Ayer, aprovechando el día festivo ese en el que sacan a pasear los tanques por la Castellana, se silba al Presidente del Gobierno y el foco de atención es el modelito que vista Doña Letizia con z (o la Leti para los amigos), fui a correr al Parque del Retiro a primera hora. Iba yo despreocupado, oyendo a Radio Futura en el MP3 e intentando soltar un poco las piernas después del medio maratón del domingo, cuando de repente me vi sorprendido por un ataque premeditado y masivo contra mi persona. Decenas de castañas asesinas comenzaron a desprenderse de los árboles a mi paso con aviesas intenciones.
Aceleré entonces mi ritmo y comencé a esquivar los proyectiles castañiles con prodigiosos giros de cintura, volteretas y saltos. Conseguí alcanzar la zona del Lago, despejada de árboles, con un único impacto recibido en mi brazo izquierdo que no requirió asistencia médica.
Os cuento todo esto no para alarmaros, sino simplemente para que si corréis habitualmente por este pulmón verde madrileño estéis alerta ante posibles castañazos. Estos frutos tienen un común modus operandi. Durante los meses de verano se van desarrollando y creciendo, se recubren de una funda verde con pinchos y, llegadas estas fechas, se preparan para hacer la puñeta. Al paso de los corredores se desprenden hábilmente de las ramas con el objetivo de impactar contra sus cuerpos. Cumplida esta primera función aun les queda una segunda oportunidad de fastidiar: en el golpe, bien contra el cuerpo de algún transeúnte o bien contra el suelo, se desprenden de su funda de pinchos y quedan camufladas entre las hojas caídas esperando que alguien las pise y pueda perder el equilibrio o dañarse alguna articulación.
Todavía recuerdo cuando el año pasado por estas mismas fechas, un corredor que me precedía sufrió el impacto de uno de estos proyectiles en su cabeza. Excuso deciros como escupía exabruptos por su boca mientras se frotaba la zona dañada con claros gestos de dolor.
Como muestra del tamaño de las castañas asesinas, os dejo la foto que acompaña esta entrada. A lo mejor no se aprecia muy bien, pero os aseguro que son talla XXL, que pesan lo suyo y que tienen muy pero que muy mala leche. Lo dicho. El que avisa no es traidor.
Como decía el Capitán Furillo en una serie famosa de los ochenta: “Tengan cuidado ahí afuera”.
Nota: Lo de decenas de castañas atacándome es una exageración literaria. Lo del corredor que el año pasado le cayó uno de estos frutos en la cabeza es totalmente cierto.
Saludos
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2 comentarios:
Si es que cuando no hay carrera o fiesta de la bicicleta, hay obras y si no castañazo en la cabeza. Está claro que el Retiro cobra un peaje por uso y disfrute de caminos.
Saludos.
Jaal
Calla, calla, no digas nada de cobrar un peaje por el uso y disfrute de caminos no sea que alguien del Ayuntamiento lo tome al pie de la letra y, con esto de la crisis, nos hagan pagar por correr en él ;)
Un saludo
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