Habéis acertado todos aquellos que hayáis relacionado el título de esta entrada con el lema del PSOE para las elecciones al parlamento europeo que se celebraron ayer: “Este partido se juega en Europa”. ¿Y por qué este paralelismo entre las elecciones europeas y la carrera disputada también ayer en Torrejón? Pues porque lo que precedió a ambos eventos dejó bastante que desear.
La campaña que hicieron los partidos políticos fue lamentable. Que si el cachondeo de los brotes verdes, que si el Falcon de Zapatero, que si los trajes de Camps, que si yo sí pero tú más, … pero de Europa nada nada. En los quince días que duró este circo no escuché nada relativo al viejo continente sino sólo una gilipollez detrás de otra. ¿No nos podíamos haber ahorrado todo el dinero que costó la campaña y haberlo dedicado a fines más loables? Y ¿Qué me decís de los candidatos? ¿Habéis examinado las listas de los dos principales partidos políticos de nuestro país? Hacedlo. En ellas aparecían muchos de los fracasados o quemados en el territorio nacional. Véanse unos ejemplos: Mayor Oreja, López Aguilar, Carlos Itrugaiz, Ramón Jauregui, Magdalena Alvarez, Raimon Obiols, Vidal Quadras, Jiménez Becerril, … En resumen, que la conclusión que saco es que Europa les importa una mierda. Eso sí, luego nos piden que vayamos a votar, que es nuestra “obligación” ¡Anda y que los den!
Pues si mala fue la campaña electoral, casi peor fue el despiporre acaecido en la previa a los 10 kilómetros de Torrejón de Ardoz, primera de las cuatro carreras que conforman el llamado Circuito de Verano MAPOMA. De carácter gratuito si se disponía del chip apropiado o pagando una inscripción de 8 de euros si no se contaba con él (se adquiere así el chip válido para poder participar en todas las carreras que componen el circuito), las inscripciones a la prueba se debían hacer el mismo día de su celebración hasta media hora antes de su comienzo y estaban inicialmente limitadas a setecientas cincuenta. Teniendo en cuenta que el año pasado el número de participantes superó por poco el medio millar, el número de plazas parecía adecuado.
Sin embargo saltó la sorpresa. La fila para realizar la inscripción crecía según se aproximaba la hora de salida. El speaker de la prueba anunciaba por megafonía repetidamente que las plazas estaban limitadas a setecientos cincuenta, aunque parecía claro que el número de personas que aguardaban en la fila más los que ya teníamos el dorsal superábamos con amplitud esa cifra. Para evitar tensiones y complacer a los que hasta allí se habían desplazado, la organización decidió incrementar sobre la marcha el número de participantes hasta los mil. Pero ni aún así fue suficiente. Calculo que alrededor de trescientas o cuatrocientas personas se quedaron sin dorsal.
¿Se pude culpar a la organización de este suceso? Desde mi punto de vista no. Si hay que reprocharles que quizás el método de inscripción “in situ” no sea el idóneo (si se sabe a priori que ya no hay plazas la gente no se habría desplazado hasta Torrejón), pero creo que nadie podía pensar que el número de participantes se triplicaría con respecto al año anterior. Es más, a su favor hay que volver a señalar que, salvo para los que no tuvieran chip, se trataba de una carrera gratuita y que dentro de sus posibilidades y tomando prestado el lema del PP para estas elecciones “soluciones ahora”, hicieron todo lo que pudieron aumentando sobre la marcha el cupo de inscritos desde los setecientos cincuenta a los mil.
¿Se puede culpar a los que querían participar en la carrera? Evidentemente tampoco. Si se puede pensar que en muchos hubo una falta de previsión, pues sabiendo que las plazas eran limitadas, que los diez miles madrileños últimamente están “petados” de gente y que la hora límite de inscripción eran las 9:30 h, llegaron a falta de cinco o diez minutos para que expirara el plazo de inscripción. Sin embargo, si todos hubiéramos llegado antes, el problema hubiera seguido existiendo.
Dicho todo esto, entro ahora de lleno en lo que a mi modo de ver fue el peor aspecto de la carrera y que, en este caso, si es achacable a los corredores: el egoísta, mal educado y en algunos casos vergonzoso comportamiento de muchos de ellos. Esta afirmación tiene su base en tres acciones. La primera la de los “listos” que pensaron que los que esperábamos la cola es porque nos gusta estar de pie unos detrás de otros. Los “listos” son diferentes, no tienen que esperar, les basta con echarle un morro y una sinvergonzonería que les sobra para ponerse delante de todos los que religiosamente aguardamos nuestro turno. ¡Y encima si se les recrimina aún son capaces de encararse!
La segunda hace referencia a los “sin dorsal”. El proceso de inscripción, malo o bueno, fue el mismo para todos, de forma que los que tuvimos la suerte de obtener un dorsal lo hicimos porque llegamos antes o, visto de otra forma, porque fuimos más previsores y madrugamos más. Por tanto creo que lo más razonable es que los que finalmente quedaron sin posibilidad de inscribirse se hubieran abstenido de correr. Sin embargo no fue así. Muchos de ellos decidieron participar demostrando una falta de respeto hacia el resto, pues los avituallamientos, las calles del recorrido y el número de policías, voluntarios y efectivos sanitarios estaban pensados para una participación de setecientos cincuenta corredores, no de cerca de mil doscientos o mil trescientos como al final fuimos. Voy aún más allá. Si finalmente tomaron la decisión de ponerse en la salida, lo deberían haber hecho a cola de pelotón y nunca empujando para intentar obtener un sitio en las primeras filas (como también muchos hicieron).
La tercera y última es la de ese corredor (seguro que había más) que, situado a mi derecha en la salida, portaba un chip en cada zapatilla y dos dorsales en el pecho. Este comportamiento insolidario que dejó sin dorsal a alguno de los que esperaron largo rato en la fila, presumo que tiene su origen en que la participación en tres de las cuatro pruebas que conforman el Circuito de Verano MAPOMA 2009 exime de pagar la cuota de inscripción del MAPOMA 2010. Este aspecto si creo que ha de ser subsanado por la organización, exigiendo un documento de identificación a todo aquel que desee inscribirse y limitando el número de inscripciones a una por barba.
Una vez relatado todo lo extradeportivo que rodeó al acto y centrándonos en lo que fue la carrera, decir que se disputó sobre una distancia de diez kilómetros, que se trataba de dar dos vueltas a un circuito de cinco mil metros y que sirvió como campeonato madrileño de clubs. El perfil del trazado era bastante ondulado aunque rápido (o al menos eso me pareció). Entre las incidencias, mencionar que el comienzo hubo de retrasarse media hora debido al problema de las inscripciones y que la línea de salida se desplazo unos diez metros por delante de lo que estaba previsto debido a la aglomeración de corredores. Este tapón inicial hizo que muchos corriéramos un sprint por la acera para poder obtener un espacio en el que más o menos pudiéramos movernos, aunque es justo reconocer que el resto del recorrido no presento grandes problemas para llevar un ritmo más o menos constante (por lo menos para los que acabamos alrededor de los cuarenta y cuatro minutos).
En resumen un bolo de verano para disfrutar siempre que los mal educados no joroben la fiesta.
Saludos