martes, 18 de marzo de 2008

Fuenlabrada me pone (a 13,34 km/h)

En este inicio de año de reencuentros (Getafe y Fuencarral) y descubrimientos (Latina y Villalba), el domingo tocaba reencuentro. Había faltado a mi cita con Fuenlabrada los dos últimos años y esperaba con cierta impaciencia la llegada del día en que volviéramos a coincidir. Anteayer reanudamos nuestra relación por todo lo alto. Y es que la Media de Fuenlabrada me pone.


Nuestra relación comenzó allá por el año 1.999, en las postrimerías del siglo XX. Éramos muy jóvenes. Ella sólo contaba dos ediciones y yo era un corredor popular recién nacido. Fue mi segunda media maratón (tras la Universitaria) y, como ocurre con los primeros amores, las primeras carreras nunca se olvidan. Desde entonces ha llovido mucho aunque no tanto como debiera. En este tiempo he conocido muchas otras carreras, pero siempre que he podido he acudido a mi compromiso anual con Fuenlabrada (o Fuenla como la conocemos sus amigos). En cuanto a ella, he sabido que tuvo un hermanito que ya va por su quinta edición (la carrera para niños), y que este año ha estrenado un nuevo novio del que dicen que es un “superdotado”, pues no en vano le llaman el 6km para la mujer. De esta forma ha conseguido atraer a las familias atléticas, pudiendo cada uno de sus miembros disfrutar de una carrera a su medida.

A pesar del tiempo transcurrido, la Media de Fuenlabrada se conserva muy bien. He de reconocer que no es un monumento, pero mirada con cariño se puede afirmar que es resultona, que tiene un “algo”. Quizás sea el suave contoneo de sus calles, sus cuestas turgentes, las sinuosas curvas de sus rotondas, no sé…Su perfil podría describirse a grandes rasgos como sigue: seis kilómetros iniciales que pican hacia arriba, seguidos de tres mil metros más o menos llanos con los que se alcanza la zona de Loranca y, ya allí, otro kilómetro y medio de suave bajada que lleva hasta el punto más alejado de la carrera desde el que comienza la ansiada vuelta. Este camino de regreso, al discurrir prácticamente por las mismas calles que la ida, puede dibujarse justo al contrario: kilómetro y medio de suave subida, tres mil metros más o menos llanos y seis kilómetros finales que pican hacia abajo.


En lo fundamental y realmente importante la Media de "Fuenla" es muy eficiente y correcta. Reparte sin esperas innecesarias los dorsales, tiene unos avituallamientos abundantes y bien atendidos, no permite que aparezcan coches en su recorrido y siempre se agradece su fabuloso final de fiesta en el polideportivo. Por buscarla algún defecto, podría decir que es poco detallista y muy tradicional en algunos aspectos. Ya le he comentado que para tomar los tiempos se ponga chips en vez de lectores de códigos de barras, que resalte más sus indicadores de los puntos kilométricos (pase por algunos sin verlos) y que cambie su clásica camiseta de algodón por una de material técnico. Echo de menos aquellos trofeos con los que me obsequiaba y que ahora lucen en una de mis estanterías, pero siempre agradezco que me reciba con los brazos abiertos, con buenas temperaturas y días soleados que anuncian la ya próxima llegada de la primavera.

Por todo esto, la Media de Fuenlabrada me pone. Tanto es así, que llevo cuatro corridas y dos de ellas han sido las más rápidas de mi vida. Fue en la tercera edición (2000) cuando paré el crono en 1:32:21 y cinco años después cuando conseguí el que hasta ahora es mi mejor tiempo en la distancia: 1:30:59. Desde entonces la atonía, las lesiones y la falta de estímulos me habían alejado de esas marcas. Pues bien han tenido que pasar tres años y veinticuatro medios maratones para que volviese a Fuenlabrada, reviviera sensaciones olvidadas y recorriera los 21.097 metros en 1:34:56.


En definitiva, que a tenor de todo lo que he explicado no es difícil deducir que esta carrera es para mi muy especial y que siempre que pueda acudiré puntualmente a su celebración. Muchas gracias al Club de Atletismo Fuenlabrada por hacerla posible.

Tras este feliz reencuentro, la próxima cita prevista es Segovia. Allí la idea es no exprimirme, acumular kilómetros para el MAPOMA y aprovechar el día para volver a redescubrir por enésima vez la ciudad del acueducto.

¡Esto es todo amigos!

Nota: Las tres imagenes que ilustran esta crónica son gentileza del Club Atletismo Fuenlabrada.