domingo, 30 de agosto de 2009

Valdilecha en la mochila


De nuevo equipado con el disfraz de Labordeta y siguiendo con el plan “Un país en la mochila” desplegado este verano, me he acercado a darme una carrerita dominical agosteña al madrileño pueblo de Valdilecha. Situado en el sureste de la Comunidad madrileña, a unos cuarenta kilómetros de la capital, esta localidad ha sido tradicionalmente una importante productora de aceites y vinos. Se asienta en un bonito valle, circunstancia que por un lado queda reflejado en la etimología de su nombre (Valle Escogido) y por otro condiciona el perfil de la carrera, como indicaré más adelante.

En Valdilecha se celebraba esta mañana la XXIV Carrera Popular Vuelta al Monte. A pesar de su elevado número de ediciones disputadas, yo no había oído nunca de su existencia hasta que hace apenas diez días me la encontré navegando por internet. En cualquier caso la información era escasa y únicamente mencionaba la distancia a recorrer, la hora de comienzo y su carácter gratuito. Quizá esta falta de datos y publicidad sirva para mantener el carácter del evento.

Se trata de una carrera de las que clasifico como "artesanales". Os cuento. Unos minutos más tarde de las 9:00 a.m. han sacado dos mesas, unas cuantas sillas y un equipo de megafonía del interior de un edificio marcado en su fachada como Escuela de Música. Allí se han sentado cuatro voluntarios y han esperado pacientemente a que llegara una quinta persona que traía con cierto retraso un taco de dorsales. Nos han inscrito gratuitamente a todos los que nos habíamos dado cita (poco más de cien personas calculo) y, con el dorsal ya colocado, nos hemos dirigido a la inexistente línea de salida. Al intentar dar la señal de comienzo, la pistola se ha encasquillado y, tras varios intentos, se ha desistido de este “avance tecnológico” recurriéndose al ancestral “preparados, listos ¡ya!”. Lo que os decía, artesanal…

El perfil de la prueba es exigente. La carrera comienza con una subida continuada de alrededor de tres kilómetros que sólo se suaviza en los últimos quinientos y que conduce desde el valle a una gran planicie de tierras de cultivo. Tras el primer avituallamiento líquido (hay un segundo allá por el kilómetro siete), siguen unos cinco mil metros de falsos llanos, con largas y tendidas subidas y bajadas, y donde el sol pega de lleno. Aproximadamente los últimos tres mil metros son de un descenso vertiginoso en el que lo mejor es alargar todo lo posible la zancada y no tratar de retener la marcha bajo la amenaza de sobrecargar los cuádriceps. En este último tramo, si se busca la cuneta, es posible realizar muchos metros a la sombra de la vegetación que se asoma a la carretera. Los once kilometros recorrido finalian al cruzar la inexistente línea de meta que coincide exactamente con la invisible línea de salida.


¿La bolsa del corredor? Una botella de agua y tres piezas de fruta. ¡Quien quiera camisetas y otros objetos inservibles que se vaya a las rebajas! Por mi perfecto. Yo soy de la idea de que si el quitar la bolsa del corredor implica que la carrera sea más barata o incluso que sea gratuita (como es el caso), pues mejor que mejor. ¿La clasificación de la carrera? Pues no lo sé. No me he fijado mucho pero no recuerdo haber visto a nadie apuntar los dorsales de los que llegábamos. Y chip no llevábamos… Algún sistema tendrían por lo menos para los primeros de cada categoría pues al parecer existían premios económicos para ellos.

Se me olvidaba apuntar que, a pesar de que el nombre de la carrera pueda llevar a otra conclusión, la prueba se disputa íntegramente por asfalto, más concretamente por carreteras comarcales no cortadas al tráfico. Como todo hay que decirlo, los escasos conductores con los que nos hemos cruzado han tenido un comportamiento muy cívico y comprensivo, bien parando sus coches en la cuneta bien ralentizando considerablemente su marcha.

En resumen, carrera exigente, con escaso número de participantes, gratuita y muy recomendable para las fechas en las que estamos. Desde mi punto de vista sería recomendable poder obtener una mayor información previa de la prueba (en internet no la había y contactar con el Ayuntamiento era, a tenor de los comentarios leídos en algún foro de atletismo, prácticamente imposible), así como que la salida y la meta se marcaran con una pancarta o que se publicara la clasificación completa de los participantes con sus tiempos.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

Acaba aquí un mes y medio de carreras diferentes, alejadas de las grandes ciudades, con un número de participantes muy reducido, pero con sus organizadores y con las poblaciones donde se celebran volcadas en que todo salga bien y en que el corredor quede contento y satisfecho. Ha sido un periodo ideal para descansar del tipo de pruebas que me temo volveré a encontrar a partir de septiembre. Después de la Vuelta al Monte viene la vuelta al cole, pero en cualquier caso ya tengo a Valdilecha en la mochila.

Saludos