domingo, 28 de abril de 2013

Encifrado maratonianomadrileño 2013

Resultados provisonales del menda en el Rock'n Roll Madrid Maratón 2013
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sábado, 27 de abril de 2013

XXX Medio Maratón Popular de Medina del Campo

Al paso por la Plaza Mayor (www.conxip.com)
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Cuando uno va a correr un medio maratón a una población más o menos pequeña, normalmente sabe que se va a encontrar con una de las dos siguientes modalidades: la de "carretera y manta" o la de dos vueltas a un circuito. La primera suele consistir en salir de la localidad que da nombre a la prueba, seguir una o varias carreteras secundarias que te llevan hasta otro núcleo urbano situado a unos diez kilómetros del primero, tocar en la fachada de la iglesia o cruzar la plaza mayor y tomar el camino que te ha de devolver a la población de origen donde se sitúa la meta. La segunda modalidad, la de los dos giros, es más frecuente y supongo que trata de conseguir una prueba más urbana y un mayor apoyo del público.

A decir verdad, a priori no tengo preferencia por una de las dos alternativas sino que depende de cada carrera. Hay medios maratones de carretera y manta que discurren por paisajes atractivos y que resultan ser deliciosas, y hay medios maratones a dos vueltas que consiguen recorridos bastantes céntricos, de riqueza artística e histórica y con gran animación.

Hecha esta introducción, el XXX Medio Maratón Popular de Medina del Campo se encuadró en la categoría de prueba a dos vueltas y, dentro de ella, en la subcategoría de tirando a coñacillo. Lo digo porque el circuito que se estrenaba este año, quitando el tránsito por la Plaza Mayor de la Hispanidad, la C/ Padilla y el puente sobre el cauce del río Zapardiel, era muy poco atractivo y apenas atravesaba el centro de la ciudad. En su mayor parte recorría las afueras de Medina del Campo y un buen tramo de zonas de naves industriales y almacenes. Su perfil resultó ser bastante llevadero, pues aunque existieron no pocas cuestas ninguno presentó un importante desnivel.

La prueba acogió el campeonato autonómico de medio maratón y contó con una participación de algo más de quinientos corredores, la mayoría de ellos llegados de poblaciones cercanas de Valladolid, Ávila y Salamanca. Las condiciones meteorológicas fueron buenas porque aunque la mañana fue soleada, la temperatura no pasó de los diez grados. Además fue de agradecer que no hubiera viento ya que con lo abierto del trazado podía haber resultado muy incómodo. La organización fue correcta y la animación considerable y de agradecer en la zona céntrica e inexistente en el resto del circuíto. Mencionar por último que antes del inicio se guardó un minuto de silencio por las victimas del atentado en el maratón de Boston.


Por mi parte era el último fin de semana y por tanto la última carrera antes de afrontar el maratón de Madrid. La idea era refrendar las buenas sensaciones que había ido recuperando en los medios maratones previos para llegar animadete a la cita maratoniana. Con bajar sin apuros de los cien minutos me parecía que el objetivo estaría cumplido. Al final acabé en 1:37:45 y ocupé la plaza 297 de los 551 llegados a meta, en línea con lo esperado.

Y el XXX Medio Maratón Popular de Medina del Campo no dio más de sí. Ahora toca batirse el cobre en el Rock’n Roll Madrid Maratón, el tercer reto del 2013 sobre la distancia de Filípides. Veremos como resulta.

See you!

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viernes, 19 de abril de 2013

XXXV Medio Maratón Popular de Coslada

Entrando en meta (Foto: Organización)
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El pasado domingo se celebraban tres medios maratones en un radio de unos cuarenta kilómetros tomando como punto de referencia la Puerta del Sol madrileña. Valdemoro, Coslada y Azuqueca de Henares eran pruebas que ya había corrido en al menos una ocasión. Sabía que ninguna de ellas iba a ser muy atractiva, pero cualquiera serviría para hacer la tirada larga semanal. Finalmente me decanté por tomar parte en el XXXV Medio Maratón Popular de Coslada.

Como decía antes, ya tenía este cromo en el album. Fue en 2009 cuando participé por primera y, hasta hace unos días, última vez. En aquel año la carrera salía y terminaba junto al polideportivo La Vía. Se estrenaba un recorrido que consistía en dar una vuelta grande de unos dieciséis kilómetros y otra más corta de unos cinco, evitando el paso por zonas industriales. La dureza del perfil resultó ser muy considerable. La organización fue buena, la animación escasa, los participantes alrededor de seiscientos y el tiempo muy fresco y ventoso. Pues bien, a pesar de que en 2013 la forma ha cambiado, la esencia permanece.

La primera y principal variación respecto a la edición que yo había corrido fue el cambio en el trazado. Se volvía a estrenar nuevo recorrido, esta vez de dos vueltas prácticamente idénticas y homologado por la RFEA. ¿Qué suponía esto? ¿Fue un cambio a mejor? A decir verdad tuvo sus cosas buenas y sus cosas malas. Lo mejor es que el medio maratón finalizó en la pista de atletismo del polideportivo municipal de Valleaguado, lo cual siempre es de agradecer: gente en la gradas, césped para estirar después de la carrera, vestuarios, masajes… También se puede considerar bueno que el perfil se suavizara, aunque esto ya es más discutible y a mí personalmente me da igual. El lado negativo del cambio es que una buena parte de los 21.097 metros discurrió por la zona industrial cosladeña, lo que os podéis imaginar que no fue muy atractivo ni motivante.

La segunda diferencia con respecto a 2009 no fue achacable a la organización sino a la madre naturaleza. Y es que el día salió templadito tirando a caluroso. ¡Por fin había llegado la primavera! Yo agradecí que la temperatura superara los 20º C a mitad del día, pero más de uno sufrió los rigores de lo que para muchos es un excesivo calor y lo pagó en carrera. Ya se sabe que en esto del calor o el frío, como bien dice el saber popular, “para gustos, los colores” ¿O era “para bustos, los calores”? Bueno da igual. Creo que me habéis entendido. Y por lo demás, muy parecido. Animación escasa tirando a nula salvo en la zona de meta, participación de alrededor de quinientos corredores y organización muy correcta. Respecto a este último punto y por concretar un poco, el precio me pareció bueno, la entrega de dorsales y chips rápida, la atención en carrera correcta (avituallamientos y cortes de tráfico) y el avituallamiento en meta "cojunuo" (¡esa rebanadita de pan con aceite!). No usé el resto de los servicios disponibles pero se daba la posibilidad de utilizar las instalaciones del polideportivo y disfrutar de un masaje recuperador al término de la prueba.

En resumen, que a pesar de los cambios el medio maratón de Coslada mantiene su esencia. Exigente, poco atractiva y bien organizada, es una carrera para ultimar la puesta a punto de aquellos que van a afrontar el maratón de Madrid.

¿Y yo? Bien gracias. Con las piernas un poco tocadas desde la palicilla del domingo anterior en Cebreros, decidí que para ponerle algo de salsa a la mañana iba a exigirme un poco a ver como respondía. La cosa fue bien de respiración pero jorobado de piernas, completando el medio maratón en 1:36:58, un tiempo bastante bueno para que lo que vengo consiguiendo en estos últimos meses.

Y ya está. No hay más que contar. Ahora, si todo va bien, a echar la mañana en Medina del Campo el próximo domingo y a afrontar el tercer maratón del 2013 una semana más tarde.

Venga, a seguir bien.


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sábado, 13 de abril de 2013

XI Cross Alpino Cebrereño

Descenso complicadillo allá por el kilómetro 14 (Photo by Arganz)
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Mi intención este año es disputar una cantidad de pruebas de montaña y trail superior a temporadas anteriores. Respecto a la segunda modalidad, estos meses atrás he conseguido no alejarme completamente de ella con mi participación en los celebrados en Alalpardo y Cobeña. Sin embargo la montaña no la había vuelto a visitar desde el maratón que tuvo lugar en San Lorenzo de El Escorial a finales de octubre del año pasado. Era ya hora de volver y el XI Cross Alpino Cebrereño se presentaba como una ocasión pintiparada.

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1. El before del cross

Por hablar un poco de todo diré que estoy hasta las pelotas del frío. Yo funciono mejor con calorcito, pero está visto que el invierno este año se ha hecho fuerte y no hay forma de que se pire de una puñetera vez. Camino de Cebreros iba mirando de vez en cuando el termómetro del coche y veía con resignación creciente que aquello no pasaba de 2ºC ni por equivocación. Con esa temperatura y corriendo por el monte, me daba la sensación de que iba a pasar, cuanto menos, “fresquito”. Menos mal que al llegar a localidad que vio nacer a Adolfo Suárez y bajar del coche, comprobé que la cosa no estaba tan mal. No había ni gota de viento y según avanzaba la mañana la cosa iba templando. Ni tan mal.

Según rezaba el reglamento, el dorsal se recogía en la biblioteca municipal. La verdad es que no me fijé pero ahora que lo pienso no recuerdo haber visto allí ningún libro. Quizás los bollos ofrecidos muy gentilmente por la organización para hacer más llevadera la espera en la fila desviaron mi atención y fueron la causa de que no me percatara de la presencia de textos. De lo que si me dí cuenta fue de que había mucho “makinorri”. Se adivinaba que la prueba iba a tener participantes con buen nivel. Estas cosas tensan un poco porque, como me ocurre siempre que me enfrento a una carrera que no conozco, me surgió la eterna duda: ¿no me habré metido en algún embolao? Hombre, por la distancia a recorrer y los tiempos del año pasado yo entendía que no, pero siempre queda la pequeña incertidumbre.

A las 10:30 AM, hora prevista para la salida, todos los participantes estábamos ya esperando en la plaza principal cebrereña. Previa lectura del código de barras que llevábamos impreso en nuestro dorsal, se dio una primera salida neutralizada que nos habría de conducir hasta la salida definitiva, ubicada a las afueras de la localidad a unos cuatrocientos metros de distancia. La verdad es que no entendí muy bien la razón de ser de esta acción pero supongo que tendría su explicación.

Con Yonhey en la previa a la salida (www.yonhey.blogspot.com)
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 2. Los feet en el river
  
El cross de Cebreros es muy variado y quizás por ello es difícil de describir. La zona por la que discurre no presenta grandes desniveles, sin embargo los organizadores se las han arreglado para lograr un trazado duro, de constantes subidas y bajadas, en el que destacan tres buenas cuestas (sobre todo dos de ellas) que te hacen echar pie a tierra. Los tiempos de los ganadores en relación con la distancia recorrida pueden hacer pensar en una carrera rápida, pero los estrechos senderos, las piedras sueltas que pueblan sobre todo los descensos y que amenazan la salud de los tobillos, las grandes rocas de superficie lisa y resbaladiza que salpican algunos tramos o los múltiples cruces sobre corrientes de agua ponen a la “clase media” en su sitio y, seguramente, en más de un aprieto.
 
Los primeros seis mil metros, con continuos parribaspabajos, presentaban tendencia a la subida. Salvo algún pequeño tramo de pista, todo era por senderos estrechos en los que se iba en fila de a uno y se adelantaba aprovechando cualquier pequeño ensanchamiento. Todavía en las faldas de la montaña, el paisaje era bastante abierto, con encinas (creo recordar), pinos y algunos cultivos de vides. La mayor dificultad era el cruce de un arroyo que bajaba con bastante agua. Si no querías vadearlo, la alternativa era salvarlo pisando de piedra en piedra lo que originó una “pequeña lista de espera” para cruzarlo. Cuando llegó mi turno dudé en un apoyo y, la chica que iba pegada detrás de mí, me tocó en la espalda desequilibrándome. El resultado fue que acabé con los dos pies metidos en el agua hasta la altura de los tobillos. Si hubiera llevado unas Salomon no hubiera pasado nada pero ¡ay, pobre de mí! las Trabuco absorbieron el liquido elemento como si fueran esponjas más que zapatillas. Tras unos cientos de metros haciendo chof-chof, la cosa mejoró aunque evidentemente llevé las peanas mojadas y frías el resto de la prueba. Gajes del oficio.
 
Cerca del kilómetro seis comenzaba la primera cuesta seria. Entre pinos, aquello se empinaba y tocaba sustituir el correr por al andar. Eran solo cerca de ochocientos metros pero se superaba un desnivel de 130 metros, todo ello según mi amigo Endomondo (Endo para los colegas). Luego un descenso por un sendero estrecho con algunas complicaciones pero muy divertido: saltos, zigzags, tramos de correr agachado para no dejarte los dientes con la rama de algún árbol, grandes bloques de piedra de superficie pulida,… No convenía cebarse en demasía porque pronto llegaría la siguiente dificultad.
 
La nueva exigencia a superar era una dura subida, otra vez entre un bosque de pinos, que comenzaba alrededor del punto kilométrico 8,400 y se extendía durante casi dos mil metros. Buena parte de ella había que hacerla andando, doblando el tronco hacia delante y, en mi caso, apoyando las manos sobre las rodillas en cada paso. Era curioso porque mientras ascendías se oía a lo lejos un grupo de gente animando de forma intermitente (cuando a su altura llegaba algún participante). Sus gritos, bubucelas y utensilios metálicos se iban haciendo cada vez más cercanos pero parecía que nunca fueras a alcanzar el lugar donde se encontraban. Superados los bulliciosos animadores, aun quedaba un poquito de subida aunque algo más llevadera.

Recorrido. Extraido de www.padreydeportista.blogspot.com
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3. ...como me gusta la barbacue

El tramo de pista que sucedía al exigente ascenso resultó ser una verdadera delicia. Sin desniveles significativos, cruzaba un tupido pinar en el que reinaba el silencio y estaba techado por un cielo plomizo. Dio además de la casualidad que tanto los corredores que me precedían como los que iban detrás de mí, lo hacían a una distancia considerable, con lo que la sensación era casi como estar corriendo solo, como si fuera todo para mí. La verdad es que fue rato agradabilísimo.

No menos reconfortante fue la llegada al segundo avituallamiento. Ubicado en una zona de pradera, aquello era una delicatessen. Unos cuantos lugareños atendían una parrilla humeante en la que se hacían a fuego lento unos chorizos y pinchos morunos, los cuales eran puestos a disposición de los participantes en unas mesas en las que también podía encontrarse membrillo (buenísimo), vino, agua y bebida isotónica. Pasar por allí sin detenerse no era de recibo, así es que eché un par de minutos departiendo con los voluntarios y llenando el buche. ¡Que pereza volver a ponerse en marcha!

La zona más técnica del cross fue un descenso por un sendero estrecho cuya superficie era una alfombra de piedras sueltas y alguna otra de tamaño considerable bien sujeta. Comenzaba allá por el punto kilométrico 13,800 y tenía una longitud aproximada de mil metros. El paraje era precioso: una especie de cañon en el que el río se escuchaba allá abajo, a nuestra izquierda. Alguna vez el estrecho camino que seguíamos se asomaba peligrosamente al borde del “abismo”. De hecho en alguno de esos puntos se pudo ver la presencia de personas de Protección Civil preparados por lo que pudiera pasar. Como corriendo iba muy pendiente del suelo y no podía disfrutar de las vistas, decidí echarme a un lado para no molestar y detenerme durante un tiempo (¿fue un minuto?) a disfrutar del paisaje. Mereció la pena, os lo aseguro. La difícil bajada finalizaba al alcanzar el río y cruzarlo sobre un pequeño puente de madera.

Desde allí un pequeño ascenso seguido de un tramo llevadero que incluso tenía tendencia a bajar, preparaban las piernas para un último y duro ascenso de unos mil metros de longitud. De nuevo andando, esta vez había que prestar mucha atención pues se lidiaba con grandes rocas de granito que recordaban a la Pedriza y que tenían su puntillo de dificultad técnica. Con la llegada a la cima del que creo que se denomina Puerto de Arrebatacapas, un poco antes del punto kilométrico 17,500, comenzaba el descenso final de cerca de tres mil quinientos metros que habría de culminar con la entrada en meta. Hata alcanzar las cercanías de Cebreros la bajada se hacía por un sendero repleto de piedras sueltas que hacían crujir los tobillos. Yo iba con mis miedos habituales y me ví adelantado por unos cuantos corredores. La llegada a la meta en la plaza del ayuntamiento con unos últimos metros llenos de gente animando y aplaudiendo fue el idóneo punto final a una gran prueba.

Tras cruzar la línea de meta hubo que esperar alrededor de diez minutos hasta poder recoger la bolsa del corredor (camiseta, dulces, frutos secos y bebida). La razón es que se había hecho un sorteo de unas botellas de vino y unos bolis linterna entre los participantes y al entregarte la bolsa comprobaban si te había tocado algo. Recomiendo de cara a próximas citas que la hoja con los premiados sea expuesta en la llegada y que sena los corredores los que se busquen en ella.

Altimetría de la carrera
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4. Conclusión y end

Después del parón competitivo a causa de la Passion Week, la vuelta a las carreras y sobre todo a la montaña me ha cargado las pilas en cuanto a moral y ganas. Como hacía tiempo que no tenía contacto con este tipo de eventos no me esforcé al máximo e intenté disfrutar del cross. Y lo conseguí. Las sensaciones fueron muy buenas y disfruté lo que no está escrito. Lo único negativo ha sido el dolor de piernas que he arrastrado durante los días posteriores.

Por mi reloj empleé un tiempo de 2:16:49 en completar la carrera . Según la clasificación fui el 160 de los 292 que finalizaron con éxito el cross.

En resumen, el XI Cross Alpino Cebrereño fue una fenomenal y disfrutona carrera. Con un recorrido duro, variado y divertido, es corrible en unas cuatro quintas partes de su trazado (si subes bien) y permite ganar mucho tiempo en los descensos si sabes negociarlos y le echas un poquito de valor. Exigente si, con zonas de dificultad pero no excesivamente técnico. Estuvo muy bien organizado y contó con la implicación de gran parte de los cebrereños. Muy, muy recomendable.

Solo me queda la duda de la distancia, porque Endo se me paró subiendo el último puerto. Hablaban de 21 kilómetros, pero yo creo que eso es contando los cuatrocientos y pico de la neutralización inicial. Por lo leído en algunos foros y crónicas, me inclino porque la carrera estuviera más cerca de los 20.300 metros que de los 21.000. No la incluiré pues en el capítulo de medios de maratones.

Y eso es todo. En las próximas semanas toca asfaltear pero ya estoy pensando en el regreso a la montaña. Sed felices.

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