viernes, 7 de septiembre de 2012

VII Lezamako Mugetatik (2012)

Llegando a meta más tieso que la mojama (Foto by Misanta)
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1. Introducción

Lezama es una pequeña localidad vizcaína de alrededor de 2.500 habitantes que está situada a una distancia de doce kilómetros por carretera de Bilbao. A muchos de los que no seáis de la zona pero os guste el futbol, su nombre os será conocido porque allí se encuentran las instalaciones deportivas del Athletic Club.

En este municipio una serie de asociaciones populares locales pretende desde hace algunos años reivindicar el cuidado y recuperación de los montes y colinas lezamarras, fuentes de riqueza y vida durante siglos, así como de los caminos vecinales que los recorren. Para ello pusieron en pie la Lezamako Mugetatik, un evento lúdico deportivo que este año alcanzaba su séptima edición y que sirve de perfecta excusa para juntar a vecinos, aficionados a la montaña y “korricolaris” con el objetivo de marchar y correr uniendo los caminos que cruzan el termino municipal.

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2. Prolegómenos

Llegamos a Lezama tres cuartos de hora antes de la hora prevista para la salida. Recogiendo el dorsal y viendo calentar a los participantes, me vino a la cabeza el mismo pensamiento recurrente que me asalta en este tipo de pruebas: “Aquí hay mucho nivel. ¿Estas seguro de donde te has metido?” Menos mal que uno ya tiene cierta edad y se conoce bien porque si me dejara llevar por el primer impulso me hubiera vuelto para casa en más de una ocasión.

Me llamo la atención que al entregarte el dorsal y el chip tenías que dejar en prenda el carnet de identidad u otro documento identificativo, recuperándolo de nuevo al devolver el transpondedor (con lo fácil que es llamarlo chip).

Hasta prácticamente el momento de partir estuve dudando entre portar bidón y alguna barrita energética o confiar en que los avituallamientos fueran suficientes. Finalmente y en una decisión que a la postre creo que no fue acertada, decidí prescindir de él por comodidad.

Antes del comienzo, todos los participantes nos reunimos junto a la plaza de la Iglesia de Andra Mari. Se dio entonces una salida neutralizada y, encabezados por dos jóvenes tocando la trikitritxa una y el pandero la otra, nos desplazamos en grupo durante unos cien metros hasta la ubicación de la salida real en la Plaza del Ayuntamiento. Tras un control de chip entramos en la zona acotada para los corredores y esperamos a que se diera la salida mediante toque de silbato.

En la salida neutralizada (Foto by Misanta)
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3. Primera parte: Plaza del Ayuntamiento -Garaioltza-Gaztelumendi-Urrusti-Kurutze

La rampa asfaltada inicial de unos 800 metros de longitud sirvió para ir poniendo a cada uno en su sitio y alcanzar el barrio de Garaioltza. Desde allí se giraba a la derecha para por pista de cemento primero y sendero de tierra después, acometer la subida hacia Gaztalumendi (324 metros). Los tramos de sendero eran encantadores. En fila india atravesamos alternativamente bosques de eucaliptos y de pinos en los que el terreno no presentaba mayor dificultad que una continua pendiente ascendente pero llevadera. Solo unos metros antes de llegar al kilómetro cinco el sendero se empinaba de tal forma que durante varios hectómetros era necesario echar a andar.

La cima de esta primera cota se alcanzaba en el punto kilométrico 5,800 y en ella se ubicaba el primer control de paso así como un avituallamiento líquido en el que se disponía de bebida isotónica y agua. Desde Gaztalumendi se seguía el cordal durante casi cuatro kilómetros de continuas subidas y bajadas por pistas de tierra y asfalto, superando el collado Urrusti en el punto kilométrico 8,500. Un desvío a la izquierda marcaba el comienzo de un descenso muy pronunciado y técnico por un camino estrecho en el que o se tenía gran destreza o había de tirar de cuádriceps (incluso agarrarse a algún árbol) para ir frenando la marcha y no acabar estampado. Al final de la intensa bajada se encontraba el punto kilómetro 10,500 y el segundo avituallamiento. Aquí, además de líquidos (isotónico y agua), se podían degustar galletas saladas y dulces, distintas frutas y frutos secos. Dado que al inicio de la carrera opté por no llevar bidón y apenas me aprovisioné con una pastilla de glucosa, estuve un ratito frente a las mesas del avituallamiento hidratándome y comiendo algo.

Tras el avituallamiento se entraba en la que a mi modo de ver resulto ser la parte más bonita y divertida de toda la prueba. El angosto sendero se internaba en ligero descenso en un bosque húmedo y sombrío conocido como Basobaltz por el arroyo del mismo nombre que por él discurre. Resultaba una verdadera gozada seguir la senda serpenteante que se abre paso entre la abundante vegetación (destacan los helechos), que obliga a saltar en varias ocasiones por encima del arroyo y que te mantiene en alerta esquivando ramas y matorrales. Una verdadera delicia.

Tras una ligera subida hasta la zona rural de Garaioltza y después de transitar junto a algunos imponentes caseríos, se salía al asfalto muy cerca de las instalaciones deportivas que el Athletic Club tiene en Lezama. Desde allí en suave descenso y sin abandonar la carretera se alcanzaba el barrio de Kurutze, la zona con menor altitud de todo el recorrido (35 metros).

Hasta este punto nos habíamos metido entre pecho y espalda catorce mil metros, la mitad de los necesarios para completar la carrera. Apenas habían existido dificultades reseñables, y solo unos cientos de metros en el ascenso a Gaztalumendi y el pronunciado descenso desde Urrusti habían exigido un esfuerzo extra.

Fotos extraídas de www.zirimiri12.blogspot.com
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4. Segunda parte: Torre-Ganguren-Bibero-Legina-Ugarte-Plaza Ayuntamiento

Desde Kurutze comenzaba un duro ascenso que en apenas cuatro kilómetros salvaba una altitud de 440 metros. La primera parte de esta subida continuaba siendo por asfalto, era corrible y en ella se encontraba el avituallamiento líquido de la Torre de Lezama (punto kilométrico 14,500). Unos hectómetros más allá, pasado el kilómetro quince, se abandonaba la carretera para tomar un exigente sendero de montaña que con gran desnivel trepaba entre los troncos de los pinos y las piedras de la ladera del monte Ganguren. Sin duda alguna este era el tramo de mayor dureza de toda la carrera.

En esta fase de la prueba, muchos de los korrikolaris empezamos a coincidir con el grueso de los participantes en la marcha que había partido con noventa minutos de antelación respecto a nosotros. A pesar de la estrechez del camino, este encuentro no supuso ningún inconveniente pues los marchadores se echaban a un lado cediendo gentilmente el paso a los corredores.

En el kilómetro dieciocho y tras unos metros finales de ascensión de órdago a la grande, se alcanzaba la cumbre “antenada” del Ganguren (475 metros), punto más alto del recorrido en el que se situaba un nuevo control de paso y el cuarto punto de avituallamiento (tanto de líquidos como de sólidos). Viendo el perfil de la carrera facilitado por la organización podría pensarse que lo más duro estaba ya superado y que los últimos diez kilómetros serían llevaderos y prácticamente en continuado descenso. Sin embargo no fue así. Si era cierto que la mayor dificultad montañosa había quedado atrás, pero el pequeño fallo que solo pude descubrir al acabar la carrera es que el gráfico mostrado en la página web de los organizadores no reflejaba fielmente la realidad.

Tramo de pista tras coronar la cima del Ganguren (www.naturmendi.blogspot.com)

Desde la cima de Ganguren se continuaba por una pista de tierra amplia pero empedrada e incomoda que recorría el cordal en un exigente, jorobado e incómodo sube y baja de unos tres mil metros de longitud. En este tramo había intercalado un pequeño oasis de apenas unos cientos de metros en forma de pista hormigonada que atravesaba en ligera cuesta abajo el área recreativa del Bibero. El tránsito por el cordal finalizaba en una nueva cuesta arriba exigente, la de mayor dureza que encontraríamos ya hasta la meta, tras la que un giro a la izquierda nos colocaba en una pista primero y en un sendero después que en descenso bastante pronunciado nos conducía hasta el barrio de Legina. Habíamos completado ya veintitrés kilómetros.

En Legina está situada la ermita de San Antolín, donde se realiza una tradicional romería y por donde la carrera pasa solo cuando se celebra un dos de septiembre, como era el caso de este año. Este aspecto no es baladí pues supone que el recorrido habitual de la prueba pase de los veintiséis kilómetros a los veintiocho. Son solo dos mil metros más pero os puedo asegurar que se notan.

Pasado el control de paso y el último avituallamiento líquido, entramos en un nuevo y bonito tramo en el que se alternaba la pista con los senderos, los ascensos con los descensos y en el que coincidimos con un gran número de participantes en la marcha. Eran aproximadamente unos dos kilómetros muy disfrutables si ibas con fuerzas o interminables si, como me ocurría mí, ibas ya con la reserva encendida.

La aparición del cartel que señalaba el punto kilométrico 25 fue un verdadero alivio. A partir de allí comenzó un suave descenso (primero de tierra y luego de asfalto) que, flanqueado por caseríos y cultivos de uva destinadas a la producción de txacoli, nos devolvió a la Plaza del Ayuntamiento de Lezama donde se ubicaba la ansiada meta. Cruzada la pancarta de llegada avituallamiento final tanto líquido (isotónicas, refrescos y agua) como de sólidos (frutas, frutos secos y galletas).

Descenso desde Urrusti (www.naturmendi.blogspot.com)
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5. La carrera desde mis zapatillas

Como me pasa casi siempre que me enfrento a una carrera de montaña, otra vez me asaltaban varias incertidumbres que no me dejaban prever cual sería mi rendimiento. La primera era que no conocía ni el terreno ni la carrera. Sobre el papel no parecía un perfil excesivamente duro en cuanto a desnivel acumulado, aunque si se apreciaban varias cuestas que llamaban la atención por su pendiente. Además muchas veces en los gráficos de los recorridos no se aprecia lo que luego te encuentras en la realidad (como pasó en esta ocasión)

Mi segundo miedo era que, quitando el Medio Maratón Montes de Toledo (no muy duro), hacía más de diez meses que no me enfrentaba a una carrera de montaña. En los días de vacaciones por tierras menorquina si había hecho alguna tirada larga de lo que podría llamarse “trail”. Incluso tres días antes de la Lezamako Mugetatik había completado a modo de entrenamiento la exigente XXXV Carrera de Cerceda (15 km). Pero nada que se aproximara ni de lejos a lo que tocaba encarar el domingo.

Por si lo anterior fuera poco, esta sería la carrera más larga de esta modalidad en la que habría participado hasta el momento. Nunca antes había completado veintiocho mil metros por zona montañosa. No sabía como iba a responder mi cuerpo.

Teniendo en cuenta todo lo expuesto, el plan de carrera era muy sencillo. Iba a salir tranquilote sin gastar ninguna fuerza innecesaria, pues a buen seguro harían falta sobre todo en el tramo final de la prueba. Con este planteamiento la verdad es que disfrute mucho durante la primera mitad de la carrera. El único error en mi estrategia del que mi cuenta muy pronto fue haber partido sin bidón. Después de cada avituallamiento enseguida notaba la garganta seca y sensación de sed, de manera que cuando llegaba al siguiente ingería demasiada cantidad de líquido que se acumulaba en el estomago y que no aliviaba la sed.

Coronando Ganguren (Foto Organización. Edición 2011)

La subida al Ganguren a partir del kilómetro catorce supuso un punto de inflexión. ¡Ahí si que empecé ya a sufrir de verdad! Alcancé la cima dejándome algunas plumas por el camino, pero con la idea preconcebida de que desde allí hasta la meta eran diez kilómetros bastante llevaderos. Error. Lo que sobre el plano parecía un casi continuo descenso hasta Lezama se convirtió en una interminable sucesión de rampas hacia arriba y rampas hacia abajo que acabaron de minarme físicamente y, sobre todo, anímicamente. ¿Dónde carajo estaba la bajada definitiva que había de conducirnos a la Plaza del Ayuntamiento de Lezama?

Cuando la belleza del entorno había dejado de interesarme y cuando ante cualquier cuesta arriba medianamente exigente tenía que echar a andar, apareció ante mí el cartel indicador del kilómetro veinticinco y el inicio de un descenso ¡el último y definitivo! Completé los últimos tres mil metros por inercia y crucé exhausto la línea de llegada bajo los aplausos de los agradecidos lezamarras en un tiempo final de 3h 04 min 09 seg (puesto 141 de los 218 llegados a meta).

La hora y pico después de haber finalizado la carrera no fue nada agradable. Tenía sed y aunque bebía poco a poco mi cuerpo no asimilaba los líquidos. Tuve que vomitar en un par de ocasiones y comer algo para volver a ser persona.

Las secuelas físicas de los días posteriores se pueden reducir a un dolor acojonante de cuadriceps que parece ir remitiendo y que no me ha dejado entrenar en toda la semana. Las secuelas emocionales son mucho más gratificantes y estoy seguro que durarán más que las físicas.

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6. Posdata: El resumen en cifras.

- 28.000 metros: 6.000 de asfalto u hormigón, 10.000 por pista de tierra y 12.000 por sendero de bosque o monte.
- Cota máxima: Cima Ganguren (475 m)
- Cota mínima: Barrio Kurutze (35 m)
- Desnivel acumulado de subida: 1.200 metros
- Desnivel acumulado de bajada: 1.200 metros
- Desnivel acumulado total: 2.400 metros
- 218 korrikolaris llegados a meta

El recorrido estuvo perfectamente señalizado, los puntos kilómetricos solo se podían encontrar cada cinco kilómetros y los avituallamientos fueron suficientes y muy bien surtidos.

Perfil publicado por la organización. No era del todo cierto

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Mi próxima cita con la montaña será en la Carrera de las Dehesas. A ver como se da.  Hasta entonces, sean ustedes lo felices que puedan.


Perfil más acorde con la realidad de esta edición (www.zirimiri12.blogspot.com)

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2 comentarios:

yonhey dijo...

Ten cuidado que te vas a enganchar a la montaña!!! Buena carrera, la apuntaré en el calendario, por el País Vasco siempre son buenas carrerasy con animación, pero hasta que no se coge regularidad haciéndolas y fuerza en las piernas siempre se tienen unos días posteriores delicados, je je.
Salu2 y enhorabuena.

Arganzboy dijo...

¿Regularidad dices? Como haga estas carreras regularmente casco en tres meses máximo :p Saludos