domingo, 28 de junio de 2009

Mucho orgullo pero poco ambiente

Por segunda vez en las tres ediciones celebradas hasta hoy, esta mañana me he plantado en la línea de salida de los 10 kilómetros de Orgullo. La carrera ha sido prácticamente un calco de la del año pasado, con algún mínimo cambio a peor.

Es esta una competición de las tengo calificada como “bolo de verano”: calorcito, sin agobios ni masificaciones, sin grandes pretensiones y con el único objetivo de pasar una agradable mañana de correrías. Por lo demás, que nadie espere grandes cosas. Parece ser que está mal medida (le faltan unos hectómetros), los puntos kilométricos están mal señalizados tanto por el tamaño como por la ubicación, el perfil es muy ondulado y tirando a duro y la inexistencia de alfombrilla lectora de chips en la salida no permite obtener el tiempo neto empleado en completarla (salvo el que cada uno se tome por su reloj).

Como mencionaba al principio, respecto al año pasado los pocos cambios que he percibido han sido para empeorar la prueba. En primer lugar he notado una aún menor animación, sobre todo en la línea de meta y alrededores. Parece ser que este tipo de eventos queda bastante abandonado dentro de las celebraciones del Día del Orgullo Gay. Venden mucho más y ocupan más minutos de televisión las carrozas y los disfraces, ¡qué le vamos a hacer, así es la vida! La segunda diferencia ha estado en el avituallamiento de mitad de carrera: las botellas de bebida isotónica que entregaban en el 2008 han sido sustituidas por los siempre incómodos vasos. Por último y para los amantes de las bolsas de las corredor, en la edición de este año las camiseta técnica ha dejado paso a la tradicional y superada camiseta de algodón.

En el capítulo de incidencias, la carrera comenzó con más de un cuarto de hora de retraso debido a los exámenes de oposiciones que se han celebrado esta mañana en la Ciudad Universitaria. Respecto a este tema hacer notar la cada vez menor educación de algunos de los corredores que, a la petición de los policías de respetar el carril reservado para que los vehículos de los opositores llegaran a su destino, han respondido con improperios o haciendo caso omiso en el mejor de los casos. Por favor, si queremos ser respetados y disfrutar de las calles de nuestra ciudad los domingos por la mañana, debemos comenzar mostrando a los demás el mismo respeto que exigimos para nosotros.

Poco más. Un saludo.


En capítulos anteriores...10 Kms de Orgullo II (2008)


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lunes, 8 de junio de 2009

Esta carrera se celebra en Torrejón

Habéis acertado todos aquellos que hayáis relacionado el título de esta entrada con el lema del PSOE para las elecciones al parlamento europeo que se celebraron ayer: “Este partido se juega en Europa”. ¿Y por qué este paralelismo entre las elecciones europeas y la carrera disputada también ayer en Torrejón? Pues porque lo que precedió a ambos eventos dejó bastante que desear.

La campaña que hicieron los partidos políticos fue lamentable. Que si el cachondeo de los brotes verdes, que si el Falcon de Zapatero, que si los trajes de Camps, que si yo sí pero tú más, … pero de Europa nada nada. En los quince días que duró este circo no escuché nada relativo al viejo continente sino sólo una gilipollez detrás de otra. ¿No nos podíamos haber ahorrado todo el dinero que costó la campaña y haberlo dedicado a fines más loables? Y ¿Qué me decís de los candidatos? ¿Habéis examinado las listas de los dos principales partidos políticos de nuestro país? Hacedlo. En ellas aparecían muchos de los fracasados o quemados en el territorio nacional. Véanse unos ejemplos: Mayor Oreja, López Aguilar, Carlos Itrugaiz, Ramón Jauregui, Magdalena Alvarez, Raimon Obiols, Vidal Quadras, Jiménez Becerril, … En resumen, que la conclusión que saco es que Europa les importa una mierda. Eso sí, luego nos piden que vayamos a votar, que es nuestra “obligación” ¡Anda y que los den!

Pues si mala fue la campaña electoral, casi peor fue el despiporre acaecido en la previa a los 10 kilómetros de Torrejón de Ardoz, primera de las cuatro carreras que conforman el llamado Circuito de Verano MAPOMA. De carácter gratuito si se disponía del chip apropiado o pagando una inscripción de 8 de euros si no se contaba con él (se adquiere así el chip válido para poder participar en todas las carreras que componen el circuito), las inscripciones a la prueba se debían hacer el mismo día de su celebración hasta media hora antes de su comienzo y estaban inicialmente limitadas a setecientas cincuenta. Teniendo en cuenta que el año pasado el número de participantes superó por poco el medio millar, el número de plazas parecía adecuado.

Sin embargo saltó la sorpresa. La fila para realizar la inscripción crecía según se aproximaba la hora de salida. El speaker de la prueba anunciaba por megafonía repetidamente que las plazas estaban limitadas a setecientos cincuenta, aunque parecía claro que el número de personas que aguardaban en la fila más los que ya teníamos el dorsal superábamos con amplitud esa cifra. Para evitar tensiones y complacer a los que hasta allí se habían desplazado, la organización decidió incrementar sobre la marcha el número de participantes hasta los mil. Pero ni aún así fue suficiente. Calculo que alrededor de trescientas o cuatrocientas personas se quedaron sin dorsal.

¿Se pude culpar a la organización de este suceso? Desde mi punto de vista no. Si hay que reprocharles que quizás el método de inscripción “in situ” no sea el idóneo (si se sabe a priori que ya no hay plazas la gente no se habría desplazado hasta Torrejón), pero creo que nadie podía pensar que el número de participantes se triplicaría con respecto al año anterior. Es más, a su favor hay que volver a señalar que, salvo para los que no tuvieran chip, se trataba de una carrera gratuita y que dentro de sus posibilidades y tomando prestado el lema del PP para estas elecciones “soluciones ahora”, hicieron todo lo que pudieron aumentando sobre la marcha el cupo de inscritos desde los setecientos cincuenta a los mil.

¿Se puede culpar a los que querían participar en la carrera? Evidentemente tampoco. Si se puede pensar que en muchos hubo una falta de previsión, pues sabiendo que las plazas eran limitadas, que los diez miles madrileños últimamente están “petados” de gente y que la hora límite de inscripción eran las 9:30 h, llegaron a falta de cinco o diez minutos para que expirara el plazo de inscripción. Sin embargo, si todos hubiéramos llegado antes, el problema hubiera seguido existiendo.


Dicho todo esto, entro ahora de lleno en lo que a mi modo de ver fue el peor aspecto de la carrera y que, en este caso, si es achacable a los corredores: el egoísta, mal educado y en algunos casos vergonzoso comportamiento de muchos de ellos. Esta afirmación tiene su base en tres acciones. La primera la de los “listos” que pensaron que los que esperábamos la cola es porque nos gusta estar de pie unos detrás de otros. Los “listos” son diferentes, no tienen que esperar, les basta con echarle un morro y una sinvergonzonería que les sobra para ponerse delante de todos los que religiosamente aguardamos nuestro turno. ¡Y encima si se les recrimina aún son capaces de encararse!

La segunda hace referencia a los “sin dorsal”. El proceso de inscripción, malo o bueno, fue el mismo para todos, de forma que los que tuvimos la suerte de obtener un dorsal lo hicimos porque llegamos antes o, visto de otra forma, porque fuimos más previsores y madrugamos más. Por tanto creo que lo más razonable es que los que finalmente quedaron sin posibilidad de inscribirse se hubieran abstenido de correr. Sin embargo no fue así. Muchos de ellos decidieron participar demostrando una falta de respeto hacia el resto, pues los avituallamientos, las calles del recorrido y el número de policías, voluntarios y efectivos sanitarios estaban pensados para una participación de setecientos cincuenta corredores, no de cerca de mil doscientos o mil trescientos como al final fuimos. Voy aún más allá. Si finalmente tomaron la decisión de ponerse en la salida, lo deberían haber hecho a cola de pelotón y nunca empujando para intentar obtener un sitio en las primeras filas (como también muchos hicieron).

La tercera y última es la de ese corredor (seguro que había más) que, situado a mi derecha en la salida, portaba un chip en cada zapatilla y dos dorsales en el pecho. Este comportamiento insolidario que dejó sin dorsal a alguno de los que esperaron largo rato en la fila, presumo que tiene su origen en que la participación en tres de las cuatro pruebas que conforman el Circuito de Verano MAPOMA 2009 exime de pagar la cuota de inscripción del MAPOMA 2010. Este aspecto si creo que ha de ser subsanado por la organización, exigiendo un documento de identificación a todo aquel que desee inscribirse y limitando el número de inscripciones a una por barba.

Una vez relatado todo lo extradeportivo que rodeó al acto y centrándonos en lo que fue la carrera, decir que se disputó sobre una distancia de diez kilómetros, que se trataba de dar dos vueltas a un circuito de cinco mil metros y que sirvió como campeonato madrileño de clubs. El perfil del trazado era bastante ondulado aunque rápido (o al menos eso me pareció). Entre las incidencias, mencionar que el comienzo hubo de retrasarse media hora debido al problema de las inscripciones y que la línea de salida se desplazo unos diez metros por delante de lo que estaba previsto debido a la aglomeración de corredores. Este tapón inicial hizo que muchos corriéramos un sprint por la acera para poder obtener un espacio en el que más o menos pudiéramos movernos, aunque es justo reconocer que el resto del recorrido no presento grandes problemas para llevar un ritmo más o menos constante (por lo menos para los que acabamos alrededor de los cuarenta y cuatro minutos).

En resumen un bolo de verano para disfrutar siempre que los mal educados no joroben la fiesta.

Saludos
















martes, 2 de junio de 2009

La Liberty ¿Una San Silvestre goyesca?

Anteayer, bajo un calor sofocante, se celebró la segunda edición de la carrera Liberty Seguros. He de reconocer que, a pesar de que la primera edición me sorprendió favorablemente, mis prejuicios hacia esta carrera eran aún mayores que los del año pasado: se había doblado el número de inscripciones disponibles pasando de cinco mil a diez mil, el bombardeo publicitario había crecido o al menos a mí me lo parecía, el precio de la inscripción, aunque continuaba dentro de los parámetros que considero lógicos, se había incrementado considerablemente respecto a la anterior edición (un 60%)… En fin, me temía que la Liberty Seguros se hubiera convertido en apenas dos ediciones en una especie de San Silvestre Goyesca.

Estableciendo una estructura similar a la de la crónica que de esta misma carrera hice ahora hace un año (aquí la tenéis), voy a enumerar los que desde mi punto de vista fueron los puntos en contra y a favor de la carrera. Comencemos en primer lugar con los peros.

A MEJORAR

1. El elevado número de participantes. Como he mencionado con anterioridad, el número de inscripciones posibles ha sido este año de diez mil, siendo finalmente el número de participantes cercano a los siete mil. Estas cifras suponen duplicar el número de participantes. ¿Qué implica este elevado número de corredores?

En primer lugar supone que parte del circuito transcurre por lugares que no permiten absorber tal cantidad de gente. El lateral del Paseo de Recoletos primero y del Paseo de la Castellana después son claramente insuficientes para canalizar la marea de corredores. Desde la Plaza de Cibeles y hasta la Plaza del Doctor Marañón, muchos (entre los que me incluyo) decidimos abandonar el infestado asfalto y progresar a nuestro ritmo por la zona peatonal y ajardinada que separa el lateral de los carriles centrales. La solución a este problema parece sencilla aunque seguro que no es del gusto del ayuntamiento madrileño: habilitar además del lateral, los carriles centrales en sentido Plaza de Castilla.

En segundo lugar implica que la salida debería estar ordenada por cajones de tiempo. Dado que dejar el tema en manos de la educación de los participantes es, como se ve carrera tras carrera, una batalla perdida, sería aconsejable acreditar las marcas para obtener un puesto más adelantado o más retrasado en la línea de salida. He de reconocer que estas medidas no me gustan en absoluto, pero creo que sirven para aliviar el tapón de salida provocado en una parte importante por las personas mal ubicadas al comienzo de la carrera.


2. El avituallamiento. Según tengo entendido (a lo mejor estoy en un error), en una carrera a disputar sobre diez mil metros no es obligatorio que se establezcan avituallamientos. Sin embargo con el calor reinante en la mañana de anteayer o el que es previsible que haya el último domingo de mayo (fecha en la que se ha celebrado la Liberty en sus dos ediciones), creo que lo sensato y necesario es que exista. El domingo, como ya ocurriera el año pasado, el puesto de botellas de agua estaba ubicado sólo a un lado del recorrido y era claramente insuficiente para el elevado número de participantes.

Estoy seguro de que muchos corredores que transitaran por el lado izquierdo de la calle ni siquiera lo vieron, y si lo hicieron no tuvieron tiempo de cruzar hasta el otro lado a conseguir la ansiada botellita de líquido elemento. Quizás con un avituallamiento mejor instalado y más generoso se hubiera podido evitar en parte el elevado número de corredores que más adelante tuvo que recibir ayuda de otros participantes o de las asistencias sanitarias debido a mareos y lipotimias.

3. La publicación de las clasificaciones. Hasta hoy no se han dado a conocer ni la clasificación ni los tiempos brutos ni los netos empleados por aquellos que completaron la prueba. Cuarenta y ocho horas parecen muchas cuando lo medios técnicos empleados registran los datos necesarios casi inmediatamente (parece que la incidencia ha estado en los tiempos netos). Muchos ya estaban sospechando del novedoso chip en forma de rigida tarjeta agujereada.
Aclararé que a mí esto me trae bastante sin cuidado, pues me fío del tiempo que tomé con mi cronómetro y me es indiferente el puesto ocupado en la clasificación final. Sin embargo entiendo perfectamente a todos aquellos que si les importe y quieran conocerlo. Además creo que es normal exigir a la organización que preste este servicio de forma rápida y correcta.

4. La señalización de los puntos kilométricos. Reconozco que en esta observación soy un poco quisquilloso, pues este año estaban colocados a una altura adecuada y tenían un tamaño considerable. Sin embargo no sé por qué pero de los nueve puntos sólo vi dos…¡y os prometo que no soy cegato! A lo mejor fue culpa mía ¿Sería que no iba lo demasiado atento? Puede ser. ¿Mejoraría el cambiar el color de los carteles? Creo que también.


A CONSOLIDAR

1. El recorrido. Quizás sea, a mi modo de ver, el mayor atractivo de la Liberty. Es céntrico, lo que implica una gran facilidad para acceder a la zona de salida/meta y la posibilidad de correr por arterias importantes de la capital y transitar junto a importantes monumentos y construcciones. También tiene un perfil suave, con la única excepción de la dura subida de C/ Concha Espina y el último repecho de la C/ Goya. Si no fuera por la altura de temporada en la que se celebra y las temperaturas propias de estas fechas, podría ser una prueba para intentar asaltar las marcas personales de cada uno.

2. La zona de salida/meta. La infraestructura logística montada en la Plaza de Dalí junto al Palacio de los Deportes fue muy buena. Los chips se recogieron sin esperas. En el servicio de ropero se eliminaron las colas existentes en la pasada edición (¿es posible que el buen tiempo de este año en contraposición a la lluvia del año pasado tuviera algo que ver?). Se instalaron de nuevo inodoros portátiles para aliviar los apretones de última hora. Y lo más importante: a pesar de la gran participación, los atletas populares fuimos evacuados con fluidez de la zona de meta no sin antes recoger las merecidas botella de agua y lata de refresco para reponer líquidos.

3. Las carreras de los niños. Como novedad en esta edición se incluyeron cinco carreras para los más atletas más jóvenes, que fueron desde el hectómetro de los Chupetines hasta los quinientos metros de la categoría Infantil, pasando por los cuatrocientos de los Alevines, los trescientos de los Benjamines y los doscientos de la categoría Peques. Es esta una forma idonea de disfrutar de una mañana deportiva en familia y de encauzar a las nuevas generaciones hacia el mundo del deporte.

4. El cronometraje. En la crónica del año pasado enumeré entre los puntos negativos la no existencia de alfombrilla lectora de chips en la salida, lo que implicó la inexistencia de tiempos netos. Este año la organización solucionó este punto con la instalación de las alfombrillas solicitadas. Lastima que el retraso en dar las clasificaciones emborronara este esfuerzo organizativo.

5. La camiseta. He de reconocer que es punto “chorra” y que no doy ninguna importancia a la bolsa del corredor, pero la camiseta técnica con la que nos obsequiaron este año me pareció de una calidad bastante superior a la del año pasado. Así lo debieron de creer también muchos de los participantes que decidieron correr con ella dando un tono azul y “borreguil” al evento


Además de los pros y los contras enumerados, me gustaría hacer mención al ambiente que percibí. Me dio la sensación de que había mucha gente inexperta en estas lides. Que no se me malinterprete. No quiero dármelas de corredor experimentado ni dar lecciones a nadie, pero la idea que saqué era la de que había mucho “sansilvestrero”, es decir corredores que participan en dos o tres competiciones al año (la San Silvestre Vallecana, esta y, con un poco de suerte, la de Canillejas o el CSIC) ¿Consecuencias? A bote pronto dos. La primera el mal posicionamiento en la línea de salida. Durante la carrera adelanté a un elevado número de personas que habían salido antes que yo y que claramente iban a emplear un tiempo superior al mío en completar los diez kilómetros (que conste que yo salí para estar alrededor de los 5 min/km).

La segunda consecuencia seguramente más importante que la primera, fue la de que bastantes corredores tuvieron que ser atendidos por mareos debidos a las altas temperaturas. Personalmente yo vi a cuatro, el último a escasos trescientos metros de la llegada tuvo que ser introducido en una ambulancia del SAMUR. Es evidente que esto nos puede pasar a todos, pero las probabilidades son mayores cuando se trata de atletas populares con poca experiencia y, algunos, con muy poca preparación.

En resumen, creo que la organización debe elegir qué tipo de carrera quiere, si una con una participación limitada a un número menor de participantes (alrededor de cinco mil máximo) u otra que posiblemente le reporte un mayor beneficio económico a costa de masificar el evento y convertirlo en otro de esos diez miles que trato de evitar desde hace años.

Yo lo tengo claro. Si a la Liberty. No a la San Silvestre Goyesca.

Nota: Fenomenal Chema Martínez. Fue uno de los invitados que dio la salida y permaneció allí durante la carrera y una vez acabada ésta. En el tiempo que estuve a su vera esperando la llegada de mi hermana, fueron innumerables las personas que se acercaron para hacerse una foto con él. Chema accedió a todas las peticiones con una sonrisa. Igualito que los futbolistas. ¡Un crack!

¡Hasta más ver!

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