martes, 1 de mayo de 2012

Rock'n'Roll Madrid Maratón Greatest Hits (Vol I)

Salida de la carrera (www.tqmadrid.com)
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Ya sé que no son horas (o días), pero no ha podido ser antes. Lo siento. Han tenido que pasar nueve jornadas desde que se celebró el Rock’n’Roll Madrid Maratón para que esta primera parte de mi crónica vea la luz. Si, habéis leído bien, la primera parte. Porque para esta ocasión he decidido seguir la misma estructura que ya use el año pasado. En esta entrega inicial centraré mi sesudo análisis en los efectos de la entrada de Competitor Group, alias Mr Marshall, en la organización de la prueba y recorreré los distintos aspectos relacionados con la estructura del maratón. El segundo volumen, que espero no se demore en llegar a vuestras pantallas, versará sobre mis vivencias acaecidas a lo largo de los cuarenta y dos mil y pico metros de esta nueva aventura maratoniana.

Que, a que estáis impacientes por empezar a leer el texto, a que no veis el momento de sumergiros en la lectura de este profuso tocho fruto de mi verborrea literaria. Pues venga, todo vuestro.

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1. Americanos, os recibimos con alegría…

Como todos a estas alturas ya conoceréis, desde este año varios maratones europeos como el madrileño o el "edimburgues" están incluidos en las denominadas Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh). El embrión de este proyecto parece que se gestó allá por 1998 cuando a un iluminado le vino la idea a la cabeza de incluir música en vivo en una carrera de larga distancia celebrada en San Diego (California). La ocurrencia tuvo buena acogida y el ambiente festivo generado por las actuaciones musicales hizo que los maratones y los medios maratones fueran a partir de entonces accesibles a un número más elevado de personas.

La cosa fue tomando cuerpo con el paso del tiempo, y unos espabilaos vieron en esta idea una buena oportunidad para lanzar un proyecto empresarial basado en la promoción y organización de este tipo de eventos. Fue entonces cuando se crearon las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh), que inicialmente tuvieron su hábitat natural a lo largo y ancho del territorio estadounidense (veintitrés ciudades en el último año) y que ahora han dado un salto al viejo continente.

La noticia de que el maratón madrileño era adquirido por los norteamericanos de Competitor Group  se supo ya de forma previa a la celebración del XXIV Maratón de Madrid (2011). Desde entonces muchos comenzamos a tratar de avanzar que debería suponer la entrada del socio norteamericano en el maratón de nuestra ciudad. A este respecto, yo escribí las siguientes reflexiones en este mismo blog: “(…) la principal función que Mr Marshall deberá llevar a cabo para convertir al maratón madrileño en unos de los grandes de Europa va a ser la de conseguir el apoyo de la ciudad y de su autoridades. (…) La primera acción debería ir dirigida a vender el producto a las autoridades madrileñas. A este respecto, el conseguir atraer un elevado número de corredores/turistas que ayudaran a reforzar el nombre de Madrid internacionalmente y que dejaran una buena cantidad de dinero se me antoja una herramienta clave para el éxito de la operación. (…) El segundo foco estaría centrado en la población madrileña. Un vez se contara con el apoyo de los organismos públicos, habría que cambiar la visión que los habitantes de la capital tienen del maratón. Para ello que mejor que hacerles participes de la fiesta y conseguir que se diviertan.”

Bailada en primera persona la versión rockanrolera del en tiempos conocido como Mapoma, si bien no puedo afirmar de forma concluyente que los dos objetivos a los que hacia referencia en el extracto anterior hayan sido conseguidos, si considero que existen indicios de que se han puesto las bases para alcanzarlos.

Al paso por la C/ Mayor (Foto Runners)
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2. Americanos, vienen a España gordos y sanos…

Según se ha publicado estos días, el número de atletas de nacionalidad no española en el Rock’n’Roll Madrid Maratón superó los cuatro millares. No sé, no tengo los datos para asegurarlo, pero entiendo que cuando hablan de esa cifra se deben referir a la participación conjunta en el maratón y en la prueba de los diez kilómetros. Si efectivamente es así, esto significa que aproximadamente uno de cada cuatro corredores que se pusieron en la línea de salida el pasado domingo era extranjero.

Independientemente de la exactitud de los números aportados, la sensación que todo el que estuviera allí pudo sacar a simple vista fue que la representación internacional era sensiblemente superior a la de cualquier edición anterior. Hubo corredores de muchos países, destacando la presencia de italianos, franceses y, sobre todo, estadounidenses. ¡Había yankis para montar tres o cuatro bases de la OTAN! Sin lugar a dudas la difusión internacional que el maratón madrileño ha obtenido con su inclusión en las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh) ha sido la principal causa de la globalización del otrora Mapoma.

La llegada de muchos deportistas foráneos no pasó desapercibida para las autoridades madrileñas. Según han recogido distintos medios de comunicación, el viceconsejero de Cultura y Deportes, Javier Hernández, auguró tras la entrega de premios que “la prueba seguirá creciendo en los próximos años tanto en corredores nacionales como en internacionales, lo cual es muy bueno pues el turismo deportivo se consolidará como un sector que pueda mejorar la economía de la región”. ¡Bien por Mr. Marshall! Parece que el primer objetivo al que el menda lerenda hacia referencia hace trescientos sesenta y tantos días está en camino de conseguirse.

En cuanto a la implicación de los madrileños en el evento, creo que también se ha logrado una ligera mejoría. Para ello ha bastado aplicar al maratón madrileño la idea que el iluminado al que me refería con anterioridad tuvo hace una década y media. La colocación de veintiuna bandas de rock a lo largo del recorrido, además de servir de aliciente y empuje para los que corrimos, atrajo a sus cercanías a un buen número de espectadores que de otra forma seguramente no se hubieran asomado a la carrera.

Si no recuerdo mal, hace algunos años se intentó ya algo parecido situando grupos de animación a lo largo del trazado: que si danzantes de capoira por aquí, que si una banda de esas de trombón, tambores y bombo por allá… Nada que ver con este año donde las actuaciones eran mucho más numerosas y, desde mi punto de vista, más acordes, más homogéneas y más en línea con la idea que se quiere implantar y transmitir. Añadir además que las diferentes bandas parecían dar lo mejor de sí aunque ni las horas ni posiblemente el entorno ni los espectadores fueran los idóneos para marcarse un pequeño concierto. Buena parte de culpa de esta actitud fue el concurso promovido por los organizadores. Las tres bandas más votadas han pasado a una final en forma de concierto que se celebrará en el Hard Rock de Madrid dentro de unos días. La ganadora tendrá la oportunidad de viajer a EEUU para darse a conocer en el Maratón de Las Vegas.

Creo que Mr Marshall, aún partiendo del alto nivel de las últimas ediciones, ha logrado una mejoría en cuanto a la animación y ambiente que rodean al evento, arrastrando a la calle a un número más elevado de espectadores que en ediciones pretéritas. Sin embargo para intentar conseguir un mayor apoyo ciudadano me temo que no le valdrá con unas cuantas actuaciones musicales sino que deberá generar aun más espectáculo y contar además con el apoyo de las instituciones.

En definitiva, que la entrada del amigo americano parece que ha sido positiva y que ha puesto los cimientos para que el maratón madrileño crezca (no necesariamente en número de participantes, que también) y se consolide a nivel internacional. No obstante hay que ser conscientes de que esto no ha hecho más que empezar y que queda mucho camino por recorrer. Como bien decía Jules (Samuel L. Jackson) en “Pulp Fiction”, la aclamada película del gran Quentin: “Caballeros, no empecemos a chuparnos las pollas todavía”. Pues eso.

Superman y Batman en versión femenina (www.as.com)
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3. Olé Virginia y Michigan, y viva Texas que no está mal…

En lo que se refiere al resto de los aspectos organizativos, el Rock’n’Roll Madrid Maratón puede calificarse como una muy buena carrera, aunque hay ciertas carencias que empiezan a cansar por repetirse de forma continuada y otros errores que desesperan por lo incomprensible.

Entre las primeras esta el tema de la salida. Ya que todo parece apuntar que los inicios de las pruebas de maratón y de diez kilómetros han de coincidir temporal y físicamente si o si… ¡Carajo, que al menos se trate de ordenarlas correctamente mediante cajones cerrados y controlados! Este año, en función de la hora de finalización estimada que cada corredor proporcionaba en el formulario de inscripción, se la asignaba un dorsal y un número de cajón (había cinco creo) que en teoría debería compartir con otros participantes de ritmo similar. En principio y pensado de forma lógica, la idea no era mala. Pero siempre que estas cosas se dejan a la buena voluntad de los corredores, ya sabemos lo que ocurre. Y mira que había muchos extranjeros de los que se tiende a pensar que tienen una educación cívica más avanzada que la nuestra. Pues ni por esas. La salida volvió a ser un despiporre y cada uno se colocó donde le salió de los cataplines (o de los ovarios, en su defecto).

Si lo de la organización de la salida ya harta por repetido, lo del guardarropa desquició por lo incomprensible. Este año alguien debió considerar que, en vez de que los corredores tuviéramos la opción de poder depositar la ropa en la zona de salida para que la organización la trasladara a la llegada ubicada en el Parque del Retiro como se ha hecho tradicionalmente, era mucho más fácil (y seguramente más barato) que fuéramos los participantes quienes la dejáramos directamente en zona de meta. ¡Manda huevos el cabeza pensante de esta iniciativa!

En el mejor de los casos esto supuso tener que salir de casa con más tiempo de margen, ir con más nervios de los debidos, que nos tuviéramos que desplazar a más de dos kilómetros de la salida a dejar nuestras pertenencias y que permanecieramos vestidos de romanos durante un tiempo demasiado largo antes de comenzar la carrera (con una temperatura algo fresquita). Y digo en el mejor de los casos, porque en el peor, aquellos que por inercia hicieron lo mismo que otros años o aquellos que no se detuvieron a leer el reglamento, se encontraron con la desagradable sorpresa de la ubicación del guardarropa minutos antes de la salida. No fueron pocos los corredores que me crucé a última hora subiendo a la carrera y con gesto desencajado camino del Retiro. Incluso hubo alguno que visto en el aprieto de no disponer de tiempo suficiente para alcanzar el guardarropa decidió tomar la salida bolsa en mano ¿Que? ¿Que no dáis crédito? Los bancos tampoco, pero aquí tenéis una prueba gráfica al paso por el kilómetro once ¡Increíble pero cierto! Lo dicho, cagada mayúscula de los organizadores.

¿Es por aquí el ropero? (by Klass)

Aunque de menor importancia, creo que también es mejorable la entrega del avituallamiento final tras cruzar la meta. Cuando uno llega después de chuparse más de cuarenta y dos kilómetros, quieras que no se encuentra un pelín cansado y le resulta poco gratificante tener que guardar una larga cola que avanza lentamente para poder obtener una botella de agua, otra de bebida isotónica, unos plátanos, una naranja, una bolsa de frutos secos y un vaso de refresco o zumo. Además de la espera, uno tiene que hacer malabares para mantener tanto presente en equilibrio entre las manos sin que acabe rodando por los suelos. ¿No es posible preparar una bolsa para cada corredor que contenga todo el avituallamiento y dársela junto con la medalla? Es una idea.

Un último factor cuanto menos “curioso” y que estimo debería aclararse más por cuestiones de imagen que por lo que pueda afectar a los corredores, es el tema de las cifras de inscritos y llegados. No es la primera vez que ni a mí ni a muchos otros nos parece cuanto menos extraño que se hable de trece mil inscritos en la distancia de maratón y de siete mil en la de diez kilómetros y que, de acuerdo a las clasificaciones provisionales, la primera la completen 9.959 atletas y la segunda 5.405. Señores organizadores tengo la impresión de que en esos números hay algo que no cuadra. No obstante le hago saber que a mí con la cifra de corredores actual (o unos poquitos más si ustedes quieren) me es más que suficiente. No me hace falta tener en mi ciudad el maratón con más participación de los que en nuestro país se celebren.

Señalados los aspectos mejorables, que si bien no son vitales no dejan de ser importantes, repito como mencionaba al principio de este apartado que la organización pudo calificarse de muy buena en casi todos los aspectos esenciales que deben exigírsele a un evento de este tipo.

Después de mucho tiempo buscando de forma infructuosa un recorrido lo más llano posible (incluso Gallardón colaboró a base de horadar tuneles), después de las modificaciones debidas a las interminables y mastodónticas obras que durante años ha sufrido nuestra ciudad (precisamente las de los túneles de Tito Gallar a los que hacíamos referencia), después de innumerables cambios acaaecido por las más diversas razones, parece que el trazado del maratón madrileño se ha consolidado. Exigente si, pero muy céntrico, de un gran atractivo monumental y arquitectónico, fácil de seguir en distintos puntos a través del transporte público y con un ambiente y un número de espectadores cada vez mayor. Un muy buen circuito en mi opinión, posiblemente uno de los mejores que se podría elegir.

Los avituallamiento fueron numerosos (cada cinco kilómetros al principio y luego cada dos mil quinientos metros) y se ubicaron a ambos márgenes de la carretera para evitar tumultos innecesarios y cruces de corredores. En ellos podían encontrarse botellitas de agua y vasos con bebida isotónica. Lo que no recuerdo es haber visto que se ofreciera fruta troceada, aunque teniendo en cuenta que me salte la mitad de los puestos y que iba más pendiente de no tropezarme y pegarme una galleta que de otra cosa, es posible que la hubiera y yo no me percatara. Como novedad se instaló un puesto de geles alimenticios unos metros más allá del paso frente al Parque de Atracciones (km 30), aunque tengo la sensación de que la oferta no cubrió demanda (cuando transité por allí ya quedaban pocas unidades).

Adicionalmente existieron controles de paso y cronometraje cada cinco mil metros (además de en el medio maratón y meta), el tráfico estuvo perfectamente controlado y los vehículos no invadieron en ningún momento el circuito (salvo la puñetera moto que iba tomando imágenes de la carrera), la asistencia sanitaria estuvo presente y visible a lo largo de la carrera bien en puestos fijos bien a través de patinadores y biciclistas y hubo "liebres" para conseguir distintas marcas. También se celebraron las tradicionales Expodepor y comida de la pasta, pero no os puedo decir nada sobre ellas porque no “use” ni la una ni la otra.

La Botella con un arma ¡Como para no salir corriendo! (www.as.com)
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3. The End

Conclusión y cierre. Aunque sea un poco prematuro valorarlo, creo que la llegada de Mr Marshall al maratón madrileño y su inclusión en las Rock’n’Roll Marathon Series (o'yeahhh) ha sido positiva para la carrera. No obstante habrá que esperar algunos años más para ver si se sigue progresando en la internacionalización del evento y en al apoyo de las instituciones y de los habitantes del foro. A pesar de lo mencionado, la organización haría bien en no olvidar y cuidar pequeños aspectos que si bien no son fundamentales para el desarrollo de la prueba, si que pueden afectar muy negativamente a la impresión que se llevan los participantes de ella.

Y hasta aquí el primer volumen de los dos inicialmente previstos. Si algún masoquista se ha quedado con ganas de más, en los próximos días espero poder publicar la segunda entrega: mi crónica de la carrera.

Hasta entonces y si os dejan, sed felices.

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4 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha gustado mucho el análisis, pero para mi, lo peor sin duda, el tema del guardarropa. La super woman de la foto es una amiga bloggera, Canario/madrileña, residiendo en San Diego.Quedo a la espera de la "chicha" o seas la carrera. Saludos.

Arganzboy dijo...

Hola Tomás. Lo del guardarropa fue una cagada mayúscula. La foto de Superwoman junto con Batwoman ;-), me ha parecido simpatiquísima. Espero poder publicar la crónica en breve (ya leí la tuya ¡Enhorabuena!;-)). Saludos

Guillermo dijo...

Currado te lo has. Sí señor y más que ellos.

Salu2
G

Fran González dijo...

Muy buena crónica!! la foto del tío de la bolsa, es un puntazo! jajajaja y la del disparo, tampoco tiene desperdició. una crónica muy currada.
saludos!