miércoles, 27 de febrero de 2013

VIII Medio Maratón de Latina

Foto original gentileza de la organización. El tuneo es obra mía
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Paso por aquí para dejar unas pinceladas del VIII Medio Maratón de Latina, una carrera que se va consolidando como un clásico de los inicios de año atléticos en esta nuestra comunidad. Como ya he hablado sobre ella en crónicas de años anteriores, aviso que esta vez me voy a centrar en el plano personal. Lo digo por si alguno quiere dejarlo aquí y no tragarse un texto egocéntrico.

Y es que posiblemente haya sido una de las carreras en la que peor lo pasado en los últimos tiempos. Supongo que se juntaron varias circunstancias. El domingo precedente, aunque a ritmo asequible, me había metido un maratón para el cuerpo. La semana había bastante dura por diversas circunstancias que no vienen al caso. A causa de lo anterior, solo había salido un día a entrenar. La mañana de la carrera, aunque soleada, fue demasiado fría para mi gusto (debíamos estar a un par de grados o tres sobre cero cuando comenzó). Y, por último, el perfil de la prueba era bastante exigente. Si sumamos todo esto quizás pueda explicar por qué me sentía muy cansado y por qué las piernas, doloridas y pesadas, no respondieron como lo hacen habitualmente.

Cuando empecé con las malas sensaciones tuve la esperanza de que, como ha ocurrido en otras ocasiones, con el paso de los kilómetros mi cuerpo se fuera entonando. Pero no, esta vez no tocaba. A la altura del cartelito que indicaba que habíamos completado cuatro mil metros, asumí que era un momento idoneo para entrenar la faceta sufridora. Ya mentalizado, busqué un ritmo que pudiera aguantar sin sobresaltos y me puse manos a la obra. Y así transcurrió mi quinta participación en este medio maratón, sin pena ni gloria.

Por lo demás, bien gracias. La organización conoce y controla perfectamente todos los parámetros de la prueba desde hace ya algunas ediciones, y volvió a rayar a una gran altura. En cuanto al recorrido, el esperado paso por la Casa de Campo volvió a ser lo mejor y sirvió para ir mentalizando a los que en apenas dos meses transiten por allí vestidos de maratonianos en el Rock & Roll Madrid Maratón.

Por cierto, acabé en el puesto 991 de los 2.130 que cruzaron la meta y mi tiempo neto fue de 1:44:40, lo que supone una media de 4:59 min/km. Si lo comparo con mis dos anteriores participaciones, en 2012 hice tres minutos menos y en 2011 corrí casi nueve minutos más rápido. ¡Una "desprogresión" muy alentadora!

Nada más. Si todo va según lo previsto, el próximo fin de semana toca reencuentro con la Tragamillas. Ya os contaré. Hasta entonces, sed felices.

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sábado, 23 de febrero de 2013

I Maratón Ciudad de Cobéña (o Montes de Cobeña)

Participantes en la primera edición justo antes de la salida (by Crusti)
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Hace unas semanas, dándome una vuelta por el foro de www.elatleta.com, me encontré con un tema abierto por Hoffman denominado I Maratón Ciudad de Cobeña. “¿Maratón? ¿Cobeña? Algún cachondo con ganas de guasa” –pensé para mis adentros. Pero claro, el título era demasiado sugerente como para pasar de largo, así es que cliqué sobre él para ver el contenido. Comenzaba así:

Se convoca a cientouneros y aspirantes a cientouneros de la Comunidad de Madrid, tapieros, streak runers, coleccionistas de maratones, bufats Valencianos de segundo jueves de mes, desvirgadores de eventos, y a todo aquel que le apetezca pasar una mañana agradable junto a otros compañeros de caminos. El objetivo es correr en grupo neutralizado una maratón por terrenos semejantes a los que nos encontraremos todos los que vayamos a participar en la próxima edición de los 101 de Ronda con. El no estar apuntado a Ronda no es una cuestión excluyente y por supuesto están invitados todos aquellos a quienes les apetezca venir.

- Fecha y hora: 17.02.2013 a las 8:30 horas.
- Lugar: Cobeña. Salida en la Plaza del Ayuntamiento y llegada a la altura del número XX de la C/ Miguel Hernández
- Recorrido de 42.195 metros por caminos de tierra. Se estima una duración total de entre 4 horas y 4 horas 10 min. La prueba recorrerá diversos puntos de las localidades de Cobeña, Daganzo, Algete y Belvis del Jarama. Posibilidad de optar por 21 km, 25 km o 30 km
- Avituallamiento líquido y sólido: agua, isotónicos, barritas, plátanos, naranjas...y cerveza en meta.
- Numerus clausus cerrado a 30 participantes
- Dorsales para los participantes
- Inscripción gratuita

Hombre, yo para un maratón no estaba mentalizado, pero hacerme una tirada de veinticinco kilómetros (o de treinta como mucho) si lo veía factible. Además para esa fecha no tenía ninguna carrera en el calendario. Conclusión, que no tuve otro remedio que enviar un correo e inscribirme.

Saliendo de Belvis del Jarama en busca de la meta en Cobeña (by Arganz)
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El domingo salí con bastante antelación de casa por si me perdía en el trayecto, cosa bastante común en mí y más de noche, como todavía era. Pero no, esta vez acerté en todos los desvíos a la primera y llegué a Cobeña con margen más que suficiente. Además la Plaza del Ayuntamiento era fácil de identificar pues la torre de iglesia, situada enfrente del consistorio, se veía desde cualquier punto. Aparqué cerca y me quedé en el coche hasta que dieron las 8:15h.

Cuando me personé en el lugar de la quedada ya estaban casi todos. Presentaciones, saludos y entrega de dorsal personalizado con nuestro nombre o nick ¡Vaya lujo! La mañana era fría, el cielo estaba totalmente cubierto pero no llegaba a amenazar lluvia. Había algo de niebla pero afortunadamente ni gota de aire. Una vez que se incorporaron los últimos participantes del total de diecisiete que seríamos inicialmente de la partida, foto de rigor, breve charla hoffmaniana explicando como iba a ser la prueba y comienzo puntual del I Maratón Ciudad de Cobeña.

El recorrido unía las distintas poblaciones de la zona. Si la memoria no me falla partiendo de Cobeña fuimos a Daganzo, Algete, Cobeña de nuevo, Belvis del Jarama y regreso final a Cobeña. Casi toda la carrera discurrió por vías pecuarias amplias y con buen firme, aunque también hubo algún tramo de asfalto, algún corto camino e incluso algún campo a través. El perfil fue muy variado con continuos desniveles, unas veces hacia arriba y otras hacia abajo, pero ninguna cuesta alcanzó una dureza excesiva. Tampoco nos encontramos con ninguna dificultad técnica más allá de no tropezarse con las piedras del camino y unos doscientos metros de terreno embarrado cerca del cementerio cobeñero que nos hicieron colocarnos en fila india para tomar el lateral de la vía y salvarlo sin problemas.

A lo largo del maratón se establecieron seis puntos de avituallamiento intermedio más uno último en meta. Esta magnífica ayuda hay que agradecérsela a María Elena y a Neide que se movieron en coche a lo largo de todo el recorrido y que se fueron apostando en aquellos lugares en los que la prueba tocaba algún núcleo urbano donde pudiera accederse en coche. En el maletero, abierto y preparado cada vez que llegábamos, hubo todo lo necesario. Además la oferta alimenticia fue de menos a más para cubrir las necesidades en función del esfuerzo que íbamos realizando: al principio agua, bebida isotónica y barritas troceadas a las que se fueron sumando en posteriores avituallamientos otros alimentos como galletas con chocolate o frutas variadas (plátanos y naranjas). A esto hay que unir la existencia de dos bolsas de plástico para que depositáramos los residuos (una para orgánicos y otra para inorgánicos), música motivante a través de los altavoces del vehículo y palabras de ánimo ¡para quitarse el sombrero! Muchísimas gracias.

Arganz by Arganz. Por el km 37 aproximadamente
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Nunca había asistido a una iniciativa de este tipo, pero me pareció muy enriquecedora. Inicialmente solo conocía a Yonhey y Crusti, pero a lo largo de la mañana fui coincidiendo y entablando conversación con el resto de los participantes. Germán, Fonoll (llegado desde la ciudad del Turia), Hoffman, Beni, Javi, Gerard, Andrés y otros cuantos de los que o no recuerdo el nombre o no llegamos a preguntárnoslo. Éramos un grupo de lo más heterogéneo: allí estabamos desde el que sumaba su maratón número 207, hasta el que debutaba en la distancia, pasando por algún "galgo" que venía de quedar entre los cincuenta primeros en el Medio Maratón de Fuencarral - El Pardo la semana antes o por cientouneros consolidados y aspirantes a serlo.

A pesar de la diversidad mencionada, todos nos mantuvimos más o menos unidos durante toda la carrera, llevando un ritmo medio que debió salir alrededor de los 5:50 min/ km. En cada avituallamiento o cruce que pudiera dar lugar a alguna perdida esperábamos un poco y, una vez reagrupados, continuábamos con la ruta. Solo en los últimos cuatro kilómetros y con el núcleo urbano cobeñero a la vista, nos dimos un poco de libertad y el pelotón se partió en dos grupos en busca de la meta. Como curiosidad mencionar que al llegar al punto que inicialmente estaba previsto como llegada, por el "gromenauer" de Hoffman faltaban poco más de cien metros para alcanzar la distancia maratoniana. La solución fue homologar el recorrido en "dos patadas" yendo calle arriba y volviendo calle abajo hasta completar un maratón con todas las de la ley. También fue digno de mención el cerrado esprint para hacerse con la victoria absoluta. Lástima que la ausencia de fotofinish nos deje para siempre la duda de quien cruzó en primer lugar la imaginaria línea de meta.

Según mi reloj empleamos un tiempo de 4:37:21, marca que quedaría reducida a aproximadamente unos cinco minutos por encima de las cuatro horas si quitaramos los ratillos empleados en los avituallamientos y reagrupamientos.

Tras el esfuerzo, en la zona de meta la organización del evento puso a nuestra disposición un barril de cerveza, agua y bebida isotónica para velar por nuestra correcta y completa rehidratación. Lástima que el tiempo se nos hubiera echado encima y tuviera que ausentarme sin poder disfrutar del epílogo a una fantástica mañana.

A la entrada de Belvis (By Yomismo)
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Como dije al principio, mi intención inicial era abandonar la prueba en el kilómetro veinticinco o, en el mejor de los casos, en el treinta. Sin embargo una vez metido en harina me encontré mucho mejor de lo que pensaba. El ritmo cómodo, el terreno asequible, el ir de "chachara" con los apañeros y los descansillos en los avituallamientos, me vinieron de perlas para, llegado el momento, decidirme por continuar hasta el final. Además ¿Cómo iba a dejar pasar la oportunidad de ser uno de los finishers del I Maratón Ciudad de Cobeña? ¿Cómo renunciar a pasar a la historia y a poder contar a mis nietos que yo estuve en aquella primera edición? Nunca pensé que el vigésimo maratón de mi corriculum vitae llegara de esta forma tan original como reconfortante.

Quiero reiterar desde aquí mi agradecimiento a Hoffman por su iniciativa, generosidad y esfuerzo, a María Elena y Neide que ejercieron de estupendas "voluntarias" y nos avituallaron y animaron durante toda la mañana, y a todos los que participaron en esta carrera con los que fue un gustazo compartir aventura. Muchas gracias a todos. Ojalá surjan más iniciativas de este tipo y salgan tan bien como esta.

Nota: Aunque en el dorsal la carrera se anunciaba como I Maratón Montes de Cobeña, yo prefiero quedarme con la denominación con la que la idea se dio a conocer inicialmente en los diversos foros de atletismo.
Últimos kilómetros con Cobeña en el horizonte (by Arganz)
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lunes, 18 de febrero de 2013

Fotos I Maratón Ciudad de Cobeña

El grueso del pelotón allá por el kilómetro 38 (Foto: Mendalerenda)
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Ayer se celebró con gran éxito de crítica y público (bueno, de público a lo mejor no),  el I Maratón Ciudad de Cobeña. Diciesite aguerridos corredores tomamos parte en esta primera edición. Entre zancadas, conversaciones y buen rollo, tuve tiempo de tirar una fotillos. Os dejo con ellas.

   Afotos

Intentaré en los próximos días redactar una crónica. Hasta entonces agradecer al organizador (Mr Hoffman), a las dos "voluntarias" que atendieron y trasladaron el avituallamiento y a todos los que participasteis el haberme hecho pasar una sensacional mañana.

Posdata. No le deis más vueltas, ni el fotógrafo ni la cámara tienen la culpa. Los que habéis salido feos en las fotos es porque sois así.  

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sábado, 16 de febrero de 2013

XXIX Medio Maratón Fuencarral - El Pardo

Camino del kilómetro 19 por Montecarmelo (www.runningfoto.com)
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El domingo pasado tocaba disputar otro clásico del calendario madrileño: el XXIX Medio Maratón de Fuencarral - El Pardo. Era mi quinta participación en esta prueba y mi reencuentro con ella tras dos años de ausencia. Seré breve.

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La carrera

Este medio maratón es una de las pocas carreras de la capital en la que, siempre desde mi punto de vista, merece todavía la pena colocarse en la línea de salida. Aunque va perdiendo paulatinamente el ambientillo entrañable que tenía cuando era organizada por la AAVV de Fuencarral, sigue contando con un recorrido único en el que destaca el bello y exigente tramo por el monte de El Pardo.

La principal novedad de esta edición era el cambio en el organizador. Elipse Iniciativas, empresa que se había encargado de ponerla en pie en los últimos años, ha sido sustituida en estos menesteres por la A.D. Marathon, de sobra conocida por ser también la responsable de otros medios maratones como el de Madrid o el de Villaverde y de algunas otras más cortas. Al igual que ocurre con los árbitros, creo que lo mejor que se puede decir de ella es que pasó totalmente desapercibida. Los anteriores habían conseguido un alto nivel organizativo que ha sido mantenido sin incidencias por los nuevos ejecutores. Eso sí, la A.D. Marathon se ha ocupado de que el circuito estuviera homologado por la R.F.E.A. por primera vez en la historia de la prueba. Bienvenido sea aunque a mí personalmente me la porta fluxa.

Lo que si me importó en comparación con la última vez que la corrí en 2010 fueron dos cuestiones. La primera el aumento del número de participantes. Aquel año no sé cuantos fuímos porque un problema en la lectura de los chips impidió eleborar una clasificación definitiva, pero en 2011 fueron 1.732 los que completaron el medio maratón. En esta edición la cifra ha ascendido hasta 2.127, un 22,8% más. Hombre, no voy a decir que esté saturado porque tampoco sería cierto, pero si que ya no se corre tan a gusto como se hacía antes. Comenzamos a ser demasiados. La segunda cuestión que no me gustó fue la ubicación de la salida. Ahora se toma desde la angosta calle que está junto a la pista de atletismo de la IDM Santa Ana. Entre que el lugar es demasiado estrecho y que cada vez somos más, el inicio es un auténtico embudo que desluce la carrera. Para que os hagáis una idea yo estaba colocado más o menos en la mitad del pelotón y tardé en cruzar la línea de salida 1 min 12 seg desde que se diera el disparo de salida. Los últimos comenzaron más de 150 segundos después.

Por lo demás, todo bien.


El perfil
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El corredor

El día amaneció frío, aunque no tanto como en 2012 cuando ejercí de fotógrafo aficionado y llegó un momento en que apenas podía mover el dedo para darle al disparador. Quizá la baja temperatura influyera en que me costara más que en otras ocasiones entrar en calor. Como el esfuerzo ya lo había hecho la semana anterior en Plasencia, esta vez me lo tomé con calma hasta el kilómetro doce y pico, donde comenzaba la cuesta de El Pardo. Allí apreté los dientes y me puse a prueba subiendo a casi todo lo que daban de sí piernas y corazón. Supongo que muchos de los que adelanté pensarían que estaba poseído o gilipollas. No les faltaban razones. Llegué a la cima un poco tocadete pero dentro lo previsible. Desde allí volví a relajarme durante la bajada para afrontar con garantías los tres mil últimos metros.

Y es que yo sostengo que el Medio Maratón de Fuencarral - El Pardo tiene trampa. Todo el mundo piensa que la parte más dura es la ascensión del monte de El Pardo pero yo estoy en total desacuerdo. Para mí el peor tramo es el que va desde que se cruza por debajo del puente que da entrada a Montecarmelo hasta la meta. Son unos tres kilómetros de interminables y continuos repechos que te pillan ya con el castigo acumulado y con la guardia baja. Tienes que haber reservado un poco si no quieres que se conviertan en un auténtico vía crucis.

Superado con relativo éxito el segmento montecarmelita, alcancé la línea de meta en un tiempo neto de 1:42:31 y ocupé el puesto 792 de los 2.127 llegados. La sensación que tuve es que llegué demasiado cansado para la marca conseguida. Nada preocupante si no se repite en próximas citas.

Y eso es todo. Si alguien quiere descripciones más exhaustivas del recorrido o tiene curiosidad por como viví las ediciones anteriores, ahí abajo dejo los enlaces a las crónicas pasadas.

¡Que ustedes lo corran bien!

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En capitulos anteriores:

viernes, 8 de febrero de 2013

I Medio Maratón Ciudad de Plasencia

Al paso por el centro histórico (www.hoy.es)
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He comenzado el 2013 con un ansia inauguradora que ríete tú de la trayectoria gallordoniana (no en su época de ministro, donde está más comedido en esta faceta y más activo en la de las reformas, sino en la de alcalde del Foro). En poco más de treinta días y con cuatro carreras disputadas en lo que va de año, dos de ellas lo han sido en su primera edición: el I Trail del Serrucho y el I Medio Maratón Ciudad de Plasencia. Agarrarsen los machos porque el afamado cortador de cintas, el ínclito estrenador de carreras, el conspicuo matrón de pruebas atléticas, acecha en cualquier rincón de la geografía nacional ¡Inauguraaaaaaaaaaaaaator is baaaaaaaaaaaaaaaack!

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1. El preámbulo y las primeras zancadas

Los placentinos tienen ya su medio maratón que, tomando prestado el lema que aparece en el escudo de la ciudad es "ut placeta deo et hominibus¨" (para el placer de Dios y de los hombres). Organizado por Gamonal Eventos, S.L. y con la asistencia técnica del Ayuntamiento de Plasencia y la marca “Alimentos de Extremadura”, el estreno tuvo lugar el pasado domingo.

El centro neurálgico del evento se situó en la Ciudad Deportiva. En su pabellón se recogió el dorsal y el chip, junto con la bolsa del corredor. No fue éste un trámite muy fluido y hubo que aguardar alrededor de quince minutos de espera para que te llegara el turno. Esperando allí de pie alcancé a escuchar trozos de conversaciones de los corredores que me rodeaban, pudiendo sacar en conclusión que no pocos de los que habían acudido a Plasencia lo hacían a modo de último test previo al XXIX Maratón de Sevilla, a celebrar en apenas tres fines de semana.Una vez chipeado y dorsaleado, dejé la bolsa de deporte de ropero (ubicado en el mismo pabellón) y me dirigí a calentar a la pista de atletismo, lugar desde donde tomaríamos la salida unos minutos después. A pesar de que la mañana ya estaba avanzada, en las zonas de sombra hacía bastante fresco tirando a frío. Además corría un biruji bastante desagradable que tendría una presencia relevante sobre todo en los últimos kilómetros de la prueba.

El comienzo de la carrera fue demasiado rápido. La gente enseguida se puso manos a la obra y, a pesar de haberme colocado más o menos en el medio del pelotón, muy pronto comencé a ser rebasado por muchos contrincantes. Viendo el percal y pensando que a lo mejor era yo el que iba un poco despacio, me contagié de la euforia inicial y aceleré mi ritmo por encima de lo que en mí suele ser habitual. Como me conozco como si me hubiera parido, el primer pensamiento que se me vino a la cabeza no era muy alentador. “Si en las carreras siempre voy de menos a más (salvo causa de fuerza de mayor) y he empezado demasiado rápido, para cumplir con la “tradición” me va a tocar dejarme los higadillos” pensé. ¡Hay veces que me jode un montón tener razón!

"ALSAlir" del Paseo Fluvial (Foto by Misanta)
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2. Un paseo a la orilla del Jerte

Los dos primeros kilómetros eran una sucesión de subidas y bajadas que transcurrían “dando una vuelta” por el área cercana a la Ciudad Deportiva placentina. El tercero era prácticamente en ascenso continuo hasta alcanzar una de las partes más elevadas de la ciudad y el punto más alto de todo el medio maratón. Aunque las fuerzas todavía estaban prácticamente intactas, este primer tramo ya serenó un poco la euforia con la que muchos habían partido y fue poco a poco poniendo a cada uno en el lugar que le correspondía.

Los dos mil metros siguientes eran un prolongado descenso hasta el cauce del río Jerte, con una pronunciada pendiente en su primera mitad que se suavizaba mucho en la segunda. A estas alturas, no recuerdo que hubiera visto ningún cartel que señalara los puntos kilométricos, circunstancia que se repetiría a lo largo de toda la prueba. Solo la llegada del primer avituallamiento me sirvió de referencia para deducir que llevábamos recorridos cinco kilómetros de carrera. Hago aquí un inciso para hacer saber a los organizadores que no es necesaria la entrega de botellas de 500 ml en cada puesto de avituallamiento. Para los que solo damos un par de traguitos antes de deshacernos de ella, una de 330 ml es más que suficiente. Para aquellos que las aprovechan más y que incluso corren con ellas en la mano hasta las cercanías del siguiente, el gran tamaño (y peso) del recipiente lo hacen desaconsejable.

Poco después del “repostaje líquido” se entraba en un pequeño tramo sobre tierra que desembocaba en el largo paseo fluvial del Jerte. Este parte de la carrera recorría ambos márgenes del río (más el izquierdo que el derecho), tenía una longitud aproximada de unos nueve kilómetros, era prácticamente llana y permitía disfrutar de una bellas vistas. Era una zona bastante solitaria en la que solo te cruzabas con algunos paseantes y algún que otro "biciclista", pero el rumor del río, las imágenes de los árboles apoyando sus desnudas ramas sobre el agua de las orillas, el cruce de los puentes, el frescor de la Isla o las vistas de la catedral desde el Jerte la dotaban de un gran encanto.

Simpático y engañoso perfil
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3. Las cuestas del casco urbano

Alrededor el punto kilométrico 13,500 se abandonaba el paseo fluvial y se retomaba una cuesta arriba ya sobre asfalto que nos conduciría hasta el centro histórico. Serían unos tres kilómetros y medio metros de prácticamente continuo ascenso que nos enseñarían la catedral (nueva y vieja), la Plaza Mayor donde el Abuelo Mayorga toca la campana del reloj del Ayuntamiento encaramado a la torre del Tardón, la muralla levantada en tiempos de Alfonso VIII y una de sus bellas puertas, el Parque de los Pinos y el acueducto del s.XVI, encargado de traer el agua hasta la ciudad desde la sierra y que conserva cincuenta y cinco arcos de medio punto y doscientos metros de longitud. Sin duda alguna fue la parte con mayor animación de todo el recorrido, y a fé mía que se agradeció. Uno llevaba ya media estocada en el cuerpo y las últimas rampas se agarraron más de la cuenta. No obstante los que me precedían en la cercanía debían ir peor que yo, pues desde hacía mucho tiempo no cesaba de ganar posiciones.

Un descenso prácticamente recto de unos mil metros que cruzaba de nuevo la Plaza del Mayor y que nos devolvía hasta prácticamente el margen del río, servía para tomar aire antes del último y definitivo esfuerzo.

Entre los puntos kilométrico dieciocho y veinte estuvo lo más duro del medio maratón. Si uno no había regulado y reservado fuerzas para este postrero esfuerzo a buen seguro que lo pasó muy mal. Y, por lo que vi, creo que prácticamente todos llegamos con la reserva. Dos kilómetros de subida en la que el viento soplaba con fuerza y de cara, machacando al más pintado. Alguno hubo que sucumbió a la tentación y echó a andar. Finalizado el ascenso el terreno suavizaba un poco aunque todavía tenía alguna cuestilla puñetera antes de entrar en la pista de atletismo para dar la vuelta triunfal y cruzar la línea de meta. A pesar de que en esta última parte de la carrera iba justo de piernas, seguí superando contrincantes aunque a un ritmo menor que hasta entonces. Cuando me acercaba a la meta y pude ver el tiempo que marcaba el reloj situado junto al arco hinchable, entendí el por qué de mi atrancadura en los kilómetros finales. Paré el crono en 1:35:32 y fui el 191 de los 450 clasificados que completaron la prueba. Demasiado esfuerzo.

Desde allí, recogida de la mochila del ropero sin tener que esperar y visita fallida a los vestuarios para ducharme. Los gritos de los valientes que se atrevieron a meterse debajo del chorro helado de agua me hicieron cambiar de opinión y deponer mi actitud higiénica. Cambio de ropa, lavado de cuello, cara y sobaquillo y a ducharse a Madrid.

El puente sobre el río Jerte (www.tortugasveloces.com)
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4. La conclusión

El I Medio Maratón Ciudad de Plasencia resultó una carrera bastante exigente, muy variada y en la que los tramos menos atractivos se situaron al principio y al final del recorrido. Buen ambiente, adecuado número de participantes y una organización correcta que deberá pulir algunas cosillas en próximas ediciones. Si encima se viaja sin prisa y se puedes pasar el día o el fin de semana degustando los placeres culinarios extremeños y la belleza del casco histórico placentino y de su paseo fluvial, pues miel sobre hojuelas.


Podéis ir en paz, pero solo hasta la próxima.

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miércoles, 30 de enero de 2013

XIV Medio Maratón Ciudad de Getafe

A punto de entrar al polideportivo (www.forofosdelrunning.com)
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El domingo completé mi octavo Medio Maratón Ciudad de Getafe. Es un evento demasiado concurrido que cada vez me gusta menos pero que sigo corriendo. Fundamentalmente las razones que me llevan a ello son que ese fin de semana nunca encuentro otra alternativa en Madrid o alrededores y que hacer la tirada larga dominical por un parque me da una pereza bárbara.

La prueba está bien organizada, lo que tiene un gran mérito dado el alto número de participantes. Sigue teniendo como asignatura pendiente solucionar el mogollón de la salida, en el que influyen los maleducados que se empeñan en colocarse en un sitio que no es acorde con el ritmo que van a llevar. Además este año también me pareció corto alguno de los avituallamientos: si no ibas muy próximo a los laterales, dada la gran cantidad de corredores, cuando querías llegar cerca de los voluntarios ya habías superado la zona donde se entregaba la bebida. La otra opción era pararse de golpe para tomar la botellita, alternativa que eligieron algunos corredores y que provocaron más de una situación de peligro.

También es digno de estudio el elevado número de corredores sin dorsal que suele haber en esta carrera, pero la solución para ello se me antoja bastante más compleja.

Por lo demás, lo normal. La mañana fue nublada, fresca y ventosa a ratos, así es que salí abrigadito. La primera vuelta la recorrí sin mucha prisa y en la segunda me exigí un poco para comprobar como reaccionaba el cuerpo. Al final llegué bien y conseguí bajar de los cien minutos por solo unos segundos (1:39:52). Ocupé el puesto 1963 de los 3584 que cruzaron la meta. Por la tarde noté las piernas bastante fatigadas, prueba de que el mes y pico sin hacer entrenamientos largos ni participar en medios maratones han hecho mella.

Y no me enrollo más. Como todo lo demás fue muy parecido a ediciones anteriores, si alguien está interesado en conocer más detalles de esta carrera puede leer las crónicas que he escrito otros años.

Venga, a seguir bien

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sábado, 26 de enero de 2013

I Trail del Serrucho

www.cronicanorte.es

El primer mes de cada año no es un periodo en el que el menda tenga puestas grandes esperanzas de disfrutar de lo lindo en alguna carrera. Más bien al revés. Uno ya está un poco hastiado de participar siempre en las mismas pruebas que todos los eneros tienen lugar en los madriles. Pero como estas son fechas en que las condiciones meteorológicas no favorecen los desplazamientos y tampoco hay muchas carreras largas cerca de nuestra comunidad autónoma, pues al final acabo picando y repitiendo.

En este sentido los primeros treinta y un días del 2013 no tenían pinta de ser muy diferentes a los de años anteriores. Solo había una pequeña esperanza de encontrar algo nuevo y atractivo. Se trataba del I Trail del Serrucho, una prueba recién nacida, a disputar por caminos de tierra, con una longitud de veintitrés kilómetros, un desnivel acumulado de 760 metros (la mitad para arriba y la mitad hacia abajo) y un cupo máximo de trescientos participantes que se cubrió con mucha antelación. ¿Me la iba a perder yo? ¡Ni de coña!

El perfil, cortesía de Alalpardo Running Team
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El evento tenía lugar en Alalpardo, población cercana a Algete y situada a unos cuarenta kilómetros de la capital, donde llegamos después de realizar una involuntaria ruta turística por las bonitas calles de Fuente el Saz del Jarama. Allí no había rastro de la anunciada y temida ciclogénesis explosiva. Aunque había amanecido con bastante frío y algunos nubarrones, parecía que a medida que avanzaba la mañana la temperatura iba templando y el cielo despejándose. Solo un gélido y racheado vientecillo se empeñaba en tocar las narices.

La organización había habilitado una zona de aparcamiento atendida por protección civil y voluntarios que fue más que suficiente para albergar los vehículos de los que acudimos. Los dorsales y el chip se recogían en el pabellón de deportes, donde también se prestaba el servicio de guardarropa y se podían utilizar los vestuarios y duchas. Además se había instalado un castillo hinchable para deleite de los más pequeños. A escasamente cien metros del pabellón se ubicaba la plaza de toros, lugar elegido como salida y meta del I Trail del Serrucho.

A mí la idea esta de empezar y acabar en el coso me pareció un original acierto. Estirar apoyado en la barrera o subido al estribo o escondido detrás del burladero escapando del viento, tenía su punto. Esparcidos por el ruedo esperábamos el momento del inicio participantes de distintos pelajes y hechuras. Los había panticortos, barbados, tirillas, cejijuntos, alorzados, mallilargos, emperillados, culialtos, empolainados, musligruesos y algún que otro testacano. Cuando desde megafonía nos lo indicaron, todos nos concentramos junto a la puerta grande donde tras unas palabras del alcalde y bajo la atenta mirada del cura del pueblo (solo faltaba el farmacéutico, o al menos yo no lo identifiqué, para completar las fuerzas vivas del pueblo), se lanzó el chupinazo con el que comenzó la carrera.

El primer kilómetro era en ligera cuesta arriba y por asfalto y sirvió para que cada uno fuera encontrando su sitio en carrera. Acto seguido entramos en una pista que seguiría picando hacia arriba durante otros mil y pico metros. Aquí ya pudimos comprobar lo que el firme (poco “firme” en realidad) nos iba a deparar durante toda la carrera: las lluvias de días precedentes habían dejado el terreno muy embarrado y con grandes charcos. Convenía buscar los laterales del camino para ir un poco más cómodo y no resbalarse. Aun así la tierra se pegaba a las zapatillas y se compactaba formando una segunda suela que, además de pesar, hacía más incómoda la zancada y prácticamente anulaba el agarre al suelo.

Foto by Eduardo (www.alalpardorunning.es)
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Los dos siguientes kilómetros eran de continua bajada y permitían recuperarse del primer esfuerzo. Terminaban con la llegada a Valdeolmos, donde tras cruzar un arroyo saltando sobre bloques de piedra, se entraba en un bello pasillo flanqueado por árboles desnudos de hojas en el que el agua se había acumulado y había que tener cierta precaución para no irse al suelo. Un pequeño enlace de asfalto de no más de cien metros vino de lujo para estrellar con fuerza las zapatillas contra el suelo y sacudirse el barro antes de reintegrarnos a una nueva vía pecuaria.
 
Otra vez sobre tierra y esquivando charcos, tocaba volver a subir. Dos mil metros con bastante más pendiente que los primeros y que acababan en el avituallamiento líquido del punto kilométrico 6,000. Desde allí y hasta el segundo avituallamiento (km 10,500) el trazado sufría un cambio considerable, entrando en una fase de continuos "subeybajas" que plasmados en el perfil de la prueba se asemejaban mucho a los dientes de un serrucho. Ya no se trataba de largas cuestas de pendiente llevadera, sino de rampas más cortas pero con desniveles mucho más acentuados. Un verdadero rompepiernas que hizo echar pie a tierra en alguna ascensión a más de uno. Además había que prestar una mayor atención al suelo para no llevarse una sorpresa pues en este tramo, a la ya conocida presencia de charcos y barro, se unió la aparición de piedras.
 
Superada la que quizás fuera la parte más difícil de la carrera, se alcanzaba un nuevo avituallamiento, un hito que seguramente diera por si solo para redactar otra entrada en este blog. Desde mi punto de vista y sin miedo a exagerar, lo que allí encontré fue sin duda alguna el nacimiento de un nuevo concepto que revolucionará el mundo de las carreras en el futuro: el avituallamiento gourmet (gourmet provisioning). ¡Porque a los de la Guía Michelin no le dio por correr el domingo por tierras alalperdañas que sino le hubieran cascado tres estrellas sin despeinarse! Aquello era un auténtico festín en el que podían degustarse frutas variadas, frutos secos, chocolate, gominolas, tortilla de patatas, jamón serrano y pan, todo ello regado con agua e isotónicos de la zona y ¡zumo de uva fermentado reserva del 2006 y con D.O. La Rioja! (servido en porrón). Los responsables de esta novedosa y generosa forma de avituallar fueron los Chefs du la Paqueterie que con su habitual buen rollo acompañaron con chanzas y sonrisas la distribución de los manjares entre la tropa trailrunnera. Seguramente provocaron que el nivel medio de las marcas de los participantes empeoraran sensiblemente pero…¡que nos quiten lo bailao! Chapeau para ellos.

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Los aproximadamente cuatro mil metros siguientes fueron los que más aburridos se me hicieron. Se transitaba por un vía pecuaria con una llevadera pero continua tendencia hacia arriba, tan embarrada que si abandonabas los laterales entrabas en una especie de pista de patinaje, prácticamente recta, monotona y sin ningún atractivo paisajístico. Posiblemente fuera el tramo que mas favorecía a los menos acostumbrados a las carreras de montaña o trail.

Esta fase finalizaba en una pronunciada cuesta abajo seguida de forma inmediata de una dura y larga cuesta arriba. Ahora los que más sufrían eran los menos curtidos en estas lides. Así se alcanzaba el punto kilométrico 16,000 donde había un nuevo avituallamiento líquido y donde se recuperaba el trazado que ya habíamos recorrido al principio de la prueba. Solo quedaba desandar, o mejor dicho descorrer, los primeros (ahora últimos) siete mil metros que, si uno no había dosificado bien, se hacían bastante largos. Además el terreno estaba aun más pesado que al principio debido al repetido paso de los corredores.

La llegada entrando por la puerta grande del la plaza de toros era una gozada que te hacía recuperar la fuerzas, tanto que si alguno de los que estaba estirando ya sobre el albero me hubiera citado, no tengáis duda de que me hubiera arrancado a por él embistiéndolo noblemente. Y ¿el avituallamiento final? Pues otra vez de escándalo: agua, isotónicos, refrescos, frutas, membrillo, queso, gominolas, frutos secos y una porción de pizza, amén de bolsa personalizada con la talla de camiseta que cada cual había elegido al inscribirte. Un auténtico lujo.

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De lo escrito hasta este momento, seguramente muchos de vosotros hayáis colegido que el Alalpardo Running Team realizó una labor organizativa muy buena. No es del todo cierto. No fue muy buena, fue extraordinaria. A ver si soy capaz de explicarlo.

Foto by Yonhey

Repasando mentalmente todos los aspectos que rodearon e hicieron posible el I Trail del Serrucho no soy capaz de encontrar ninguna carencia que debiera ser subsanada de cara a posibles futuras ediciones. Comencemos con el periodo previo a la celebración de la prueba. En su página web los organizadores nos mantuvieron al tanto de cualquier novedad que iba acaeciendo. De hecho hasta la tarde anterior avisaron de que tuviéramos precaución con el terreno embarrado por las lluvias caídas. También ofrecieron un entrenamiento el fin de semana anterior para conocer el recorrido por el que discurriría el trail. Ya en la mañana dominical, todo estaba perfectamente preparado para recibir a los participantes: voluntarios y protección civil en toda la zona de salida, espacio habilitado para el aparcamiento de vehículos, entrega sin esperas de dorsales y chips, ropero y vestuarios en el mismo pabellón y, en la plaza de toros, utilización de la megafonía para informar y no para vender mantas ni para intentar demostrar el peazo locutor que perdieron las radiofórmulas (no veas si se agradece).

En carrera el recorrido estuvo perfectamente señalizado, con presencia de voluntarios en todos los puntos en los que pudiera existir posibilidad de equivocarse o que fuera necesario avisar de cualquier imprevisto (como el cruce sobre el arroyo a la altura de Valdeolmos). También estuvieron marcados todos los puntos kilométricos e incluso se instalaron cartelitos para anunciar la proximidad de los avituallamientos. Estos últimos, tres a lo largo del recorrido, fueron suficientes y ofrecieron todo lo necesario (y más), con especial mención al que he bautizado en párrafos anteriores como avituallamiento gourmet. Limitar el número de participantes a trescientos fue también una gran idea porque aunque posiblemente en condiciones normales hubieran cabido cincuenta más sin problemas, con el terreno embarrado el tránsito habría sido más complejo.

Como también he afirmado con anterioridad, acabar en la plaza de toros me pareció muy original y el avituallamiento que allí se ofrecía era fantástico para reponer fuerzas. También fue acertada la bolsa del corredor “personalizada” con la talla de camiseta que habías elegido al inscribirte. Se ofreció adicionalmente la posibilidad de ducharse y recibir un masaje en el pabellón y, tras la entrega de premios, se sortearon regalos.

Pero la atención del Alalpardo Running Team no acabó ahí. Además de las clasificaciones, en los días posteriores a la prueba han ido nutriendo su página web de galerías de fotos de la carrera y de las crónicas de los participantes.

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Hasta aquí creo haber citado todos los aspectos que configuraron una organización muy buena, pero ¿que la hizo extraordinaria? Sencillo: el ambiente que crearon. No sé si sería la atención que dispensaron organizadores y voluntarios, no sé si es que a los que cada vez nos tira más esto del trail tenemos un pensamiento diferente a los que se centran en el asfalto, no sé si fue porque era una prueba para corredores puesta en marcha por corredores o no sé si fue una mezcla de todo ello. El caso es que se generó un ambiente de buen rollo y camaradería envidiable que otorgó ese plus que no tienen otras carreras también muy correctamente organizadas.

El principal inconveniente de todo esto es que si existieran próximas ediciones del Trail del Serrucho, los que la organicen van a tener francamente difícil no solo mejorar sino igualar lo conseguido en esta primera edición.

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En lo personal esta prueba era mi reencuentro con la larga distancia. Desde principios de diciembre en la Carrera de Montaña Cerro Marmota (25 kms), la mayor “kilometrada” que había hecho eran los quince mil metros de la Vuelta Pedestre a Tres Cantos. Por esta razón decidí salir tranquilo e ir viendo como me encontraba. En general me sentí cómodo, más en las partes “montañeras” donde ganaba bastantes posiciones, yendo de menos a más. He de reconocer no obstante que la falta de tiradas largas en el último mes y medio y lo pesado del terreno, me hicieron llegar bastante justito en la última subida que culminaba a dos kilómetros de meta. Al final paré el crono en 1:55:43 y acabé en el puesto 96 de los 265. Mejor de lo que pensaba a priori.


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Conclusión: Grandísima primera edición del Trail del Serrucho. Hacen falta más carreras de este tipo (Marmota, Cross Patones, Serrucho…), que sin ser de montaña permiten alejarnos del asfalto y disfrutar de la naturaleza cercana. A ver si se animan más organizadores y el calendario se va llenando de alternativas a las carreras más comunes. Creo que muchos corredores lo agradeceremos. ¡Larga vida al Trail del Serrucho!

¡Podéis ir con Dios!

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