martes, 2 de junio de 2009

La Liberty ¿Una San Silvestre goyesca?

Anteayer, bajo un calor sofocante, se celebró la segunda edición de la carrera Liberty Seguros. He de reconocer que, a pesar de que la primera edición me sorprendió favorablemente, mis prejuicios hacia esta carrera eran aún mayores que los del año pasado: se había doblado el número de inscripciones disponibles pasando de cinco mil a diez mil, el bombardeo publicitario había crecido o al menos a mí me lo parecía, el precio de la inscripción, aunque continuaba dentro de los parámetros que considero lógicos, se había incrementado considerablemente respecto a la anterior edición (un 60%)… En fin, me temía que la Liberty Seguros se hubiera convertido en apenas dos ediciones en una especie de San Silvestre Goyesca.

Estableciendo una estructura similar a la de la crónica que de esta misma carrera hice ahora hace un año (aquí la tenéis), voy a enumerar los que desde mi punto de vista fueron los puntos en contra y a favor de la carrera. Comencemos en primer lugar con los peros.

A MEJORAR

1. El elevado número de participantes. Como he mencionado con anterioridad, el número de inscripciones posibles ha sido este año de diez mil, siendo finalmente el número de participantes cercano a los siete mil. Estas cifras suponen duplicar el número de participantes. ¿Qué implica este elevado número de corredores?

En primer lugar supone que parte del circuito transcurre por lugares que no permiten absorber tal cantidad de gente. El lateral del Paseo de Recoletos primero y del Paseo de la Castellana después son claramente insuficientes para canalizar la marea de corredores. Desde la Plaza de Cibeles y hasta la Plaza del Doctor Marañón, muchos (entre los que me incluyo) decidimos abandonar el infestado asfalto y progresar a nuestro ritmo por la zona peatonal y ajardinada que separa el lateral de los carriles centrales. La solución a este problema parece sencilla aunque seguro que no es del gusto del ayuntamiento madrileño: habilitar además del lateral, los carriles centrales en sentido Plaza de Castilla.

En segundo lugar implica que la salida debería estar ordenada por cajones de tiempo. Dado que dejar el tema en manos de la educación de los participantes es, como se ve carrera tras carrera, una batalla perdida, sería aconsejable acreditar las marcas para obtener un puesto más adelantado o más retrasado en la línea de salida. He de reconocer que estas medidas no me gustan en absoluto, pero creo que sirven para aliviar el tapón de salida provocado en una parte importante por las personas mal ubicadas al comienzo de la carrera.


2. El avituallamiento. Según tengo entendido (a lo mejor estoy en un error), en una carrera a disputar sobre diez mil metros no es obligatorio que se establezcan avituallamientos. Sin embargo con el calor reinante en la mañana de anteayer o el que es previsible que haya el último domingo de mayo (fecha en la que se ha celebrado la Liberty en sus dos ediciones), creo que lo sensato y necesario es que exista. El domingo, como ya ocurriera el año pasado, el puesto de botellas de agua estaba ubicado sólo a un lado del recorrido y era claramente insuficiente para el elevado número de participantes.

Estoy seguro de que muchos corredores que transitaran por el lado izquierdo de la calle ni siquiera lo vieron, y si lo hicieron no tuvieron tiempo de cruzar hasta el otro lado a conseguir la ansiada botellita de líquido elemento. Quizás con un avituallamiento mejor instalado y más generoso se hubiera podido evitar en parte el elevado número de corredores que más adelante tuvo que recibir ayuda de otros participantes o de las asistencias sanitarias debido a mareos y lipotimias.

3. La publicación de las clasificaciones. Hasta hoy no se han dado a conocer ni la clasificación ni los tiempos brutos ni los netos empleados por aquellos que completaron la prueba. Cuarenta y ocho horas parecen muchas cuando lo medios técnicos empleados registran los datos necesarios casi inmediatamente (parece que la incidencia ha estado en los tiempos netos). Muchos ya estaban sospechando del novedoso chip en forma de rigida tarjeta agujereada.
Aclararé que a mí esto me trae bastante sin cuidado, pues me fío del tiempo que tomé con mi cronómetro y me es indiferente el puesto ocupado en la clasificación final. Sin embargo entiendo perfectamente a todos aquellos que si les importe y quieran conocerlo. Además creo que es normal exigir a la organización que preste este servicio de forma rápida y correcta.

4. La señalización de los puntos kilométricos. Reconozco que en esta observación soy un poco quisquilloso, pues este año estaban colocados a una altura adecuada y tenían un tamaño considerable. Sin embargo no sé por qué pero de los nueve puntos sólo vi dos…¡y os prometo que no soy cegato! A lo mejor fue culpa mía ¿Sería que no iba lo demasiado atento? Puede ser. ¿Mejoraría el cambiar el color de los carteles? Creo que también.


A CONSOLIDAR

1. El recorrido. Quizás sea, a mi modo de ver, el mayor atractivo de la Liberty. Es céntrico, lo que implica una gran facilidad para acceder a la zona de salida/meta y la posibilidad de correr por arterias importantes de la capital y transitar junto a importantes monumentos y construcciones. También tiene un perfil suave, con la única excepción de la dura subida de C/ Concha Espina y el último repecho de la C/ Goya. Si no fuera por la altura de temporada en la que se celebra y las temperaturas propias de estas fechas, podría ser una prueba para intentar asaltar las marcas personales de cada uno.

2. La zona de salida/meta. La infraestructura logística montada en la Plaza de Dalí junto al Palacio de los Deportes fue muy buena. Los chips se recogieron sin esperas. En el servicio de ropero se eliminaron las colas existentes en la pasada edición (¿es posible que el buen tiempo de este año en contraposición a la lluvia del año pasado tuviera algo que ver?). Se instalaron de nuevo inodoros portátiles para aliviar los apretones de última hora. Y lo más importante: a pesar de la gran participación, los atletas populares fuimos evacuados con fluidez de la zona de meta no sin antes recoger las merecidas botella de agua y lata de refresco para reponer líquidos.

3. Las carreras de los niños. Como novedad en esta edición se incluyeron cinco carreras para los más atletas más jóvenes, que fueron desde el hectómetro de los Chupetines hasta los quinientos metros de la categoría Infantil, pasando por los cuatrocientos de los Alevines, los trescientos de los Benjamines y los doscientos de la categoría Peques. Es esta una forma idonea de disfrutar de una mañana deportiva en familia y de encauzar a las nuevas generaciones hacia el mundo del deporte.

4. El cronometraje. En la crónica del año pasado enumeré entre los puntos negativos la no existencia de alfombrilla lectora de chips en la salida, lo que implicó la inexistencia de tiempos netos. Este año la organización solucionó este punto con la instalación de las alfombrillas solicitadas. Lastima que el retraso en dar las clasificaciones emborronara este esfuerzo organizativo.

5. La camiseta. He de reconocer que es punto “chorra” y que no doy ninguna importancia a la bolsa del corredor, pero la camiseta técnica con la que nos obsequiaron este año me pareció de una calidad bastante superior a la del año pasado. Así lo debieron de creer también muchos de los participantes que decidieron correr con ella dando un tono azul y “borreguil” al evento


Además de los pros y los contras enumerados, me gustaría hacer mención al ambiente que percibí. Me dio la sensación de que había mucha gente inexperta en estas lides. Que no se me malinterprete. No quiero dármelas de corredor experimentado ni dar lecciones a nadie, pero la idea que saqué era la de que había mucho “sansilvestrero”, es decir corredores que participan en dos o tres competiciones al año (la San Silvestre Vallecana, esta y, con un poco de suerte, la de Canillejas o el CSIC) ¿Consecuencias? A bote pronto dos. La primera el mal posicionamiento en la línea de salida. Durante la carrera adelanté a un elevado número de personas que habían salido antes que yo y que claramente iban a emplear un tiempo superior al mío en completar los diez kilómetros (que conste que yo salí para estar alrededor de los 5 min/km).

La segunda consecuencia seguramente más importante que la primera, fue la de que bastantes corredores tuvieron que ser atendidos por mareos debidos a las altas temperaturas. Personalmente yo vi a cuatro, el último a escasos trescientos metros de la llegada tuvo que ser introducido en una ambulancia del SAMUR. Es evidente que esto nos puede pasar a todos, pero las probabilidades son mayores cuando se trata de atletas populares con poca experiencia y, algunos, con muy poca preparación.

En resumen, creo que la organización debe elegir qué tipo de carrera quiere, si una con una participación limitada a un número menor de participantes (alrededor de cinco mil máximo) u otra que posiblemente le reporte un mayor beneficio económico a costa de masificar el evento y convertirlo en otro de esos diez miles que trato de evitar desde hace años.

Yo lo tengo claro. Si a la Liberty. No a la San Silvestre Goyesca.

Nota: Fenomenal Chema Martínez. Fue uno de los invitados que dio la salida y permaneció allí durante la carrera y una vez acabada ésta. En el tiempo que estuve a su vera esperando la llegada de mi hermana, fueron innumerables las personas que se acercaron para hacerse una foto con él. Chema accedió a todas las peticiones con una sonrisa. Igualito que los futbolistas. ¡Un crack!

¡Hasta más ver!

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