El 2 de Septiembre se celebraron en la madrileña localidad de Cercedilla la XXIII Vuelta a la Caminata y la XXX Gran Caminata a la Sierra, primera prueba de las tres que componen el Circuito Serrano 2007. La Vuelta la Caminata, sobre una distancia próxima a los 10 kilómetros, fue culminada con éxito por 492 participantes. La Gran Caminata, unos metros más larga que un Medio Maratón, sólo tuvo 143 corredores llegados a meta. Estas fueron mis vivencias.
Comenzaré esta crónica con una recomendación a la organización. Yo que ellos cambiaría el nombre de la prueba, sustituyendo el actual “Gran Caminata a la Sierra” por “Gran Putada Serrana” o “Gran Paliza Serrana”, denominaciones mucho más acordes con la realidad de la carrera y más clarificadoras de la realidad a la que deben enfrentarse los participantes.
Para que quien no la conozca se haga una idea, el recorrido puede resumirse a grandes rasgos del siguiente modo: se trata de dar dos vueltas a un circuito de aproximadamente 10.600 metros que transita por la sierra rica madrileña. Comienza con una bajada más bien suave de unos 3.000 metros a la que sigue una subida continuada “parribaquetecagas” de unos 5.000 metros que da paso a una última cuesta abajo muy pronunciada. En este último tramo se intercala un jorobado repecho de unos 600 metros que sirve de puntilla si llegas un poquito justo. Vamos que me juego mi testículo izquierdo a que no existe un tramo llano de más dos metros de longitud en toda la carrera.
A la dureza física del recorrido hay que añadir otras dos circunstancias agravantes. La primera es que, salvo la salida y la llegada que están ubicadas en el centro del pueblo de Cercedilla, el resto de la carrera transcurre por amplias carreteras. La segunda tiene que ver con la llamada “soledad del corredor de fondo”. Si bien durante la primera vuelta el número de participantes sirve de acicate y animación, en la segunda solo unos cuantos “zumbaos” optamos por continuar, de forma que en muchos tramos no era difícil que el corredor más próximo se encontrará más allá de 30 o 40 metros a la redonda.
Todo este conjunto de hechos probados hacen de este Medio Maratón el más duro de los que he corrido por asfalto (a falta de participar en el de El Escorial y en el recién estrenado en Villalba), quizás incluso por encima del de Fuencarral.
A pesar de que, en vista de todo lo mencionado hasta el momento, pueda parecer que no lo pasé bien, no es cierto. La prueba permite disfrutar de la naturaleza y de paisajes montañosos muy bonitos.
La organización corre a cargo de Mapoma (más concretamente “Elipse Iniciativas” creo que se llama), y puede considerarse muy correcta: bastantes avituallamientos, inscripción muy asequible (además te regalan la inscripción al Mapoma 2008 si completas las tres pruebas que forman el Circuito Serrano) y bolsa del corredor con dos camisetas decentes (que no técnicas) y un refresco.
En lo que se refiere a mi participación, contar que el primer giro me lo tomé como una vuelta de reconocimiento y en el segundo apreté lo que pude, todo ello para conseguir un tiempo final de 1:49:51 con parada para micción campestre incluida. La rodilla ni se quejó durante la carrera ni se ha quejado en los días posteriores, quizás porque el dolor general de piernas que me dejaron las puñeteras cuestecitas lo hayan difuminado.
Resumiendo, que en un alarde de masoquismo ya la tengo apuntada para repetir en próximas ediciones
Saludos y hasta la próxima
Comenzaré esta crónica con una recomendación a la organización. Yo que ellos cambiaría el nombre de la prueba, sustituyendo el actual “Gran Caminata a la Sierra” por “Gran Putada Serrana” o “Gran Paliza Serrana”, denominaciones mucho más acordes con la realidad de la carrera y más clarificadoras de la realidad a la que deben enfrentarse los participantes.
Para que quien no la conozca se haga una idea, el recorrido puede resumirse a grandes rasgos del siguiente modo: se trata de dar dos vueltas a un circuito de aproximadamente 10.600 metros que transita por la sierra rica madrileña. Comienza con una bajada más bien suave de unos 3.000 metros a la que sigue una subida continuada “parribaquetecagas” de unos 5.000 metros que da paso a una última cuesta abajo muy pronunciada. En este último tramo se intercala un jorobado repecho de unos 600 metros que sirve de puntilla si llegas un poquito justo. Vamos que me juego mi testículo izquierdo a que no existe un tramo llano de más dos metros de longitud en toda la carrera.
A la dureza física del recorrido hay que añadir otras dos circunstancias agravantes. La primera es que, salvo la salida y la llegada que están ubicadas en el centro del pueblo de Cercedilla, el resto de la carrera transcurre por amplias carreteras. La segunda tiene que ver con la llamada “soledad del corredor de fondo”. Si bien durante la primera vuelta el número de participantes sirve de acicate y animación, en la segunda solo unos cuantos “zumbaos” optamos por continuar, de forma que en muchos tramos no era difícil que el corredor más próximo se encontrará más allá de 30 o 40 metros a la redonda.
Todo este conjunto de hechos probados hacen de este Medio Maratón el más duro de los que he corrido por asfalto (a falta de participar en el de El Escorial y en el recién estrenado en Villalba), quizás incluso por encima del de Fuencarral.
A pesar de que, en vista de todo lo mencionado hasta el momento, pueda parecer que no lo pasé bien, no es cierto. La prueba permite disfrutar de la naturaleza y de paisajes montañosos muy bonitos.
La organización corre a cargo de Mapoma (más concretamente “Elipse Iniciativas” creo que se llama), y puede considerarse muy correcta: bastantes avituallamientos, inscripción muy asequible (además te regalan la inscripción al Mapoma 2008 si completas las tres pruebas que forman el Circuito Serrano) y bolsa del corredor con dos camisetas decentes (que no técnicas) y un refresco.
En lo que se refiere a mi participación, contar que el primer giro me lo tomé como una vuelta de reconocimiento y en el segundo apreté lo que pude, todo ello para conseguir un tiempo final de 1:49:51 con parada para micción campestre incluida. La rodilla ni se quejó durante la carrera ni se ha quejado en los días posteriores, quizás porque el dolor general de piernas que me dejaron las puñeteras cuestecitas lo hayan difuminado.
Resumiendo, que en un alarde de masoquismo ya la tengo apuntada para repetir en próximas ediciones
Saludos y hasta la próxima