viernes, 7 de octubre de 2011

XXI Cross de la Pedriza

Piedra, piedra y más piedra (Foto by yo mismo)
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1. Diciannove chilometri en la Pedriza…

En la temporada 1984-85, el Real Madrid se enfrentó al Inter de Milán en la semifinal de la extinta Copa de la UEFA. En el partido de ida celebrado en el estadio de San Siro, el Inter derrotó al equipo blanco por 2-0. Cuentan que al finalizar el choque, el inolvidable Juan Gómez “Juanito” se acercó al defensa interista Graziano Bini y le dijo en un italiano un tanto macarrónico: “Noventa minuti en el Bernabéu son molto longo”. En el partido de vuelta el Real Madrid se impuso por 3-0 y obtuvo el pase a la final que posteriormente ganaría al Videoton.

¿Qué a que viene esto? Pues a que el domingo mientras participaba en el XXI Cross de la Pedriza se me pasó varias veces por la cabeza un pensamiento que es deudor de aquella mítica frase de Juanito y que en mi versión diría algo así como “diciannove chilometri en la Pedriza son molto longo”. ¡Y tan "longos"! ¡Los diecinueve mil seiscientos metros más "longos" de mi no siempre bien valorada trayectoria atlética! Os dejo con la historia.

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2. ¡Manda huevos!

Aunque parezca mentira, toda mi vida he residido en Madrid y hasta ahora nunca había ido a la Pedriza ni de excursión. De hecho no sabía ni donde estaba. Y si no llega a ser por el tabardillo montañero este que me ha dado, no sé cuanto tiempo más habría pasado sin conocerla ¡Manda huevos!

Avisado de que el acceso en coche al parque natural era limitado y teniendo en cuenta que últimamente me cuesta dar a la primera con los destinos que no conozco (a veces incluso con los que conozco), salí de casa con bastante antelación. Llegué a la Pedriza unos minutos más allá de las 8:00 y pude dejar mi coche sin problemas en el parkíng más cercano al de Machacaderas, donde se ubicaban tanto la salida como la meta. Recogidos el chip y el dorsal, volví al coche a "redesayunar" y a preparar la logística para la carrera.

Esta vez la decisión acerca de llevar bidón fue fácil de tomar. La organización ya avisaba en su reglamento que en los puestos de avituallamiento no se facilitarían vasos ni se permitiría beber directamente de las botellas, debiendo portar cada participante el medio que creyera más adecuado para pode recibir el líquido. Total, que bidón si o si. Con la lección aprendida de la Carrera de las Dehesas, aproveché para añadir en los bolsillitos del portabidones una pastilla de glucosa y una barrita energética, pues aunque estaba prevista la existencia de avituallamiento sólido, a este tipo de carreras no les tengo todavía cogido el tranquillo y no sé cuando voy a tener necesidad de echarme algo medianamente consistente a la boca.

A las 9:45h ya totalmente pertrechado para ocasión, abandoné el cómodo asiento de mi vehículo y me dirigí al control de dorsales y chips. Al llegar allí me dí cuenta que aun me queda mucho por aprender. El chip que nos habían entregado era tipo tarjeta y traía puesta una corta goma abierta. A primera vista me pareció que la longitud de la cinta elástica era muy pequeña para anudarla y sujetarme el chip al tobillo, así es que opté por quitarla y, aprovechando una ranura que presentaba en unos de sus laterales introducir por ella los cordones de la zapatilla. El chip quedó sujeto a mis Asics Trabuco como ha ocurrido tantas y tantas veces en las carreras de asfalto.

Pues bien, al acercarme al control inicial ví que la voluntaria pasaba un lector sobre los transpondedores (alias chips) que los participantes llevaban anudados en… ¡sus muñecas! Comencé a mirar a mi alrededor con la esperanza de que los que me precedían fueran unos “bichos raros”, pero no, el único que se lo había colocado en el pie era yo. ¡Manda huevos! ¡Toda la vida aprendiendo a decir “fregoneta” y ahora lo llaman “manolovolumen”!

Cuando me tocó el turno, me excusé con la amable voluntaria justificando mi original forma de colocar el chip en la pérdida de la goma que tendría que sujetarlo a mi muñeca (mentira cochina). Para evitar que en el resto de los controles los voluntarios tuvieran que agacharse, decidí con buen criterio quitármelo de la zapatilla y guardarlo en el bolsillo del pantalón, de donde lo saqué tantas veces como me fue requerido. Lección aprendida.

Coronando la interminable subida a las Torres   (Foto: Arganzboy)
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3. Hasta el Collado de la Dehesilla

Tras unas pequeñas directrices que desde la organización nos dieron megáfono en mano, unos minutos pasados las 10:00 dio comienzo la carrera desde el parking de Machacaderas (1.069m). Aproximadamente los primeros mil quinientos metros discurrían por una zona amplia y en ligera cuesta abajo. En este tramo había que aprovechar y buscar una posición acorde con el ritmo que fueras a llevar, pues tras una curva de izquierdas el camino se estrechaba, los participantes nos colocábamos en fila de a uno y la pendiente se invertía.

La ascensión al Yelmo, primera de la jornada, se hacía en su mayor parte andando y al ritmo que te marcaban los corredores que te precedían. Adelantar resultaba muy complicado. Solo podías hacerlo aprovechando algún ligero ensanchamiento del camino o eligiendo salvar alguna dificultad pétrea por un lado diferente a los demás. En cualquier caso lo máximo que lograbas avanzar eran una o dos posiciones. La subida ganaba en exigencia y dificultad a medida que se avanzaba y las partes de tierra fueron paulatinamente desapareciendo hasta acabar yendo de piedra en piedra.

En el punto kilométrico 4,400 la llegada a la Pradera del Yelmo (1.570m) marcaba el fin de la ascensión. Allí, junto al conocido risco de granito rosado y de forma similar a la parte de la armadura antigua que reguardaba cabeza y rostro, estaba ubicado el primer control de la carrera y el único avituallamiento líquido en el que se facilitaba el agua en vasos de plástico. Llegué bastante entero en 0:44:47, aunque con cierto miedo a la deshidratación pues, al igual que me ocurrió en la Carrera de las Dehesas, estaba sudando a chorros (¿?).

Los dos mil metros que había hasta el Collado de la Dehesilla (1.453m), lugar donde se hallaba ubicado el siguiente control, se dividían a partes iguales entre el llano de la Pradera de Yelmo y un descenso muy técnico que nos puso a más de uno en un aprieto. Esta vez no perdí posiciones como en mí es habitual, principalmente porque solo había un lugar por donde pasar (solo te podían adelantar si te echabas a un lado) y porque había que recurrir a las manos y a la fuerza de los brazos para poder salvar algunos de los desniveles. En un par de saltos la rodilla izquierda me pegó un latigazo seguido de una sensación de boqueo que duró unos segundos, por lo que durante el resto de la prueba intenté siempre caer echando el peso sobre la pierna derecha.

El paso por el segundo punto de control (punto kilométrico 6,400) lo hice en 1:01:23.

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4. Las Torres, ¡Ay las Torres!

Desde el Collado de la Dehesilla hasta hacer cumbre en Las Torres había “solo” unos cinco kilómetros pero os puedo asegurar que se me hicieron interminables. Sin lugar a dudas fueron el tramo más exigente de la carrera en lo físico y, junto con la subida a Collado Cabrón, también en lo psicológico.

El ascenso se hacía sorteando o encaramándose en muchas ocasiones a grandes bloques de piedra. Según íbamos ganando altura la vegetación iba desapareciendo y la piedra se adueñaba de todo el terreno. No fueron pocas las veces que hubo que recurrir a las manos para poder salvar los obstáculos y los desniveles entre rocas. En algunas ocasiones se formaban pequeñas retenciones que los participantes aprovechamos para echar una trago del bidón o para comer algo. Entre estas dificultades del terreno que originaron “atascos” cabe destacar el túnel natural que había que atravesar reptando en la zona de Navajuelos (1.675m)

Precisamente a la entrada del tunel mencionado, estaba ubicado el tercer control horario. En él marqué un parcial de 1:27:03.

En el Collado de la Ventana (1.784m), aproximadamente ochocientos metros allá de Navajuelos y unos ciento y poco metros más arriba, estaba el primer avituallamiento sólido. A pesar de que durante el recorrido había dado cuenta de la pastilla de glucosa y de buena parte de la barrita con las que había partido de salida, devoré unas cuantas porciones de membrillo (estaba de muerte) y un par de puñados de anacardos que me vinieron fenomenalmente bien. Era el punto kilométrico 8,900 y mi cronómetro marcaba 1:43:39 de carrera.

Con la llegada al paraje conocido como Las Torres entramos en la parte más espectacular en lo que a belleza paisajística se refiere. La acción que el viento, la lluvia y otros factores de erosión han ejercido sobre las rocas graníticas durante millones de años han dado como fruto un conjunto pétreo de formas muy curiosas, atractivas y casi únicas. Correr entre esos canchos y tolmos esculpidos por la naturaleza es una auténtica gozada. Sin embargo es justo reconocer que en pleno esfuerzo este tramo se me hizo eterno y que deseaba dejarlo atrás lo más rápido posible.

Coronadas por fin Las Torres (1.990m), comenzamos aquella larga cuesta abajo que recordaba haber visto en el perfil de la carrera y que en algún momento del ascenso pensé que nunca llegaría.

Las Torres (by Arganzboy)
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5. Dos descensos y un cabrón

Los primeros ochocientos metros de bajada hasta el puesto de control y avituallamiento del Collado Carabina (1.882m) se realizaban todavía por una zona en la que la única vegetación existente eran arbustos de pequeño tamaño. Aunque seguían predominando las piedras, ya se iba formando una senda más o menos definida por la que se podía correr con cierta soltura. En cualquier caso las piernas estaban agarrotadas, seguramente por el esfuerzo acumulado y porque hasta entonces apenas habíamos corrido. Para que os hagáis una idea, en once mil ochocientos metros había invertido 2:22:08 ¡Todo un record!

En el avituallamiento me detuve sin prisa. Desconozco la razón pero a mí esto de correr por montaña me da mucha hambre y sed. Pegué unos buenos tragos de agua, di cuenta de unos trozos de membrillo y me alegré el cuerpo con unas gominolas en forma de botella (un clásico de mi infancia) que muy acertadamente las organización había incluido entre la amplia oferta gastronómica.

Reemprendida la marcha, el descenso comenzó a hacerse más “corrible” y los árboles fueron poco a poco haciéndose más presentes hasta vernos inmersos en un precioso bosque de altos pinos. Tras lo pasado hasta entonces, este tramo era muy gustoso. El camino era de tierra y presentaba numerosos obstáculos en forma de piedras y, en menor medida, de raíces y troncos caídos. La dificultad técnica no era alta lo que seguramente influyó para que, en contra de mi costumbre, no solo no perdiera posiciones sino que las ganara.

Los más de cinco mil metros de bajada continua se cortaron bruscamente al alcanzar Prado Peluca (alrededor del punto kilométrico 15,700), por donde transité en 2:56:17. Sin solución de continuidad el terreno se ponía a mirar al cielo y comenzabamos el ascenso a Collado Cabrón.

En este caso el nombre describe casi a la perfección lo que supone ascender a este collado. Digo casi, porque sería incluso más acertada la denominación de Collado Putada, pero en ese caso no habría concordancia de género. La subida es dura en lo físico y en lo anímico. Con apenas mil doscientos de longitud, su pendiente es muy exigente aunque es cierto que, a diferencia de la subidas anteriores, se hace por una senda de tierra y no trepando sobre piedras. Acentúa la dureza su ubicación casi al final de la carrera y el hecho de que se venga de una larga bajada que finaliza justo en su base.

En la "cima cabrona" se encontraba el último control antes alcanzar la línea de meta. Allí marqué un tiempo de 3:07:19. Solo restaban dos kilómetros y medio hasta meta que se repartían en i) una bajada entre pinos muy cómoda por un camino de tierra sin apenas obstáculos y ii) tras cruzar el rio, unos últimos cinco hectómetros desde el aparcamiento hasta la línea de meta que picaban ligeramente hacia arriba y que a la postre se hacían muy largos.

A pesar de que todo era ya favorable, al coronar el Collado Cabrón me encontraba exhausto. Tanto fue así que a pesar de ya se iniciaba el descenso tuve que seguir andando durante unos cuantos metros hasta recuperar el ánimo y las fuerzas. Lo mejor que me pudo pasar entonces fue encontrarme con Agus. Con él había cruzado unas palabras antes de la salida y, entre otras cosas, ya me había puesto sobre aviso acerca del collado que acababamos de salvar. Junto con un tercer componente que se nos unió, hicimos en fila india la última etapa de la carrera con Agus siempre en cabeza marcándonos un ritmo vivo que nos vino de vicio. Si no hubiera sido por él, al menos yo hubiera sufrido mucho más y hubiera empleado un tiempo bastante mayor al que finalmente hice.

Los tres cruzamos la línea de meta juntos. Mi tiempo final 3:30:18. Atrás quedaban 19,600 kilómetros de longitud y 1.400 metros de desnivel acumulado.

Primer control en la Pradera del Yelmo (Foto by Mendalerenda)
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6. Los responsables del cotarro

Para los organizadores, la RSEA Peñalara, y sobre todo para los voluntarios, solo tengo palabras de agradecimiento. Creo que todo salió casi perfecto. Lograr hacer un evento así en un entorno natural como la Pedriza es impagable.

Mención especial para todos aquellos que antes de la carrera portaron hasta los avituallamientos todas las bebidas y alimentos que allí se ofrecieron, que durante la prueba nos atendieron siempre amablemente, con una sonrisa y unas palabras de ánimo, y que una vez finalizada la misma recogieron los trastos y los residuos generados dejándolo todo limpio. Muchas gracias.

En el lado contrario, lamentar el comportamiento de aquellos participantes que, a pesar de lo indicado en el reglamento del cross, no portaban ningún utensilio propio donde les pudiera ser servida el agua en los avituallamientos y que se encararon con los voluntarios exigiéndoles que les dejaran beber directamente de las botellas. Por favor, un poquito de respeto y educación.

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7. Conclusiones

Después de haber dejado reposar las sensaciones durante unos días, las conclusiones que saco son las siguientes:

a) Parece que he elegido mi participación en carreras de montaña de forma que cada una de ellas supere en exigencia a la anterior. Sin lugar a dudas el XXI Cross de la Pedriza es la carrera más dura de las que he participado hasta el momento. Así lo atestigua el que en completar 19.600 metros empleara 3:30:18, unos treinta y cinco minutos más de lo que tardé en recorrer los más de 22.000 metros de la XXV Carrera de las Dehesas celebrada apenas tres semanas antes.

b) Esta es también la prueba más técnica de aquellas en las que he participado. No solo se trata de correr (de hecho no es lo que más se hace), sino también de saber gestionar ascensos y descensos complicados en los que además de emplear las piernas es frecuente tener que recurrir a las manos y a la fuerza de los brazos. Por cierto, no está de más cubrirse las manos con unos guantes para evitar las pequeñas heridas que dejan las superficies de las piedras.

c) A pesar de que el entorno es espectacular, prefiero carreras en las que haya más tramos en los que poder correr y menos en los que estés obligado a andar. Mi poca experiencia en estas lides y mi trayectoria asfaltera hacen que mi rendimiento sea mejor en las primeras. Si en la XXV Carrera de las Dehesas acabé el 89 de 190 llegados a meta, en esta finalice el 179 de 332.

d) Volviendo a la comparación con mi participación en la Carrera de las Dehesas, en el XXI Cross de la Pedriza finalicé peor de piernas pero mejor de respiración. Las agujetas, los dolores musculares y la recuperación han sido más cortos en el tiempo en esta última que en la primera.

e) Gracias a esta nueva modalidad que he incluido en mi "corriculum", estoy descubriendo sitios increíbles que hasta ahora desconocía.

f) Esto ya no tiene arreglo: me he enganchado un poco tarde pero con ganas. Para no tener sindrome de abstinencia me he inscrito en el VI Medio Maratón de Montaña de Somosierra.

"S’acabó" lo que se daba. Sed felices.

Serpiente multicolor (By Arganzboy)
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Nota: A pesar de ser madrileño, he de reconocer con vergüenza que no conozco la sierra de mi comunidad. Por esta razón os ruego me perdonéis si al hablar de la carrera he bautizado algún punto del recorrido con un nombre que no le corresponda.



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10 comentarios:

Pietro Menea dijo...

Siempre un placer leerte,

Eres el mejor cronista de carreras de todos los blogs que suelo leer, son documentos muy utiles para conocer mejor las pruebas que no has hecho nunca.
En cuanto a la media maraton de Somosierra, te adelanto que no tiene nada que ver con esto, es mucho mas asequible y mas que una carrera de montaña, es una carrera por la montaña. De igual manera te da la oportunidad de conocer un bonito paraje natural, que no visitarias si no tienes la excusa de la carrera.
Tienes una pequeña cronica de la carrera del año pasado en nuestro blog, por si quieres curiosear.

Espero que lo disfrutes. Un saludo.

Arganzboy dijo...

Muchas gracias. ¡Te has pasado! ;) Respecto a la Media de Somosierra, he leído la crónica en vuestro blog. Me hace ilusión correrla porque veraneé muchos años en un pueblecito que está muy cerca de allí (La Acebeda) y al que tengo cariño. Creo que será mi despedida de la montaña por este año. Gracias de nuevo y un saludo.

Tania dijo...

Me encanta el detalle de tus crónicas, de verdad que sirven como una guía para cualquier corredor!
Cuando voy a la Pedriza me sorprende cómo podéis correr por allí! me gusta andar por la montaña pero correr poco, lo de estar andando y luego correr y luego andar me mata!
Felicidades por la carrera!
Suerte en la media!
bss
Tania

Arganzboy dijo...

Muchas gracias Tania. Me hace ilusión que los "rollos" que cuento puedan ser de utilidad para otros corredores. Correr, correr, lo que se dice correr, la verdad es que corrí poco ;-) Supongo que los primeros si lo harían, pero yo bastante tenía con ir trepando por esos "peazo pedrolos" que hay por allí y con no dejarme los dientes bajándolos :D. Saludos

Unknown dijo...

qué si iván que en esto (escribir :)) eres un crack, y tengo que decir que esta última crónica es la mejor de las que he leido, y todas son buenas, pero se nota que estabas todavía más inspirado que de costumbre

Arganzboy dijo...

Muchas gracias. Supongo que si las carreras son "chulas" es más fácil inspirarse ;-) Ahora, cuando me marque un "truño" de crónica por favor decídmelo también :D. Saludos

Agus dijo...

Suscribo todo lo dicho, ESPECTACULAR, la carrera y ESPECTACULAR tu crónica de "guerra", la verdad es que da gusto leer tu blog.
Soy Agustín, pero mejor llamame Agus, no te has equivocado con el nombre al sacarlo de la clasificación.
No estubo mal el ritmito de los últimos kilometros, pero he de confesar que en la subidita por el aparcamiento estaba con todos los pilotos de emergencia encendidos y deseando cruzar la linea de meta. Os agradezco el detalle de la meta.
Encantado de conocerte, mucha suerte en la media de Somosierra, y espero leer la crónica. Un saludo.
Ahh!! No se si las habras visto pero hay unas fotos bastante chulas de el cross en http://www.fotissimo.org/

Guillermo dijo...

Bueno, es que hay que tenerlos bien gordos para meterse con una así (casi como los de Juanito, por otra parte.)

Menudo fiera!
Salu2-G

Arganzboy dijo...

Agus nos vino fenomenal seguir tu ritmo en la última bajada. De otra forma yo al menos las hubiera pasado canutas. Las fotos que me dices están muy chulas (ya las había echado el ojo). Encantado de conocerte y a ver si coincidimods en otras. Por cierto, he editado tu nombre en la crónica ;-)

Guillermo, desde la experiencia de haberla de corrido te puedo asegurar que no conviene tenerlos muy gordos: corres el riesgo de dejartelos contra alguna de las muchas piedras que hay ¡Y eso duele! :-D

Gracias a los dos. Saludos

José Luis Avila Herrera dijo...

Hola, como es costumbre, vine a visitar tu blog y aprovecho para comentarte que hace algunos días cambié el nombre de dominio de mi blog que antes era 'www.joseluisavilaherrera.blogspot'. (Banco de Imágenes Gratuitas).

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José Luis Ávila Herrera