martes, 29 de octubre de 2013

La Montaña Solidaria 2013 (20 kms)

Sobre el p.k 10,000 (Foto: Organización)
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El sábado 19 de octubre tocaba reencontrarse a medias con una conocida: la Montaña Solidaria. Digo a medias porque si en su primera edición me enfrenté a su modalidad larga a disputar sobre 42 kilómetros, este año, como andaba bastante cansadete y el cuerpo me pedía tregua, me inscribí en la distancia corta de 20 kilómetros. Y ¿que tienen en común ambas distancias? Pues que el trazado de la segunda no es más que el resultado de unir los primeros once mil metros y los nueve mil últimos de la primera. O lo que es lo mismo, que la corta es un extracto de la larga consistente en salir desde la explanada del monasterio donde Felipe II se retiró a obitar, subir hasta la cima de Abantos a palo seco y bajar de regreso (a ser posible sin piñarse) hasta retornar al punto de partida.
 
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Llegué un poco justo de tiempo, pero a falta de cinco minutos para la hora prevista de inicio ya estaba colocado en la zona de salida perfectamente dorsaleado y chipeado. Allí encontrábamonos juntos y revueltos los aproximadamente ocho centenares de corredores que nos íbamos a enfrentar a las dos modalidades solidariomontañeras, unos seiscientos a la corta y el resto (doscientos) a la larga. Como gracias a mi participación en la edición previa ya conocía el percal, sabía que si no quería sufrir el atasco del sendero a tomar alrededor del p.k. 4,400 debía llegar a ese lugar en una posición relativamente delantera del pelotón. Por esta razón me coloqué un poquito más cerca de la pancarta de lo que en mí es norma y con la idea en mente de salir a un ritmo vivo que me permitiera adelantar posiciones.
 
Antes de darse el disparo que marcaría el inicio de la competición, el speaker nos dio algunos consejos y nos avisó de que la niebla en la cumbre de Abantos era considerable, tanto que hasta el último momento estuvieron meditando si modificar el recorrido. Al final la cosa no fue para tanto y, aunque si hubo bancos de niebla, ninguno supuso una perdida notable de visibilidad.
 
Finalizada la coreada cuenta atrás se dio la salida. Tras los primeros metros alrededor del monasterio en los que estuve más preocupado de no tropezarme con el adoquinado, los bordillos, los bolardos y el resto de contrincantes que de otra cosa, enseguida entramos en un tramo de ascenso sobre asfalto por las muy inclinadas calles de la localidad. En ese momento puse en marcha mi estrategia y apreté la marcha comenzando a adelantar con facilidad a no pocos contrincantes. No obstante lo hice con mucho cuidado pues sabía que si en el inicio me pasaba de rosca, la larga subida hasta Abantos me iba a pasar factura con un IVA descomunal.
 
En pleno ascenso a Abantos allá por el p.k. 5,000 (Foto: Organización)
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Ya sobre tierra, la empinación  se relajó  e incluso apareció algún pequeño tramo de bajada. Aunque seguía adelantando posiciones cada vez me costaba bastante más pues había llegado a una altura del estirado pelotón en la que los corredores que me rodeaban presentaban un ritmo muy similar al mío. Alcanzamos así el primer avituallamiento en el que solo se ofrecía agua (p.k. 4,400). Yo había salido con una botella de 33 cl que esperaba me diera cobertura durante toda la carrera, así es que pasé de largo sin detenerme y me adentré en el estrecho sendero. El tránsito era muy fluido y podía mantener mi ritmo sin problemas. La primera parte del plan trazado había salido a la perfección. 
 
Según el planing mentalmente proyectado, la parte que me restaba de ascenso hasta alcanzar la vía pecuaria cercana a la cima (aproximadamente p.k.7,200), debía hacerla andando a ritmo y vivo y, si en algún momento era factible porque me viera con fuerzas y el terreno lo permitiera, corriendo algún pequeño tramo. La cosa fue bien en líneas generales. El trazado discurría primero por el estrecho, empinado y zigzagueante sendero que habíamos tomado justo después del primer avituallamiento. Algunos me pasaban corriendo pero, en general, cuando echaban a andar unos metros más adelante los daba caza y los dejaba atrás. Solo en el momento que abandonamos el sendero para tomar una vía más amplia y recta, la mayoría de los que me adelantaron trotando empezaron a tomarme ventajas que ya no les recuperaba cuando ellos volvían a andar. Visto lo visto, empecé a alternar lo corrido y lo andado y minimicé el número posiciones perdidas.
 
Con la desembocadura a la amplia vía pecuaria, la subida se volvió mucho más tendida y sencilla hasta que alcanzamos la cumbre de Abantos (p.k.8,200). Si bien la anunciada niebla no dejaba ver el paisaje, la visibilidad era más que suficiente para correr. Desde allí un falso llano de poco menos de mil quinientos metros y un largo descenso hasta meta. La primera parte de esta larga bajada se realizaba por una pista amplia y sencilla cuya única dificultad eran las piedras sueltas. Al final de ella, alrededor del p.k. 11,100, se ubicaba el segundo avituallamiento (sólido y líquido). En este punto los corredores de las dos pruebas nos separábamos. Con cierto resquemor por no optar por el camino de la distancia larga como había hecho en la edición anterior, enfile por el “atajo” que debía conducirnos a San Lorenzo.
 
Finalizado este tramo había que dar cuenta de dos cuestas arriba con un avituallamiento líquido entre medias que, aunque sufriendo, superé corriendo. Tras ello se volvía a un vertiginoso descenso primero por pista de tierra y luego por el asfalto de las calles de San Lorenzo. Con el acelerón de los últimos kilómetros llegué un poquito justo a meta, donde resulté ser el sexagésimo cuarto (64) de los 589 participantes que alcanzaron la meta con un tiempo 1:50:36. Muy contento.
 
En algún lugar de la subida a Abantos (Foto: Organización)
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Y poco más que contar. Quizás señalar que al tratarse de la segunda edición, la organización contaba con más experiencia y me dio la impresión de que fue mejor que el año anterior, aunque esto lo digo sin saber si en la modalidad sobre los 42 kms todo fue también correctamente. 
 
En fin, que una carrera muy agradable para iniciarse en montaña en la que, a pesar de compartir trazado, la prueba larga es totalmente diferente a la corta. De perogrullo ¿no?
 
A seguir bien. Besitos.
 
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En capítulos anteriores...     La Montaña Solidaria 2012 (42 kms)

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