martes, 24 de mayo de 2011

Mis zapatillas "ultraligeras"


Todo atleta popular que se precie ha de tener en su armario unas zapatillas ligeras para competiciones rápidas de corta distancia. He aquí las mías. "Y no hase falta desir más" (Schuster dixit).

Si todo va bien, el domingo a Jadraque. Ya os contaré.

Saludos

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miércoles, 18 de mayo de 2011

XX Medio Maratón Ciudad de Ávila


Foto de mi "sufrida y nunca suficientemente apreciada" santa

Acabó de cruzar meta. Estoy reventado. Pensaba tomármelo en plan tranqui, pero parece que todo se ha juntado para hacérmelas pasar canutas. Demasiado esfuerzo para tan poca recompensa. He de reconocer que el XX Medio Maratón Ciudad de Ávila me ha dado un buen revolcón. ¿Habrá revancha?

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1. Recuerdos

Hasta el sábado, había participado en el medio maratón abulense en dos ocasiones consecutivas, la última en el comienzo de siglo. Mis recuerdos de aquel entonces eran difusos. La salida tenía lugar en el casco urbano, desde donde nos sacaban rápidamente a las afueras de la ciudad para tomar una carretera secundaria, llana y solitaria que conducía a un pueblo cercano. Rodeábamos su iglesia y volvíamos por el mismo cámino. El último kilómetro de entrada a la capital estaba gravado en mi memoria a sangre y fuego en forma de cuesta salvaje que discurría paralela a las murallas y que finalizaba en la meta junto a la Plaza de Santa Teresa.

A tenor del trazado que se dibujaba en la página web de la organización, la cosa había cambiado mucho. El nuevo recorrido consistía en dar dos vueltas a un circuito que en sus puntos más distantes no se alejaba del núcleo urbano. Sobre el papel, la única diferencia entre los dos giros era que el segundo medía aproximadamente mil metros más que el primero. El gráfico del perfil parecía bastante asequible, aunque cualquiera que haya visitado con anterioridad Ávila puede deducir que cuestas iba a haber si o si.

Vamos, que a priori todo pintaba fenomenal. Mes de mayo, buen tiempo, cerca de Madrid, visita turística, comilona… un planazo para pasar un día de excursión familiar con aderezo carreril. ¡Ja, ja y ja!

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2. Antecedentes

No me levanté muy católico el sábado. Un incipiente constipado primaveral me hacía estornudar y moquear con asiduidad. Nada de que preocuparse en cualquier caso. Llegamos a la cuna de Santa Teresa sobre las 12:30h y tras reservar en el restaurante, nos dimos un paseo por el centro histórico. Las nubes negras que amenazaban lluvia comenzaron a descargar justo unos minutos antes de comer (13:30 más o menos). Habiendo visto esa misma mañana las previsiones del tiempo pensamos que se trataba de una pequeña tormenta que, anunciada inicialmente para media tarde, se había adelantado.

En la comida no pude reprimirme y me apreté entre otras cosas un buen plato de judías del Barco de Ávila y una tarta de queso casera que estaba de vicio. Sabía que no era lo más recomendable para merendarse un medio maratón, pero aun quedaban tres horas para el inicio de la carrera y me convencí de que era un plazo más que suficiente para digerir los pesados manjares.

A la salida del restaurante seguía lloviendo. Un rato después ya diluviaba. Rayos, truenos y agua a espuertas. Por las calles del centro bajaban auténticos regueros de agua que las alcantarillas no eran capaces de evacuar. Y así se mantuvo hasta prácticamente el inicio de la carrera. Si Noe se hubiera inscrito en este medio maratón hubiera estado disputando el triunfo a los etiopes.

La tromba de agua hizo que la celebración de la prueba corriera serio peligro. Algunas de las zonas por las que transcurría la carrera estaban impracticables e inundadas. Gracias a que la intensidad de la lluvia fue disminuyendo, tras inspeccionar el circuito jueces y organizadores, se decidió finalmente dar la salida a la hora prevista (se barajó retrasarla media hora).

Total que a las 17:30h estaba yo en la Plaza de Santa Teresa como un pasmarote, detrás del arco hinchable e hinchado que marcaba la salida, vestido con una camiseta sin mangas, unos pantaloncitos y sin gorra (como les debían pitar los oídos a algunos meteorólogos), y aguantando estoicamente la lluvia que seguía cayendo de forma incesante. Eso si, no estaba solo. Junto a mí, otros 340 esforzados de la ruta de los 500 que estaban inicialmente inscritos. Supongo que la “esplendida” tarde echó para atrás al resto. Tras un minuto de silencio por los fallecidos en el terremoto de Lorca, se dio el pistoletazo de salida al XX Medio Maratón de Ávila en su modalidad de duatlon.

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3. Primera vuelta

La prueba comenzó con un corto paseo por el centro histórico culminado por un descenso vertiginoso de unos quinientos metros de longitud (C/ Vallespin), con pavimento adoquinado y mojado por la lluvia. Una oportunidad pintiparada para pegarse un buen morrón, dejarse los piños y acabar antes de tiempo la carrera. Al final de la calle cruzamos la muralla y entramos ya en la carretera de Ávila a Toledo recuperando el terreno asfaltado.

La lluvia volvió entonces a arreciar mientras transitábamos por toboganes que bajaban más que subían. Al alcanzar la rotonda ubicada al final de la C/ Burgohondo, se hacían dos “U” o tramos de ida vuelta, ambos con inicio y final en la propia rotonda. El primero recorría la recta de la Avda de Juan Pablo II dirección al Barco de Ávila. Bien asfaltado, no presentaba charcos y permitía tener una buena vista del recinto amurallado. El segundo era de lo peor de la carrera. Transcurría por el aparcamiento de la Plaza de Toros (que ya tiene narices), con el asfalto irregular, lleno de baches, conos presuntamente señalizadores difíciles de interpretar y enormes charcos ante los que tenías que decidir si rodearlos o zambullirte y marcarte unos largos.

Llegado al primer avituallamiento, tenía muy claro que mi idea de no sufrir se había ido al traste. Marchaba incómodo por la cortina de agua que nos estaba cayendo encima y no era capaz de coger el ritmo en las piernas ni en la respiración. Supongo que las judías y la tarta de queso seguían dando vueltas en mi aparato digestivo porque me sentía pesado y el aire me entraba con dificultad.

Desde el kilómetro cinco tocaba subir. En un principio el terreno picaba hacia arriba aunque con algún pequeño descanso, pero una vez alcanzada la Avenida del Dieciocho de Julio comenzaba una larguísima cuesta de aproximadamente dos mil metros de longitud con tramos realmente duros. Justo al culminar el ascenso, la lluvia decidió darnos un respiro y cedió en su intensidad.

La primera vuelta acababa con otra sucesión de subidas y bajadas, las últimas junto a la muralla y por terreno adoquinado. Alcanzada la Plaza de Santa Teresa habíamos completado nueve mil seiscientos metros. Justo un poco después dejó por fin de llover.

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4. Segunda vuelta

El segundo giro se me dio mejor. Por fin encontré un ritmo más o menos regular (con las numerosos desniveles era muy complicado) y aunque iba justito, guardé las pocas fuerzas que me quedaban con el fin de sufrir lo menos posible en la larga cuesta que ya conocía de la vuelta anterior. En cualquier caso y en función del número de participantes que iba rebasando, algunos de los cuales me habían adelantado kilómetros antes, parecía que había regulado mejor mi esfuerzo que muchos de ellos.

La segunda vuelta fue idéntica a la primera hasta alcanzar aproximadamente el kilómetro diecisiete y medio. Allí, en vez de seguir por el mismo camino que habíamos tomado en el giro anterior, nos desviaron hacia la derecha por la Avda de Madrid. Esto era lógico porque por una cuestión de metros necesarios para completar la distancia del medio maratón, la segunda vuelta tenía que ser más larga que la primera. Lo que empezó a mosquearme fue que la calle iba en descenso continuo. Teniendo en cuenta que la meta estaba ubicada en lo más alto de la ciudad, era fácil deducir que cuanto más bajáramos más tendríamos que subir al final. Mis temores fueron en aumento cuando la bajada se hizo cada vez más pronunciada y se extendió durante unos dos kilómetros. Apenas a mil y pico metros de culminar la carrera nos encontrábamos prácticamente en la base del promontorio sobre el que se asienta Ávila

Al alcanzar el punto kilométrico número veinte el trazado se desviaba a la izquierda. Justo entonces tuve un desgraciado “deja vu”: ante mis ojos apareció aquella cuesta adoquinada que había sufrido once años atrás. Allí estaba tal y como la recordaba, como si por ella no hubiera pasado el tiempo. El Paseo del Rastro creo que la llaman. Unos doscientos cincuenta metros que acaban en un giro a la izquierda. No tocaba otra que bajar la cabeza y sufrir. Y así lo hice. La sorpresa llegó al tomar el giro. Otro tramo de subida criminal (este no lo recordaba en absoluto) que no creo que llegara a los cien metros de longitud y aun más empinado que el anterior, me dio la puntilla. Juro que estuve a punto de echar a andar como estaban haciendo algunos de los que me precedían, pero al final tire de amor propio y logré coronarlo a muy duras penas. Posiblemente fueron de los segundo más duros que he vivido en un medio maratón, y que conste que ya llevo unos cuantos..

Después de esto, los últimos seiscientos metros de continua subida junto a la muralla y hasta la Plaza de Santa Teresa, se hicieron hasta “llevaderos”. Aunque fue lo de menos, el tiempo final se fue por encima de 1h 40 min.

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5. Organización

Para hablar de la organización hay que partir de la base de que la tarde del sábado se dieron unas circunstancias meteorológicas excepcionales que influyeron sin duda en el desarrollo de la carrera. Por ello hay que agradecer más que nunca el esfuerzo de los voluntarios que montaron la meta, entregaron los chips y dorsales, atendieron los avituallamientos, estuvieron pendientes del tráfico y nos recibieron amablemente en la línea de meta. A todos ellos, muchas gracias

Dicho esto, hay varios aspectos que necesitan un análisis detenido.

El primero de ellos es el recorrido. Por lo que leído, en esta edición se estrenaba un nuevo trazado que buscaba no alejarse mucho del casco urbano con el objetivo principal de lograr una mayor animación e implicación de los vecinos. La verdad es que para saber si la modificación conseguirá su efecto habrá que esperar a próximas ediciones, pues la lluvia no incentivó para nada la presencia de público en las calles. Salvo en los pasos por la Plaza de Santa Teresa (salida, mitad de prueba y meta), prácticamente no hubo nadie animando, y supongo que la mayoría de los que allí se encontraban eran acompañantes y/o familiares de los participantes.

Lo que si se ha conseguido sin lugar a dudas es una prueba de gran dureza, con numerosos desniveles, algunos de ellos de gran longitud y pendiente. No debe extrañar esto a nadie. Si se quiere un recorrido céntrico por una ciudad con la orografía de la abulense, o se chupa uno cuesta tras cuesta o no hay forma. Ahora bien, esto no debe ser óbice para que haya algún tramo que debería ser suprimido y sustituido por otro. Me refiero concretamente al paso por la zona del aparcamiento de la Plaza de Toros. Mal asfaltado, mal señalizado y con coches que estacionaban y “desestacionaban”, pienso que no es apto para que por él discurra la carrera.

Un segundo punto de importancia es el tráfico. He de reconocer que la presencia policial (y de voluntarios en algunos casos) en los múltiples cruces y rotondas fue numerosa. Sin embargo y a pesar de ello, en mi caso encontré hasta tres coches en marcha intercalados entre los corredores durante la celebración de la prueba, concretamente a lo largo de la segunda vuelta. Además, en algunas de las calles los corredores íbamos en uno de los sentidos y los vehículos venían en el otro, con la única separación de las líneas viales pintadas en el asfalto. Esto era aun más peligroso si se tiene en cuenta que la fuerte lluvia que cayó durante buena parte de la tarde dificultaba la visibilidad tanto para los corredores como para los conductores. El aspecto del tráfico rodado fue sin lugar a dudas lo peor del evento.

Al margen de los “contras” mencionados, la organización del Club Puente Romanillos fue buena: i) Se pudo hacer la inscripción cómoda y rápidamente a través de internet, ii) a pesar del imprevisto diluvio, la carrera pudo celebrarse y todo estuvo montado y preparado en tiempo y forma, iii) el cronometraje se realizó mediante chip con alfombrillas lectoras en la salida, en el paso intermedio y en la línea de meta, iv) se dispuso de avituallamientos líquidos cada cinco kilómetros, v) para los amantes de la bolsa del corredor, ésta fue muy rica y variada: dos bollitos, botella de bebida isotónica color azul, una camiseta técnica, una barrita energética, una bolsita de frutos secos, unos parches para evitar ampollas, liquido para masajes, un sobre de Cola Cao, una cajita de pinturas y un trofeo en plástico azul feo de pelotas (digno acompañante en cualquier estantería kitsch de la muñeca folklórica y la concha pintada en vivos colores y rotulada con la leyenda “recuerdo de Benidorm”) y vi) a la llegada a meta nos obsequiaron con un avituallamiento sólido a base de bollos y yemas de Santa Teresa ¡Todo un detallazo!

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6. Conclusión

Pasados unos días de la carrera y ya en frío, la principal conclusión que saco es que en esto del correr no te puedes confiar nunca. Participar en un medio maratón sin preocuparte por conocer el recorrido y el perfil, poniéndote ciego a comer dos o tres horas antes y sin tener en cuenta las condiciones meteorológicas que te puedas encontrar, son razones más que suficientes para llevarte una desagradable sorpresa. Como decía al comienzo de esta entrada, el XX Medio Maratón Ciudad de Ávila me dio toda una lección y un buen revolcón. Es esta una buena excusa para volver a enfrentarme a él y tomarme cumplida la revancha. Volveré.

Saludos.

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martes, 10 de mayo de 2011

V Medio Maratón Villa de Azuqueca

Imagen cortesía de la organización

Después de que el domingo anterior participara en el de Ciudad Rodrigo, este pasado fin de semana tocaba visitar la localidad castellanomanchega de Azuqueca de Henares para dar el callo en el V Medio Maratón Villa de Azuqueca. Curiosamente, aunque se trata de carreras muy diferentes entre si, en sus ediciones de 2011 han tenido ciertas semejanzas: ambas han cambiado parte del recorrido y han adelantado su fecha de celebración.

En el caso de Azuqueca, la finalización de las obras que desde hace un tiempo venían realizándose en el Complejo Deportivo San Miguel, supuso recuperar el trazado que la prueba tuvo en su cada vez más lejana primera edición. Las tres vueltas al circuito de años anteriores fueron reducidas a dos y la diferencia hasta completar los 21.097 metros se obtuvo añadiendo el suplemento consistente en ir y volver hasta las remozadas instalaciones deportivas.

Esta primera variación ha influido ligeramente en el perfil del circuito. Al estar el polideportivo ubicado en un punto geográfico más elevado que el centro urbano azudense, cuando se recorría el tramo que lo une con la zona residencial en sentido “centro ciudad”, el terreno picaba hacia abajo y dibujaba una pequeño y favorable desnivel . Como es lógico, cuando se hacía en sentido contrario, se ascendía moderadamente. En cualquier caso y aún teniendo en cuenta el desnivel referido, el perfil de la carrera es casi completamente llano.

El recorrido sigue realizándose por las mismas calles amplias sin ningún atractivo ni animación, y lo peor para la cabeza del participante continua estando en las tres “U” (ida y vuelta por la misma calle) que se suceden en cada una de las vueltas. La buena noticia fue el traslado de la salida y la meta a la nueva y colorida pista de atletismo, completada tras las obras con un flamante graderío inaugurado para la ocasión y que acoge vestuarios y duchas en su parte inferior. Allí se concentraron los acompañantes de los participantes y se creó un cierto ambiente festivo con música y locutor/animador. Además la zona de césped circunvalada por el anillo de la pista de atletismo se convirtió en un lugar perfecto para comenzar la recuperación de los fatigados músculos mientras se reponían fuerzas con las “chucherías” incluidas en la bolsa del corredor.

El segundo cambio ha sido el adelantar en más de un mes la fecha de celebración respecto a las ediciones precedentes. He de decir que esta medida me parece un gran acierto. A mitad de junio la temperatura suele ser mucho más alta y es raro que el sol no pegue de lo lindo, mientras que a principios de mayo la meteorología es por lo general bastante más favorable para la práctica del atletismo (sobre todo en la modalidad de fondo). Si al perfil llano unimos buenas condiciones meteorológicas, el Medio Maratón Villa de Azuqueca se convierte en una prueba idónea para obtener una buena marca personal.

Este año la carrera ha sido incluida en el II Circuito Provincial de Carreras Populares que organiza la Diputación de Guadalajara. El número de participantes que alcanzaron la meta fue de 299, cifra muy similar a la del año pasado, resultando ganador en hombres Jaouad Tougane (1:09:35) y Henar Fernández (1:35:11) en féminas, que repetía el triunfo de la edición anterior. Otros cuarenta corredores completaron la prueba disputada sobre once kilómetros (una única vuelta al circuito).

La puesta en pie del medio maratón corrió a cargo del Ayuntamiento de Azuqueca de Henares y del Club Atletismo Azuqueca. La experiencia acumulada permitió a los promotores resolver las pequeñas carencias o fallos que surgieron en ediciones pretéritas, consiguiendo una organización muy buena y eficiente. Posibilidad de inscribirse vía internet, rapidez en la entrega del dorsal, cronometraje mediante chip, recorrido bien señalizado y controlado por voluntarios y policías, suficientes avituallamientos, surtida bolsa del corredor, sorteo de material deportivo tras la carrera y degustación gratuita de unas sabrosas migas gentileza de la Casa de Extremadura azudense, fueron algunos aspectos que reflejan el buen hacer de aquellos que estuvieron en la organización de este evento atlético popular.

En lo personal la cosa se dio bastante bien. En principio no me quería machacar mucho pues llevaba unos días con las piernas muy fatigadas (¿?). Sin embargo según avanzó la carrera me fui encontrando bien y aumentando paulatinamente el ritmo. Conocía el recorrido de ediciones anteriores y sabía siempre lo que me quedaba por delante. Lo único que me sorprendió fue el tener que dar dos vueltas a la pista antes de cruzar la meta: un poquito de sufrimiento en la parte final que dio más valor a la llegada. Al final 1:34:09 y para casa.

El próximo sábado toca otra para completar el hat trick. Esta vez vuelvo a Ávila, donde ya corrí las ediciones de 1999 y 2000. Por lo que he podido ver, el recorrido actual no se parece en nada al de aquel entonces. En mi yo actual también hay muchas variaciones respecto al de hace una década. Ya os contaré.

Saludos

Edito un día después. La organización se tomó la molestia de hacernos unas fotos mientras disputabamos la carrera. Las ha colgado en su página web y si se las pides, como yo he hecho, te las hacen llegar en mayor resolución. Un buen recuerdo y un detallazo del Club Atletismo Azuqueca.

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En capítulos anteriores:

martes, 3 de mayo de 2011

VI Medio Maratón de Ciudad Rodrigo

El portugués Joao Serralheiro entrando en meta (http://www.mediamaratonciudadrodrigo.com/)

Aprovechando que el lunes era festivo en la Comunidad de Madrid decidí que era una buena oportunidad para acercarse a tierras salmantinas y disputar el VI Medio Maratón de Ciudad Rodrigo. Era mi segunda participación en la prueba después de la del año pasado y, aunque hubo algunos cambios, la esencia de la carrera fue la misma.

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1. Las novedades

Las tres variaciones más significativas y anunciadas previamente fueron las del recorrido, la fecha y la celebración por vez primera de la modalidad por relevos. En cuanto a la primero, se optó por suavizar el trazado respecto a la edición anterior. En 2010, los últimos kilómetros que transitaban por Ciudad Rodrigo se hacían interminables y muy duros. Cuando ya veías el centro histórico a escasa distancia, el trazado volvía a descender hasta la ribera del río Agueda, rodeando todo el recinto amurallado y trepando desde allí hasta la Plaza Mayor en una interminable y agónica cuesta. Esta vez se optó por dar un par de vueltas iniciales por las calles de Sancti Spiritus, obteniéndose así los metros necesarios para suprimir la vuelta final por las calles mirobrigenses. La entrada más directa a la meta supuso suavizar la parte final de la carrera a cambio de no correr junto a la orilla del río.

En lo que se refiere a la fecha, este año se corría con prácticamente un mes de antelación sobre la edición de 2010. Nunca se sabe a ciencia cierta en estos días primaverales, pero a lo mejor este adelanto en el calendario tuvo algo que ver con las condiciones meteorológicas que nos tocó sufrir. Si el año pasado el sol brilló con fuerza durante toda la carrera y el calor fue tirando a sofocante, esta vez la jornada fue totalmente diferente.

Amaneció lloviendo no muy fuerte pero si de forma continuada. Curiosamente justo en el momento de salir, la lluvia pareció darnos una tregua y fue sustituida por un viento racheado. En estas condiciones llegamos a la media hora de carrera, cuando el cielo se oscureció y descargó una buena tormenta de unos diez minutos acompañada de un fuerte viento de cara que parecía querer devolvernos a Sancti Spiritus. Desde entonces y hasta meta continuó cayendo agua, aunque de forma soportable, y el viento apareció a ratos soplando siempre en sentido contrario al de nuestra marcha.

La tercera novedad fue la celebración simultanea del I Medio Maratón de Ciudad Rodrigo por relevos (5 kms). Supongo que se organizó como alternativa para todos aquellos que no se atrevieran con una distancia larga como son 21.097 metros y por fomentar la participación de una u otra forma en el evento. Según la clasificación fueron ocho los equipos que completaron el recorrido en esta modalidad. No creo que su aportación a la prueba principal sea importante, pero si anima a alguien a hacer deporte y lo engancha para este mundillo, bienvenida sea.

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2. La esencia

Como decía al comienzo, las novedades no han afectado a la esencia del medio maratón mirobrigense. A pesar del importante incremento de llegados a meta (276 por los 208 de un año atrás), sigue siendo esta una carrera alejada de las grandes cifras pero con un ambiente muy entrañable y con participantes llegados de muy diversos lugares (portugueses, madrileños, salmantinos, vallisoletanos, cacereños…).

La organización fue muy buena. Se dispuso de autocares que trasladaron a los participantes desde Ciudad Rodrigo hasta la salida, hubo avituallamientos cada cinco mil metros, todos los kilómetros estuvieron señalizados, se facilitaron servicios de ducha y guardarropa y se entregó una bolsa del corredor con camiseta técnica y farinato (embutido típico de la zona) a todos los llegados. Aunque tampoco este año me quedé a ello, volvió a haber sorteos de premios entre todos los participantes y un piscolabis gratuito para corredores y acompañantes. Además los organizadores tomaron nota de los problemas acaecidos en la edición anterior con los dorsales y esta vez fueron fabricados en un material más resistente (puesto a prueba con éxito con la incesante lluvia).

La animación en las calles de Ciudad Rodrigo se resintió debido al mal tiempo, pero aun así hubo gente, sobre todo en los últimos metros por el centro histórico y en la llegada en la Plaza Mayor. Durante el resto del recorrido, al tratarse de un tramo de carretera entre dos localidades, la animación se redujo a los voluntarios y a los sonidos de claxon de algunos de los coches que transitaban por la autovía paralela.

El perfil, aunque suavizado este año en su final, sigue siendo una sucesión de largos y tendidos desniveles que unas veces pican hacia arriba y otras hacia abajo. En cualquier caso estas cuestas, más que servir para endurecer el recorrido, ayudan a hacerlo más divertido y variado.

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3. Mi carrera

Tras la semana casi de descanso después del Maratón de Madrid, afrontaba la carrera con la intención de hacerla a ritmo suave y no machacarme en demasía, retomando la racha mediomaratoniana que espero mantener en el próximo mes y medio. Tomé la salida tranquilote y recorrí así los aproximadamente tres kilómetros. A partir de ahí, ya con la velocidad de crucero, empecé a adelantar participantes.

En uno de esos adelantamientos me emparejé con otro corredor. O a lo mejor me alcanzó él viniendo desde atrás, la verdad es que no lo recuerdo con claridad. El caso es que nos mantuvimos ambos a la misma altura durante unos cientos de metros. Un "de donde eres" y un "en cuanto tienes previsto acabar", fueron suficientes para entendernos y pactar tácitamente hacer el resto de la carrera juntos hasta donde llegara cada uno. La verdad es que fue de agradecer. Siempre es más agradable correr en compañía, más cuando la prueba transita por una solitaria carretera y las condiciones meteorológicas no son las más agradables para la práctica del atletismo.

Juntos hicimos una carrera en positivo, aumentando paulatinamente nuestro ritmo y adelantando muchas posiciones. Así llegamos hasta la penúltima cuesta arriba del recorrido, allá por el kilómetro diecisiete. Mi compañero de fatigas me comentó que tirara hacia delante en solitario pues él prefería regular un poco para llegar bien al final. Nos despedimos y apreté lo que pude hasta meta. Los últimos mil metros se me hicieron un poco largos y sufrí más de la cuenta. Al final 1:35:19 por mi cronómetro. Contento y satisfecho.

Ahora a conquistar Azuqueca.

Saludos

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