domingo, 16 de agosto de 2009

Ya "semos" pareja de hecho


Sábado ocho de Agosto. Son las 19:40 horas aproximadamente. Desde el escenario situado junto a la fachada de la iglesia, una persona de la organización se dirige a los que vamos a participar en el acto dándonos algunas “instrucciones de uso”: hemos de circular en lo posible por la derecha de la carretera, debemos arrojar los vasos y resto de desperdicios al camino para que puedan ser recogidos al día siguiente, los integrantes de la pareja no han de separarse más diez metros,…

Entre las personas que casi llenan la plaza y que escuchan con atención las directrices, allí de pie, en primera fila, estamos Bruce y yo. Nuestros cuerpos esculturales están vestidos por unas ajustadas camisetas naranjas sin mangas y unos escasos pantalones de deporte negros que permiten apreciar todo nuestro depilado muslamen. El pelo canoso, más el suyo que el mío, los dorsales 30 en nuestro pecho, las bandas reflectantes de color verde fosforito y el frontal luminoso enrollado en el antebrazo completan un cuadro que bien podría considerarse una actualización de los Village People versión deportista. Si a todo esto le añadimos que casi cinco horas más tarde, después de ver la puesta de sol y de pasar juntos momentos únicos en lugares oscuros y solitarios buena parte de la noche, volveremos al mismo lugar con nuestras ropas pegadas al cuerpo, chorreando a partes iguales sudor y agua de lluvia, emocionados y cogidos de la mano, no serán poco los que pongan en duda nuestra masculinidad.

Pero ¿Qué ocurrió? ¿Participamos en un acto para reivindicar la homosexualidad? ¿Encabezamos la I Marcha por una República Independiente de Chueca? ¿Fuimos integrantes del cuerpo de baile que animó una de las carrozas de la Gay Parade del Día del Orgullo? Pues no señores, simplemente fuimos una de las treinta parejas de corredores que completaron con éxito la VI Maratón Nocturna de Valtiendas.

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Para alguien que esté acostumbrado a pruebas de montaña o a largas marchas por el campo, supongo que lo que cuente a continuación no le parecerá algo reseñable o fuera de lo común. Sin embargo para mí, un urbanita consumado que rara vez corre fuera de la gran ciudad, esta carrera ha sido algo diferente, algo especial, el contrapunto a los maratones que hasta ahora adornaban mis patas. La de Valtiendas es una maratón rural, nocturna, artesana, por parejas y con un grado épico que en esta edición aportaron el viento y sobre todo la fuerte lluvia que cayó a partir de los ochenta minutos de carrera.

RURAL

La carrera transita por la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, una de las áreas históricas en las que se organizaron las tierras castellanas al sur del Duero al repoblarse tras la expulsión de los musulmanes. Concretamente recorre el término municipal de Valtiendas, incluyendo los lugares de Pecharroman y Caserío de San José.

El trazado del maratón puede dividirse en dos partes. La primera, con una longitud aproximada de ocho kilómetros, une Valtiendas con la vecina localidad de Pecharroman. En cuanto a lo que el perfil se refiere es sin duda el tramo más duro de toda la carrera. Tras los primeros cuatrocientos metros llanos, se sube una larga y empinada pendiente que finaliza a las afueras de Valtiendas y desemboca en el primer tramo no asfaltado. Unos centenares de metros más adelante y aun por caminos de tierra y piedras, comienza un largo descenso, que termina al llegar a Pecharroman, desde donde, de nuevo por asfalto, se asciende hasta el lugar de la salida.

Otra dura cuesta de alrededor de setecientos metros sirve como enlace con la segunda parte carrera, un circuito de 16.400 metros en el que se visita el Caserío de San José y al que hay que dar dos vueltas. Sin cultivos y con apenas arboles, se trata de una llanura que se extiende más allá de donde la vista alcanza, totalmente desprotegida del viento y en el que los tramos de carreteras estrechas y secundarias (más bien terciarias) se alternan a partes casi iguales con caminos de tierra, irregulares, pedregosos y encharcados en la segunda vuelta. Por último, tras completar los dos giros, la dura subida que servía de transición entre las dos partes del recorrido se convierte ahora en un vertiginoso descenso hacia la línea de meta situada en la plaza de Valtiendas.

El correr por los caminos tiene su encanto, pero lo irregular del piso, las piedras sueltas, los charcos, la falta de luz y mi inexperiencia en este tipo de terreno, me hicieron ir con mucha tensión y no pisar con soltura. El resultado fue un machaque excesivo de las piernas que sobre todo he notado los días posteriores a la prueba.

NOCTURNO

Realmente más que nocturno es vespertino-nocturno, pero supongo que Maratón de Valtiendas Vespertino Nocturno por Parejas quedaba un poco largo.

La carrera comenzó a las 20:00 h, con lo que en las fechas en las que estamos tuvimos luz suficiente hasta aproximadamente una hora y media después. A partir de ahí el disco solar anaranjado, ya medio oculto por las nubes, fue desapareciendo por el horizonte. Se preveía que la luna llena diera cierta claridad a la noche, pero el cielo nublado nos sumió en la mayor de las oscuridades. Sólo el pequeño haz de luz que desprendía el frontal iluminaba escasamente el camino. Bueno, el frontal y los relámpagos que precedían en la mayoría de los casos a los ruidosos truenos.

Fue la primera vez que utilizaba una linterna sujeta a mi cabeza y colocada sobre mi frente (frontal es su nombre técnico) para correr. La experiencia fue muy divertida. Aunque al principio se hacía un poco extraño llevar ese añadido, enseguida me acostmbre a él y no me molesto en el tiempo que lo use. Lo peor fue que al tener que mirar continuamente hacia abajo para evitar tropezar y dar con mis huesos en el suelo, acabó por cargarme un poco las cervicales y los hombros.

Pero además de la visibilidad, o mejor dicho a la falta de visibilidad, el correr un maratón nocturno también influyó en mi disposición psicológica. En los maratones mañaneros, normalmente la noche anterior no suelo dormir muy bien y me despierto con muchos nervios. En este no ocurrió nada de eso. Salimos de Madrid a media mañana, comimos en Aranda de Duero, visitamos algunos pueblos de la región, llegamos a Valtiendas apenas una hora antes del comienzo de la carrera y… ¡no estuve nervioso en todo el día! De hecho me preocupó un poco la falta de tensión: no me hacía a la idea de que aquella tarde fuera a correr un maratón. Sólo cuando dieron la salida y oí los aplausos y los gritos de ánimo de la gente que allí se congregaba, sentí ese cosquilleo de las grandes ocasiones.


ARTESANO

Como dije ya en las recientes crónicas de los medios maratones de Jadraque y Burgo de Osma, estas carreras de reducido número de corredores y que se celebran en localidades pequeñas cada vez me gustan más. Sus habitantes se implican en la carrera ayudando en la organización, animando con entusiasmo y haciendo sentir a los corredores como en casa ¡Y encima lo consiguen con unos medios muy limitados!

La prueba está puesta en pie por el Ayuntamiento de Valtiendas con la colaboración del Club de Atletismo Ñ Ultrafondo y la Asociación Cultural de Valtiendas. Al objeto de atraer más gente a la localidad, se habilita un parque dentro del casco urbano para que quien quiera instale allí su tienda de campaña y se celebran actividades paralelas al maratón tales como un curso de pasadoble, un bingo, una paella gigante y carrera para niños.

La recogida del dorsal se hace en el edificio consistorial. Junto con él, te hacen entrega de la bolsa del corredor, que en esta edición se componía de una camiseta (a elegir entre tres modelos y cuatro tallas), un gofre y dos botellas de vino de la tierra. El último trámite antes del comienzo de la carrera es una charla ilustrativa en la plaza del pueblo en la que se instruye a los participantes sobre las normas a cumplir, la señalización del trazado, etc…

Existieron siete avituallamientos durante la prueba, separados por un intervalo de alrededor de cinco kilómetros. Salvo en el primero en el que sólo se daba agua, en el resto se ofrecía un amplío repertorio de vituallas: agua, Aquarius naranja y limón, chocolate, sandia, naranja, membrillo y alguna otra cosa que no recuerdo. Ante esta amplia oferta, Bruce y yo hacíamos unas paradas cada vez más largas, aprovechando para intercambiar unas palabras y recibir los ánimos de los voluntarios de cada puesto que, dicho sea de paso, aguantaron estoicamente la lluvia que cayó durante gran parte de la carrera. El único “pero” para los que como yo prefieren ir bebiendo continuamente en carrera, es que los líquidos se ofrecían en vasos pequeños que hacían imposible su transporte.

Los tramos de asfalto no están cortados al tráfico pero al tratarse de carreteras comarcales, el número de coches que nos cruzamos fue mínimo (muchos de ellos hacían sonar sus claxons o bajaban la ventanilla para animar). En cada desvío o cruce siempre había personal de la organización. En cuanto a los puntos kilométricos, únicamente estaban señalizados cada cinco kilómetros.

Y al cruzar la línea de meta, reconocimiento por megafonía, entrega de medalla conmemorativa y… ¡chocolate calentito con bizcochos! Una delicia.



POR PAREJAS

Pues aunque se permite participar de forma individual (no se entra en competición), una de las gracias de esta carrera es correr en la modalidad por parejas. Mi acompañante en esta aventura fue Bruce. Ya habíamos corrido juntos algún maratón (y otras muchas carreras), pero por unas cosas u otras siempre acabamos cada uno por nuestro lado. En este caso teníamos la obligación de ir todo el trayecto juntos y no separarnos nunca más de diez metros. Así lo hicimos. ¡Ya semos pareja de hecho!

A posteriori y viendo como se desarrolló la carrera, creo que el disputarla por parejas es una excelente idea. El de Valtiendas no es un maratón urbano de alta participación en el que aunque vayas sólo siempre estas acompañado de muchos corredores y de gente en las calles. Aquí no. En esta carrera sino vas en pareja la cosa se puede hacer muy dura. De noche, por caminos solitarios y oscuros y sin ninguna animación, se agradece sobremanera la compañía del par, sobre todo si encima las condiciones meteorológicas incluyen fuerte lluvia y un fastidioso viento.

El tener la obligación de hacer la carrera juntos tien dos consecuencias. Por un lado has de estar pendiente de cómo va tu compañero, animándole o ayudándole si es el caso. Por el otro te sirve de acicate para no decaer y lastrar a tu pareja. Dado que en nuestro caso el estado de forma era muy parejo, nos fue muy sencilla la “convivencia”. Sólo alrededor del kilómetro 35 pasé un momento de debilidad rápidamente solventado por los ánimos de Bruce y el posterior avituallamiento.

Como última observación de este apartado me gustaría reconocer el mérito de uno de los dúos con la que coincidimos durante unos kilómetros y que estaba formado por dos atletas del Club Tragaleguas, uno de ellos ciego. Si ya me parecía un logro que ambos se manejaran durante el tiempo que hubo luz, creo que fue un éxito extraordinario el que completaran la segunda media maratón en la oscuridad de la noche, bajo el aguacero que estaba cayendo y con el estado que presentaban los caminos. ¡OLE SUS HUEVOS!


ÉPICA

Vaya añito que llevo. Comencé el 2009 corriendo sobre hielo y nieve en el Trofeo Paris, A finales de enero, en el Medio Maratón de Getafe casi tengo que salir en barca de la lluvia que cayó. El MAPOMA también nos regaló un buen chaparrón durante los primeros kilómetros, dejándonos mojados y fríos para gran parte de la carrera. Después de todo esto, uno esperaba que en pleno mes de agosto la cosa estuviera más tranquilita. Pues no.

Alrededor del kilometro quince, con unos ochenta o noventa minutos de carrera, una tormenta de verano comenzó a descargar sobre nuestras cabezas (y sobre el resto del cuerpo) con toda su rabia. En pocos minutos estábamos literalmente chorreando y nuestros pies chapoteaban dentro de las zapatillas. Durante media hora cayó agua a espuertas y, aunque luego aflojó, prácticamente y con excepción de algunos ratillos siguió lloviendo hasta el final de la prueba. Para hacer más duro el martirio, se unió un viento que inexplicablemente casi siempre soplaba de frente.

Sólo el giro para entrar en el último tramo sin asfaltar permitió que el viento se sintiera un poco menos, pero surgieron entonces nuevas dificultades. Los charcos habían tomado el camino y se confundían con las sombras. Fue imposible esquivar todos, así es que unas cuantas veces acabé zambulléndome en ellos. Las irregularidades del terreno y las zonas de barro apenas se percibían bajo la tenue luz de los frontales, de forma que en algunas ocasiones la tarea principal ya no era correr sino mantenerse en pie. ¡Qué alegría cuando por fin volvimos a la carretera para completar los aproximadamente cinco kilómetros finales y poder cruzar la línea de meta habiendo salido victoriosos de la lucha contra los elementos!


EPÍLOGO

Ha pasado ya una semana y sigo de subidón. Los efectos secundarios son “serios” y creo que todavía me llevará un tiempo el superarlos. Sirva como ejemplo el que cada vez que me levanto a orinar por las noches me coloco el frontal y voy iluminando el pasillo, o que cuando acompaño a mi mujer a algún sitio no me separo de ella más de diez metros por temor a que me descalifiquen.

Siento que nunca olvidaré esta carrera.

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Nota 1: La última foto la he tomado prestada de http://angelgranizoponce.spaces.live.com/ donde también podéis encontrar una crónica de la carrera. Muchas gracias

Nota 2: Más fotos aquí

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