Segunda edición consecutiva en la que participo del “Trofeo de San Antonio de la Florida”. El año pasado recuerdo haber pasado mucho calor, haber corrido en tirantes, haberme tirado en el césped una vez acabada la carrera, haber acabado empapado en sudor…Pues este año ha sido totalmente diferente, salvo en lo de acabar empapado.
Carrera de diez kilómetros en la que se dan dos vueltas a un circuito que transcurre por la zona del Parque del Oeste, Cuesta de San Vicente, Paseo de la Florida y Avda de Valladolid. Se trata de un circuito rompepiernas en el que el único tramo llano es el que va desde la estación de Principio Pío al final de la Avda de Valladolid.
La prueba se ha disputado bajo una constante lluvia, ligera durante el calentamiento y la primera vuelta y un autentico aguacero en los últimos veinte minutos. En los cuatro kilómetros finales las zapatillas pesaban un quintal, los pies chapoteaban en su interior, las piernas sufrían la lluvia y los salpicones de las pisadas, la camiseta empapada y fría se pegaba al cuerpo y la visera de la gorra goteaba incesantemente. Todo esto ha dado un toquecillo épico a la carrera, ese incentivo que te hace acelerar tu ritmo y creerte Bekele por un rato.
La organización ha sido correcta. La entrega de dorsales y chips antes de la carrera y, sobre todo, la entrega de la bolsa del corredor al final, se han hecho de forma ágil y rápida (recuerdo la interminable fila del año pasado para recoger los obsequios post carrera). El control de tiempo ha sido realizado con chip, aunque he echado de menos (como en otras muchas carreras) la alfombrilla en la línea de salida que permitiera obtener los tiempos netos. Sólo un error grave: desde que se alcanzaba la Cuesta de San Vicente y durante todo el tramo que transcurría por Paseo de la Florida y Avda de Valladolid, sólo se había habilitado un carril para los participantes. El resultado de esta medida ha sido la generación de un inconveniente y un peligro. El inconveniente ha consistido en que durante la primera vuelta hubiera aglomeraciones y dificultades para adelantar y mantener un ritmo constante. El peligro ha venido por el hecho de que lo vehículos pasaban muy cerca de nosotros y en el mismo sentido, peligro aumentado durante la segunda vuelta cuando la lluvia afectaba a la visibilidad de conductores y corredores.
Destacar la animación, los espectadores que desafiando la lluvia han permanecido en las aceras de las inmediaciones de la meta aplaudiendo y dando palabras de ánimo a los participantes. Como siempre, muchas gracias.
En cuanto a mí, me he encontrado bastante cómodo. La rodilla no se ha quejado en absoluto (¿se estará curando esa extraña dolencia?), de piernas he ido bien y, por poner un pero, he llegado un poquito asfixiado y con flato. Al final he parado mi cronometro en 47:37 que, teniendo en cuenta mi estado de forma, no está mal.
En resumen y para terminar: carrera muy recomendable, con recorrido duro pero “divertido” y bien organizada (a mejorar lo antes indicado). La prefiero con las temperaturas propias del mes de Junio que permiten disfrutar del césped del Parque del Oeste mientras se estira y se charla con los amigos.
Carrera de diez kilómetros en la que se dan dos vueltas a un circuito que transcurre por la zona del Parque del Oeste, Cuesta de San Vicente, Paseo de la Florida y Avda de Valladolid. Se trata de un circuito rompepiernas en el que el único tramo llano es el que va desde la estación de Principio Pío al final de la Avda de Valladolid.
La prueba se ha disputado bajo una constante lluvia, ligera durante el calentamiento y la primera vuelta y un autentico aguacero en los últimos veinte minutos. En los cuatro kilómetros finales las zapatillas pesaban un quintal, los pies chapoteaban en su interior, las piernas sufrían la lluvia y los salpicones de las pisadas, la camiseta empapada y fría se pegaba al cuerpo y la visera de la gorra goteaba incesantemente. Todo esto ha dado un toquecillo épico a la carrera, ese incentivo que te hace acelerar tu ritmo y creerte Bekele por un rato.
La organización ha sido correcta. La entrega de dorsales y chips antes de la carrera y, sobre todo, la entrega de la bolsa del corredor al final, se han hecho de forma ágil y rápida (recuerdo la interminable fila del año pasado para recoger los obsequios post carrera). El control de tiempo ha sido realizado con chip, aunque he echado de menos (como en otras muchas carreras) la alfombrilla en la línea de salida que permitiera obtener los tiempos netos. Sólo un error grave: desde que se alcanzaba la Cuesta de San Vicente y durante todo el tramo que transcurría por Paseo de la Florida y Avda de Valladolid, sólo se había habilitado un carril para los participantes. El resultado de esta medida ha sido la generación de un inconveniente y un peligro. El inconveniente ha consistido en que durante la primera vuelta hubiera aglomeraciones y dificultades para adelantar y mantener un ritmo constante. El peligro ha venido por el hecho de que lo vehículos pasaban muy cerca de nosotros y en el mismo sentido, peligro aumentado durante la segunda vuelta cuando la lluvia afectaba a la visibilidad de conductores y corredores.
Destacar la animación, los espectadores que desafiando la lluvia han permanecido en las aceras de las inmediaciones de la meta aplaudiendo y dando palabras de ánimo a los participantes. Como siempre, muchas gracias.
En cuanto a mí, me he encontrado bastante cómodo. La rodilla no se ha quejado en absoluto (¿se estará curando esa extraña dolencia?), de piernas he ido bien y, por poner un pero, he llegado un poquito asfixiado y con flato. Al final he parado mi cronometro en 47:37 que, teniendo en cuenta mi estado de forma, no está mal.
En resumen y para terminar: carrera muy recomendable, con recorrido duro pero “divertido” y bien organizada (a mejorar lo antes indicado). La prefiero con las temperaturas propias del mes de Junio que permiten disfrutar del césped del Parque del Oeste mientras se estira y se charla con los amigos.