horas antes de la prueba reina y transcurrir por la zona de la ría, evitando así afectar el tránsito por las zonas comerciales. Creo que así se conseguiría no perjudicar al maratón y satisfacer a todos. No sé, como digo esto es algo que los organizadores deben decidir en función del fin que realmente busquen.

En resumen, yo creo que las bases están puestas y que el maratón satisface perfectamente los requisitos básicos. Si se pulen ciertos detalles, si la organización opta por reforzar al maratón en detrimento de otras carreras accesorias y si se consigue el compromiso de patrocinadores y autoridades, en unos años el Bilbao Night Marathón se habrá convertido en una cita de referencia. En la mano de todos está conseguirlo.

Extraídas de Festak.com
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5. Vaya semanita: la carrera y la poscarrera.


Después de mis últimas experiencias en la distancia (Ciudad Real y Báscones de Ojeda), iba yo con la mosca detrás de la oreja ante la posibilidad de volver a hundirme en los últimos kilómetros y sufrir vómitos tras cruzar la meta. Nada de eso sucedió.

La verdad es que sin proponérmelo seriamente (me olvidé del crono), me convertí en un reloj. Salí a un ritmo con el que pensé podría rondar los 5:30 min/km y así lo mantuve prácticamente sin altibajos toda la carrera. Los tiempos parcial y final así lo confirman: por el medio maratón 1:53:51 y en la llegada 3:51:20, lo que da una media de 5:29 min/km ¡Clavado!

Las sensaciones fueron siempre buenas. El único pequeño problema fue muscular, y es que el viaje y la visita turística el mismo de la carrera pasaron factura. Desde el transito por el medio maratón me noté las piernas bastante cargadas y en los últimos cinco kilómetros el cuadriceps derecho y el aductor de la izquierda dieron un par de avisos. De nauseas y mal cuerpo no hubo noticias.

El inconveniente de acabar de correr más allá de la 1:00AM es que entre que llegué al hotel, me duché, estiré un poco y cené me dieron las 3:00AM. Luego la mezcla del subidón que uno siente cada vez que acaba un maratón, el cansancio y la Coca Cola (me bebí cerca de un litro), provocó que no pegara ojo en toda la noche. Si a esto unimos el viaje en coche de vuelta a Madrid el resultado es que el lunes estaba que no me tenía. Hasta el miércoles no me volví a calzar las zapatillas y hasta el viernes no tuve la mente despejada ni el ánimo para poder escribir la crónica que aquí termina.

Eskerrik asko y laster arte.


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lunes, 25 de octubre de 2010

Colas en el Guggenheim


Finalmente la noche del sábado al domingo participé en la II Bilbao Night Marathon. Como todo no va a ser hacer deporte, aproveché para visitar el famoso Museo Guggenheim junto a cuya fachada estaba ubicada la salida/meta de la carrera. La prueba de esta visita “cultural” la tenéis en la imagen. Mirando a la cámara, aplico a rajatabla una de las variantes de la máxima del inolvidable Sr Miyagi: “Guardar cola para sacar cola”.

He intentando ponerme a escribir las vivencias del maratón pero todavía estoy muy cansado y no tengo la cabeza fresca. Espero tener una historieta que hacer pública a finales de esta semana.

Hasta entonces os dejo con la foto.

Gabon.

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martes, 19 de octubre de 2010

Camí de Cavalls (12): Cap d'Artrutx - Cala en Turqueta

Proyectando mi sombra en el Camí de Cavalls
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- Longitud: 13.300 metros
- Tiempo estimado recorrido a pie con parada en puntos interesantes: 5 horas
- Dificultad: Media
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I. La aventura: de Cap d’Artrutx a Cala en Turqueta

Antes de entrar en materia, tengo que hacer dos puntualizaciones. La primera es que esta vez no inicié la etapa en el propio Cap D’Artrutx. La razón es que entre el punto en teoría de inicio y hasta llegar a Son Xoriguer, el recorrido es urbano y atraviesa los núcleos turísticos de Cala en Bosc y del propio Son Xoriguer. Como esa parte la conozco sobradamente y no tiene ningún atractivo especial, decidí comenzar directamente en la playa de Son Xoriguer (de la parte aquí omitida tenéis cumplida referencia en la entrada correspondiente al itinerario 11)

La segunda puntualización es que la aventura fue de ida y vuelta. Es decir, fui de Son Xoriguer a Cala en Turqueta y volví. Si la distancia aproximada entre los dos puntos viene a ser de unos nueve mil metros, la aventura total constaría de unos dieciocho mil, aunque con las veces que me confundí de ruta no me equivocaré mucho si afirmo que debí andar más cerca de los veinte kilómetros que de los dieciocho.

El perfil de este tramo es prácticamente plano y de costa fundamentalmente baja. Existen amplias zonas de roquedales litorales, sobre todo en el intervalo comprendido entre el comienzo y Son Saura, en el que aparecen de vez en cuando algunas depresiones de pequeñas calas que jalonan el recorrido.


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II. Los prolegómenos.

La idea era comenzar prontito, así estaría de vuelta con la familia a buena hora para ir a la playa, evitaría el posible calor y tendría un amanecer junto al mar para mí sólo mientras disfrutaba practicando el deporte que más gusta. ¿Alguien da más? Total que alrededor de las 7:15 A.M. ya estaba en la playa de Son Xoriguer vestido de romano con la mochila a la espalda.

El día comenzaba a amanecer fresco, pelín ventoso y nublado. Las condiciones parecían fenomenales para correr salvo por un aspecto un tanto incómodo: el sol se levantaba justo delante de mis narices, y aun con la gafas de sol resultaba molesto llevar la vista al frente.

A priori me surgían dos interrogantes. El primero era como me iba a adaptar a este tipo de carrera. Era un novato casi total en esto de hacer el cabra por senderos en plena naturaleza. Mi única experiencia databa de un año antes cuando participé en un par carreras por tierras segovianas que, en cualquier caso, transcurrieron por caminos bastante sencillos. La segunda duda tenía su origen en las zapatillas. Cuando partí de Madrid mi idea era correr por asfalto, así es que sólo puse en mi maleta unas Asics Cumulus. O mucho me equivocaba o ese no era un calzado adecuado para la aventura que iba a emprender. Esto tenía otra derivada y es que, si se confirmaba, la sesamoiditis que me acompañaba desde hacia seis meses y que había ido desapareciendo en los últimos tiempos podía volver a revitalizarse.


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III. Hasta Son Saura, unos 4.900 metros

A los pocos metros de salir de Son Xoriguer ya tenía las respuestas a las dos cuestiones que me planteaba en el párrafo anterior. Me iba a costar Dios y ayuda adaptarme al terreno y, evidentemente, el calzado no era ni de lejos el más recomendable para esta aventura.

La verdad es que fue un poco de mala suerte, porque posiblemente los primeros kilómetros de esta etapa fueran los peores de todo el recorrido. Si hubiera elegido realizar la carrera en sentido contrario hubiera tenido un tiempo de aclimatación, pero de este modo estaba metido en harina cuando apenas había recorrido unos cientos de metros.

En este primer tramo el terreno era muy pedregoso y descarnado y para un neófito en estas lides se hacía muy complicado no sólo correr sino mantener el equilibrio. Las piedras se clavaban en las plantas de los pies, los tobillos se quejaban en cada pisada pues ninguna era sobre terreno totalmente plano y me sentía totalmente agarrotado. Mi principal objetivo era no dejarme los piños en la siguiente zancada. Hasta que no había pasado más de un cuarto de hora no pude comenzar a disfrutar de las vistas que quedaban a mi derecha. El Camí de Cavalls transitaba muy cerca del borde de la costa que se levanta como una larga terraza sobre el mar abierto.

La vegetación en esta zona estaba compuesta en primera línea por plantas resistentes a la salinidad como el hinojo marino, la sosa jabonera o el puerro silvestre, además de algunos arbustos (socarrells). En el recorrido se pasaba junto a las pequeñas calas de Parejals y Son Vells y a la cueva des Pardals (pájaros en castellano). En las calas había depositadas grandes cantidades de algas y en sus cercanías abundaban plantas bajas de una amplia gama de verdes. En cuanto a la cueva des Pardals y por si alguien tiene curiosidad o es amante de la espeleología de andar por casa, decir que el acceso a la caverna se hacía a través de una escalinata esculpida en la piedra. Ya abajo, la cueva era una gruta natural abierta al mar mediterráneo, con unos cinco metros de longitud por cuatro de ancho y reconvertida hace tiempo en embarcadero.

A pesar de que el itinerario del Camí de Cavalls estaba marcado con pequeños postes de madera, una vez me despisté inconscientemente y tomé una senda cercana y más sencilla. Se trataba de un camino de tierra flanqueado por una vegetación alta y tupida que, a cambio de perder de vista del mar y adentrarme un poco en el interior, me permitió relajarme durante unos quinientos metros. Enseguida volvió a desembocar en el trazado original.

La llegada a Son Saura marcó un punto de inflexión. Había recorrido más de la mitad del camino que me separaba de Cala en Turqueta y aunque comenzaba a notar doloridos los tobillos y las plantas de los pies, más o menos había cogido el tranquillo al terreno. Había tenido alguna pequeña torcedura y un par de buenos tropezones, pero los había resuelto dignamente.


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IV. De Son Saura a Es Talaier, unos 1.600 metros.

Son Saura es una de las playas que podrían considerarse vírgenes y, de las no urbanizadas, es de las más espaciosas. Su blanca arena y su agua turquesa están bordeadas de verdes pinares.

En realidad el conjunto conocido como Son Saura, son dos playas diferenciadas. La playa des Banyuls está orientada hacia la oeste y es la primera que se alcanza viniendo desde Son Xoriguer. Con una longitud de doscientos metros y una anchura de cuarenta, en su pinar es habitual ver familias locales que buscan la sombra mientras disfrutan de una buena comida. La playa de Bellavista separada de la anterior por las lloses des Governador, está orientada hacia el este. Es similar en anchura a la des Banyuls, pero notablemente más larga (310 m). Tras sus dunas está ubicada la zona húmeda del Prat de Bellavista, paraje que sirve de refugio a un gran número de aves acuáticas.

Acostumbrado a visitar Son Saura en las horas centrales del día, llegar allí poco después del amanecer y verla completamente vacía (solo un par de barcos fondeados a escasos metros de la playa), es un auténtico gustazo. Tanto fue así que me tomé un par de minutos para saborearlo y pegar un trago a la botellita de bebida isotónica que llevaba en la mochila.

Reemprendida la carrera, cruce la playa de Bellavista y volví a entrar en el terreno pedregoso y agreste del Cami de Cavalls. El tramo hasta la Cala Es Talaier es una especie de cabo, una lengua de tierra que primero se adentra en el mar para más tarde retraerse de nuevo hacia el interior. Su longitud aproximada debe rondar el kilómetro y medio y, al igual que ocurría hasta alcanzar Son Saura, no presenta grandes desniveles.

La llegada a Es Talaier es un poco complicada (un roquedal muy erosionado), de forma que en algunos sitios decidí andar en vez de correr para evitar algún trompazo o torcedura. Su arena y sus aguas son muy similares a las de Son Saura pero su tamaño es mucho menor (50m de largo por 25m de ancho) y se encuentra muy protegida. Ubicada entre Punta na Bruna y Punta des Pinar, es una cala natural accesible solo a pie por el Camí de Cavalls. Recibe su nombre de Talaier (vigilante) por la torre cilíndrica de unos seis metros de altura situada sobre la colina a sólo tres hectómetros del mar, en la parte oriental de esta cala.

Tampoco había a esas horas ningún bañista, aunque si un pequeño rebaño de cabras que observaron mi paso con expresión de estupefacción en sus caras.


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V. Hasta Cala en Turqueta, 2.500 metros más menos

El tramo desde Es Talaier hasta Cala en Turqueta es posiblemente el más sencillo de los tres en que he dividido el trayecto en lo que a la superficie del terreno se refiere. En él, las sendas tienen en general más parte de tierra y menos de piedras. Además, en la ida me volví a salir del propio Camí de Cavalls y acabé en otro vía más asequible aunque más larga que discurría pegada a una pared de piedra y que se adentraba en el interior de la isla. Aquí las plantas de primera línea dejaban paso a la vegetación de monte bajo (brezal y romero) que compartía terreno con pinos, sabinas y creo que algún acebuche. Ya empezaba a preguntarme si me habría perdido, cuando volví a avistar los postecillos de madera que marcan el trayecto original.

Si bien la superficie es la más sencilla a la hora de poder pisar, también hay que decir que estos últimos kilómetros son también los que presentan un mayor desnivel. Desde Es Talaier da inicio una subida pronunciada que se mantiene hasta alcanzar la cima de la montaña, desde donde un descenso sinuoso entre un bosque de pinos conduce a Cala en Turqueta.

Esta cala es una de las más famosas de Menorca y posiblemente de las más bellas. Sus aguas turquesas a las que supongo deberá su nombre, y el entorno de vegetación frondosa que casi se zambulle en el mar es espectacular. Disfrutarla para uno sólo es una verdadera gozada. Bueno, lo de sólo no es del todo cierto, pues allí ya había una pareja que se estaba desperezando después de salir de los sacos donde habían pasado la noche. Me tome unos diez minutillos para disfrutar de esta maravilla natural, oxigenar un poco las ya machacadas piernas y darle matarile a la botella de bebida isotónica antes de comenzar el regreso hacia Son Xoriguer.

La vuelta fue más sencilla y más rápida. Noté que ya había cogido cierta soltura y experiencia, aunque esto no me libró de un par de pequeñas torceduras y un tropezón en el que no me dejé morros de puritito milagro. También notaba que el dolor en la zona de los tobillos y en la planta de los pies iba cada vez en aumento. ¡Miedo me estaba dando cuando los músculos se enfriaran!


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VI. Conclusión

Al final fueron 2h 25 min de carrera, de disfrutar como un enano los paisajes menorquines, de sus caminos, de sus playas, del azul de su mar, de los distintos verdes de su vegetación…

En lo que a mi físico se refiere, el dolor de la planta de los pies desapareció rápidamente, pero el de los tobillos me duró cuatro o cinco días. La próxima vez tendré en cuenta que si quiero darme un garbeo por lares de este tipo es necesario otro tipo de calzado.

También llegué a la conclusión de que para estas aventuras me vendría bien adquirir un Garmin de esos que te dice la distancia recorrida, la altimetría del recorrido, la ruta seguida etc. A lo mejor, si me porto bien, este año los Reyes Magos se acuerdan de mí.

Sed felices.







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miércoles, 13 de octubre de 2010

The Killer Chestnuts (Castañas asesinas)


Ayer, aprovechando el día festivo ese en el que sacan a pasear los tanques por la Castellana, se silba al Presidente del Gobierno y el foco de atención es el modelito que vista Doña Letizia con z (o la Leti para los amigos), fui a correr al Parque del Retiro a primera hora. Iba yo despreocupado, oyendo a Radio Futura en el MP3 e intentando soltar un poco las piernas después del medio maratón del domingo, cuando de repente me vi sorprendido por un ataque premeditado y masivo contra mi persona. Decenas de castañas asesinas comenzaron a desprenderse de los árboles a mi paso con aviesas intenciones.

Aceleré entonces mi ritmo y comencé a esquivar los proyectiles castañiles con prodigiosos giros de cintura, volteretas y saltos. Conseguí alcanzar la zona del Lago, despejada de árboles, con un único impacto recibido en mi brazo izquierdo que no requirió asistencia médica.

Os cuento todo esto no para alarmaros, sino simplemente para que si corréis habitualmente por este pulmón verde madrileño estéis alerta ante posibles castañazos. Estos frutos tienen un común modus operandi. Durante los meses de verano se van desarrollando y creciendo, se recubren de una funda verde con pinchos y, llegadas estas fechas, se preparan para hacer la puñeta. Al paso de los corredores se desprenden hábilmente de las ramas con el objetivo de impactar contra sus cuerpos. Cumplida esta primera función aun les queda una segunda oportunidad de fastidiar: en el golpe, bien contra el cuerpo de algún transeúnte o bien contra el suelo, se desprenden de su funda de pinchos y quedan camufladas entre las hojas caídas esperando que alguien las pise y pueda perder el equilibrio o dañarse alguna articulación.

Todavía recuerdo cuando el año pasado por estas mismas fechas, un corredor que me precedía sufrió el impacto de uno de estos proyectiles en su cabeza. Excuso deciros como escupía exabruptos por su boca mientras se frotaba la zona dañada con claros gestos de dolor.

Como muestra del tamaño de las castañas asesinas, os dejo la foto que acompaña esta entrada. A lo mejor no se aprecia muy bien, pero os aseguro que son talla XXL, que pesan lo suyo y que tienen muy pero que muy mala leche. Lo dicho. El que avisa no es traidor.

Como decía el Capitán Furillo en una serie famosa de los ochenta: “Tengan cuidado ahí afuera”.

Nota: Lo de decenas de castañas atacándome es una exageración literaria. Lo del corredor que el año pasado le cayó uno de estos frutos en la cabeza es totalmente cierto.

Saludos

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domingo, 10 de octubre de 2010

II Medio Maratón de Leganés


10.10.10 a las 10 A.M. Estas eran la fecha y la hora en la que estaba anunciado el inicio del II Medio Maratón de Leganés. Todo parecía apuntar a una carrera de 10, pero las previsiones lamentablemente no se cumplieron. De hecho, al final ni siquiera empezó a las 10, sino un cuarto de hora más tarde.

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I. La previa

Tras el sábado lluvioso que habíamos vivido en Madrid, la mañana dominical en Leganés amanece nublada y con muchísima niebla. No me hubiera extrañado si en lugar de ser los policías municipales quienes empiezan a cortar las calles aledañas a la zona de salida y meta, hubieran sido los famosos bobbies londinenses los que colocaran las vallas.

A pesar de tratarse de la segunda edición de esta prueba, todo parece totalmente diferente a la primera. Para empezar aquella se disputó en junio y ésta tiene lugar en octubre. Por lo que he podido comprobar en la página web de la organización, el recorrido es totalmente distinto: si en el 2009 transitaba por el barrio de Zarzaquemada, este año le toca el turno al de San Nicasio. También la altimetría hace suponer que el perfil será más exigente que el de la primera edición. A priori la única semejanza es que se disputa junto con una prueba de diez kilómetros; el año pasado la Carrera de San Juan, este la de San Nicasio.

Al llegar a la zona de recogida de dorsales y chips encuentro el segundo parecido con la primera edición: los problemas y esperas para recogerlos. Existen tres mesas en las que se distribuyen equitativamente los dorsales, pero el inconveniente es que están tan arrinconadas que los corredores nos vemos obligados a guardar una sola fila. El resultado es una espera de cerca de veinte minutos para obtener el dorsal. Cuando me doy la vuelta una vez cumplido el trámite, observo que la fila ha crecido de forma importante. Tengo la sensación de que hoy empezamos con retraso.

Como aún quedan cuarenta y cinco minutos para la hora de comienzo prevista, decido no quedarme a ver las carreras de los más jóvenes cuya disputa está programada previamente a la del medio maratón, y opto por irme al coche para resguardarme del fresquito húmedo y seguir por la radio la retransmisión de los de Grandes Premios de Motociclismo y Formula 1.

Un rato más tarde, con Elías proclamado ya como Campeón del Mundo de Moto 2 y con Alonso tercero por detrás de los Red Bull, abandono el coche vestido de romano en dirección a la salida.


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II. La salida y los primeros kilómetros

Llego a la zona de salida cuando restan apenas cinco minutos para las diez. La niebla ha levantado y el sol está ganando la batalla a las nubes. Parece que la mañana, aunque con un poco de humedad, será buena para correr.

La fila de entrega de dorsales y chips parece haber desaparecido a tiempo, pero las competiciones previas están todavía disputándose. Entre que acaban los unos y nos situamos en posición los otros, el disparo que anuncia la salida no suena hasta pasadas las 10:15h.

Las primeras calles no absorben a la cantidad de corredores que nos hemos dado cita. Para alguien que como yo haya decidido colocarse en el segundo tercio de la masa de participantes, es casi imposible correr. Algunos de los conos que delimitan el espacio que nos han reservado, son engullidos por el pelotón y pateados entre los corredores con el riesgo que ello implica.

A partir del primer kilómetro entramos en una zona peatonal, cruzando el patio de la Universidad Carlos III, y siguiendo por la C/ Juan Muñoz y el Bulevar San Nicasio. La cosa se complica aun más: no cabemos, mucha gente se dedica a adelantar en zig-zag sin ningún tipo de precaución y los bolardos, bancos, bordillos y demás mobiliario urbano son una auténtica bomba de relojería, más aún cuando metido entre tanta gente nos los ves hasta el último momento. Visto el percal decido echarme a un lado y bajar el ritmo esperando que escampe.

Tras la zona peatonal vienen unos seiscientos metros de acera pura y dura con su cruce de calle por el paso de peatones incluido como si fuéramos una horda de viandantes con prisa. Ya en el kilómetro tres y pico entramos en el carril bici y en una zona de descenso que se alargará, salvo un pequeño tramo de subida, hasta unos hectómetros más allá del kilómetro cinco. En el carril bici no cabemos pero quieras que no se va más tranquilo ante la desaparición de los “obstáculos” urbanos (a excepción de un cruce de peatones con su semáforo y sus bolardos correspondientes).

Los siguientes mil trescientos metros transcurren por el Parque del Arroyo Butarque donde se alternan las subidas, las bajadas y los tramos llanos. También conviven las partes asfaltadas, con las de piso de madera, las de tierra y, dadas las lluvias del día anterior, también de barro. Algún giro de 180º grados sirve para romper el ritmo. Es sin duda alguna la parte más bonita del recorrido.


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III. El resto de la primera vuelta y la segunda.

A la salida del Parque Arroyo Butarque somos devueltos de nuevo al carril bici (km 6,5 aprox). Una fuerte subida de unos mil metros, una bajada de quinientos y otra nueva cuesta arriba de kilómetro y medio (del km 8 al 9,5) empiezan a colocar a cada uno en un sitio y a estirar la carrera. Los últimos metros hasta completar la primera vuelta transcurren por las calles del barrio Quinto Centenario.

Al paso por meta, son muchos los que optan por la carrera corta. Los que hemos decidido completar el medio maratón nos vemos privados del avituallamiento del punto kilométrico número diez. Incomprensiblemente el puesto con líquidos al que se refiere el reglamento está situado fuera del recorrido y sólo tienen acceso a él los que han elegido dar sólo una vuelta. A mí practicamente no me ha afectado, pero a alguien que no hubiera tomado agua en el primer avituallamiento o a aquellos que ocuparan las últimas posiciones, puede haberles fastidiado bastante.

La segunda vuelta es idéntica en recorrido a la primera pero se lleva mucho mejor. Uno ya sabe lo que se va a encontrar y donde y, sobre todo, el número de participantes es menor y se corre mucho más a gusto. Eso si, la última cuesta se convierte ahora en un verdadero calvario camino del cementario (no es figurado, es que la cuesta acaba fisicamente junto al cementerio pepinero).

Tras cruzar la meta, agua o refresco, camiseta y tres piezas de fruta. Y cada uno a su casa y Dios a la de todos, o algo así suele decir mi abuela.


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IV. Valoración

Sin duda alguna y aun a riesgo de que me corran a gorrazos cuando pase por las calles leganenses, el II Medio Maratón de Leganés ha sido una de las carreras más flojitas que he corrido en los últimos años. Se ha repetido el fallo en la entrega de dorsales que ya se produjo el año pasado, lo que ha causado grandes esperas. La mayor parte del recorrido en la primera vuelta se ha demostrado insuficiente para absorber al número de participantes. Para más inri, se ha transitado por zonas con gran peligro para la integridad física de los corredores, teniendo estos que estar muy pendientes de detectar a tiempo y esquivar todos los obstáculos del camino (bolardos, bordillos, conos, bancos, fuentes, árboles, baches…).

La ausencia de avituallamiento en el kilómetro diez para los que hemos elegido correr el medio maratón, es un error considerable y que afecta además de forma más importante a los que iban con menos fuerzas o más necesitados. Según se comentaba entre los llegados a meta, los "aparatejos" que portaban muchos de ellos han dado una distancia final de alrededor de 21.800 metros, lejos de los 21.097 metros que se supone debe tener un medio maratón.

Visto lo visto, lo que no acabo de entender es que está prueba haya sido elegida por la Federación Madrileña de Ateletismo (FAM) como el Campeonato Madrileño de Medio Maratón. Incomprensible a todas luces.

Siento ser tan crítico pues estoy seguro de que los organizadores han puesto toda su ilusión y trabajo para que el evento fuera un éxito, pero creo que deben mejorar muchos aspectos si quieren conseguir una carrera que se haga definitivamente con un hueco en el calendario mediomaratoniano madrileño.

Como aspecto positivo destacar que, según reza el reglamento, los beneficios de las carreras celebradas serán donados a la ONG Save The Children y a la Fundación Benéfica Gomaespuma a partes iguales.

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V. Mi carrera

Con Leganés completo mi Hat Trick particular en la distancia después de participar en Babilafuente y Talavera de la Reina los fines de semana inmediatamente anteriores. En general me he encontrado bien y, si no hubiera sido porque en la primera vuelta he decido bajar el ritmo para evitar problemas, hubiera podido acabar por debajo de los cien minutos sin machacarme en exceso. Así, el primer giro lo he completado en 0:52:29 y el segundo en 0:47:54 para un total de 1:40:23 (4:45 min/km).

Ahora tengo que decidirme, pero seguramente el fin de semana que viene no correré con dorsal y dentro de quince días estaré en la salida del Maratón Nocturno de Bilbao. Espero que todo vaya bien y las expectativas se cumplan.

Nota: Jose, muchas gracias por tus palabras antes de la carrera. La principal razón de este blog es pasarlo bien contando mis experiencias y mis vivencias en esto del correr. Si además esto sirve a alguien para conocer nuevas carreras o simplemente para pasar un rato, mi satisfacción es doble y me sirve de acicate para seguir haciéndolo.

Un saludo a todos.

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lunes, 4 de octubre de 2010

XXIV Medio Maratón Ciudad de Talavera


ONCE AÑOS Y VENTIUN DIAS MÁS...

Corría el mes de septiembre de 1999 cuando disputé mi cuarto medio maratón. Fue en tierras toledanas, concretamente en la localidad de Talavera de la Reina. Ayer con once años y veintiún días más en mi osamenta y con setenta y un medios maratones más en mis piernas, volví al lugar de los hechos para reverdecer viejos laureles.

Mis recuerdos de aquel medio maratón eran vagos. Trazado urbano, totalmente llano y con algunos giros de 180º eran los principales retazos que quedaban en mi cabeza de aquella aventura. Pues bien, tras participar en el XXIV Medio Maratón Ciudad de Talavera puedo dar fe de que mi memoria no fallaba y de que muy pocas cosas han cambiado en este largo lapso de tiempo.

El recorrido, igual que entonces, consistió en dar dos vueltas a un circuito. Creo que aunque el de ayer difería en varios tramos con el que recordaba de aquel lejano 1999, en esencia era prácticamente el mismo. Calles no precisamente céntricas y que atravesaban zonas residenciales. Vías amplias con la calzada dividida por medianas, en las que se iba en uno de los sentidos a un lado de la divisoria y se volvía en el otro. Trazado totalmente llano, sin una mísera cuestecita que echarse a las piernas, como si lo hubieran hecho con un nivel eliminando a conciencia cualquier pendiente por mínima que fuera.

La novedad principal fue que en este tiempo al medio maratón le ha nacido una hermanita, una carrera de diez kilómetros que este año alcanzaba su segunda edición. La salida de las dos pruebas tuvo lugar al mismo tiempo y ambas compartieron circuito, siendo éste de una vuelta para los "diezmileros" y de dos para los "mediomaratonianos". La coincidencia de ambas carreras dio un mayor ambiente al evento y permitió aumentar la participación respecto a la que había cuando únicamente se llevaba a cabo la competición sobre los 21.097 metros. Según las clasificaciones finales, 433 fueron los participantes que llegaron a meta, 194 en la prueba corta y 239 en la larga.

La organización fue correcta y cumplió con lo que suele pedirse a una celebración de este tipo: entrega ágil de chip y dorsal, cronometraje mediante sistema chip aunque sin alfombrilla lectora en la salida, avituallamientos suficientemente surtidos de agua cada cinco mil metros, puntos kilométricos convenientemente señalizados, voluntarios y policías indicando el camino a seguir en los puntos más confusos, publicación rápida de las clasificaciones en internet y bolsa del corredor bien surtida en la llegada (fruta, agua, camiseta, zumo, helado, cerveza y bolsita de quicos).

Aunque en líneas generales la carrera está bien y es recomendable, hay una par de aspectos que la afean. El primero es el gran número de giros de 180º. Creo que conté alrededor de diez en toda la carrera. Quien haya corrido un poco sabe que este tipo de curvas, además de ser incomodísimas, te rompen el ritmo.

El segundo punto y seguramente el más importante es el tema del tráfico. En muchas de las calles los corredores compartimos el asfalto con el tráfico rodado, participantes en un carril y vehículos en otro, solamente separados por unos conos a modo de única señalización. Sin embargo lo más peligroso fueron las rotondas y cruces. A pesar de estar controladas por policías, algunos conductores talaveranos no parecían estar muy por la labor de seguir las indicaciones de los agentes, discutiendo con ellos si hacía falta y saltándose a la torera en alguna ocasión las instrucciones recibidas. Así a la altura del kilómetro dieciocho tuve que parar porque un conductor metió el morro de su coche mientras discutía con el policía local en cuestión. Sin duda alguna fue lo peor de la carrera.

Avisar también de un último factor que aunque no tuvo la importancia de los dos señalados, si que jorobó y bastante en lo psicológico. Como he mencionado con anterioridad, existieron dos distancias para elegir, dándose una o dos vueltas a un circuito según se optara por los 10.000 metros o por los 21.097 metros. Pues bien, esta afirmación no es del todo correcta. No hace falta ser de ciencias para llegar a la determinación de que si en una vuelta se hacen diez kilómetros, en dos no se pueden hacer veintiuno sino veinte. Conclusión: en algún momento del segundo giro tenía que haber un alargue que completara la distancia. Y efectivamente, este momento ineludible llegó alrededor del kilómetro diecisiete, cuando al alcanzar una de las rotondas, en vez de seguir recto como habíamos hecho en la primer paso, te hacían girar a la derecha y recorrer un apéndice de ida y vuelta de aproximadamente un kilómetro. Lógico si, pero fastidioso si no se iba sobre aviso como fue mi caso.

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… Y CUATRO MINUTOS Y TREINTA Y NUEVE SEGUNDOS MENOS.

Ese es el tiempo en que ayer mejoré mi marca con respecto a la de mi anterior participación.

Después del Medio Maratón de Babilafuente de la semana pasada, la idea era moverme en una marca un poquito mejor que la de siete días atrás, pues el perfil parecía más sencillo que el de la carrera salmantina. Con esa intención salí, pero posiblemente llevado por el ritmo más vivo de los participantes en los diez kilómetros, tardé menos que en otras ocasiones en alcanzar la velocidad de crucero del los 4:40 o 4:30 min/km. Al comienzo de la segunda vuelta, viendo que me encontraba bastante entero, apreté un poquito más y en lo últimos kilómetros, con la motivación y esperanza de poder bajar de los noventa y cinco minutos, eché el resto.

Al final crucé la meta un poco tocadillo, marcando un crono neto por mi reloj de 1:34:53. Las sensaciones fueron buenas y tengo la impresión de que me acerqué bastante al tiempo que pudiera haber hecho si me hubiera exprimido a tope (¿quizás un minuto menos?). En cualquier caso es mi mejor marca en la distancia desde el II Medio Maratón de Azuqueca de Henares (similar en muchos aspectos al de Talavera de la Reina), celebrado en el mes de junio de hace dos años. Es más, es mi quinto mejor crono de todas mis participaciones en medios maratones. Para estar contento.

Ahora toca pensar en la próxima cita que, si todo va bien, será el próximo domingo. Queda sólo por decidir si será el Medio Maratón de Cantalejo o el de Leganés.

Saludos.

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