martes, 19 de octubre de 2010

Camí de Cavalls (12): Cap d'Artrutx - Cala en Turqueta

Proyectando mi sombra en el Camí de Cavalls
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
- Longitud: 13.300 metros
- Tiempo estimado recorrido a pie con parada en puntos interesantes: 5 horas
- Dificultad: Media
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------

I. La aventura: de Cap d’Artrutx a Cala en Turqueta

Antes de entrar en materia, tengo que hacer dos puntualizaciones. La primera es que esta vez no inicié la etapa en el propio Cap D’Artrutx. La razón es que entre el punto en teoría de inicio y hasta llegar a Son Xoriguer, el recorrido es urbano y atraviesa los núcleos turísticos de Cala en Bosc y del propio Son Xoriguer. Como esa parte la conozco sobradamente y no tiene ningún atractivo especial, decidí comenzar directamente en la playa de Son Xoriguer (de la parte aquí omitida tenéis cumplida referencia en la entrada correspondiente al itinerario 11)

La segunda puntualización es que la aventura fue de ida y vuelta. Es decir, fui de Son Xoriguer a Cala en Turqueta y volví. Si la distancia aproximada entre los dos puntos viene a ser de unos nueve mil metros, la aventura total constaría de unos dieciocho mil, aunque con las veces que me confundí de ruta no me equivocaré mucho si afirmo que debí andar más cerca de los veinte kilómetros que de los dieciocho.

El perfil de este tramo es prácticamente plano y de costa fundamentalmente baja. Existen amplias zonas de roquedales litorales, sobre todo en el intervalo comprendido entre el comienzo y Son Saura, en el que aparecen de vez en cuando algunas depresiones de pequeñas calas que jalonan el recorrido.


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

II. Los prolegómenos.

La idea era comenzar prontito, así estaría de vuelta con la familia a buena hora para ir a la playa, evitaría el posible calor y tendría un amanecer junto al mar para mí sólo mientras disfrutaba practicando el deporte que más gusta. ¿Alguien da más? Total que alrededor de las 7:15 A.M. ya estaba en la playa de Son Xoriguer vestido de romano con la mochila a la espalda.

El día comenzaba a amanecer fresco, pelín ventoso y nublado. Las condiciones parecían fenomenales para correr salvo por un aspecto un tanto incómodo: el sol se levantaba justo delante de mis narices, y aun con la gafas de sol resultaba molesto llevar la vista al frente.

A priori me surgían dos interrogantes. El primero era como me iba a adaptar a este tipo de carrera. Era un novato casi total en esto de hacer el cabra por senderos en plena naturaleza. Mi única experiencia databa de un año antes cuando participé en un par carreras por tierras segovianas que, en cualquier caso, transcurrieron por caminos bastante sencillos. La segunda duda tenía su origen en las zapatillas. Cuando partí de Madrid mi idea era correr por asfalto, así es que sólo puse en mi maleta unas Asics Cumulus. O mucho me equivocaba o ese no era un calzado adecuado para la aventura que iba a emprender. Esto tenía otra derivada y es que, si se confirmaba, la sesamoiditis que me acompañaba desde hacia seis meses y que había ido desapareciendo en los últimos tiempos podía volver a revitalizarse.


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

III. Hasta Son Saura, unos 4.900 metros

A los pocos metros de salir de Son Xoriguer ya tenía las respuestas a las dos cuestiones que me planteaba en el párrafo anterior. Me iba a costar Dios y ayuda adaptarme al terreno y, evidentemente, el calzado no era ni de lejos el más recomendable para esta aventura.

La verdad es que fue un poco de mala suerte, porque posiblemente los primeros kilómetros de esta etapa fueran los peores de todo el recorrido. Si hubiera elegido realizar la carrera en sentido contrario hubiera tenido un tiempo de aclimatación, pero de este modo estaba metido en harina cuando apenas había recorrido unos cientos de metros.

En este primer tramo el terreno era muy pedregoso y descarnado y para un neófito en estas lides se hacía muy complicado no sólo correr sino mantener el equilibrio. Las piedras se clavaban en las plantas de los pies, los tobillos se quejaban en cada pisada pues ninguna era sobre terreno totalmente plano y me sentía totalmente agarrotado. Mi principal objetivo era no dejarme los piños en la siguiente zancada. Hasta que no había pasado más de un cuarto de hora no pude comenzar a disfrutar de las vistas que quedaban a mi derecha. El Camí de Cavalls transitaba muy cerca del borde de la costa que se levanta como una larga terraza sobre el mar abierto.

La vegetación en esta zona estaba compuesta en primera línea por plantas resistentes a la salinidad como el hinojo marino, la sosa jabonera o el puerro silvestre, además de algunos arbustos (socarrells). En el recorrido se pasaba junto a las pequeñas calas de Parejals y Son Vells y a la cueva des Pardals (pájaros en castellano). En las calas había depositadas grandes cantidades de algas y en sus cercanías abundaban plantas bajas de una amplia gama de verdes. En cuanto a la cueva des Pardals y por si alguien tiene curiosidad o es amante de la espeleología de andar por casa, decir que el acceso a la caverna se hacía a través de una escalinata esculpida en la piedra. Ya abajo, la cueva era una gruta natural abierta al mar mediterráneo, con unos cinco metros de longitud por cuatro de ancho y reconvertida hace tiempo en embarcadero.

A pesar de que el itinerario del Camí de Cavalls estaba marcado con pequeños postes de madera, una vez me despisté inconscientemente y tomé una senda cercana y más sencilla. Se trataba de un camino de tierra flanqueado por una vegetación alta y tupida que, a cambio de perder de vista del mar y adentrarme un poco en el interior, me permitió relajarme durante unos quinientos metros. Enseguida volvió a desembocar en el trazado original.

La llegada a Son Saura marcó un punto de inflexión. Había recorrido más de la mitad del camino que me separaba de Cala en Turqueta y aunque comenzaba a notar doloridos los tobillos y las plantas de los pies, más o menos había cogido el tranquillo al terreno. Había tenido alguna pequeña torcedura y un par de buenos tropezones, pero los había resuelto dignamente.


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

IV. De Son Saura a Es Talaier, unos 1.600 metros.

Son Saura es una de las playas que podrían considerarse vírgenes y, de las no urbanizadas, es de las más espaciosas. Su blanca arena y su agua turquesa están bordeadas de verdes pinares.

En realidad el conjunto conocido como Son Saura, son dos playas diferenciadas. La playa des Banyuls está orientada hacia la oeste y es la primera que se alcanza viniendo desde Son Xoriguer. Con una longitud de doscientos metros y una anchura de cuarenta, en su pinar es habitual ver familias locales que buscan la sombra mientras disfrutan de una buena comida. La playa de Bellavista separada de la anterior por las lloses des Governador, está orientada hacia el este. Es similar en anchura a la des Banyuls, pero notablemente más larga (310 m). Tras sus dunas está ubicada la zona húmeda del Prat de Bellavista, paraje que sirve de refugio a un gran número de aves acuáticas.

Acostumbrado a visitar Son Saura en las horas centrales del día, llegar allí poco después del amanecer y verla completamente vacía (solo un par de barcos fondeados a escasos metros de la playa), es un auténtico gustazo. Tanto fue así que me tomé un par de minutos para saborearlo y pegar un trago a la botellita de bebida isotónica que llevaba en la mochila.

Reemprendida la carrera, cruce la playa de Bellavista y volví a entrar en el terreno pedregoso y agreste del Cami de Cavalls. El tramo hasta la Cala Es Talaier es una especie de cabo, una lengua de tierra que primero se adentra en el mar para más tarde retraerse de nuevo hacia el interior. Su longitud aproximada debe rondar el kilómetro y medio y, al igual que ocurría hasta alcanzar Son Saura, no presenta grandes desniveles.

La llegada a Es Talaier es un poco complicada (un roquedal muy erosionado), de forma que en algunos sitios decidí andar en vez de correr para evitar algún trompazo o torcedura. Su arena y sus aguas son muy similares a las de Son Saura pero su tamaño es mucho menor (50m de largo por 25m de ancho) y se encuentra muy protegida. Ubicada entre Punta na Bruna y Punta des Pinar, es una cala natural accesible solo a pie por el Camí de Cavalls. Recibe su nombre de Talaier (vigilante) por la torre cilíndrica de unos seis metros de altura situada sobre la colina a sólo tres hectómetros del mar, en la parte oriental de esta cala.

Tampoco había a esas horas ningún bañista, aunque si un pequeño rebaño de cabras que observaron mi paso con expresión de estupefacción en sus caras.


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

V. Hasta Cala en Turqueta, 2.500 metros más menos

El tramo desde Es Talaier hasta Cala en Turqueta es posiblemente el más sencillo de los tres en que he dividido el trayecto en lo que a la superficie del terreno se refiere. En él, las sendas tienen en general más parte de tierra y menos de piedras. Además, en la ida me volví a salir del propio Camí de Cavalls y acabé en otro vía más asequible aunque más larga que discurría pegada a una pared de piedra y que se adentraba en el interior de la isla. Aquí las plantas de primera línea dejaban paso a la vegetación de monte bajo (brezal y romero) que compartía terreno con pinos, sabinas y creo que algún acebuche. Ya empezaba a preguntarme si me habría perdido, cuando volví a avistar los postecillos de madera que marcan el trayecto original.

Si bien la superficie es la más sencilla a la hora de poder pisar, también hay que decir que estos últimos kilómetros son también los que presentan un mayor desnivel. Desde Es Talaier da inicio una subida pronunciada que se mantiene hasta alcanzar la cima de la montaña, desde donde un descenso sinuoso entre un bosque de pinos conduce a Cala en Turqueta.

Esta cala es una de las más famosas de Menorca y posiblemente de las más bellas. Sus aguas turquesas a las que supongo deberá su nombre, y el entorno de vegetación frondosa que casi se zambulle en el mar es espectacular. Disfrutarla para uno sólo es una verdadera gozada. Bueno, lo de sólo no es del todo cierto, pues allí ya había una pareja que se estaba desperezando después de salir de los sacos donde habían pasado la noche. Me tome unos diez minutillos para disfrutar de esta maravilla natural, oxigenar un poco las ya machacadas piernas y darle matarile a la botella de bebida isotónica antes de comenzar el regreso hacia Son Xoriguer.

La vuelta fue más sencilla y más rápida. Noté que ya había cogido cierta soltura y experiencia, aunque esto no me libró de un par de pequeñas torceduras y un tropezón en el que no me dejé morros de puritito milagro. También notaba que el dolor en la zona de los tobillos y en la planta de los pies iba cada vez en aumento. ¡Miedo me estaba dando cuando los músculos se enfriaran!


*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

VI. Conclusión

Al final fueron 2h 25 min de carrera, de disfrutar como un enano los paisajes menorquines, de sus caminos, de sus playas, del azul de su mar, de los distintos verdes de su vegetación…

En lo que a mi físico se refiere, el dolor de la planta de los pies desapareció rápidamente, pero el de los tobillos me duró cuatro o cinco días. La próxima vez tendré en cuenta que si quiero darme un garbeo por lares de este tipo es necesario otro tipo de calzado.

También llegué a la conclusión de que para estas aventuras me vendría bien adquirir un Garmin de esos que te dice la distancia recorrida, la altimetría del recorrido, la ruta seguida etc. A lo mejor, si me porto bien, este año los Reyes Magos se acuerdan de mí.

Sed felices.







*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

1 comentario:

Anónimo dijo...

preciosa excursion amigo!
gracias por publicarla! me servira de guia cuando baya este año y me lanze a los caminos sin saber na d na! me llevare unas buenas zapas! :)
gracias!