lunes, 14 de mayo de 2007

Gerindote: Mucho viento y poco Ventolín

Antes de entrar en materia, me voy a permitir dejar constancia de las dos lecciones que aprendí ayer. La primera es que para llegar a Gerindote a través de la N-403 no hay que buscar un acceso directo desde la carretera ni buscar un letrero indicativo. Lo mejor es entrar en Torrijos y allí preguntar a cualquier lugareño. La segunda lección y sin duda más importante, es que si tienes asma y debes utilizar un inhalador antes de ponerte a correr, te asegures de salir de casa con uno que funcione (o mejor dos). Ayer cuando tiré de “TILAD” antes de ponerme a calentar pude comprobar con desolación que estaba completamente vacío. Gracias a los gerindoteños y a su amabilidad (un joven primero y el propio alcalde después que se encargó de localizar a una vecina que compartiera conmigo su “VENTOLIN"), finalmente pude salir del paso y disfrutar de la carrera.

El aprender estas dos lecciones hizo que me pusiera en la línea de salida escasos segundos antes del disparo de salida (lo del disparo es un decir pues la salida se dio de viva voz), sin calentar, sin estirar y sin haber orinado desde que salí de mi casa en Madrid. Sí me dio tiempo a calcular que no debíamos ser más de sesenta o setenta los que segundos más tarde recorriéramos las calles de esta villa manchega, sesenta o setenta participantes para recorrer tres posibles distancias: 7 km, 14 km y 21 km.

Aunque haya gente a la que lo de dar varias vueltas a un circuito le aburra, yo personalmente prefiero esta modalidad a aquella otra muy común en medios maratones organizados en localidades pequeñas que consiste en salir del pueblo, tomar una carretera desangelada, llegar a otro pueblo situado a mitad de recorrido, tocar la pared de la iglesia y volver por el mismo sitio para completar la distancia.


El perfil del circuito no era excesivamente duro. Cierto es que existían varias cuestas pero su longitud y su pendiente, lejos de endurecer la carrera, la hacían más amena y divertida. Además, para los detractores del asfalto, había un tramo de alrededor de kilómetro y medio que transcurría por un camino de tierra a las afueras de la localidad. Lo que si hizo más incomoda la carrera fue el viento que sopló con fuerza toda la mañana y que se hacia especialmente molesto en algunos tramos.

La organización de este primer medio maratón fue sencilla pero eficaz. No ví ningún cruce de carretera donde no hubiera un diligente voluntario que regulara el trafico y protegiera a los participantes. El precio de la inscripción es difícil de rebajar (1 euro), los avituallamientos líquidos fueron suficientes y la bolsa del corredor generosa. Además muchos gerindoteños (mujeres en su mayoría) estuvieron en las puertas de sus casas aplaudiendo y animando con gracia el paso de los corredores.

En cuanto a mi, me tome la carrera con tranquilidad, acumulando kilómetros en las piernas que han estado prácticamente paradas estos meses atrás. La rodilla maltrecha se quejó lo justo, no más que en las últimas semanas. Al final tome un tiempo de 1:45:19 (micción incluida de más de un minuto), marca sensiblemente inferior a las 2:00:16 que emplee en recorrer el Medio Maratón de Madrid hace menos de un mes y medio.

En resumen, carrera recién nacida, de ambiente agradable, sin grandes pretensiones e ideal para la altura de la temporada en la que nos encontramos.

¡Larga vida al Medio Maratón de Gerindote!