lunes, 12 de octubre de 2009

Tirando de "vida interior"

Quemando ya los últimos cartuchos de la primera temporada de “Un país en la mochila”, hoy tocaba visitar la provincia de Guadalajara para participar en el XI Medio Maratón de Marchamalo. A apenas sesenta kilómetros de Madrid y con el buen tiempo que todavía nos acompaña, se presentaba como una forma ideal de probar el estado de forma de cara al próximo Maratón Popular de Castilla la Mancha a disputar dentro de apenas quince días. Esta ha sido mi visión de la carrera.
*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

El Medio Maratón de Marchamalo puede incluirse dentro de la categoría de “carreras sin encanto”. A lo mejor es que vengo con el listón muy alto por lo gratamente que me han sorprendido las carreras veraniegas celebradas en localidades pequeñas, pero es que la de hoy ha carecido, a mi modo de ver, de cualquier atractivo.

La carrera consistía a grandes rasgos en dar dos vueltas a un pequeño circuito (algo más de dos kilómetros) por la localidad de Marchamalo, tomar carretera y manta dirección Cabanillas del Campo, recorrer en un pa’ca pa’lla otra vez pa’ca y otra vez pa’lla las calles sin personalidad, vacías e iguales de la urbanización de chalets aneja al pueblo, volver de nuevo dirección Marchamalo por la misma carretera que habíamos venido y dar un último garbeo por las vías del pueblo antes de cruzar la línea de meta.

Teniendo en cuenta que Marchamalo es un pueblo sin centro histórico propiamente dicho, que Cabanillas, aun teniéndolo (o eso parecía atisbarse en lontananza, donde se dibujaba la silueta de una erguida iglesia) no lo mostró, que la animación fue prácticamente nula salvo en un par de puntos señalados, que debido al bajo número de participantes lo normal era correr casi toda la prueba en tierra de nadie y que el paisaje alternaba la tierra yerma, sin vegetación, con las obras de urbanización que durante aproximadamente dos kilómetros a la ida y dos a la vuelta se extendían en el acceso a Cabanillas, os podéis hacer a la idea de lo mentalmente dura que se hacía la media. Hubo que tirar de radio o MP3, de la "vida interior" que todo corredor de fondo cultiva regularmente o de entretenimientos varios (en mi caso, subirme durante un buen tramo a la continua línea azul que indicaba el camino) para hacer más llevadero el paso de los kilómetros.


A pesar de este inicio de crónica un tanto negativo, he de decir que el resto de los factores que han rodeado la carrera pueden considerarse como favorables. Así, esta media maratón tiene un perfil muy llano, sin ningún desnivel de relevancia ni por su pendiente ni su longitud. Este hecho, que si bien la hace más aburrida bajo mi punto de vista, también la convierte en una buena plaza para intentar asaltar la marca personal en la distancia. El único inconveniente para este fin es que, debido a lo desprotegido del trazado, es fácil que el viento pueda hacer su aparición en el tramo de carretera que une las dos localidades (como ha ocurrido hoy entre los kilómetros quince y dieciocho).

La organización ha estado muy bien. El dorsal se ha recogido en el local del Ayuntamiento marchamalero sin esperas relevantes. Los numerosos cruces han estado siempre vigilados por voluntarios y por policías que han regulado el tráfico sin ninguna incidencia. A pesar de la ausencia de chip, las clasificaciones y los tiempos oficiales se han facilitado por distintos medios rápidamente. Los obsequios a los participantes han sido abundantes: una bandolera, una camiseta de tejido “técnico”, dos tarritos de miel de la zona, yogures, fruta, lata de refresco, bebida isotónica y ….¡una cajita de bizcochos borrachos que estaban para chuparse los dedos!

Por cierto, no quiero olvidarme de comentar una circunstancia que pone bien a las claras la gravedad de la crisis económica que vivimos y que tira por tierra la teoría de los brotes verdes de la Ministra de Economía Elena Salgado. Me refiero a la actitud de esos corredores que, en ausencia de bolsas, se las han ingeniado para con cualquier material que tenían a su alcance, elaborar habilidosamente un recipiente en el que hacer acopio de las bebidas, refrescos, yogures o frutas que se ofrecían en meta. Espero que esa falta de solidaridad con los participantes que aún quedaban por llegar esté justificada por cubrir la extrema necesidad que pasan sus familias.

En lo estrictamente deportivo decir que el ganador en hombres ha sido James Moiben con 1:08:49, mientras en féminas se ha impuesto Rosa María Teresi con 1:21:25. Yo he conseguido bajar por primera vez este año de los noventa y ocho minutos y he alcanzado con esta las sesenta participaciones en la distancia.

En conclusión, carrera bien organizada, interesante para quien quiera intentar conseguir una buena marca y sin apenas atractivo para aquellos que quieran disfrutar del ambiente, del paisaje o del entorno correril.

¡Hasta la próxima!

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*