Al paso por el centro histórico (www.hoy.es) |
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He comenzado el 2013 con un ansia inauguradora que ríete tú de la trayectoria gallordoniana (no en su época de ministro, donde está más comedido en esta faceta y más activo en la de las reformas, sino en la de alcalde del Foro). En poco más de treinta días y con cuatro carreras disputadas en lo que va de año, dos de ellas lo han sido en su primera edición: el I Trail del Serrucho y el I Medio Maratón Ciudad de Plasencia. Agarrarsen los machos porque el afamado cortador de cintas, el ínclito estrenador de carreras, el conspicuo matrón de pruebas atléticas, acecha en cualquier rincón de la geografía nacional ¡Inauguraaaaaaaaaaaaaator is baaaaaaaaaaaaaaaack!
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1. El preámbulo y las primeras zancadas
Los placentinos tienen ya su medio maratón que, tomando prestado el lema que aparece en el escudo de la ciudad es "ut placeta deo et hominibus¨" (para el placer de Dios y de los hombres). Organizado por Gamonal Eventos, S.L. y con la asistencia técnica del Ayuntamiento de Plasencia y la marca “Alimentos de Extremadura”, el estreno tuvo lugar el pasado domingo.
El centro neurálgico del evento se situó en la Ciudad Deportiva. En su pabellón se recogió el dorsal y el chip, junto con la bolsa del corredor. No fue éste un trámite muy fluido y hubo que aguardar alrededor de quince minutos de espera para que te llegara el turno. Esperando allí de pie alcancé a escuchar trozos de conversaciones de los corredores que me rodeaban, pudiendo sacar en conclusión que no pocos de los que habían acudido a Plasencia lo hacían a modo de último test previo al XXIX Maratón de Sevilla, a celebrar en apenas tres fines de semana.Una vez chipeado y dorsaleado, dejé la bolsa de deporte de ropero (ubicado en el mismo pabellón) y me dirigí a calentar a la pista de atletismo, lugar desde donde tomaríamos la salida unos minutos después. A pesar de que la mañana ya estaba avanzada, en las zonas de sombra hacía bastante fresco tirando a frío. Además corría un biruji bastante desagradable que tendría una presencia relevante sobre todo en los últimos kilómetros de la prueba.
El comienzo de la carrera fue demasiado rápido. La gente enseguida se puso manos a la obra y, a pesar de haberme colocado más o menos en el medio del pelotón, muy pronto comencé a ser rebasado por muchos contrincantes. Viendo el percal y pensando que a lo mejor era yo el que iba un poco despacio, me contagié de la euforia inicial y aceleré mi ritmo por encima de lo que en mí suele ser habitual. Como me conozco como si me hubiera parido, el primer pensamiento que se me vino a la cabeza no era muy alentador. “Si en las carreras siempre voy de menos a más (salvo causa de fuerza de mayor) y he empezado demasiado rápido, para cumplir con la “tradición” me va a tocar dejarme los higadillos” pensé. ¡Hay veces que me jode un montón tener razón!
"ALSAlir" del Paseo Fluvial (Foto by Misanta) |
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2. Un paseo a la orilla del Jerte
Los dos primeros kilómetros eran una sucesión de subidas y bajadas que transcurrían “dando una vuelta” por el área cercana a la Ciudad Deportiva placentina. El tercero era prácticamente en ascenso continuo hasta alcanzar una de las partes más elevadas de la ciudad y el punto más alto de todo el medio maratón. Aunque las fuerzas todavía estaban prácticamente intactas, este primer tramo ya serenó un poco la euforia con la que muchos habían partido y fue poco a poco poniendo a cada uno en el lugar que le correspondía.
Los dos mil metros siguientes eran un prolongado descenso hasta el cauce del río Jerte, con una pronunciada pendiente en su primera mitad que se suavizaba mucho en la segunda. A estas alturas, no recuerdo que hubiera visto ningún cartel que señalara los puntos kilométricos, circunstancia que se repetiría a lo largo de toda la prueba. Solo la llegada del primer avituallamiento me sirvió de referencia para deducir que llevábamos recorridos cinco kilómetros de carrera. Hago aquí un inciso para hacer saber a los organizadores que no es necesaria la entrega de botellas de 500 ml en cada puesto de avituallamiento. Para los que solo damos un par de traguitos antes de deshacernos de ella, una de 330 ml es más que suficiente. Para aquellos que las aprovechan más y que incluso corren con ellas en la mano hasta las cercanías del siguiente, el gran tamaño (y peso) del recipiente lo hacen desaconsejable.
Poco después del “repostaje líquido” se entraba en un pequeño tramo sobre tierra que desembocaba en el largo paseo fluvial del Jerte. Este parte de la carrera recorría ambos márgenes del río (más el izquierdo que el derecho), tenía una longitud aproximada de unos nueve kilómetros, era prácticamente llana y permitía disfrutar de una bellas vistas. Era una zona bastante solitaria en la que solo te cruzabas con algunos paseantes y algún que otro "biciclista", pero el rumor del río, las imágenes de los árboles apoyando sus desnudas ramas sobre el agua de las orillas, el cruce de los puentes, el frescor de la Isla o las vistas de la catedral desde el Jerte la dotaban de un gran encanto.
Simpático y engañoso perfil |
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3. Las cuestas del casco urbano
Alrededor el punto kilométrico 13,500 se abandonaba el paseo fluvial y se retomaba una cuesta arriba ya sobre asfalto que nos conduciría hasta el centro histórico. Serían unos tres kilómetros y medio metros de prácticamente continuo ascenso que nos enseñarían la catedral (nueva y vieja), la Plaza Mayor donde el Abuelo Mayorga toca la campana del reloj del Ayuntamiento encaramado a la torre del Tardón, la muralla levantada en tiempos de Alfonso VIII y una de sus bellas puertas, el Parque de los Pinos y el acueducto del s.XVI, encargado de traer el agua hasta la ciudad desde la sierra y que conserva cincuenta y cinco arcos de medio punto y doscientos metros de longitud. Sin duda alguna fue la parte con mayor animación de todo el recorrido, y a fé mía que se agradeció. Uno llevaba ya media estocada en el cuerpo y las últimas rampas se agarraron más de la cuenta. No obstante los que me precedían en la cercanía debían ir peor que yo, pues desde hacía mucho tiempo no cesaba de ganar posiciones.
Alrededor el punto kilométrico 13,500 se abandonaba el paseo fluvial y se retomaba una cuesta arriba ya sobre asfalto que nos conduciría hasta el centro histórico. Serían unos tres kilómetros y medio metros de prácticamente continuo ascenso que nos enseñarían la catedral (nueva y vieja), la Plaza Mayor donde el Abuelo Mayorga toca la campana del reloj del Ayuntamiento encaramado a la torre del Tardón, la muralla levantada en tiempos de Alfonso VIII y una de sus bellas puertas, el Parque de los Pinos y el acueducto del s.XVI, encargado de traer el agua hasta la ciudad desde la sierra y que conserva cincuenta y cinco arcos de medio punto y doscientos metros de longitud. Sin duda alguna fue la parte con mayor animación de todo el recorrido, y a fé mía que se agradeció. Uno llevaba ya media estocada en el cuerpo y las últimas rampas se agarraron más de la cuenta. No obstante los que me precedían en la cercanía debían ir peor que yo, pues desde hacía mucho tiempo no cesaba de ganar posiciones.
Un descenso prácticamente recto de unos mil metros que cruzaba de nuevo la Plaza del Mayor y que nos devolvía hasta prácticamente el margen del río, servía para tomar aire antes del último y definitivo esfuerzo.
Entre los puntos kilométrico dieciocho y veinte estuvo lo más duro del medio maratón. Si uno no había regulado y reservado fuerzas para este postrero esfuerzo a buen seguro que lo pasó muy mal. Y, por lo que vi, creo que prácticamente todos llegamos con la reserva. Dos kilómetros de subida en la que el viento soplaba con fuerza y de cara, machacando al más pintado. Alguno hubo que sucumbió a la tentación y echó a andar. Finalizado el ascenso el terreno suavizaba un poco aunque todavía tenía alguna cuestilla puñetera antes de entrar en la pista de atletismo para dar la vuelta triunfal y cruzar la línea de meta. A pesar de que en esta última parte de la carrera iba justo de piernas, seguí superando contrincantes aunque a un ritmo menor que hasta entonces. Cuando me acercaba a la meta y pude ver el tiempo que marcaba el reloj situado junto al arco hinchable, entendí el por qué de mi atrancadura en los kilómetros finales. Paré el crono en 1:35:32 y fui el 191 de los 450 clasificados que completaron la prueba. Demasiado esfuerzo.
Desde allí, recogida de la mochila del ropero sin tener que esperar y visita fallida a los vestuarios para ducharme. Los gritos de los valientes que se atrevieron a meterse debajo del chorro helado de agua me hicieron cambiar de opinión y deponer mi actitud higiénica. Cambio de ropa, lavado de cuello, cara y sobaquillo y a ducharse a Madrid.
El puente sobre el río Jerte (www.tortugasveloces.com) |
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4. La conclusión
El I Medio Maratón Ciudad de Plasencia resultó una carrera bastante exigente, muy variada y en la que los tramos menos atractivos se situaron al principio y al final del recorrido. Buen ambiente, adecuado número de participantes y una organización correcta que deberá pulir algunas cosillas en próximas ediciones. Si encima se viaja sin prisa y se puedes pasar el día o el fin de semana degustando los placeres culinarios extremeños y la belleza del casco histórico placentino y de su paseo fluvial, pues miel sobre hojuelas.
El I Medio Maratón Ciudad de Plasencia resultó una carrera bastante exigente, muy variada y en la que los tramos menos atractivos se situaron al principio y al final del recorrido. Buen ambiente, adecuado número de participantes y una organización correcta que deberá pulir algunas cosillas en próximas ediciones. Si encima se viaja sin prisa y se puedes pasar el día o el fin de semana degustando los placeres culinarios extremeños y la belleza del casco histórico placentino y de su paseo fluvial, pues miel sobre hojuelas.
Podéis ir en paz, pero solo hasta la próxima.
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4 comentarios:
También aquí estuviste??
Veo que has empezado el año con fuerza corredora y viajera. Disfruta todo lo que puedas
Es verdad que coincidimos en la valoración general de esta Media, me alegro que te gustara en general y espero que repitas alguna más de por aquí, te recomiendo la próxima de Mérida el día 3 de marzo.
Buena carrera en Plasencia, que tiene que tener tramos complicados conociendo el enclave de la ciudad. No he podido acercarme, mi próximo objetivo será la de montaña de Guadalupe, pero de manera tranquilita,comenzando a ponernos en forma.Un abrazo Iván, sigues en tu buena línea.
Buen tiempo, ya me hubiera gustado estar, aunque la descarté por motivos económicos, hay que cuidar la economía, otro año tocará.
Me alegro de haberte saludado ya después, anteayer en Fuencarral. Ánimo y a hacer más primeras ediciones.
Salu2
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