miércoles, 1 de abril de 2009

Sile, sile, ¡nole!



A lo treintañeros (y más) les sonará aquello del “sile, sile, ¡nole!”. Esta expresión era la que se utilizaba cuando el niño con el que negociabas el intercambio de algún cromo pasaba uno a uno aquellos que componían su taco de repetidos (“repes” en el argot) y por fin descubrías entre ellos alguno que todavía no tenias. Pues bien, el Medio Maratón de Coslada era uno de los dos cromos que me faltaba para completar la colección de medios maratones sobre asfalto que se celebran en el territorio gobernado por Tita Espe. Ahora, con esta prueba pegada ya en el álbum, sólo me queda conseguir acabar el Medio Maratón de El Escorial a celebrar allá por el mes de Junio ¡Espero no estar de vacaciones ni lesionado!

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LOS PROLEGOMENOS

Después de tres semanas con un tiempo primaveral, la mañana amaneció muy fresca (4º C marcaba el termómetro del coche) y ventosa. Coincidió además que esa misma noche había sido la del cambio horario, de forma que cuando salí de casa era una hora antes. Quiero decir que era una hora antes de lo que era el día anterior a esas mismas horas, no que fuera una hora antes de la hora que salí. Vamos, que al ser antes pues era normal que la temperatura fuera menos. ¿Ha quedado claro no?

El llegar a la zona de salida me fue un poco costoso pues ni había estado en Coslada en mi vida ni uso esos navegadores tan de moda en los últimos años. Si sabía que estaba más o menos cerca del Aeropuerto de Barajas, así es que opte por tomar la A2 y seguir el método de prueba-error. Tardé un poco más de lo previsto e hice algún kilómetro de más al coche, pero finalmente llegué con tiempo al polideportivo de La Vía, lugar de recogida del chip, y de salida y llegada de la carrera.

Había allí un gran ambiente de corredores y por las pintas y el físico de muchos de ellos, era fácil adivinar que también había bastante nivel. Quizás la causa de ello fuera que la prueba era el Campeonato de Madrid por Clubs. Recogí el chip y me volví al coche a escuchar las últimas vueltas del GP de Australia. A falta de quince minutos y ya vestido de romano, comencé el calentamiento.



LA CARRERA

En la salida debíamos ser alrededor de seiscientos participantes. No es una carrera con gran participación, posiblemente porque no se le da una gran publicidad y porque muchas veces ha coincidido en fecha con el Medio Maratón de Madrid o, en el caso de esta edición, con el Medio Maratón de Segovia.

Lo primero que me llamó la atención fue que no hubiera alfombrilla lectora de chips en la salida. Sinceramente a mi estos detalles me dan un poco igual. Yo siempre me tomo mi tiempo neto poniendo mi cronometro en marcha cuando estimo que cruzo la línea de salida y parándolo cuando llego a meta. Aún así me extrañó que tratándose del campeonato de Madrid de clubs sobre la distancia no fuera obligatoria esta medida.

En cuanto al recorrido de esta edición, al parecer era la primera vez que se hacía y consistía a grandes rasgos en dar una vuelta de dieciséis kilómetros por las calles cosladeñas y repetir después los primeros cinco mil metros para completar la distancia del medio maratón (algunos dicen que unos cientos de metros más). Es de agradecer que todo el trazado transcurriera por zonas habitadas y residenciales, evitando el paso por polígonos industriales tan recurrente en las pruebas de larga distancia que se celebran en las poblaciones cercanas a la capital madrileña. El perfil fue bastante exigente, con continuas subidas y bajadas, en algunos casos largas y muy pronunciadas. Destaca entre las cuestas arriba la existente entre los kilómetros siete y ocho, una pendiente en forma ele que sin conocerla te deja "clavao": piensas que en la curva se acaba la cuesta pero cuando giras te das cuenta de que estabas en un error, de que queda otro tramo casi tan largo como el que has dejado ya atrás.

A la dureza del perfil hubo que añadir el domingo un invitado incomodo, molesto y pestoso que endureció aun más la carrera: el fuerte viento. Sopló de todos lados. De frente, por la izquierda, por la derecha, por arriba, por abajo y supongo que en algún tramo también de culo. Se agradecía sobremanera cuando se alcanzaba alguna de las calles estrechas de las urbanizaciones de chaletes y dejaba uno de ser zarandeado por Eolo durante unos segundos.



LA ORGANIZACIÓN

Desde mi punto de vista la carrera estuvo bien organizada. El pabellón del polideportivo La Vía se habilitó para recibir y dar cabida a todos los participantes, instalándose en su interior unas mesas para la entrega de chips y dorsales (a quien le faltara) y una zona para el ropero. Mucha gente agradeció poder cambiarse a cubierto al finalizar la carrera protegidos del viento y la baja temperatura reinante en el exterior.

La clasificación y medición del tiempo fue realizada a través de chip, aunque como dije anteriormente, en la salida no hubo alfombrilla lectora. Lo que no entendí muy bien es por qué al finalizar la carrera, además de entregar el chip, también se quedaban con el dorsal el cual acababa sus días ensartado en un gran pincho metálico ¡Y a la vista de todo el mundo! ¡Qué crueles! A mí esto no me supuso mayor problema que la incomodidad de tener que quitar los imperdibles que sujetaban el dorsal, actividad que he de reconocer me jode mucho cuando llego cansado a la meta, pero entiendo que a aquellos que coleccionan los dorsales de las carreras en las que participan les sentara un poco peor.

La distancia estaba homologada por lo que poca discusión cabe entorno a su medición, aunque a algunos corredores sus fores les marcaran en meta unos cuantos metros por encima de los 21.097 reglamentarios. Llamar la atención en cuanto a la forma de marcar los kilómetros mediante un sistema que nunca hasta el domingo había visto: los niñospuntokilométrico. Este sistema consiste en instalar jóvenes y "jovenas" separados por una distancia de mil metros y sujetando el cartel que indica el punto kilométrico que corresponda ¡Gallardón intentando acabar con los hombres anuncio y en Coslada promoviendo el niñopuntokilométrico!¡País!

Durante la carrera los avituallamientos estuvieron bien surtidos. Ya en meta entrega de una camiseta de algodón decente, una barrita energética, una naranja, una coca cola y posibilidad de disfrutar de un grifo de cerveza. Yo prefiero este tipo de avituallamiento y pagar los cinco euros que costaba la inscripción (muy asequible), que no pagar veinte euros y ser obsequiado con una camiseta ¿técnica? que rara vez es de mi talla y nunca me sienta bien, un forro polar o mochila, un tetra brick de caldo a punto de caducar, un desodorante, un “tro-feo” y una revista deportiva de al menos veinticuatro meses de antigüedad (¿se pensaran que lo de las revistas es como los buenos vinos que ganan con la edad?). Ahh, se me olvidaba: Sé que hubo bebida isotónica porque vi a varios corredores solidarios que habían llegado antes que yo portando dos o incluso tres botellas. Gracias a todos ellos.


YO

En cuanto a mí, me encontré bastante bien. Parece que voy recuperando el ritmo y, aunque me costó un poco, pude acabar en 1:39:11, marca que me dejó muy satisfecho teniendo en cuenta que era el segundo fin de semana seguido en el que corría una media, el exigente perfil y el puñetero viento.

Si no surge ninguna oportunidad inesperada no creo que vuelva a correr otra carrera hasta el MAPOMA, así es que intentaré centrarme un poco más en los entrenamientos y mejorar mi estado de forma en las próximas semanas.

Resumiendo, que ya tengo un cromo más de los que faltaban en mi álbum. ¿Alguien tiene “repe” el que me falta?

Saludos

Nota: Perdonad por la poca definición de las fotos que ilustran la crónica pero las tome con mi teléfono movil mientras corría.

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