domingo, 18 de noviembre de 2012

II Medio Maratón Ciudad de Cuenca

Por el carril bici de la carretera a Tragacete (Foto: Organización)
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1. Introduccion

Tengo un poco abandonado el proyecto que bauticé en su día como “Un país en mi mochila”. No es que haya dejado de correr fuera de Madrid, todo lo contrario. Lo que ocurre es que no actualizo las cifras desde hace más de un año, de forma que lo que aparece actualmente publicado se ha quedado más anticuado que los chistes de Arévalo.

Digo todo esto porque el pasado fin de semana me desplacé a la tierra del alajú, de José Luis Perales, de las casas colgadas que no colgantes, del resolí, del morteruelo y del desaparecido José Luís Coll para disputar el II Medio Maratón Ciudad de Cuenca. Sumé así una nueva provincia a las que ya tenía en el macuto (van veinticinco creo) y completé con ella todas aquellas que son fronterizas con Madrid. ¿Apasionante verdad? Venga, pues no os perdáis la emocionante y trepidante crónica del evento ¡Os va a encantar! Anda mira, que bien traído: encantar, encantada, Ciudad Encantada

En fin, no me tengáis esta introducción muy en “cuenca”. Vamos al grano.

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2. La carrera

Llegaba yo a las horas previas del medio maratón conquense con muy poquitas ganas de jarana la verdad. Por un lado la información sobre la carrera que aparecía en la página web, que dicho sea de paso no había leído antes de inscribirme, no me digáis por qué pero no me transmitía buenas sensaciones. Me preocupaba un poco que la salida y la llegada no se ubicaran en el mismo lugar (así a golpe de plano, debían estar a más de dos mil metros de distancia), más aun cuando no conocía la ciudad y no iba a llegar muy sobrado de tiempo. Por otro lado la previsión meteorológica anunciaba frío, viento y lluvia para la mañana dominical. A todo esto había que añadirle que aparte de los veintiún kilómetros corriendo, me tenía que chupar otros cerca de trescientos cincuenta en coche. En resumen, que cuando a las 6:40 AM del domingo sonó el puñetero despertador tuve que dedicar unos segundos a rebuscar las ganas necesarias para abandonar el cobijo de las sábanas.

He de reconocer que cuando arribé a Cuenca mi ánimo cambio. Enseguida encontré el lugar donde su ubicaba la meta y, siguiendo por la misma calle y con un poquito de atención, tampoco me fue difícil subir hasta la parte alta de la ciudad y alcanzar el mirador de la Hoz del Huecar. Allí en menos de una hora se daría la salida de la prueba. Recogí el dorsal junto con el que me entregaron una barrita energética y volví a bajar en coche hasta el "polideportivo" Luis Yufera, situado junto a la llegada. Señalar que la organización puso a disposición de los corredores un autocar que hasta treinta minutos antes del inicio de la carrera hizo varios viajes para acercar a los participantes que así lo quisieran desde la meta hasta la salida.

Yo opté por aparcar mi coche en las inmediaciones de la meta, no utilizar el servicio de autobús ofrecido y subir al trote a modo de calentamiento los dos kilómetros y medio que separaban las instalaciones deportivas del mirador de la Hoz del Huecar. La verdad es que las vistas desde allí eran dignas de contemplarse. Tanto es así que no importó que la salida se diera con unos minutos de retraso.

Llegando a meta (Foto: Organización)
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Ataviado con gorra y chubasquero que me vinieron de lujo para protegerme del frío y la lluvia intermitente que nos acompañaron, me coloqué en la parte trasera dentro del pelotón que formábamos los cerca de seiscientos cincuenta corredores que allí nos dimos cita. Tras la señal que indicaba el comienzo de la prueba y que no oí, tome la cuneta izquierda para intentar coger sin demoras un ritmo cómodo.

El primer kilómetro presentaba un perfil en V, con una cuesta abajo pronunciada que conducía hasta el barrio del Castillo y, tras desviarnos a la derecha para tomar el Camino de San Isidro, con una subida posterior que nos introducía en la bella Hoz del Júcar. La panorámica desde allí era aun más espectacular que la que se tenía en el mirador de la vecina Hoz del Huecar. Comenzaba entonces un tramo de descenso a veces más tendido a veces más inclinado, que habría de conducirnos hasta la misma orilla del Júcar allá por el punto kilométrico 4,500.

Con una curva de 180º a la izquierda se abandonaba la carretera y se entraba en el camino Fuente Martín Alhaja. Con superficie de tierra, la vía flanqueada a ambos lados por árboles discurría bordeando el Júcar durante cerca de tres mil seiscientos metros. Presentaba un perfil de dientes de sierra, con continuos toboganes que a veces deparaban alguna sorpresa. Cerca de su punto medio el camino abandonaba la orilla del río durante alrededor de un kilómetro, se acercaba a las paredes de piedra del cañón natural y se estrechaba convirtiéndose en una senda sinuosa. Desde mi punto de vista, posiblemente este fuera el tramo más gozoso de todo el medio maratón.

El camino Fuente Martín Alhaja se dejaba al llegar a la altura del conocido como Recreo Peral, alrededor del punto kilométrico 8,000 de carrera. Allí se cruzaba al otro lado del río por un puente y se tomaba el carril bici de la carretera a Tragacete. Seguíamos corriendo junto al Jucar, trazando sus meandros, pero ahora por su margen derecho y en sentido opuesto al que habíamos llevado con anterioridad. El perfil de esta parte también era ondulado, pero la carretera hacía más suaves las pendientes. Fueron cerca de cinco mil seiscientos metros antes de volver a cruzar el río por el puente de Valdecabras.

Superado el cruce se giraba a la derecha para entrar en un nuevo tramo asfaltado conocido como Camino del Agua que, para no ser que menos que los anteriores, discurría también junto al cauce del Jucar. Tras unos mil seiscientos metros alcanzamos y recorrimos de nuevo el camino Fuente Martín Alhaja. Sin embargo en esta ocasión, en vez de cruzar por el puente una vez llegados a Recreo Peral, había que seguir recto en dirección al casco urbano conquense. Si mis cuentas no me fallaban quedaban poco más de dos kilómetros para alcanzar la línea de llegada.

Inicialmente continuamos durante unos cientos de metros más no ya junto al cauce del río, sino sobre el río mismo: corríamos sobre una pasarela de madera que nacía junto a la pared de roca y se extendía elevada por encima del agua. Había que tener un pelín de cuidado porque las hojas caídas de los árboles mezcladas con el agua de la lluvia podían dar un susto en forma de resbalón.

Llegados a tierra firme nos encontramos con la primera de las dos sorpresas que nos aguardaban esta última parte del medio maratón. Y es que para hacer el transito desde la zona del río al asfalto del casco urbano había que salvar una escalera. Si, no uno ni dos escalones, una escalera hecha y derecha. Uno ya se ha metido entre pecho y espalda un par de cientos de carreras y, a decir verdad, no recuerdo ninguna en la que hubiera que negociar una escalera. Pero como suele decirse, siempre tiene que haber una primera vez. Total que me lo tomé con filosofía, me enchufé mentalmente la música de Rocky (nunca olvidaré a Stallone subiendo la escalera del Museo de Arte de Filadelfia) y ascendí los escalones de dos en dos. Alcancé la parte alta prácticamente sin resuello y con las piernas "tontas". Tardé unos cuantos metros en recomponer la figura.

Desde allí y tras un pequeño callejeo, se alcanzaba lo que estaba señalizado como el kilómetro veintiuno. Segunda sorpresa. Uno levantaba la vista desde aquel punto y percibía con claridad meridiana que la recta continuaba más allá de cien metros y sin rastro de la meta. Volví a tomármelo con filosofía y a aguantar lo que viniera, que debieron ser cerca de trescientos metros en vez de los noventa y siete esperados. A mí no me importó en demasía, pero imagino que a los participantes que tomaran la decisión de esprintar en los últimos metros les sentó a cuerno quemado.

Cruzada la meta, visita al pabellón (o “nave deportiva”) Luis Yufera donde te hacían entrega de una medalla, un forro polar, una botella de agua y una lata de bebida isotónica. Y acto seguido y sin detenerme, de ahí al coche a cambiarme, a sufrir el pequeño atasco para poder salir de la ciudad y a tomar camino a casa. Había caído el medio maratón número ciento veinticuatro.

Por el Camino Fuente Martín Alhaja (Foto: organización)
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3. Valoración personal

En líneas generales la carrera me sorprendió gratamente sobre todo por el recorrido. La prueba discurre por un entorno natural de gran belleza, primero con una vista panorámica de las hoces del Huecar y del Jucar, para descender después hasta el cauce del segundo y disfrutar del correr por sus arbolados márgenes.

El ambiente también fue bueno. En cuanto a los corredores, allí nos juntamos seiscientos y pico llegados en buen número de las provincias que circundantes a Cuenca. Respecto a los espectadores, debido al tipo de recorrido y a las condiciones meteorológicas era de esperar que no hubiera mucha animación. Sin embargo los irreductibles amigos y familiares de los participantes y algún que otro curioso se concentraron en la salida, en meta y en los lugares “habitados” del trazado (donde había un restaurante o una zona de ocio).

La organización corrió a cargo del Club de Atletismo Cuenca con la colaboración del IMD del Ayuntamiento de Cuenca. Creo que hay que darles tiempo pues solo estábamos ante la segunda edición de este medio maratón, pero desde mi punto de vista tienen cosas que mejorar. En las cuestiones fundamentales como puedan ser el control del tráfico y los avituallamientos, los organizadores cumplieron. Solo en la carretera de Tragecete compartimos vía con los coches, pero el carril bici era lo suficientemente ancho para que no hubiera ningún problema. Los avituallamientos también fueron los habituales en este tipo de carreras (cada cinco mil metros aproximadamente) y creo que nadie se quedó sin agua. También es de agradecer el servicio de autobús que pusieron a disposición de los corredores para hacer los traslados entre las zonas de salida y meta.

Pero como decía, hay bastantes aspectos mejorables: i) parece que los carteles que señalaban los puntos kilométricos no estaban en los sitios correctos. Había kilómetros que medían más de mil metros y otros que no los alcanzaban, ii) El tiempo en meta se tomó dictando el dorsal de cada uno de los competidores cuando alcanzábamos la carpa situada unos metros más allá de la línea de llegada. Llevábamos un código de barras en el dorsal que yo pensé que estaba allí para ser leído y recoger así nuestro marca. Pero o estaba en un error o aquello no funcionó. El caso es que, a modo de ejemplo, en la clasificación aparecemos tres llegados en el mismo segundo cuando entré más solo que la una, iii) Los vestuarios y duchas del “polideportivo” ubicado junto a la meta presentaban un estado un tanto deficiente y a nada que los llegados los utilizaran (yo no lo hice) eran insuficientes, iv) Si no conocías la carrera e intentabas guiarte por la página web, la información que aparecía no era completa y, en algunos aspectos, estaba desfasada (el reglamento era el del año pasado). Creo que es un factor a cuidar pues no transmite una buena imagen.

En lo personal, yo me lo pasé muy bien. Empecé conservador pero tras los primeros kilómetros, el perfil favorable unido al frío y a la lluvia me hicieron acelerar la marcha. Me encontré bastante bien durante toda la carrera y acabé con un buen tiempo para lo que soy yo. Por mi reloj tomé 1:35:41 y según los organizadores acabé el 204 de los 628 llegados a meta.

Con el II Medio Maratón Ciudad de Cuenca, alcanzó este año la cifra de veintidós carreras sobre esta distancia e igualo la marca del ejercicio 2011.

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4. Salutación y despedida

En el previo de la carrera volví a coincidir con Alfonso, corredor/bloguero con el que me voy encontrando a lo largo y ancho de la geografía española. Compartimos una agradable conversación sobre carreras que tenemos en mente o que ya hemos corrido mientras esperaba el autocar que le acercara hasta la salida. Su visión del medio maratón conquense podéis leerla aquí.

Y esto es todo. Hasta la próxima. Sed felices.

¡Ojo, el recorrido está tumbado! (Norte a la derecha)
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5 comentarios:

fosete dijo...

Tu proyecto de "un país en mi mochila" me parece muy interesante. Te animo a actualizarlo; que cuesta más ir a correr lejos y correr, que ponerlo al día.

fosete dijo...

En las escaleras me pasó lo mismo que a tí, subiéndolas de dos en dos y pagando arriba el peaje

Un saludo

Arganzboy dijo...

Actualizado ;-) Un saludo

Kurty dijo...

Como siempre muy entretenida la crónica de esta nueva media maratón.
Envidia sana me das de llevar 22 medias maratones (y alguna más que harás)en 1 año.

Arganzboy dijo...

Hola Kurty. Hoy ha caído la 23, nueva marca arganzniana ;-). Muchas gracias y un saludo