Comenzó con la nieve en el Paris. Continuó con la ciclogénesis explosiva de Getafe. La lluvia primaveral del MAPOMA fue el precedente de la gran tormenta de verano en Valtiendas. La canícula convirtió Torrecaballeros en poco menos que un horno crematorio. Con todo esto, el 2009 no podía despedirse de otra forma que con un frío y un viento siberianos en la Media de Guadalajara para completar el abanico de fenómenos meteorológicos.
Después de las dos experiencias vividas en ediciones anteriores (2006 y 2007), ya sabía yo que la X Media Maratón de Guadalajara nos iba a recibir con una temperatura cercana a los 0º C. Sin embargo esta vez apareció un invitado sorpresa: el viento, dicen los entendidos que siberiano, que sopló gélido y con fuerza durante toda la mañana. Cuando tocaba sufrirlo de frente era como un chuchilla que cortaba la cara y las manos (era lo único que me quedaba al descubierto) e incluso dificultaba la respiración. Para ser justos también hay que decir que cuando soplaba a favor facilitaba notoriamente la marcha.
También sabía que el recorrido no había sufrido ninguna modificación, así es que tocaba dar dos vueltas a un circuito que en lo físico es una continua lucha con los numerosos y pronunciados desniveles de la capital de provincia, y que en lo que psicológico es mucho más llevadero cuando transita por la zona cuasicéntrica de Guadalajara que cuando, en su último tercio, lo hace por zonas muy abiertas de reciente construcción, con amplias y desangeladas avenidas.
Sin embargo, tras mi ausencia del año pasado, encontré varios cambios positivos con respecto a lo que viví en la edición del 2007. El primero el de la organización. A pesar de que sigue dando la impresión de que la carrera está puesta en pie con pocos medios económicos, el esfuerzo del Club de Atletismo de la Esperanza y de sus colaboradores permiten disfrutar de un buen cuidado evento atlético. Este año no tuve que estar esperando una larga fila a la intemperie para recoger el dorsal como ocurrió hace dos años. Además el recorrido estaba mejor señalizado, los cortes de tráfico fueron menos problemáticos (o los conductores más educados), los avituallamientos en carrera estuvieron bien surtidos y recibí la clasificación en mi correo electrónico a las pocas horas de la finalización de la carrera.
El segundo cambio a mejor fue el de la animación. Si en mis dos anteriores participaciones la presencia en las calles se redujo a unos cuantos transeúntes en busca del pan y del diario dominical, a cuatro o cinco pingüinos y a una pareja de osos, esta vez noté un mayor número de espectadores en el tramo que recorría la parte más céntrica de la población y, sobre todo, en la línea de meta ubicada en la pista del polideportivo. Mi agradecimiento y admiración a todos ellos porque hay tener muchas ganas para estar aplaudiendo y alentando a unos pocos cientos de chiflados que nos dio por correr en una mañana en lo que lo más razonable parecería quedarse en casa bien calentito.
También fue palpable el incremento en el número de participantes. El Medio Maratón de Guadalajara es, salvo error, la única prueba sobre la distancia que se disputa entre principios de noviembre y finales de enero en la Comunidad de Madrid y alrededores. Casi tres meses separan las medias de Moratalaz y de Getafe, por lo que la de Guadalajara se convierte en una ocasión pintiparada que cada vez más seguidores de los 21.097 metros tienen marcada en el calendario. Esperemos que siga creciendo pero de forma razonable y limitada.
Por mi parte la de Guadalajara fue la decimocuarta y última media maratón de este año. Al principio salí con calma, pero acabé esforzándome más de lo previsto finalizando unos segundos por debajo de los ciento tres minutos. Teniendo en cuenta el declive en mi estado de forma en los últimos dos meses y que arrastro un constipado que me tiene convertido en una fábrica-almacén de mucosidades, puedo darme por satisfecho.
En resumen, medio maratón artesanal, exigente e idóneo para poner la guinda al año atlético. ¡Ah, se me olvidaba! Dentro de unos días los participantes recibirán en su buzón una felicitación navideña junto con una foto en papel de su llegada a meta. Un bonito y ya clásico detalle de la organización.
Saludos prenavideños.
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Después de las dos experiencias vividas en ediciones anteriores (2006 y 2007), ya sabía yo que la X Media Maratón de Guadalajara nos iba a recibir con una temperatura cercana a los 0º C. Sin embargo esta vez apareció un invitado sorpresa: el viento, dicen los entendidos que siberiano, que sopló gélido y con fuerza durante toda la mañana. Cuando tocaba sufrirlo de frente era como un chuchilla que cortaba la cara y las manos (era lo único que me quedaba al descubierto) e incluso dificultaba la respiración. Para ser justos también hay que decir que cuando soplaba a favor facilitaba notoriamente la marcha.
También sabía que el recorrido no había sufrido ninguna modificación, así es que tocaba dar dos vueltas a un circuito que en lo físico es una continua lucha con los numerosos y pronunciados desniveles de la capital de provincia, y que en lo que psicológico es mucho más llevadero cuando transita por la zona cuasicéntrica de Guadalajara que cuando, en su último tercio, lo hace por zonas muy abiertas de reciente construcción, con amplias y desangeladas avenidas.
Sin embargo, tras mi ausencia del año pasado, encontré varios cambios positivos con respecto a lo que viví en la edición del 2007. El primero el de la organización. A pesar de que sigue dando la impresión de que la carrera está puesta en pie con pocos medios económicos, el esfuerzo del Club de Atletismo de la Esperanza y de sus colaboradores permiten disfrutar de un buen cuidado evento atlético. Este año no tuve que estar esperando una larga fila a la intemperie para recoger el dorsal como ocurrió hace dos años. Además el recorrido estaba mejor señalizado, los cortes de tráfico fueron menos problemáticos (o los conductores más educados), los avituallamientos en carrera estuvieron bien surtidos y recibí la clasificación en mi correo electrónico a las pocas horas de la finalización de la carrera.
Especial mención a todos los voluntarios por su amabilidad y, sobre todo, por aguantar estoicamente el frio y el viento reinantes. El único “pero” a solventar de cara al futuro fue que los últimos clasificados se quedaran sin agua al llegar a meta.
El segundo cambio a mejor fue el de la animación. Si en mis dos anteriores participaciones la presencia en las calles se redujo a unos cuantos transeúntes en busca del pan y del diario dominical, a cuatro o cinco pingüinos y a una pareja de osos, esta vez noté un mayor número de espectadores en el tramo que recorría la parte más céntrica de la población y, sobre todo, en la línea de meta ubicada en la pista del polideportivo. Mi agradecimiento y admiración a todos ellos porque hay tener muchas ganas para estar aplaudiendo y alentando a unos pocos cientos de chiflados que nos dio por correr en una mañana en lo que lo más razonable parecería quedarse en casa bien calentito.
También fue palpable el incremento en el número de participantes. El Medio Maratón de Guadalajara es, salvo error, la única prueba sobre la distancia que se disputa entre principios de noviembre y finales de enero en la Comunidad de Madrid y alrededores. Casi tres meses separan las medias de Moratalaz y de Getafe, por lo que la de Guadalajara se convierte en una ocasión pintiparada que cada vez más seguidores de los 21.097 metros tienen marcada en el calendario. Esperemos que siga creciendo pero de forma razonable y limitada.
Por mi parte la de Guadalajara fue la decimocuarta y última media maratón de este año. Al principio salí con calma, pero acabé esforzándome más de lo previsto finalizando unos segundos por debajo de los ciento tres minutos. Teniendo en cuenta el declive en mi estado de forma en los últimos dos meses y que arrastro un constipado que me tiene convertido en una fábrica-almacén de mucosidades, puedo darme por satisfecho.
En resumen, medio maratón artesanal, exigente e idóneo para poner la guinda al año atlético. ¡Ah, se me olvidaba! Dentro de unos días los participantes recibirán en su buzón una felicitación navideña junto con una foto en papel de su llegada a meta. Un bonito y ya clásico detalle de la organización.
Saludos prenavideños.
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