domingo, 1 de noviembre de 2009

De los sufridos quijotes y los animados churriegos

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, hace unos días que maratoneó un zumbado de los de rostro afilado, piernas largas, cuerpo flaco y trazas de poco corredor…”

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I. Que trata de los prolegómenos del XIV Internacional Quixote Maratón (o Maratón Popular de Castilla La Mancha)

La mañana amaneció, a priori, idónea para el noble arte del correr. La temperatura era muy suave para la época del año en la que nos encontramos (alrededor de 15º), el sol brillaba pero sin calentar en exceso y no corría ni gota de aire. Nada comparado con los otros dos maratones que he disputado en lo que va de año, el Mapoma en abril y el de Valtiendas en agosto, en los que me cayó bastante agua. Ya es casualidad que para dos días que llueve al año en este nuestro país coincidan con mis participaciones en la distancia filipeica ¡He estado pensando en anunciarme para ser sacado en procesión en las zonas más secas!

Alrededor del polideportivo Rey Juan Carlos (¡Viva España, viva el Rey!), lugar de inicio y final de la prueba, nos íbamos juntando los corredores que íbamos a ser de la partida. Las informaciones hablaban de más de 500 atletas inscritos, pero calculando a ojímetro yo creo que no llegábamos ni a 400 los que nos pusimos en la línea de salida. Lo que si pude deducir por las diferentes indumentarias de los clubs era que había corredores venidos de diversos puntos de la geografía española. Mi sagacidad fue aun más allá y, viendo a varias personas hablando en idiomas diferentes del español y con unas pintas de guiris que no te cuento, también concluí que había participantes oriundos de allende nuestras fronteras. La organización confirmó mis observaciones: había representadas 31 provincias españolas y 9 países. ¿Qué que es lo que atrae a tanta gente de fuera de Ciudad Real a correr este maratón? Ni puñetera idea, pero puede ser un buen tema para una tesis doctoral. Ahí dejo la idea.

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II. De cómo era el recorrido y de la benevolencia del perfil

La prueba se disputó sobre un recorrido cuya longitud fue homologada por la Real Federación Española de Atletismo (RFEA para los amigos) y que, como es habitual en estos casos, media 42.195 metros. Eso a pesar de que el locutor-animador-espiquer se empeñara en repetir una y otra vez que la carrera constaba de 42.197 metros.

Para completar la distancia era necesario dar dos vueltas a un circuito de 21.097 metros que recorría Ciudad Real y la localidad aledaña de Miguelturra. De perfil muy llano, apenas si había algún desnivel de pequeña importancia que lejos de endurecer la carrera, la hacía un poquitín más amena. Sin entrar en detalle y a grandes rasgos, el circuito podría describirse de la siguiente forma:

-. Diez mil primeros metros que transcurrían por las calles capitalinas. Dado que no es muy grande, en este primer tramo prácticamente se iba de un extremo a otro de la ciudad. Entre los kilómetros cuatro y seis se transitaba por el centro histórico, cerca de sus escasos incentivos monumentales o artísticos (La Puerta de Toledo, San Pedro o el Quijote Azteca). El resto eran zonas de nueva construcción y/o prácticamente deshabitadas como el Campus Universitario, el Quijote Arena o un pequeño polígono industrial.

-. Nueve mil metros de los que los tres mil primeros servían como enlace entre Ciudad Real y Miguelturra por una zona de chalets con algún ligero desnivel, los tres mil siguientes callejeaban por la llana tierra de los miguelturreños y los tres últimos devolvían a los participantes a la entrada de la ciudad capitalina a través del arcén de la carretera.

-. Completaban el circuito los dos últimos kilómetros, trazados por una amplia calle sin viviendas, prácticamente recta, que rodeaba el casco urbano y que, tras un par de giros, desembocaba en la entrada del polideportivo.


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III. Donde se hace referencia a los ánimos y generosidad de los miguelturreños frente a la pasividad de los ciudadrealinos

Transcurridos los doce primeros kilómetros de la carrera, por mi cabeza pasaba un pensamiento repetitivo que amenazaba con convertirse en un negativo y machacante leit motiv: “¡Que aburrimiento! ¡Si lo sé me traigo un libro!”. Efectivamente, si partimos de que yo no tenía el incentivo de hacer una buena marca y le sumamos el escaso o nulo atractivo monumental de Ciudad Real, el que el trazado discurriera en gran parte por zonas nuevas sin presencia de viviendas y que en la primera vuelta no había nadie (pero nadie) animando o simplemente presenciando el paso de los corredores, tenemos como resultado un primer tramo de maratón más aburrido que un documental de dos horas sobre la migración de la almeja en los cálidos mares del sur.

Sin embargo todo cambió con la llegada a Miguelturra. El pueblo se volcó con la carrera. Los churriegos salieron a las puertas de sus casas a aplaudir y animar en familia, a golpear las tapas de sartenes y ollas con cucharas a modo de improvisados platillos, a llenar las calles de alegría y bullicio. Destacar los “puestos de avituallamiento” improvisados por los vecinos (al menos seis) en los que sobre mesas plegables dispuestas para la ocasión se ofrecían todo tipo de bebidas (cervezas, coca cola, agua, …), comida (cortezas de cerdo, naranjas, plátanos…) y grandes y hondas sartenes con sabrosas migas. También era de agradecer el que, al transitar junto al consistorio, por una megafonía cuya situación no fui capaz de ubicar en los dos pasos que por allí hicimos, anunciaban tu dorsal, tu nombre y tu lugar de procedencia mientras los presentes arrancaban a aplaudir.

Si bien es cierto que durante la segunda vuelta al circuito, en la zona céntrica de Ciudad Real sí que hubo ya una cierta animación, no cabe ninguna duda que Miguelturra derrotó por K.O. a la capital de provincia en lo que a ambiente, trato al corredor y entusiasmo se refiere. Muchas gracias a los miguelturreños o churriegos que, desde mi punto de vista, fueron lo mejor y lo que más recordaré de este maratón.


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IV. De la corrección y eficiencia de los organizadores en sus quehaceres encomendados

La organización del XIV Maratón Popular de Castilla la Mancha (Quixote Maratón) corrió a cargo de la Asociación para el Desarrollo de la Actividad Deportiva (ADAD), la Junta de Comunidades, la Diputación Provincial y los Ayuntamientos de Ciudad Real y Miguelturra, y merece calificarse como muy buena y eficiente.

El dorsal se pudo retirar el día previo a la prueba en las dependencias del Ayuntamiento capitalino o la misma mañana de la carrera en el propio polideportivo. En ambos casos se entregaron sin ninguna espera y acompañados de una botella de vino de Valdepeñas, una camiseta técnica y una bolsa de deporte muy amplia y útil. A los llegados a meta se les hizo obsequió además de abundante bebida y comida (agua, bebida isotónica, fruta, bollos…) y un peazo medalla conmemorativa con la jeta de Don Quijote.

Los puntos kilométricos estuvieron correctamente señalizados y el cronometraje se hizo mediante el sistema de chip, facilitándose el tiempo de paso por el medio maratón y la marca final (bruta y neta) empleada en completar la prueba.

Los numerosos voluntarios prestaron servicios de apoyo a los corredores a lo largo de todo el recorrido, atendieron a la perfección los diferentes puestos de avituallamiento y de esponjas existentes cada cinco mil metros, colocaron las vallas y conos que delimitaron el circuito y dieron apoyo a los policías locales y nacionales. Estos últimos consiguieron compaginar el curso de corredores y de vehículos, velando siempre por la seguridad de los participantes.

Para arropar la celebración del evento, también se llevó a cabo la IX Carrera Escolar que contó con una gran participación de niños de 51 colegios, y el V Concurso Fotográfico sobre el maratón que incitó la presencia de muchos fotógrafos aficionados a lo largo del recorrido.

Y todo esto ¿Cuánto decís que me costó? Pues quince eurillosde nada.

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V. Que trata de los avatares y sufrimientos que le sucedieron a Arganzboy por tierras castellanomanchegas

Coincidíamos Cabesc (forero de elatleta.com) y yo minutos antes del inicio de la carrera, en que teniendo en cuenta el favorable perfil de la carrera y el buen día que había amanecido, no teníamos excusa para no disfrutar del maratón y conseguir nuestros objetivos. Creo que en cierto modo estábamos equivocados.

Mi idea era acabar entre las 3h 50min y las 4h 00min. El primer medio maratón, quitando el aburrimiento y que me notaba las piernas un pelín pesadas, fue bastante bien. Los 1:54:46 me daban un pequeño colchón para encarar la segunda parte de la carrera con tranquilidad. Pero como (casi) todos los maratones tienen sus dificultades, el del Quixote no iba a ser una excepción, y esta vez comenzaron a asomar aproximadamente a falta de once o doce kilómetros para la meta. La mañana inicialmente casi perfecta, se había tornado en calurosa (al sol, los termómetros marcaban los 28º), y por más que bebía, sentía una sed continua y la garganta seca. Alrededor del km 34, empecé a tener mal cuerpo. Mi estómago estaba casi lleno de líquido, yo seguía teniendo sed y las nauseas estaban a punto de parecer.

A partir del segundo paso por Miguelturra decidí disminuir la ingesta de agua y bebida isotónica, sustituyéndola por frecuentes enjuagues de boca y refrescantes friegas por cara, cabeza y cuello con la esponja mojada. Los últimos cuatro kilómetros fueron un auténtico suplicio, una lucha continua contra las ganas de dejar de correr y acabar la prueba andando. El mal de muchos fue mi consuelo de tonto: a pesar de ir muy tocado, el seguir trotando me permitió adelantar a un buen número de corredores que iban incluso peor que yo o que habían caído en la tentación de tomar el tren de San Fernando.

Crucé la meta exhausto en 3:52:02 y tuve que sentarme un buen rato a recuperarme. El mal cuerpo continuó durante la vuelta al hotel y la ducha. Una hora y media después volví a ser persona cuando, cediendo al empuje de las nauseas, me vi en la obligación de vomitar gran parte del líquido almacenado.

Sin embargo y a pesar de lo mal que acabé, la mejor noticia fue que al día siguiente estaba muy recuperado y prácticamente sin molestias musculares. Tanto es así que el miércoles ya estaba de vuelta a los entrenamientos. Misterios insondables del mundo del corredor popular.

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VI. Donde se concluye en pocas palabras poniendo fin a esta crónica

En resumen, que con buenas condiciones meteorológicas, el favorable perfil del Internacional Quixote Maratón lo hace una buena prueba para intentar asaltar la marca personal de cada cual. Eso sí, que nadie busque en él una carrera animada (salvo los pasos por dominios churriegos) o que transcurra por lugares atractivos por su belleza o historia.

Agradecimientos: a mi mujer por aguantar otro fin de semana con carrera, a los miguelturreños por sus ánimos, y a mi hijo por su recibida tan calurosa, concretamente con 39,5º de temperatura corporal que nos hicieron salir para urgencias pediátricas tan pronto retornamos a Madrid. ¡Cosas de infantes!

Nota: Excepto dos fotos, el resto de las que ilustran esta crónica han sido extraídas de www.maratonianos.com y del album Picassa de Allopezh.

Fin

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