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Pasando por el Portal del Carmen (by El Heredero) |
¡Teruel existe! Vaya si existe. Y entre sus pueblos con más historia y belleza, además de Albarracín, se encuentran Rubielos de Mora y Mora de Rubielos (tanto monta, monta tanto). Aprovechando que el lunes era fiesta en los madriles, que no conocíamos la zona y que, casualmente, el sábado por la tarde estaba previsto que tuviera lugar el XXI Medio Maratón de Rubielos de Mora, decidimos coger los bártulos y hacer una escapadita de fin de semana a aquellas tierras.
Me centraré en las próximas líneas en la parte que atañe a la carrera dejando a un lado las facetas gastronómica, cultural e histórica. Para conocer estas últimas, mucho más importantes y ricas que la primera, os recomiendo que hagáis una visita a esta zona y las descubráis por vosotros mismos. Estoy seguro que no os arrepentiréis.
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1. Creando ambientillo
Como comenté hace quince días en la entrada correspondiente al XII Medio Maratón de El Burgo de Osma, a mi a este tipo de carreras me gusta llegar con un margen de tiempo suficiente antes de la hora prevista de comienzo. Disfruto con ese ambientillo que se crea cuando los corredores tomamos con nuestras familias y amigos las calles de estas pequeñas ciudades y somos recibidos de forma acogedora por sus habitantes. Agradezco ese paseo previo por el casco viejo, por esas calles muchas veces peatonales, flanqueadas por edificios con historia y salteadas con autenticas obras de arte en forma de iglesias, catedrales, puentes o palacetes.
Además esta vez tenía una razón más para llegar con antelación. Una hora antes del comienzo del medio maratón se iban a celebrar varias pruebas sobre diferentes distancias para los más jóvenes y "El Heredero" iba a hacer su debut oficial en una de esas carreras. Finalmente el Pequeño Arganzboy participó en la categoría prebenjamín (los más jóvenes), disfrutó casi más que el padre y acabó muy contento, tanto que al llegar a meta ya estaba preguntando por la próxima. Espero contarlo con un poco más de detalle en alguna futura entrada de este blog.
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2. Los "idayvueltas" de la carrera
A las 19:00 horas bajo un cielo repleto de nubes que hacían presagiar un buen aguacero durante su disputa, dio comienzo la prueba. El medio maratón de Rubielos de Mora puede considerarse en su conjunto como una prueba bastante exigente, principalmente en el segundo tercio de su recorrido. Teniendo en cuenta las fechas en las que se disputa tradicionalmente, el que la tarde estuviera nublada hizo un poco más llevadero el esfuerzo.
El recorrido transcurre en su totalidad por terreno pavimentado y puede resumirse en tres “idayvueltas” con origen en el centro de la localidad turolense. El primero hace las veces de salutación: apenas un kilómetro y medio que da para llegar hasta las afueras del pueblo por la A-232 y volver. Se incluye una visita al centro histórico, entrando por el Portal de San Antonio y saliendo por el Portal del Carmen, accesos al antiguo recinto amurallado. Entre ambos se transita por calles empedradas de edificios señoriales y se pasa junto a la ex Colegiata de Santa María la Mayor.
Tras cruzar bajo la pancarta que un poco más tarde será la línea de meta, comienza el segundo “idayvuelta”. Este se hace por la carretera A-1515 y consiste en alejarse en casi tres mil metros de Rubielos de Mora y volver. Es un tramo rompepiernas, con continuas bajadas y subidas no muy duras pero un tanto “pestosillas”. A la entrada a Rubielos, se vuelve a repetir el mismo recorrido por el casco antiguo, sin duda alguna lo mejor de este primer tercio de carrera. La belleza arquitectónica del entorno y los aplausos y ánimos de los rubielanos y los acompañantes de los participantes son una verdadera gozada que te hacen coger fuerza para la parte decisiva y más dura del medio maratón.
Esta vez, después de transitar bajo el Portal del Carmen, no se gira hacia la izquierda sino hacia la derecha. Se toma entonces la A-232 dirección a Fuentes de Rubielos, tercera de las cuatro carreteras que comunican a Rubielos de Mora con el resto de la comarca de Gúdar-Javalambre. El terreno comienza entonces a picar ligeramente hacia arriba y, al poco de abandonar el núcleo urbano, unos trescientos metros antes de llegar al kilómetro ocho, comienza una dura ascensión que se va a alargar durante aproximadamente seis mil metros.
La primera parte de la subida es sin duda la mayor pendiente. Son unos mil quinientos metros muy exigentes pero que si miras a tu derecha te recompensan con una impresionante panorámica de Rubielos de Mora. En esos momentos me arrepentí de no haber corrido con cámara de fotos porque la vista desde las alturas de toda la villa con la monumental iglesia presidiéndola era inmejorable.
Una vez alcanzada la gran cruz que guarda la bella localidad turolense y tras un pequeño respiro en forma de descenso, se retoma la subida que con algún descanso se prolongará hasta Fuentes de Rubielos. A pesar de que a estas alturas lo normal es que uno no vaya muy “católico”, es recomendable disfrutar del bello entorno natural por el que transcurre el trazado.
La llegada a Fuentes de Rubielos es muy gratificante por varias razones. La primera es que por fin se acaba la subida. La segunda es el gran ambiente que se respira, con muchos fuenrubelianos sentados en los poyetes de la carretera animándote por tu nombre (no es que conozcan a todos, es que la organización se había encargado de imprimirlo en el dorsal). La tercera razón vuelve a ser la belleza paisajística. En esta ocasión este último factor se vio acentuado por las nubes que se agarraban a la ladera de la montaña y que atravesamos corriendo.
Desde allí toca desandar el camino, convirtiéndose lógicamente las que antes eran duras cuestas arriba en agradables cuestas abajo. Así hasta alcanzar la animada línea de meta en Rubielos.
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Foto by mi Santa |
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3. Los rubelianos y sus dotes organizativas
La organización del XXI Medio Maratón de Rubielos de Mora estuvo a cargo del Ayuntamiento de la localidad con la asistencia técnica del Comité de Jueces de la Federación Aragonesa de Atletismo. En líneas generales todo funcionó correctamente: hubo más que suficientes puestos de avituallamiento y de esponjas, el recorrido estuvo perfectamente cortado al tráfico, el precio de la inscripción fue muy “ajustadito” (apenas cinco euros), se celebraron carreras paralelas para los más pequeños, el cronometraje se hizo "a manubrio" (sin chip), se facilitaron duchas y vestuarios a los participantes tras la carrera y junto con la bolsa del corredor y la camiseta técnica se entregaron “vales” para canjear por un bocadillo, una bebida y un yogurt.
Personalmente solo eché en falta una mejor señalización de los puntos kilométricos. Al no conocer el recorrido de la prueba ni disponer de un “gromenauer” de esos que miden la distancia, las pulsaciones y te analizan la composición de la orina, anduve un poco perdido a la hora de controlar el ritmo que llevaba. Es verdad que en el asfalto había pintados algunos números, pero no es menos cierto que muchos se repetían unos metros más adelante o estaban tachados por pertenecer (supongo) a ediciones anteriores.
No obstante, cualquier punto flaco organizativo fue compensado con creces por la forma en que se volcaron y participaron en la celebración de la prueba tanto los rubelianos como sus vecinos los fuenrubelianos.
Por último y para completar los datos, decir que la medición del recorrido está homologada (o al menos así se indica en la página web de la carrera), que la prueba es puntuable para el VIII Trofeo Gúdar Javalambre, que fuimos 163 los llegados a meta (alguno más los que tomamos la salida) y que existían premios en metálico para los primeros cinco clasificados tanto en categoría masculina como femenina.
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4. ¡Redios, que bien lo pasé!
En lo que a mi se refiere salí como siempre al “tran-tran”, un poco perdido al no tener referencias de la distancia recorrida en cada momento. A partir del kilómetro cinco (más o menos) el motor diesel empezó a funcionar correctamente y comencé a incrementar paulatinamente el ritmo y a adelantar corredores.
El segundo tercio de la carrera, el de la subida, el más exigente, se me dio mejor de lo que cabría pensar. Me sentía muy bien, disfrutando de las sensaciones y el paisaje, y me animaba aún más ver como grupos que al principio veía en la distancia poco a poco se iban acercando, me integraba en ellos y rapidamente los dejaba atrás. En el camino de vuelta notaba las piernas bastante cargadas, pero al ser en su mayoría en descenso me bastó con alargar la zancada y dejarme llevar.
Al final paré el crono en 1:36:40, un tiempo muy bueno para mí teniendo en cuenta la dureza del recorrido.
Y siguiendo con los números, el de Rubielos se convirtio en mi nonagésimo cuarto medio maratón, décimocuarto en lo que va de año y me permitió sumar una nueva provincia al proyecto de "Un país en mi mochila" (veinte van ya si no recuerdo mal).
Pero sinceramente, lo de la carrera fue lo de menos. Lo de más es que disfruté de un fin de semana fantástico con mi mujer y mi hijo, descubriendo unos lugares que no conocía y a los que espero volver algún día. Y lo mejor es que no es la primera vez, sino que se está situación se está repitiendo desde hace unos meses. Todo esto lo valoro y mucho, y espero que siga así durante mucho tiempo. Cuando alguna vez, por unas circunstancias o por otras ya no pueda ser, volveré a leer estas líneas para recordarlo y saber que aproveché el momento.
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5. Moraleja
Encontrábame yo cambiando la ropa de faena por la de calle en el coche, cuando pasaron por allí dos parejas entradas en años, las mujeres delante y los hombres detrás. Ellas se pararon a mi altura y comenzaron a interesarse por como me había ido la carrera, circunstancia poco concebible si ésta hubiera tenido en una gran ciudad.
En esta corta conversación salió a relucir la exigencia de la ascensión a los montes contiguos a
Rubielos, más o menos en los términos a continuación expuestos.
- “Y que ¿se hace dura la subida?” - me preguntaron
- "Si es dura si. Pero sarna con gusto no pica" – respondí – "Además, las vistas que desde allí se tienen compensan el esfuerzo."
- "Si, son muy bonitas. Nosotros subimos hasta allí de vez en cuando dando un paseo ¿pero de verdad que corriendo tenéis ganas y tiempo para ver el paisaje?" – preguntaron un tanto sorprendidas
- "Los demás no lo sé, yo desde luego si" – respondí sonriendo
Y añado ahora, “y si algún día en este tipo de carreras no tuviera ni ganas ni tiempo de disfrutar el paisaje, sin duda alguna sería un motivo mas que suficiente para colgar las zapatillas”.
Saludicos
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Perfil de la carrera, no exacto pero si bastante aproximado
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