Sobre el p.k 10,000 (Foto: Organización) |
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El sábado 19 de octubre tocaba
reencontrarse a medias con una conocida: la Montaña Solidaria.
Digo a medias porque si en su primera edición me enfrenté a su modalidad larga
a disputar sobre 42
kilómetros , este año, como andaba bastante cansadete y
el cuerpo me pedía tregua, me inscribí en la distancia corta de 20 kilómetros . Y ¿que
tienen en común ambas distancias? Pues que el trazado de la segunda no es más
que el resultado de unir los primeros once mil metros y los nueve mil últimos
de la primera. O lo que es lo mismo, que la corta es un extracto de la larga
consistente en salir desde la explanada del monasterio donde Felipe II se
retiró a obitar, subir hasta la cima de Abantos a palo seco y bajar de regreso
(a ser posible sin piñarse) hasta retornar al punto de partida.
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Llegué un poco justo de tiempo,
pero a falta de cinco minutos para la hora prevista de inicio ya estaba
colocado en la zona de salida perfectamente dorsaleado y chipeado. Allí
encontrábamonos juntos y revueltos los aproximadamente ocho centenares de corredores
que nos íbamos a enfrentar a las dos modalidades solidariomontañeras, unos
seiscientos a la corta y el resto (doscientos) a la larga. Como gracias a mi
participación en la edición previa ya conocía el percal, sabía que si no quería
sufrir el atasco del sendero a tomar alrededor del p.k. 4,400 debía llegar a
ese lugar en una posición relativamente delantera del pelotón. Por esta razón
me coloqué un poquito más cerca de la pancarta de lo que en mí es norma y con
la idea en mente de salir a un ritmo vivo que me permitiera adelantar
posiciones.
Antes de darse el disparo que
marcaría el inicio de la competición, el speaker nos dio algunos consejos y nos
avisó de que la niebla en la cumbre de Abantos era considerable, tanto que hasta
el último momento estuvieron meditando si modificar el recorrido. Al final la
cosa no fue para tanto y, aunque si hubo bancos de niebla, ninguno supuso una
perdida notable de visibilidad.
Finalizada la coreada cuenta
atrás se dio la salida. Tras los primeros metros alrededor del monasterio en
los que estuve más preocupado de no tropezarme con el adoquinado, los
bordillos, los bolardos y el resto de contrincantes que de otra cosa, enseguida
entramos en un tramo de ascenso sobre asfalto por las muy inclinadas calles de
la localidad. En ese momento puse en marcha mi estrategia y apreté la marcha comenzando
a adelantar con facilidad a no pocos contrincantes. No obstante lo hice con
mucho cuidado pues sabía que si en el inicio me pasaba de rosca, la larga
subida hasta Abantos me iba a pasar factura con un IVA descomunal.
En pleno ascenso a Abantos allá por el p.k. 5,000 (Foto: Organización) |
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Ya sobre tierra, la
empinación se relajó e incluso apareció algún pequeño tramo de
bajada. Aunque seguía adelantando posiciones cada vez me costaba bastante más
pues había llegado a una altura del estirado pelotón en la que los corredores
que me rodeaban presentaban un ritmo muy similar al mío. Alcanzamos así el
primer avituallamiento en el que solo se ofrecía agua (p.k. 4,400). Yo había
salido con una botella de 33 cl que esperaba me diera cobertura durante toda la
carrera, así es que pasé de largo sin detenerme y me adentré en el estrecho
sendero. El tránsito era muy fluido y podía mantener mi ritmo sin problemas. La
primera parte del plan trazado había salido a la perfección.
Según el planing mentalmente proyectado,
la parte que me restaba de ascenso hasta alcanzar la vía pecuaria cercana a la
cima (aproximadamente p.k.7,200), debía hacerla andando a ritmo y vivo y, si en
algún momento era factible porque me viera con fuerzas y el terreno lo
permitiera, corriendo algún pequeño tramo. La cosa fue bien en líneas generales.
El trazado discurría primero por el estrecho, empinado y zigzagueante sendero
que habíamos tomado justo después del primer avituallamiento. Algunos me
pasaban corriendo pero, en general, cuando echaban a andar unos metros más
adelante los daba caza y los dejaba atrás. Solo en el momento que abandonamos
el sendero para tomar una vía más amplia y recta, la mayoría de los que me
adelantaron trotando empezaron a tomarme ventajas que ya no les recuperaba
cuando ellos volvían a andar. Visto lo visto, empecé a alternar lo corrido y lo
andado y minimicé el número posiciones perdidas.
Con la desembocadura a la amplia
vía pecuaria, la subida se volvió mucho más tendida y sencilla hasta que
alcanzamos la cumbre de Abantos (p.k.8,200). Si bien la anunciada niebla no
dejaba ver el paisaje, la visibilidad era más que suficiente para correr. Desde
allí un falso llano de poco menos de mil quinientos metros y un largo descenso
hasta meta. La primera parte de esta larga bajada se realizaba por una pista
amplia y sencilla cuya única dificultad eran las piedras sueltas. Al final de
ella, alrededor del p.k. 11,100, se ubicaba el segundo avituallamiento (sólido y líquido). En este
punto los corredores de las dos pruebas nos separábamos. Con cierto resquemor
por no optar por el camino de la distancia larga como había hecho en la edición
anterior, enfile por el “atajo” que debía conducirnos a San Lorenzo.
Finalizado este tramo había que
dar cuenta de dos cuestas arriba con un avituallamiento líquido entre medias que,
aunque sufriendo, superé corriendo. Tras ello se volvía a un vertiginoso
descenso primero por pista de tierra y luego por el asfalto de las calles de
San Lorenzo. Con el acelerón de los últimos kilómetros llegué un poquito justo
a meta, donde resulté ser el sexagésimo cuarto (64) de los 589 participantes
que alcanzaron la meta con un tiempo 1:50:36. Muy contento.
En algún lugar de la subida a Abantos (Foto: Organización) |
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Y poco más que contar. Quizás
señalar que al tratarse de la segunda edición, la organización contaba con más
experiencia y me dio la impresión de que fue mejor que el año anterior, aunque
esto lo digo sin saber si en la modalidad sobre los 42 kms todo fue también
correctamente.
En fin, que una carrera muy
agradable para iniciarse en montaña en la que, a pesar de compartir trazado, la prueba larga es
totalmente diferente a la corta. De perogrullo ¿no?
A seguir bien. Besitos.
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