miércoles, 28 de noviembre de 2012

XIV Medio Maratón de Montaña "Villa de Jarandilla"

Allá por el kilómetro nueve (Foto: Mendalerenda)

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1. Pongamos las cartas sobre las ies

Aclaremos una cosa antes de meternos en harina. El Medio Maratón de Montaña Villa de Jarandilla, con el permiso de sus bautizadores, no es de montaña. Al menos no del tipo que en el Concilio de Corricano II los representantes máximos de los corredores convinieron en denominar como tal. Es verdad que su recorrido discurre en gran parte por zona montañosa y que se suben unas buenas rampas, pero no es menos cierto que más de dos tercios de su distancia se llevan a cabo bien sobre asfalto o bien sobre hormigón. Añádase también que partiendo de una altura de poco más de seiscientos metros, se alcanza una cota máxima que ronda los ochocientos sesenta, y que la parte que se realiza sobre tierra se hace por amplios caminos que en general presentan un firme que para sí lo quisieran muchas carreteras comarcales. En resumen, que desde la ortodoxia correril podría ser considerado una herejía catalogar al jarandillano como un medio maratón de montaña.

Y mira que me gusta cuestionar los principios establecidos (salvo aquellos que hayan sido dictados por la madre de mi hijo), pero esta vez no me voy a saltar los preceptos y dentro de mi propia clasificación no voy a incluir a esta carrera en el grupo de las de montaña/trail. A grandes rasgos la razón básica y objetiva de esta decisión es que el blog lo dirijo y escribo yo y en él hago lo que me viene en gana. Y si a alguien no le parece bien, que eleve su queja al Consejo de Sabios y Ancianos Corredores pidiendo mi expulsión del gremio. He dicho.

Una vez puestas las cartas sobre la ies y los puntos sobre la mesa es el momento de comenzar.

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2. De lo que hice hasta que me puse en la línea de salida

Jarandilla de la Vera es un municipio cacereño que se levanta entre sierras y gargantas en la conocida como Comarca de la Vera. Con cerca de tres mil habitantes censados, más o menos tantos como cuestas tiene el pueblo, se ubica a unos doscientos veinte kilómetros de Madrid. Teniendo en cuenta que me tocaba realizar el desplazamiento hasta allí la misma mañana del domingo y que había que recoger el dorsal antes de las 9:00 AM, os podéis imaginar que cuando salí de casa todavía no habían acabado de poner las calles.

Esta vez el trayecto no era complicado así es que las posibilidades de perderme no eran muchas. Aún así, al paso por Navalmoral de la Mata tuve que preguntar a un lugareño quien me indicó amablemente el camino a seguir. Prometo que algún día cogeré el navegador para el coche que duerme el sueño de los justos en uno de los cajones del salón. Finalmente llegué a mi destino alrededor de las 9:20 AM. A pesar de la hora no hubo problemas para retirar el dorsal y la bolsa del corredor, que se siguieron entregando hasta unos minutos antes de la salida.

Cuando abandonaba la Casa de la Cultura, me encontré con JK (Juancar). Bueno en realidad fue él quien me reconoció y se acercó a saludarme, gesto que le agradezco porque si tuviera que haber sido yo el que con mis dotes de fisonomista hubiera tenido que identificarlo a él mal hubiéramos ido... Tras las presentaciones, allí estuvimos unos minutillos charlando sobre dos aficiones que tenemos en común: correr y “menorquear”. JK, un placer conocerte y estaré atento cuando corra por Toledo o Extremadura para ver si coincidimos.

Desde allí me dirigí rápido hacia al coche pues tenía todavía que vestirme de romano y la hora se me echaba encima. La mañana estaba agradable y parecía que al final la lluvia no iba a aparecer, pero como desconocía la zona por la que íbamos a correr decidí salir con un chalequito cortavientos por si las flies. La verdad es que me equivoqué pues me pegué una buena sudada que seguramente hubiera evitado si hubiera prescindido de esta prenda. Por cierto, también corrí con calzado de trail pero dada la superficie por la que transitamos (y que yo desconocía a priori) que sepáis que se puede correr perfectamente con unas zapas normales.

La salida y la meta estaban ubicadas al lado del Parador de Jarandilla, el antiguo Castillo de los Condes de Oropesa, donde en 1556 el rey Carlos I de España y V de Andelamerkel se hospedó hasta poder trasladarse al Monasterio de Yuste, donde tras dieciocho meses de retiro estiraría la pata. Cuatrocientos cincuenta y seis años después, casi medio millar de corredores esperábamos en el mismo lugar la señal para dar comienzo al XIV Medio Maratón de Montaña Villa de Jarandilla.

JK y servidora antes de la carrera (Foto: Antonio, JK's friend)
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3. Hasta la mitad más o menos, que no es poco

Los aproximadamente primeros cuatro kilómetros y medio de la prueba son una sucesión de continuas subidas y bajadas con una pendiente considerable que recorren parte del casco urbano jarandillano y sus alrededores. A grandes rasgos pueden resumirse del siguiente modo: bajada continuada desde el Parador hasta la entrada a la localidad (p.k 1,000), se deja la carretera para tomar una vía pecuaria con superficie de tierra que presenta una fuerte y corta pendiente al principio, una zona de llano junto a la zona del "lago" y otra nueva pendiente corta para subir hasta el “polígonito” industrial (p.k. 1,900), de nuevo sobre asfalto descenso hasta la carretera de entrada a la localidad, desde allí fuerte subida hasta las proximidades de Parador (p.k. 3,400) y una última bajada muy pronunciada buscando el Puente Barral (p.k. 4,400). Aunque en ningún momento hubo apreturas, esta primera parte sirvió para estirar la carrera, para ir poniendo a cada uno en su sitio y para que las piernas se dieran los primeros calentones.

El paso sobre el bello Puente Parral, de hechuras medievales, gran altura y construido sobre la Garganta Jaranda supone la salida definitiva de Jarandilla, a la que no volveremos ya hasta el final del medio maratón. Desde allí la carrera transita inicialmente por una amplia calzada de asfalto que aproximadamente mil metros después deja paso a una superficie de tierra muy compacta y lisa que se interna en un precioso robledal. Aunque suave, el perfil es siempre ascendente desde que cruzáramos el puente.

Salí despacio como en mi es habitual, y hasta que no alcanzamos el primer tramo de tierra no espabilé. El continuo sube y baja “explosivo” me cargó un poco el gemelo derecho, pero nada preocupante para el resto de carrera.

Unos metros antes del punto kilométrico 7,000 llega la primera dificultad seria: la subida a Cerro Pino. Un giro a la derecha nos saca de la amplia vía forestal para meternos en un angosto camino de inclinación bastante considerable, con piso irregular de tierra en el que abundan las piedras sueltas y cubierto por un manto marrón grisáceo de hojas de roble. Es poco más de un kilómetro y medio lo que tiene de longitud, pero se hace bastante duro y no son pocos los que echan pie a tierra para negociar alguna parte caminando. Es de toda la prueba el tramo que más se asemeja a lo que tradicionalmente se conoce como una prueba de montaña.

Cuando se llevan aproximadamente ocho mil quinientos metros de carrera, se sale del bosque de robles a un terreno abierto.En un principio la subida se suaviza para acto seguido transformarse en una ligera cuesta abajo que ha de conducirnos hasta poco más allá del punto kilométrico 10,000. Es una ocasión magnífica para recuperar fuerzas y disfrutar del paisaje que puede divisarse a la derecha.

En esta parte me encontré mucho mejor. Ya metido en faena, la subida continua la llevé mejor que el "subeybaja rompepiernas". Mi ritmo era mejor que muchos de los participantes que me precedían y adelanté no pocas posiciones a pesar de pararme un par de veces a tirar alguna fotillo.

Por el robledal (Foto: Yomismoconmimecanismo)
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4. Segundas partes nunca fueron llanas

Cerca del kilómetro diez, la superficie de tierra vuelve a dejar paso a la de hormigón. La vista general que se tiene desde allí de lo que está por llegar de forma inmediata es muy clarificadora El perfil dibuja una V espectacular de unos mil setecientos metros de longitud. Situados en el extremo superior izquierdo de la V, a nuestros pies se inicia una bajada vertiginosa y, a lo lejos, justo enfrente de donde nos encontramos, puede observarse una subida igual de vertiginosa en la que los colores vivos de las camisetas de los participantes destacan sobre los tonos oscuros del paisaje. La sensación es extraña. Uno quiere que el descenso que va a iniciar se acabe lo antes posible, pues cuanto más abajo haya que llegar para alcanzar el vértice de la V, más habrá que subir después.

Este ascenso es la segunda dificultad seria de la carrera. Son más de ochocientos metros de subida ininterrumpida con un alto porcentaje de desnivel. Toca doblarse hacia delante, acortar la zancada, sufrir y buscar como un poseso aire que meter a los pulmones. Superado el muro, se abandona la vía hormigonada para tomar un estrecho camino de tierra por el que se transita durante cinco hectómetros y que culmina en una corta bajada con piedras sueltas que, junto con la subida a Cerro Pino, resulta ser la parte con mayor dificultad técnica de todo el medio maratón.

A pesar de las cuestas me encontraba bastante bien. Me llevé una sorpresa cuando al pasar junto al cartel del kilómetro diez mi tiempo era muy similar al de una carrera urbana. A la sorpresa se le unió una sensación de cierto canguelo por si me estaba pasando de rosca y podía pagarlo en la segunda parte de la carrera.

Apenas un poco antes de alcanzar el punto kilométrico 12,000, se llega a la carretera de Aldeanueva. Desde ese momento ya no se abandona el asfalto hasta meta.

La de Aldeanueva es una carretera estrecha que discurre rodeada de árboles por la ladera la montaña. Aunque pica hacia arriba no lo hace de forma continua, presentando una sucesión de toboganes que castigan las piernas ya fatigadas a esas alturas de carrera. El paisaje que se atraviesa es de una gran belleza y recuerda en parte al de la zona norte de la península (Asturias o Cantabria). Altas montañas, valles, corrientes de agua bajando con fuerza por las laderas, nubes agarradas a los picos… ¡Hasta el sol se asomó en esos momentos para dar un mayor colorido al paisaje!

Cuando se llevan completados catorce mil quinientos metros, llega la última gran dificultad de la carrera. El ascenso al Guijo de Santa Bárbara tiene una longitud que supera el kilómetro y medio, con unos altos porcentajes de desnivel en sus rampas y sin ningún descanso que permita tomar algo de aire. Este es el verdadero juez de la carrera, el que te va a decir si has corrido de forma inteligente y de acuerdo a tus posibilidades. Si has guardado fuerzas y te encuentras bien notarás enseguida que, aunque sufras, comienzas a remontar posiciones de forma rápida. Si te has excedido en el esfuerzo previo, las cuestas te pondrán en tu sitio, serás tú el que seas adelantado de forma inmisericorde por numerosos rivales y pasarás un auténtico calvario.

¡Ufffff! En estos kilómetros tocó sufrir. Los continuos toboganes se agarraban con fuerza a las piernas y uno tenía la sensación de que avanzaba poco. Además, la aparición del sol unida a mi excesiva vestimenta me hizo sudar la gota gorda y sofocarme más de la cuenta. La subida al Guijo descojonaba al más pintado pero al tran tran sabría que no habría problema. A pesar de todo iba muy animado pues cada vez adelantaba más y más posiciones.

Culminada la última ascensión, un pequeño llano de unos cientos de metros para recuperar el aliento y avituallarse antes de iniciar el descenso final por la carretera hacia Jarandilla. Son prácticamente cinco mil metros de bajada muy cómoda en la que uno puede echar el resto y alargar la zancada todo lo que quiera o pueda. Salvo alguna curva un poco cerrada, las demás son fáciles de negociar y solo las hojas caídas de los árboles y mojadas por la lluvia de las horas previas obligaban a tener cierta precaución.

Al final de la bajada se gira a la derecha y, simplemente dejándose llevar por la inercia, se recorren los últimos cien metros hasta la línea de meta.

Prácticamente al comenzar el descenso, junto con uno que alcance y otro que me cogió, formamos un grupo de tres corredores que nos marcamos un ritmo muy alegre que pudimos seguir sin problemas (o al menos, si alguno no podía, lo disimuló bien). Cuando llegando al arco de meta ví en el reloj allí instalado por la organización el tiempo que llevábamos empleado me costó creerlo: 1:38:01 (diez segundo menos por mi reloj) Para la exigencia del medio maratón y teniendo en cuenta lo que soy, me pareció una marca fabulosa. ¡Y en el puesto 114 de los 402 llegados! ¡Cojonuo!


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5. Echando el cierre

No quiero olvidarme de los organizadores ni de los espectadores. Los primeros nos trataron muy bien. Cronometraje con código de barras, avituallamientos cada cinco kilómetros y en meta, recorrido bien marcado en las zonas que discurrían por el campo, tráfico inexistente en los tramos de carretera, comida de la pasta tras la carrera y bolsa del corredor con un cajita de pimentón de la vera, una galleta, unos bolígrafos y una camiseta. Además se destinó parte del importe de la inscripción a la adquisición de un desfibrilador y a la formación de personas para su manejo.

En cuanto a lo espectadores, su apoyo y animación fue genial en los lugares “habitados” del recorrido. En la salida, en el tránsito por Jarandilla, en el Puente Barral, en to' lo alto del Guijo y en meta, sus aplausos y sus gritos de ánimo se agradecieron sobremanera.

En resumiendo, un medio maratón exigente (no de montaña), variado, en un entorno bellísimo, con buen ambientillo y bien organizado. A mí me gusto y pienso que merece mucho la pena. Os lo recomiendo.

Y más. Solo decir que con el de Jarandilla alcanzo la vigesimosexta provincia para el proyecto "Un país en mi mochila", y que también me ha servido para batir el record personal de medios maratones en un año (van veintitrés). Creo que aplicaré el plan Bubka y no participaré en ninguno más de aquí a final de año para ver si en 2013 puedo volver a mejorar la plusmarca.

El próximo domingo toca hacer el marmota. Ya os contaré. Sed felices.



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6 comentarios:

JK dijo...

Sabía de la profundidad de tu crónica y de la gran información que transmites en ella..y yo pasé por todo eso?..jejeje Veo que te fué muy bien y que disfrutastes, la verdad es que al ver el registro se veía bueno, auque se que estás curtido en estas pruebas.Enhorabuena por tu carrera y tu marca...desde luego que te viene bien descansar,¡vaya año!
Ya me contarás lo de un pais en la mochila....tienes algo previsto?.
Un enorme placer conocerte, seguimos en contacto.Un abrazo

yonhey dijo...

Pues efectivamente me parece un tiempazo, ya me lo parecería en una media llana, o sea que con cuestas....
Me la apunto que no la conozco y no he corrido mucho por esa zona.
Salu2

Miguel dijo...

Llego a través de JK, con tu permiso te sigo. Yo este año no corrí pero llevaba tres ediciones seguidas y como tú, siempre he dicho que no era una Media de montaña, sino una Media en la montaña. Aunque de distancia se queda un poco corta, has hecho un gran tiempo.

Arganzboy dijo...

JK. Si que me lo pase bien, si. Lo de la marca es lo de menos. ¿Descansar? Ni de coña. Ya tendré tiempo de hacerlo cuando las diñe ;-) Encantado de conocerte

Yonhey. Creo que merece la pena pero sabiendo lo que te vas a encontrar. Es buena zona para hacer gastroatletismo ;-)

Miguel. Bienvenido. Efectivamente coincido contigo en que es más "por montaña" que "de montaña".

Muchas gracias a los tres. Saludos

Marco A. García dijo...

...que buena crónica. Enhorabuena por tu trabajo. Reconozco que efectivamente es una media maratón en la montaña, aunque creo que su recorrido es un acierto. Entré en meta 30 segundos por detrás de tí, que creo que fue lo que tardé en correr los 50 últimos metros con mis hijas de la mano (5 y 3 años), por tanto creo que tuve que verte... La zona tiene recorridos alternativos lo suficientemente técnicos para poder catalogarla como de montaña, pero creo que asustaría a bastante gente. Muy buena organización y un pueblo maravilloso, Jarandilla, donde tuve el orgullo de nacer y vuelvo siempre que puedo... Enhorabuena de nuevo...

Arganzboy dijo...

Hola Marco. Efectivamente un pueblo muy majo y un entorno precioso por el que daba gusto correr. Tengo que volver por la zona con más calma. Enhorabuena también por tu carrera. Un saludo.